Capítulo 22 - Posibles problemas

El fin de semana finalmente había llegado.

Samy y yo seguíamos actuando como cualquier pareja normal aunque no lo eramos oficialmente.

Me sorprendía en cierto punto, porque ella no decía nada al respecto, no parecía molestarle y no me sentía obligado a pedírselo (aunque moría por hacerlo). Solo necesitaba un momento realmente especial y ese aún no llegaba.

— ¿Qué quieres hacer hoy? —inquiere una vez que hemos terminado de alimentar a "nuestros hijos" como los habíamos bautizado.

Era casi medio día por lo que aun teníamos mucho tiempo para compartir. La buena suerte estaba de nuestro lado porque ninguno de los dos teníamos tarea por hacer.

Era el fin de semana perfecto para aprovecharlo y pasar juntos.

—Estaba pensando en que quizá podríamos ir a mi casa a almorzar —digo tomando un mechón de su cabello y jugando con él.

—Y luego podríamos ver una película —continua hablando ella con una media sonrisa y asiento.

—Exacto... Pero antes dejame besarte lo que más pueda porque creo que en casa no podré hacerlo —digo y me acerco más a ella.

Samy sólo sonríe mientras tomo su barbilla con mi mano y para empezar deposito un pequeño beso en la punta de su nariz que ella acepta y luego sonríe. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura mientras ella me rodea a la altura del cuello, teniendo que ponerse de puntillas debido a que es un poco bajita.

Nos miramos unos segundos antes y soy yo quien me acerco y finalmente rozo mis labios con los suyos hasta unir nuestras bocas en un tierno y delicado beso. Samy muerde sutilmente mi labio inferior y la aprieto más contra mi.

Me empiezo a mover un poco hasta que ella lo tiene que hacer de igual forma para no cortar el beso. La arrimo con suavidad al árbol que nos esconde del resto del mundo y la sigo besando como sino hubiese un mañana.

Puede sonar ridículo, pero me estoy volviendo adicto a sus besos.

—Christ... Christopher —habla con el pulso acelerado y la miro a los ojos. Sus ojos tienen un brillo especial y me encantan.

—Eres hermosa —la interrumpo acariciando su mejilla y se pone de puntillas para besarme otra vez.

—Tú eres hermoso, mechitas... Mi mechitas —dice cerca de mis labios. Esto último me parece tan tierno que quiero apapacharla con fuerza, pero no lo hago para no lastimarla.

—Vamos a casa, mi lita estará feliz de verte —digo más calmado y beso su sien.

—Pero tu mami no tanto —ríe y toma mi mano.

—Sabes que ella es un poquito celosa, pero también te tiene mucho cariño.

—Lo sé —dice asintiendo.

Comenzamos a caminar tomados de la mano hasta llegar a mi casa.

Hacer aquello se nos había hecho una necesidad, era como si ambos no queríamos despegarnos el uno del otro.

Como si tomarnos de la mano era lo único que nos daba la certeza de que ambos estábamos aquí el uno para el otro y no nos iríamos a ningún lado... Al menos eso era lo que yo sentía.

Tomo de mi bolsillo la llave y abro la puerta de mi casa una vez que llegamos.

—Ya estoy en casa —doy aviso y veo a mi mami justamente bajando las escaleras.

Está vestida con su usual ropa de trabajo por lo que me sorprendo un poco al saber que hoy es sábado.

—Hola mi cielo, llegas a buena hora para la comida —me saluda con un beso —Y hola Samy, es un gusto verte —le da un abrazo fraternal y Samy me mira con sorpresa.

Yo me encojo de hombros sin saber que bicho le pico a mi mami.

—Vamos a la cocina, de seguro mi lita está allí —comento aguantando la risa.

—Sí, adelantense chicos. Yo estoy terminando de organizar unos papeles y los acompaño.

—Listo, mamita.

Vamos directo a la cocina y en esta se escucha una cumbia sonar por todo lo alto.

Mi lita está bailando al son de la música y en cuanto nos ve no se inmuta sino que se acerca a tomarnos de la mano y halarnos para que bailemos junto a ella.

—Ay no, trágame tierra —digo intentando bailar mientras Samy se ríe sin parar.

Ella si lo hace de maravilla.

—Pero si te mueves bien, Chris —comenta y me da una nalgada sin que mi lita se percate.

La miro con picardía y me guiña el ojo.

Mi lita parece finalmente cansarse y se acerca a la radio para bajarle el volumen un poco.

—Te extrañé mucho, mija —habla finalmente y abraza a Samy con cariño.

—Y yo a usted, lita. Me hacia falta venir.

— ¿y por qué no has venido en el transcurso de la semana?

—He estado un poco ocupada en el colegio, estamos en los últimos meses de clases y los profesores me piden ayuda para varios asuntos —explica.

—Bueno, está bien que seas una chica aplicada y responsable... Ese el tipo de chica que quiero para mi Chris.

Lita me mira sonriendo y le devuelvo la sonrisa.

—Gracias, lita —responde Samy un poco ruborizada.

—La comida no demora mucho, pero pueden mientras tanto ir a conversar y pasar el rato juntos —nos sonríe y asentimos.

En cuanto empezamos a salir de la cocina mi lita sube el volumen de la radio una vez más y empieza a bailar mientras revuelve algo en la olla.

Samy y yo no aguantamos la risa.

—Mi familia está loca.

—Pero aún así son un amor —dice y me da un beso rápido.

Le tomo la mano y subimos a mi habitación. En cuanto vamos a entrar me topo otra vez con mamá.

—La puerta abierta, Christopher —dice con seriedad y me pongo rojo de la vergüenza.

Como si pensara hacer algo con Samy.

—Lo siento por eso —digo hacia Samy y niega divertida.

—No pasa nada. La señora Yenny solo quiere cuidar la "inocencia" de su bebé —habla haciendo comillas y ríe.

—Mi mamá aun no entiende que ya no soy un niño —digo rodando los ojos.

—Todas las madres son así, Chris.

—Lo sé Samy, pero aveces es un poco vergonzoso... Y mucho más cuando se supone que soy un hombre mayor de edad y que me mantengo solo —explico sin querer y me mira enarcando una ceja.

Por un momento he olvidado que he vuelto a ser un adolescente y que no tiene sentido lo que digo.

—Quiero decir... —aclaro mi garganta nervioso —que seria muy vergonzoso ser mayor de edad y que te sigan tratando como un bebé —trato de sonreír y ella asiente.

—Tienes mucha razón, espero que eso cambie con el tiempo.

—Lo dudo —digo más convencido de lo que debería, porque sé exactamente como será.

Aún con mis 25 años mamá seguía igual de celosa y cuidadosa conmigo. Era lindo, pero aveces llegaba también a ser incómodo.

Samy se sienta en mi cama y mira el alrededor de mi habitación estudiando cada detalle.

—Me gusta tu casa... es acogedora.

—Gracias... Y yo pienso igual. Es mi lugar favorito en el mundo —camino hasta donde está ella y me siento a su lado. —Me alegra estar de vuelta. —tomo su mano y la aprieto delicadamente.

Sonríe y apoya su cabeza en mi hombro.

—Quiero que me acompañes mañana a un lugar —dice.

—Solo si me acompañas después a otro.

—Trato hecho —dice con una sonrisa.

—Trato hecho —repito.

Me pongo de pie y la halo conmigo aprovechando para besarla un momento.

Nos permanecemos besando alrededor de unos dos minutos y finalmente nos separamos.

— ¿Podrías cantarme un poco? —pregunta emocionada.

— ¿Qué desea la princesa que le cante?

—Una de esas músicas que jamás he escuchado está bien... Por cierto, ¿quién las canta?

—Una banda —digo sin querer decir más.

—Y cómo se llama... Me gustaría descargar las canciones —dice interesada y me lo pienso.

¿Qué sucedería si le cuento todo?

¿Me creería?

No, probablemente no.

—No es muy conocida, así que no podrías descargar sus canciones.

— ¿No es muy conocida? Pero si con lo poco que he escuchado se nota que sus canciones son hermosas... Es difícil pensar que la banda no tenga miles de fans.

Claro que tiene miles de fans y sonrío sin querer ante el recuerdo de saber que ella será una CNCOwner y aún no lo sabe.

—Está bien... te diré la verdad.

Me mira con intriga y asiente.

—Las escribí yo —miento y sonrío con pena.

No quiero mentirle a Samy, pero tampoco puedo decirle la verdad de donde provienen.

— ¿De verdad? —pregunta sorprendida y asiento.

—Es esa la razón por la que nunca las encontrarás para descargarlas.

— ¿Asi que compones? —pregunta sin creerlo.

—Cuando estoy aburrido —me encojo de hombros.

— ¿Y cuántas has escrito?

—Muchas —digo simplemente y ella asiente sonriendo.

— ¿Entonces cuál me cantarás?

— Pues... ahora mismo no lo sé —digo incómodo.

De verdad no se sentía nada bien mentirle a Samy.

— ¡Chicos la comida está lista! —grita mi lita desde abajo.

—Vamos, ya es hora de comer... prometo cantarte algo después, preciosa.

Beso la punta de su nariz y salimos de la habitación.

Bajamos al comedor y nos sentamos uno al lado del otro frente a mi lita y mi mami. Jonathan como siempre no está en casa, probablemente porque está en algún negocio o con alguna chica.

Lo segundo es más que seguro.

—Y díganme mis amores, ¿ya son novios? —pregunta mi lita de la nada pareciendo emocionada. Empiezo a toser debido a que se me atasco un poco de comida en la garganta.

Mi lita y sus preguntas.

Miro a Samy quien solo ve a su plato sin decir nada, creo que el tema la ha incomodado.

—No lita, no somos novios —responde ella al notar que aún estoy tosiendo y no quiero responder.

— ¿No? Pero si se ven tan lindos juntos —comenta abatida y Samy sonríe incomoda.

—Lo siento lita, pero solo somos amigos —dice Samy con dificultad.

—Entonces, muchachito ¿por qué no se lo has pedido? —pregunta mi lita hacia mí.

Solo miro intercambiando mi vista entre Samy y mi lita.

— ¡Mami! Te he dicho que no seas imprudente.

— ¿Qué mija? ¿Es que acaso no te das cuenta de que los chicos se quieren? No sé que está esperando Chris —explica mi lita y Samy solo está roja como un tomate.

Samy me mira apenada y yo de igual manera. Creo que después de todo si le afecta que no haya dado el paso para que nuestra relación sea totalmente seria.

No debo alargar esto por más tiempo.

—Chicos olviden esto y sigamos comiendo —habla mamá y luego continuamos comiendo como sino hubiese ocurrido nada.

Tomo la mano de Samy por debajo de la mesa y le sonrío, ella me devuelve la sonrisa y para mi es más que suficiente.

Volvía a sentirme seguro de lo que hago una vez más.

(...)

La noche había llegado. El tiempo se nos había ido de las manos entre películas y risas, pero lamentablemente Samy tenia que volver a casa.

Esa era la parte del día que no me gustaba.

—Gracias por acompañarme, mechitas.

—Estoy para servirle a mi princesa —digo sonriente y niega divertida.

Escucho como la puerta de su casa se abre y de ella sale un señor, es la primera vez que lo veo.

Está ebrio.

— ¿Papá? ¿Has vuelto a beber? —pregunta Samy y me sorprendo.

¿Es su padre?

—De hecho apenas empiezo —dice de mala gana.

—Christopher, creo que es mejor que te vayas —susurra nerviosa y frunzo el ceño.

— ¿Christopher? ¿Así que tu eres ese muchachito? —espeta y lo miro sin entender.

¿A qué se refiere?

— ¡Papá basta! —menciona Samantha alterada y me mira preocupada. —Chris, de verdad, mejor regresa a tu casa.

—No, no puedo irme... ¿Y de qué habla tu papá?

—Por favor, Chris...

—Largate de aquí, imbécil... No quiero que te acerques a mi hija —grita él y comienza a llamar la atención de los vecinos. —Solo le arruinas la vida a los demás...

—Chris, mirame —toma mi rostro para que la mire, quiere llorar. —Ve a casa, y recuerda que mañana tenemos una cita, paso por ti a las 7 de la mañana —trata de sonreír y solo asiento con el ceño fruncido.

— ¿Qué sucede? —pregunto confundido y niega.

—Solo vete, por favor.

Me mira suplicante y veo como luego su papá la toma del brazo con mucha fuerza y la obliga a entrar a casa.

Me quedo estático mirando a la nada y puedo escuchar con dificultad los gritos provenientes de dentro aunque no entiendo nada de lo que dicen.

Era esto a lo que José se refería cuando me mencionó sobre los posibles problemas de Samy.

Necesitaba entender qué sucedía.

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