Capítulo 19 - Miedo
Aún estoy sentado en el suelo sin entender muchas cosas... La actitud de Samy me confunde, pensé que ella estaba interesada en José, pero ahora pienso que lo está de mi.
Esto es confuso.
Me quedo un tiempo más meditando hasta que soy interrumpido por el mini Chris gatuno, me maulla y me mira con sus ojos avellana; trato de acariciarlo, pero al segundo me muerde y luego se va ignorándome por completo.
—Auch, eso si dolió —digo agitando mi mano con dolor.
Quizá me mordió en venganza por lo que le hice a Samy hace minutos.
Me pongo de pie y decido ir a mi casa, ya me estaba retrasando un poco y no quería que me regañen.
—Ya estoy en casa —digo en voz alta y mi lita sale de la cocina.
—Hola, mijo. ¿Qué tal el día?
—No tan bueno como quisiera, lita.
— ¿Tienes algún problema en el colegio?
—No, no es eso... pero son cosas que me dejan con un dolor de cabeza insoportable —digo cansado y me siento en uno de los sofás de la sala.
El lugar queda en completo silencio varios segundos y luego escucho una pequeña risita proveniente de mi lita.
—Ya, mijo, ya verás que todo pasa —me reconforta con una sonrisa. —Mejor ve a darte un baño y cambiarte para servirte el almuerzo.
—Gracias, lita hermosa. Eso haré —deposito un beso en su sien y subo las escaleras hasta llegar a mi habitación.
Un buen baño me haría bien para relajarme.
(...)
Estaba aburrido de hacer tarea... en lo único que pensaba era en que quería ir por Samy y aclarar todas mis dudas.
Necesitaba explicaciones.
Mi celular suena y lo tomo. Es David y contesto de inmediato.
— ¡Pelita, trae tu trasero rápido a la casa de José! —dice muy rápido.
— ¿Por qué?
—Necesitamos ayuda con física, pelita —explica y ruedo los ojos.
— ¿Y por qué no vienen ustedes a mi casa?
—Ya estamos instalados aquí, pelita... Te esperamos, no tardes —dice y cuelga.
Ni siquiera espera mi confirmación, David siempre da por hecho que voy a hacer lo que él dice... y nunca se equivoca.
Me pongo de pie y me pongo unos zapatos y una gorra... tomo mi skate así como mi mochila y salgo enseguida.
En aproximadamente 5 minutos estoy en casa de José. Toco el timbre y este me abre con una sonrisa.
No puedo evitar pensar rápidamente en Samy una vez más.
—Hola, pelita, gracias por venir —me saluda con un abrazo.
—Saben que siempre estoy para ustedes.
Entro y subo tras él hasta llegar a su habitación. David está sentado en el computador jugando quien sabe qué.
—Bonita manera de estudiar la que tienes —digo con sarcasmo y le doy un golpe suave en la cabeza.
—Estaba haciendo tiempo hasta que llegaras —se excusa riendo.
—Bien, pues ya estoy aquí... así que muevete de allí y pongamonos a estudiar.
—A la orden, pelita —apaga el computador y empieza a buscar sus cosas.
— ¿Y dónde está Jonathan?
—Ah, él no pudo venir porque tuvo que acompañar a su mamá a ir de compras —dice José riendo. Todos sabemos que para Jonathan eso es una tortura. Pero tiene que soportarlo al ser hijo único.
—Así que hoy seremos los tres mosqueteros —menciona David con su sonrisa habitual.
Nos acomodamos en el suelo con los cuadernos y libros y empezamos. Los ejercicios estaban un poco complicados, pero con un poco de esfuerzo los entendía. Creo que mi gran avance se lo debo a Samy.
Suspiro y miro a José quien está totalmente concentrado en entender cómo seguir los pasos que les explique durante algún momento.
¿Debería hablar con él sobre Samy?
Sí, creo que sí, pero no sé cómo hacerlo.
El celular de David suena e interrumpe mis pensamientos.
—Hola, princesa —dice al contestar y sé que es Karen. — ¿Ahora? —pregunta y nos mira. Ruedo los ojos pero finalmente me encojo de hombros con una sonrisa. A José tampoco parece importarle. —Bien, princesa, en 5 te veo.
Cuelga y guarda su celular.
—Prometo que no tardo —dice haciendo puchero.
Lo que hace el amor.
—No te preocupes, ve que tienes que ganar puntos con tu princesa —digo y él nos sonríe. En cuestión de segundos desaparece por la puerta.
—Ese tonto ya está demasiado enamorado de Karen. Ya lo perdimos —dice José riendo y niega.
— Creo que sí, pero le hará bien ponerse serio finalmente con alguien... ¿y tú? ¿estás enamorado? —inquiero desviando la conversación.
Quiero aprovechar la oportunidad ahora que estamos a solas.
— ¿Yo?
—Sí, digo... pensé que estabas interesado en Samy.
—Interesado sí, enamorado ya es otro nivel.
—Pero...
—Sí, lo sé... di a entender que estaba enloquecido de amor por ella, quizá hubiese sido así si Samy me hubiese dado una oportunidad, pero no se dio —explica y se encoje de hombros.
— ¿Samy no te dio la oportunidad? Pero... ¿y el beso en la discoteca? —pregunto más curioso ahora.
—No me hagas reír, pela —habla aguantando la risa —hasta tú hiciste pendejadas producto del alcohol.
— ¿Fue por el alcohol?
—Obvio, no estábamos cayendo de borrachos, pero aún así nos afectó un poco... Es más, hoy hablamos de eso en la mañana, por eso llegamos juntos.
— ¿Y de qué tanto hablaron?
—Pues que ambos sabemos lo que pasó y ya... Samy está interesada en alguien más, y yo, aunque no quería decir nada porque ustedes estarían jodiendo, también me gusta alguien más... No quiero decir que no me interese Samy, porque si lo hace, pero no es nada tan fuerte como para seguir insistiendo... En conclusión, quedamos en que olvidaríamos lo sucedido y seguiríamos siendo amigos.
Ahora tenía mucha información por procesar.
— Entonces, en resumen... Tú no estás enamorado de Samy, y ella no está enamorada de ti —digo frunciendo el ceño.
—Así es, pelita... veo que no eres tan tonto.
Lo miro entrecerrando los ojos y él ríe a carcajadas.
—No, espera... de hecho, si eres muy tonto.
— ¿Por qué?
—Porque no puedo creer que no te hayas dado cuenta que Samy gusta de ti —dice riendo y lo miro asombrado.
— ¿Qué?
—Ya lo sospechaba durante el tiempo que estuvimos en la discoteca... ella se moría de los celos cada vez que te veía de empalagoso con Marian —vuelve a reír gracioso. —Y es que tu tampoco te quedabas atrás, hubieses visto tu cara... Pelita, sé que soy guapo, pero tu despiertas más pasiones que yo.
Estoy mudo, no sé que decir.
— ¿Estás jugando conmigo?
—No, pendejo. Estoy hablando en serio.
Lo miro sin decir nada y recuerdo cómo estaba actuando Samy hace unas horas y sobre todo la pregunta que me hizo.
— ¿Por qué no me dijiste esto hoy en la mañana?
—Samy me dijo que no lo hiciera, ella quería hablar contigo personalmente. Pero creo que no lo ha hecho aún y metí la pata.
—No... Digo, sí... Claro que intentó hacerlo y lo jodí todo.
— ¿Lo jodiste? ¿Qué hiciste?
—Le dije que solo la quería como amiga —suspiro abatido.
— ¿Y por qué mierda hiciste eso?
— Porque estaba tratando de ser un buen amigo y pensé en ti, pendejo. Esa es la razón.
—Como siempre arruinando todo, Christopher —dice rodando los ojos.
—Algo me decía que según la actitud que tomó, ella estaba esperando una respuesta diferente, pero creí que sólo eran ideas mías.
— ¿Y?
— ¿Y qué? —pregunto confundido.
— Aish... ¿No crees que estás perdiendo el tiempo aquí? —me mira obvio y frunzo el ceño.
—Si, creo que debería ir corriendo a buscarla, pero...
— ¿Pero?
—Las cosas no son tan fáciles como parecen.
— ¿Cómo que no?
Estaba comenzando a pensar en los pro y contra de eso...
Esto es algo demasiado grande, se trata de sentimientos, y eso puede hacer que las cosas cambien... me refiero al futuro. Nunca conocí a Samy antes, y ahora sí... Pero ya es algo con mucho más peso el enamorarme de ella.
Estoy cambiando algo demasiado grande en mi vida.
¿Y si esto no funciona? ¿Y si termino con el corazón aún más roto que otras veces?
O mucho peor... ¿y si todo va de maravilla con Samy pero de un momento a otro vuelvo al futuro? ¿Y si esto cambia el hecho de que ya no exista CNCO?
—Tengo miedo, José —digo y lo miro. Mis ojos están cristalizados, él simplemente me mira con desconcierto.
—No entiendo lo que está pasando por tu cabeza loca, pero, recuerda que puedes contar conmigo o con cualquiera de los chicos —me da unas palmaditas en la espalda y asiento.
—Quiero hablar con Samy, pero aún tengo muchas cosas en qué pensar —digo y él me mira confundido. Aún así asiente de inmediato.
—Está bien, pelita.
Decido volver a concentrarme en los ejercicios aunque sé que es una tontería.
Lo único que rodea mi cabeza ahora es el nombre de Samy.
(...)
—Bien, creo que ya se hizo muy tarde —digo guardando mis cuadernos y libros.
La puerta de la habitación de José se abre y entra un David cansado. Ha venido corriendo.
Lo miro entrecerrando los ojos y solo sonríe con inocencia.
—Lo siento mucho...
—Li siinti michi —me burlo de él y tiro sobre su cabeza una bola de papel —Ya repasamos todo y tu apenas llegas.
—Es que Karen quiso que la acompañe a comer algo... no pude negarme, mucho menos si se trata de comida.
— ¿Cambias a tus panas por comida? ¡Me pierdes, pela! —dice José queriendo parecer ofendido y todos reímos.
— ¿Entonces? —Hace cara de cachorrito y nos mira a ambos.
—José te puede ayudar, yo tengo que volver a casa —explico.
— ¿Y a mi por qué me toca la peor parte? —reniega José.
—Porque tu si eres un buen pana —respondo riendo. —Bien... entonces adiós, chicos.
Salgo de la casa y subo a mi skate. Ya estaba muy obscuro pese a que apenas estaba anocheciendo.
Cuando paso por el parque logro divisar a Samy. Lleva algunas cajas y no entiendo para qué. Me detengo y pienso en si es buena idea o no hablarle ahora cuando estoy muy confundido.
Me acerco hasta un pequeño árbol y la observo de lejos, una de las cajas se le cae de las manos y maldice por lo bajo. Intenta tomarla, pero debido a la cantidad que lleva, algunas más se le caen.
— ¡Mierda!
—Una chica linda no debería decir groserías —digo riendo. Tomo las cajas del suelo y la observo con una sonrisa.
—Gracias, Christopher.
—Estoy para ayudarte... ¿Y qué se supone que harás con todo esto? —pregunto curioso.
—Voy a prepararles unas camas a los gatitos. Lloverá y hará frío —explica.
Miro al cielo y este está completamente despejado.
— ¿Llover? ¿Cómo estás tan segura de eso?
— Es obvio... hace más frío de lo normal y mi sexto sentido me lo dice —se encoje de hombros. —Deja de preguntar y ayudame.
—Siempre que me encuentro contigo termino haciendo algo por ti... Me explotas —río mientras camino.
—Pues deberías estar feliz de sentirme útil una vez en la vida —responde graciosa.
Llegamos al lugar y en cuestión de minutos las camas están armadas dentro de la pequeña bodega, cada caja con su cobija abrigadora.
—Gracias, mechitas, me hubiese tardado más sin tu ayuda.
—A la orden, general —digo haciendo la señal militar y ríe.
En cuestión de segundos se empiezan a escuchar las gotas de agua caer sobre la bodega. Después de todo, Samy tenía razón.
—Ahora quienes se mojarán seremos nosotros —digo poniendo cara de horror al solo pensar en lo fría que debe estar el agua.
—No seas niñita, a mi me encanta la lluvia.
—A mi también, pero observarla desde la comodidad de mi cama calentita.
—Eres una nena —ríe. —Creo que yo soy más macho que tú.
—Oye, me ofendes.
Ambos reímos a carcajadas y cuando nos calmamos nos quedamos escuchando la lluvia desde dentro.
Era relajante, aunque estaba comenzando a sentir frío por el viento que entraba por la puerta abierta.
—Te reto a salir a la lluvia —dice de la nada y sonríe.
—De ninguna manera, ya me está dando frío.
Rueda los ojos y se pone de pie. Sin pensarlo dos veces sale de la bodega directamente a la lluvia fría.
— ¿Acaso estás loca? —pregunto mientras la observo.
Ya está completamente empapada y sólo está dando vueltas con los brazos abiertos.
Definitivamente está loca.
—No pensé que fueses tan aburrido —menciona tiritando del frío y aun así sigue bajo el agua.
—No soy aburrido... solo intento no agarrar un resfriado.
— A B U R R I D O —vuelve a decir riendo y suspiro.
Lo siento mucho, mamita. Sé que querrás matarme después de esto.
Salgo de la protección de la bodega y corro hasta llegar a ella. El agua fría me recorre el cuerpo en segundos y ahora solo quiero estar bajo una manta muy gruesa.
Esto fue una mala idea.
—Si me muero será tu culpa —digo riendo.
—Al menos hiciste algo divertido antes de morir —bromea.
Sonrío por su comentario y me acerco mucho más a ella y la envuelvo con mis brazos. Me mira desconcertada y frunce el ceño.
— ¿Ya te hizo daño el agua fría? —pregunta. Está temblando y su labio inferior mucho más.
—Creo que sí... Y a ti también. Vas a enfermarte por hacer este chiste, Samantha —digo entre serio y sonriendo.
Me separo y la tomo de la mano hasta halarla dentro de la bodega otra vez.
—Oye, yo estaba disfrutándolo —reniega y hace un puchero.
No digo nada y solo me dedico a hacerle a un lado del rostro su cabello empapado. Ella me imita y ambos sonreímos.
—Tienes el cabello muy largo —comenta mientras juega con uno de mis mechones.
— ¿Crees que debería cortarlo?
—No, me gusta así —me mira con un brillo en sus ojos y se pone de puntillas ayudándose de mis hombros para sostenerse. —Tú me gustas de cualquier forma, Christopher Vélez.
Se acerca a mi y planta un pequeño beso en mi mejilla. Se separa una vez más y arruga la nariz con ternura lo que me hace sonreír.
—Estoy a punto de hacer algo que creo no debería —digo acercándome a su rostro.
— Aveces es mejor arrepentirse de las cosas que hicimos en vez de aquellas que no hicimos —explica mirándome a los ojos y es ella quien rompe el pequeño espacio entre nosotros.
Sus labios se presionan sobre mi con suavidad y siento como si algo extraño empezará a ocurrir dentro de mi.
Tomo su cintura y la acerco a mi. Hace tanto que moría por besarla y ahora no quiero soltarla. Samy rodea mi cuello con sus brazos y me besa delicadamente.
Estamos temblando, no sé muy bien si es por el frío que provoca estar empapados o por el simple hecho de que estamos emocionados y nerviosos porque nos estamos besando.
Ella se separa y mis labios siguen los suyos sin querer soltarlos. Pone una de sus manos sobre mi mejilla y la acaricia sutilmente... Tengo ganas de llorar y no sé porque.
Estoy comenzando a sentir miedo... Y miedo de verdad.
Porque acabo de entender con un pequeño beso de que no sólo me gusta Samantha, es mucho más que eso.
Trato de hablar y ella pone su dedo índice sobre mis labios.
—Te quiero, Christopher —dice y empieza a llorar.
No entiendo lo que pasa con ella. No entiendo lo que pasa conmigo.
Solo sé que lo más probable es que esto nos termine dañando a ambos.
Y sí, tengo mucho miedo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top