Capítulo 1 - El último viaje

25 de Noviembre del 2020

Lamentablemente teníamos que despedirnos de Panamá después de tres maravillosos días de conciertos. La estadía había sido maravillosa y las CNCOwners se habían comportado increíble, pero como todos nuestros viajes teníamos que seguir a lo siguiente que nos deparaba nuestra gira. Y mucho más porque no podía esperar a arribar a nuestro siguiente destino... mi hermoso país y todas las presentaciones organizadas en varias ciudades. Prácticamente teníamos una de las agendas más apretadas de toda la gira, pero estaba seguro de que habrían muchos momentos que nos encantarían.

Eran aproximadamente las 8:00 de la noche y estábamos más que listos en el avión en el que viajaríamos, tan solo faltaba que indiquen el momento para que se alce el vuelo y en pocas horas estaríamos en Ecuador.

— ¿Listo para regresar a casa? —pregunta Richard acomodándose a mi lado y asiento entusiasmado. 

—Estoy loco por ver a mi mamá... ya me hace mucha falta dormir con ella abrazados.

—Y luego decimos que el niño de mami es Erick, tú también lo que ere' es un bebé viejo, loco —habla en su acento burlón característico y no puedo evitar reír a carcajadas. — ¿Tendrás un biberón que te sobre por allí? Como que me dio hambre.

—No, los biberones me los acabé, pero déjame revisar... —empiezo a hurgar en mi mochila — ...creo que tengo algunos chocolates por aquí.

En mi intento por encontrar los dulces, mi mano se topa con una fundita y la tomo, me llevo una sorpresa cuando noto que es el obsequio de cumpleaños que me dio aquella CNCOwner en el M&G. Lo había guardado para abrirlo en cuanto tuviese tiempo a solas, pero lo había olvidado por completo.

— ¿Esos son los chocolates? —pregunta entusiasmado e intenta arrebatarme la fundita de la mano. Lo esquivo rápidamente.

— No, loco, esto es mío... espera un segundo —vuelvo a revisar la maleta finalmente encontrando lo que buscaba. —Toma, pero que no te vean los demás o la pasaremos mal —digo al imaginarme a Erick, Zabdiel y Joel haciendo berrinche porque no les dí chocolates a ellos también.

Richard se entretiene comiendo mientras empieza a revisar su celular, así que aprovecho el momento para abrir la fundita de regalo. Lo primero que veo es una cajita negra y un papel enrollado en forma de pergamino a un lado. 

Abro el papelito y leo:

"No hay cielo más bonito que aquel que está iluminado de brillantes estrellas, Chris. Para nosotras tú eres una de ellas. Te queremos."

El bonito mensaje me hace sonreír y abro la cajita negra encontrándome con una pulsera negra de cuero en la cual cuelgan una C y una estrella en tonalidades azules. 

No pierdo tiempo en ponerla en mi muñeca izquierda y le tomo una fotografía para después subirla a mis historias de instagram y agradecerles por el detalle. El avión despega y empiezo a buscar mis airpods para escuchar música y relajarme durante el vuelo.

—Por cierto... ¿hablaste con Gabriela? —llama una vez más mi atención, Richard — Ella pidió que le llames cuando despeguemos —comenta y niego.

—No te preocupes, cuando hayamos llegado le llamaré —respondo sonriendo y Richard niega divertido.

—Y luego te preguntas por qué aveces se enoja contigo... Nunca le comunicas las cosas, hombre —dice. 

— Eso no es cierto, Richard.

—No mientas, man —responde tomando un poco de chocolate y llevándolo a su boca.

—Por eso yo aún no tengo nada serio con nadie... —menciona Erick desde el otro lado, quien al parecer estaba escuchando nuestra conversación —No quiero que una chica se la viva detrás de mí controlándome.

— ¿Quién está hablando de controlar, papi? —replica Richard. —Gabriela es su mujer, tiene que tener más comunicación con ella.

—Para mí sigue siendo control —se encoje de hombros.

—No es eso, Erick —hablo —cuando te enamores de verdad te darás cuenta que no se trata de controlar sino de preocuparse el uno por el otro —contesto pensando en Gabriela.

Ella y yo ya casi teníamos un año y medio de relación y aunque para muchos todo había ocurrido demasiado rápido y era una completa locura, ahora era mi prometida... y en un par de meses se convertiría en la señora de Vélez.

La espera me estaba poniendo demasiado ansioso.

—Ves... ya estás hablando como un anciano de nuevo —protesta Erick. —Definitivamente los 25 años te sentaron mal... no te quiero escuchar cuando te cases, te volverás peor.

Ruedo los ojos por su comentario y decido concentrarme en la completa obscuridad que diviso por la ventanilla del avión para ignorarlo. Minutos después comienzo a ver pequeñas luces que brillan desde alguna parte de la ciudad y sonrío por la linda vista. 

Sé que a Gabriela le encantaría estar viendo lo mismo que yo... eso la haría sonreír y para mí verla de esa manera sería lo más maravilloso.


Luego de casi dos horas de vuelo los chicos se habían quedado profundamente dormidos, pero a diferencia de ellos yo aún no podía conciliar el sueño.

No entendía por qué me pasaba cuando realmente sentía mucho cansancio, pero simplemente no podía puesto que había empezado a sentir una extraña sensación de angustia y desesperación que no me dejaba tranquilo.

Miro de un lado al otro empezando a sentirme fastidiado pero todo está completamente bien... gran parte de las personas duermen tranquilas o simplemente están entretenidas en alguna película o un buen libro. Al parecer soy el único que siente que algo no está del todo bien.

Para intentar tranquilizarme tomo mi celular para ver la hora y son las 11:16 pm. Ingreso al Whatsapp y entro en el chat de mi mamá. El último mensaje que le respondí fue hoy en la tarde después de nuestra última entrevista en un canal de tv, un poco antes de regresar al hotel y prepararnos para correr al aeropuerto. Me había enviado algunos mensajes más deseándome un buen viaje y expresándome lo feliz que está por volver a verme después de tanto.

Empiezo a escribirle:

Estoy emocionado y contando las horas para llegar. No puedo con las ansias que tengo por abrazarla, mamita ❤ .

Estoy por pulsar en enviar cuando un movimiento violento del avión me toma por sorpresa. Al instante el movimiento se repite con más fuerza y me hace sobresaltar... luego se siente otro más y para este momento ya todos están despiertos y hasta quizá sintiéndose nerviosos por la situación.
La azafata nos indica por los parlantes que mantengamos la calma debido a que habrá turbulencias los siguientes minutos, pero un movimiento aún más fuerte y que no parece nada normal vuelve a asustarnos a todos segundos después. El avión se queda totalmente en silencio, todos parecemos preocupados y a la expectativa de que todo pase, pero otro movimiento brusco llega y escucho como un niño ha empezado a llorar, rogándole a su mamá que quiere bajarse del avión.

Cierro los ojos e intento respirar hondo y soltar el aire lentamente para controlar los nervios que se estaban empezando a apoderar de mí. Repito el procedimiento un par de veces y vuelvo mi atención al teléfono para no prestar tanta atención a las turbulencias. Le envío el mensaje a mi mamá que ya le había escrito y luego me dirijo a el chat de Gaby: 

Baby, disculpa por no comunicarme antes. Aun estamos en el avión, en cuanto lleguemos te llamaré. Te amo, preciosa. Eres lo mejor que me ha pasado .

Pulso en enviar el mensaje y guardo el celular en mi bolsillo.

Las turbulencias no cesan y aunque sigo con el  intento de calmarme no lo logro, pues el niño de hace un rato no deja de llorar aterrado. Nunca había experimentado turbulencias de esa manera y debido a la reacción de todos parece que no era el único.

—Si esto no para voy a vomitar todo el chocolate que me diste —habla Richard en un intento de bromear, aunque podía percibir lo tenso que se encontraba.

—Solo no lo hagas sobre mí —intento seguirle la broma pero ninguno de nosotros ríe.

Inmediatamente otra turbulencia arremete y varias personas gritan asustadas. Tengo el corazón apunto de salirse de mi pecho y mis manos han empezado a temblar.
Cierro los ojos en otro intento por tranquilizarme y un nuevo movimiento realmente salvaje junto al sonido de algo que parece haber explotado nos pone a todos en alerta.

— ¡Por todos los cielos! ¿Qué ha pasado? —escucho decir a un hombre detrás de mí.

Finalmente las personas que estaban tratando de guardar la calma empezaron a reaccionar sintiendo desesperación por lo que se había escuchado y mucho más cuando segundos después fue muy evidente que el avión estaba empezando a perder altitud muy rápidamente. 

— ¡Dios mío, estamos cayendo! —habla desesperado e intenta ponerse de pie para buscar a una azafata.

Al instante siento como el miedo se empieza a apoderar de mi cuerpo. Puedo escuchar y ver cómo los demás pasajeros se han dado cuenta de lo trágico del momento. Me siento extraño, estoy teniendo taquicardia y me falta el oxígeno, lo que es más que evidente que estoy empezando a tener un ataque de pánico.

Logro divisar a una madre asustada tomando a su pequeña hija entre sus brazos para intentar protegerla de lo que sea que está pasando.

Solo puedo escuchar gritos y sollozos de desesperación por todos lados. 

—¡Dios, por favor, no quiero morir! —solloza una señora frente a mí y quien parece ser su familia que está sentada al lado de ella empieza a llorar fuertemente. Quien creo es su esposo se pone en pie de su asiento y mira hacia todos lados para tratar de hallar una forma de salvarse él y su familia, aunque pienso que está consciente de que aquello es inútil.

Todos comienzan a moverse de un lugar a otro desesperados menos yo... yo simplemente me siento pegado a mi asiento sin poder responder a mi cerebro quien también me está gritando que busque la manera de ponerme a salvo. Estoy en completo estado de shock y nada más siento como Zabdiel ha empezado a moverme de un lado a otro sin saber que más hacer para que reaccione, pero no puedo, estoy aterrado y tengo los ojos llenos de lágrimas clavados a mi derecha justamente donde está sentado Richard, al parecer también petrificado del susto. No puede dejar de llorar y solo está repitiendo un nombre... Aaliyah, su pequeña hija. Se ve totalmente destrozado y quiero abrazarlo para tratar de reconfortarlo, pero ni siquiera puedo moverme del lugar en el que estoy.

Gran parte de mi vida empieza a correr frente a mis ojos... y la mayor parte de ella me muestra lo feliz que he sido desde que gané aquel concurso que me cambió la vida. Estos chicos a los cuales considero mi familia... mi mamita... Gabriela... lo perderé todo en este horrible momento.

Otro sonido ensordecedor remueve aún más el avión y cuando intento reaccionar solo puedo ver a Zabdiel aún moviéndome mientras no para de llorar

— ¡Hermano! —es el último grito desesperado que logro escuchar de Zabdi antes de que lo peor ocurra.

El avión golpea con furia en algún lugar del que no tengo conocimiento y puedo ver casi en cámara lenta como todos salimos disparados de nuestros asientos hasta que mi cuerpo golpea con algo duro haciendo que el dolor que siento sea lo más horrible que he experimentado en la vida. 

Hay fuego a mi alrededor y solo escucho gritos que me ponen la piel de gallina. Cada segundo que pasa los estoy sintiendo como una eternidad y no entiendo porque aún estoy consciente para observar todo.

Zabdiel, Richard, Erick y Joel están a unos pocos metros de mí inconscientes y sangrando por muchos lados de sus cuerpos, no puedo notar si siguen respirando, pero me aterra la sola idea de que ya estuviesen sin vida. 

Hago un vano intento por moverme del lugar en el que estoy y un dolor agudo proveniente de uno de mis costados me hace retorcer y gritar, miro hacía abajo y lo que parece ser una pieza del avión está incrustado allí, lo que me ha hecho una gran herida y por lo que estoy perdiendo mucha sangre. Sin fuerzas y sin un poco de esperanza lo único que puedo hacer es empezar a llorar porque me encuentro en medio de la nada y es más que obvio que no hay manera de que alguien nos ayude.

Quiero que todo esto pare de una vez por todas... ya no quiero torturarme con todo esto. Y si hay la mínima posibilidad de que todo esto sea un sueño, tan solo deseo desesperadamente despertarme lo más pronto posible de esta horrible pesadilla... pero no ocurre nada.

De repente siento como mi corazón está latiendo cada vez más despacio, mis brazos y mis piernas hormiguean y casi no los puedo sentir. Empiezo a ver como todo a mi alrededor está obscureciéndose, y estoy demasiado débil como para siquiera esforzarme en respirar sintiendo como estoy empezando a perder la conciencia poco a poco, dando un último suspiro. 

Ya no puedo ver ni sentir más.

Todo se volvió nada.

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