→Parte I←
La normalidad acorralaba a cualquiera que caminaba en el instituto, y no tenía la piedad necesaria para hacerlos reaccionar en algún inconveniente que se les formara. Porque ya estaban acostumbrados a unas clases comunes de Ingles, matemáticas y derivadas, sacando las movidas actividades de héroes llenas de escenas. Y no más allá, una calidad de escuela estándar calificó en esos días en la asombrosa U.A. Era extraño admitir que la tranquilidad estuviera bien allí en vez de los enérgicos villanos.
Pero con aquel grupo una rutina para nada pacifica siempre los contenía.
—¡Deku!
La simpatía de esa voz, jamás se podría perder u olvidar. Uraraka llamó a su mejor amigo estando en los pasillos. Sin tardar, el mencionado esperó a la chica para tomar el almuerzo junto a Iida como de costumbre.
—¡Hey, Uraraka! —Saludó Midoriya propinándole una sonrisa. La misma que correspondió ella enseguida.
—¿Cómo estás? Por cierto —Habló velozmente una vez estuvo frente a él—, noté que hoy llegaste tarde a clases, ¿ocurrió algo?
Había más tiritas de colores que el sonrojo en la cara de Izuku, pues era de esperarse que los entrenamientos se pasaran de la raya en algunas ocasiones. Pronto se acostumbrarían a que los vendajes formaran parte de su piel del pobre héroe.
—¡Ah, sí! ¡Recovery Girl me sanó de nuevo! —Afirmó el chico en pena— Creo que me ha tocado descansar de más ayer… Y bueno, llegué tarde de pronto —A ello, agregó una risa nerviosa.
—Oh, es por eso… —Aclarado, Ochako juntó sus manitas y le sonrió de vuelta devolviendo el brillo de su rostro— Iida y yo ya nos habíamos preocupado, pero ¿estás bien, no?
—¡C-Claro! —Asintió contento. Un día de estos tanta amabilidad se volvería un delito— No es nada grave… ¿Qué tal si vamos a la cafetería ya? Nos estarán esperando.
—¡De acuer-
De pronto, un empujón amenazó a Deku cuando alguien pasó por en medio de los dos, cortando lo que Uraraka quería decir. Eso no fue brusco, tampoco fácil de pasar por alto, más bien era como decirle que se apartara porque la impaciencia de alguien iba a otro nivel.
El peliverde iba a reclamar al segundo pero cuando observó a un Kacchan voltear en busca de una sola queja, las palabras temieron a salir y solo se conversó boquiabierto con la mano en el aire.
—¿Qué? —Espetó en 'paz' el muchacho explosivo. Enfocando su inexpresividad en ambos amigos, esperando a que uno saltara a la boca del lobo.
Como el otro chico ni con ganas tenía de respirar, hubo silencio absoluto por su parte. Tenía heridas; su capacidad de heroísmo no alcanzaba siquiera a quitarle un cabello. Además, la bomba empezaría contar sus últimos segundos antes de ponerle su nombre en una tumba.
—Eso creí —El rubio prosiguió su camino en total armonía con la afonía desprendida de su rival. No tendría otros tiempos de hacer lo mismo si estuviera con Kirishima o los demás del BakuSquad.
De ello se componía la famosa rutina. Uno molestaba y el otro no daba silabas de algo. Ese miedo de perecer en un estallido y un insulto de Kacchan, atormentaba a Midoriya en cualquier instante. Después de todo, esa extraña costumbre se arraigó paso en su ¿amistad? ¿Enemistad? O lo que sea.
Aunque, en anteriores momentos, la frágil Ochako terminaba en medio de dicha amistad sin notarlo. Siendo una inesperada victima de algunos leves insultos y malas pasadas de Bakugo. Tan simples como hacer que se casi se tropiece, llamarla por apodos raros, jalarle los mechones cuando se encontraba desprevenida y así. Eso era muy pequeñas cosas gentiles, luego del festival deportivo se volvieron cosas súper extrañas de él.
Pero Deku no decía nada a cerca de los exagerados estruendos hacia él. Corría o se escondía en un pupitre invocando la deidad de los comics que conocía, en cambio, la chica tenía la obligación de quejarse. No por ella, sino, por su gran amigo. Le daba mucho coraje ese tipo de tratos.
—Oye, Bakugo… —Llamó Uraraka, tocando sin vergüenza el hombro de Katsuki al instante en el que ignoró al peliverde bajar la vista apocado.
Para Izuku, esa valentía no la poseía ni All Might. Mientras, al rubio no se le hizo normal que por fin ella le prestara atención. Al final giró relajado.
—¿Ah? —Ladeó incrédulo la cabeza, indagando la expresión seria de la castaña— ¿Tienes algo que decir, cara redonda?
—¡Uraraka! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Detente, detente! ¡Llamen a los bomberos! ¡A la armada, a algo! —Pensó Midoriya. Para nada actuaba su preocupación, sudaba tanto que podría llenar los mares y temblaba a tal punto que un terremoto perdería su significado.
Ni los gritos mentales, ni tampoco la atroz tranquilidad del explosivo la detendrían. Su sonrisa característica tuvo que dejar paso a una formalidad increíble para indicarle su descontento en unas palabras.
—Sí, tengo algo que decir… —Dijo al fin ella— Lo que acabas de hacer no es educado ni bueno, ¡discúlpate con Deku!
Si por las buenas no se podía –tenía la mentalidad preparada que eso no ayudaba-, por las malas quizás un poco de resultado se pudiera ver. Aun así, oprimiendo los puños, aparentando la mejor determinación, titiritaba del pavor. Por experiencia conocía que la cortesía no formaba parte de Bakugo y lanzarse de aquella forma, tendría sus catastróficos resultados.
—¡¿Qué?! Uraraka me está defendiendo, ¿tan cobarde puedo ser? ¡No, espera! ¡Ese no es el punto! ¡El 991, necesito al 911! —Para no espantar a los muertos de un grito, Izuku se cubrió la boca a dos pasos de colapsar pensando en escapes. Ella sin dudas, traía un valor de los mismos dioses.
—¿En serio? —A Kacchan le pareció tan divertido que se inclinó hasta llegar a su estatura. Definitivamente, de ese show obtendría más— ¿Y qué pasa si no quiero? ¡¿Qué harás, eh?! —Su tono indicaba que pronto vendría la mejor hostilidad que pudiera guardar y demostrar.
Ochako no mentalizaba bien las ideas que pudieran sacarla de ese embrollo, ocurrió por impulso de querer darle una pequeña lección. Y más nunca lo haría nuevamente. Aunque como aprendió del increíble maestro de planes, le dio tiempo de tocar rápidamente el pecho de Katsuki antes de mandarlo al aire con su poder. Agradecía al segundo donde recaudó mucha fuerza para hacerlo. No era de resolver las cosas a ese modo, y de todas formas, el reloj el cual le indicaba la sensatez restante por una vez explotó.
No se tardó en colmar el pasillo de puros insultos y de diminutas explosiones viniendo del rubio.
—¡Maldita enana! ¡Bájame, bájame! ¡Te voy a matar! —La expresión de Kacchan era la gloria del demonio encarnado. Se movía lo más que lograba pero sin resultados algunos de bajar— ¡Cara redonda, hablo en serio! ¡Bájame!
Deku de inmediato quiso intervenir, y no lo podía admitir aunque esa escena tan desquiciada era algo súper gracioso. Tuvo que respirar varias veces por el pánico de saber que algún profesor los vería; la hora del almuerzo los ayudó en no ser castigados, aun.
—¡U-Uraraka! ¡¿Qué estás haciendo?! —Decidió exponer su preocupación— ¡No es necesario! ¡Además, un profesor puede verte y te van a castigar! —La imagen de la chica en la cárcel más aterradora, hizo de Midoriya un manojo de nervios mucho peor.
—No hasta que se disculpe… —Sus manos no ocultaban el terror de lo temblorosas que andaban. Uraraka sabía que aquello le haría cavar su tumba y continuaba en seriedad— ¿Entonces? Si quieres que te baje, discúlpate rápido, Bakugo… ¡Y lamento esto pero me haces tener pocas opciones! —Había hablado más alto para hacer notar su decisión de seguir.
El ahora flotante Bakugo no parecía tener la señal de dedicarle la minina disculpa. ¿Y dejarse intimidar por… Ella? Ni que el All For One lo sepultara a treinta metros bajo tierra. Definitivamente, no lo haría.
—¡Já! ¡¿Ahora tienes la fuerza para hacer lo que en el festival deportivo no pudiste?! —Al igual que la heroína, él demostraba la firmeza que impregnaba su joven alma. En tan solo esas palabras, Ochako sintió un poco de desdén a su persona— ¡Lo patético te lo contagió el nerd! ¡Y no esperes a que pida perdón, no lo haré! ¡Menos con él! —Sus explosiones perdían su magia ya que la falta de movimiento dejaba escaso la oportunidad de crearlas.
No solo se gastaba sus berrinches con su rival, también con la castaña. Aparte creándole un sentimiento extraño a la muchacha. ¿Odio? ¿Tristeza? ¿Los dos juntos? Su descripción no la podía reconocer, eso hizo que su mirada se cambiará a una cosa menos valiente. ¿Se estaba dejando llevar por solo esas tonterías? Y de ser así, la hacía sentir impotente.
Antes de no poder llegar a un acuerdo imposible, Deku iba a defenderle pero un Aizawa mirando a un lado en total concentración la situación, le hizo perder su corazón en un segundo.
—Esto no se ve todos los días —Teniendo un vaso en la mano, se dedicó a mirar al malcriado de Kacchan girar mientras se le iban a caer los oídos por tantos alaridos que soltaba.
Los dos amigos voltearon a su docente con el susto de su vida. Deku imaginaba a la pobre en traje de prisionera y a él mismo en un miserable altar.
—P-Profe-fe-sor —Las palabras de miedo que salieron de sus labios apenas el miedo hizo reacción en ellos dos.
—¡Hey! ¡No te quedes ahí sin hacer nada, Eraser! —La voz chirriante del rubio se presentó nuevamente junto a una mueca indescriptible de rabia— ¡Desactiva esta porquería rápido o voy a-
De pronto el suelo amortiguó sus palabras y lo mantuvo callado por una milésima de segundos antes de ir a por ellos, oprimiendo sus puños a niveles inhumanos. La primera muerte del día sería Uraraka sin dejar a las dudas saltar. Pudo haberla tirado en un bote del basurero si su particularidad no hubiera sido apagada por Aizawa.
—Todos ustedes… —La llama de su agresividad, hizo de Bakugo lo peor del mundo— ¡Van a morir hoy! —Cuando su Quirk se esfumó, sus manos a centímetros de sus dos víctimas se quedaron en el aire de pronto.
Los rojillos ojos del pelinegro se enfocaron en aborrecimiento a sus alumnos, mientras que Izuku casi se le tira en brazos a Ochako por la golpiza definitiva del rubio. Por suerte cualquier estupidez que intentaran hacer, las había borrado tras consagrarles el castigo de sus vidas.
—Bakugo, Uraraka… Vienen a la dirección conmigo.
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La gran condena fue una total pérdida del tiempo, porque limpiar el salón los dos en la tarde, no sería lo peor que imaginaron. Se descartaría la prisión al menos, según el peliverde.
No fue un gran colmo para ambos. Una pequeña sanción de una escuela corriente, no los cansaría demasiado. Eso sí, tenían uno que otro espionaje de All Might —con el deber de revisar si cumplían el castigo— mientras la charla de motivación llenaba el salón.
—Estoy… —El gran héroe pasaba por la puerta del aula— ¡Entrando de forma autoritaria para hacer mi deber de profesor! —Unos brillitos decoraron su rostro.
A veces la sonrisa All Might le causaba calma a Ochako, más estando sin otra persona aparte de Katsuki, que sin pensarlo tanto, se encontraba con unas ganas de rostizarla. Desvió sus expectantes ojos a la inmensa figura del hombre, aun sosteniendo los objetos de la limpieza. El otro chico imitó su acción, aparentemente en su inusual tranquilidad.
—Jóvenes, me impresiona lo que han hecho a la hora del almuerzo… Por ello, ojalá entiendan que las peleas con los compañeros son malas —Colocó sus manos en la cintura, mirando a cada uno—. ¡Ustedes podrían ser grandes amigos si solo se dieran la oportunidad! ¡Ah, y otra cosa!
Con su rapidez, no fue una dificultad tomar a Kacchan y acercarlo a Uraraka como si fuera un muñeco o un regalo.
—¡Joven Bakugo, discúlpate! —Mandó All Might sin perder aquel característico gesto.
—¡¿Ah?! —Lo molesto retornó a la cara del mencionado, sacudiéndose tal cual desquiciado— ¡¿Por qué yo?! ¡Ella fue quien empezó cuando me hizo flotar! ¡Estaba en mi derecho de defenderme!
—¡Jajá! ¡El joven Midoriya me dijo que fuiste tú quien empezó! —Aclaró animado el héroe sin dejar su agarre del chico— Y conociéndote, eso es verdad.
—¡No es cierto!
—¡Que sí!
—¡Maldita sea, déjame y muere!
—¡Que sí, joven! ¡No seas necio!
—Esto sin dudas, no se ve todos los días… —Ochako mantuvo una sonrisa incomoda por la situación. Pero no escucharía esas palabras de perdón jamás, entonces tuvo que dar el primer paso tras ver al profesor sacudir al rubio— Disculpen…
Su llamado desvió la atención de ambos a ella. La vena que se formó en la sien de Bakugo fue siempre tan inefable como sus muecas.
—Creo que yo también me pasé —Luego de extender la mano en busca de un apretón de perdón, sonrió tal cual ángel que ilumina—. Entonces, te pido disculpas, Bakugo.
Ya teniendo los pies en el suelo, Kacchan olvidó a lo que iba. Oh, claro, ella es la primera en disculparse. ¡Fue su culpa en primera! Obvio lo amistoso que tiene le obliga a mantener ese repulsivo gesto, mientras admite cosas que no ha hecho.
Hablar tan dulcemente para expresar, no va con él.
—Bah. Qué tonta —Espetó sin aparentar ganas de corresponder al apretón. Posteriormente se aleja de ambos, con ansias de terminar su castigo al regresar a su labor de limpiar.
Uraraka no sabía si eso era un “también lo siento” o un “Muérete pronto”. Pero a juzgar por cómo es ese muchacho, fue un “Déjame en paz” remarcado en fuego. Ni siquiera hizo un proceso de lo que inicialmente quería. Solo terminó con un rayón en su expediente de estudiante y un amargo sabor.
Tenerle paciencia no era tarea fácil. Ser amable tampoco. ¡Frustraba a más no poder! Y se sentía mal ya que se convencía en que no se esforzaba.
—No debes temer, futura heroína —Le habló el profesor, interrumpiendo en su helecho mental cuando notó su entristecida mueca—. Solo tiene carácter muy difícil de tratar, poco a poco verás un cambio… ¡Sigue así de radiante!
Seguir. Por supuesto.
—Claro. Gracias —Fue lo último que dijo para volver a asear su parte.
No quería matarse tanto por idear las cosas que sucedieron, tampoco deseaba dejarlo así. Como dijo All Might, seguir radiante le quedaba.
Algún día aprendería la lección, aunque por ella no ocurriría eso. Su relación era bastante limitada; eran opuestos. Casi imposible de pensar que ambos llegarían a formar un pequeño compañerismo de al menos saludarse en las mañanas.
Él no tomaba la palabra de ninguno, ni de sus familiares. Menos consejos de la castaña, que si no fuera por el festival deportivo, su existencia en Bakulandia estaría fuera de la estadía. Qué horrible era tan solo pensar eso. Fue tonto obligarlo a ello.
Eso creyó. Estaba fielmente apegada a aquello, hasta encontrar en su mochila la nota que poseía la letra de un rubio explosivo, luego de entender que Katsuki terminó su parte y se retiró en total silencio.
Sus ojos se agrandaron más y boquiabierta leyó el claro mensaje de amenaza.
«Nos vemos en el gimnasio mañana a las dos»
Ese irritante sonido de un reloj, empezó a dar la señal de que la bomba iba a estallar en cualquier momento.
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Nota de la autora:
Es primera vez que hago un fic de esta ship. Será súper corto y no esperen mucho. Solo es por diversión ¡yay!✨
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