♡. ÚNICO


Minho nació en una familia de piratas, pero nunca se sintió parte de ella. El mar, que debía ser su hogar, en realidad era su mayor temor. Cada vez que subía a un barco, sus manos temblaban y se estremecía al oír las historias de naufragios que los demás contaban. Por ello, siempre se escondía en la cubierta, evitando mirar el océano que parecía infinito.

Apenas llegó a la edad adulta, decidió abandonar aquella vida. Su familia se opuso, pero él estaba convencido de que no era lo suyo, que prefería vivir en tierra firme. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa.

Una noche, en una taberna del puerto, conoció a un chico de cabello castaño y revoltoso, que llevaba un parche sobre un ojo. Su nombre era Han Jisung, y era el capitán de una tripulación de piratas. Ambos se sintieron atraídos por el otro desde el primer momento y se entregaron a una noche de pasión, pero algo los impulsó a seguir viéndose, y en menos de tres meses empezaron a ser novios. Jisung le contaba sus hazañas en el mar y sus robos, y Minho siempre lo escuchaba con fascinación.

Así transcurrieron dos años, entre encuentros y despedidas. Jisung se iba por dos semanas y regresaba para estar otras dos con Minho.

Un día, el mayor le dijo:

—Me enteré de que hay un tesoro escondido en el norte de Wilde. Mira, aquí hay un mapa —Le pasó un pergamino desgastado, que mostraba una isla con una montaña y una cueva. En la cueva, había un símbolo que parecía un corazón—. Se lo compré a un viejo pirata que lo vendía en el mercado. Dijo que era el último que le quedaba y que nadie había podido encontrar el tesoro.

Jisung sonrió y le agradeció por ello. Emocionado con la idea de encontrarlo, le dijo que se prepararía para zarpar al día siguiente y que le traería una parte de la ganancia. Pero Minho lo sorprendió con una propuesta inesperada.

—Quiero ir contigo.

El menor le preguntó si estaba seguro y Minho asintió. Jisung sonrió enormemente y aceptó su compañía, para luego decirle que se vieran en el muelle al amanecer.

Al día siguiente, ambos ya se encontraban en el barco. Minho estaba nervioso, pero también muy emocionado. Abrazó a su pareja por la cintura y le dio un beso en la mejilla. Jisung le sonrió y lo besó en los labios.

—Todo saldrá bien, te lo prometo —le susurró.

El viaje fue más largo y difícil de lo que esperaban. Se encontraron con varias tormentas que azotaron el barco con viento y lluvia. También se toparon con algunos piratas enemigos que intentaron atacarlos y robarles. Jisung y su tripulación pelearon contra ellos, y Minho los apoyó desde la distancia, sin intervenir en la lucha.

Después de una semana, llegaron con éxito al norte de Wilde. Era una isla deshabitada que tenía una montaña inmensa. Jisung le ordenó a su tripulación que anclara el barco y que los esperaran. Solo él y Minho irían a buscar el tesoro.

Ambos bajaron y siguieron el mapa hasta llegar a la cueva. La entrada era oscura y angosta, lo que los obligó a agacharse y a encender una antorcha. Avanzaron por el túnel hasta que finalmente llegaron a un lugar amplio. En el centro, había un cofre de madera que estaba cerrado con un candado.

Jisung se acercó y lo observó. Sacó una ganzúa de su bolsillo y la introdujo en la cerradura. Con un poco de habilidad, logró abrir el cofre y se quedó boquiabierto al ver lo que había en su interior. Este contenía muchas monedas, pero también una pequeña caja de madera que estaba tallada por un lado con un ancla. Jisung la tomó con cuidado y la abrió, viendo que dentro había un anillo de plata con una esmeralda en él.

Miró a Minho, que estaba a su lado, y este le sonrió con nerviosismo.

—Sé que no es el mejor de los tesoros, pero ¿te gustaría casarte conmigo?

Los ojos de Jisung se iluminaron, las comisuras de sus labios se levantaron y abrazó a su novio por el cuello, para luego besarlo. Sonrió en medio del beso y habló.

—Sí, acepto.

Se besaron otra vez y Minho le puso el anillo en uno de sus dedos. Hace unas semanas, había arriesgado su vida para dejar el cofre en aquella isla, con la ayuda de uno de sus amigos. Fue una travesía aterradora, pero valió la pena para pedirle matrimonio a su amado de la mejor manera.

Meses después, los dos chicos se casaron. Minho aún temblaba ante el mar, pero había elegido acompañar al amor de su vida hasta que sus aventuras terminaran. Al fin y al cabo, el mayor tesoro que poseían era el amor que se tenían, y sabían que nada podría superar eso.

[FIN]

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