Rapto
Jungkook galopaba a toda velocidad de regreso hacia su palacio. Aun estaba aturdido por las cosas de las cuales se había enterado en su última visita al templo y además, se encontraba un poco inquieto por la extraña sensación que había tenido durante su viaje de ida. No sabía por qué, pero sentía su palacio sumamente lejos.
Taehyung estaba atento, esperando entre los matorrales de aquel cerro. A una orden de su mano todos los soldados que se hallaban con él tomaron sus posiciones, justo en el momento en que se dieron cuenta que el caballo negro de Jungkook se asomaba entre el horizonte de la llanura.
—Ya saben —advirtió el príncipe, —les prohíbo que intervengan en esto. Solo los traje para que me mantengan el terreno despejado de intrusos, nada más.
—Entendido alteza —respondieron sus hombres al unísono.
—Buena suerte —le dijo Namjoon a secas y con esto espoleó su caballo, partiendo.
Bajó rápidamente aquel cerro, refugiándose entre el bosque con gran agilidad. Jungkook se acercaba muy de prisa, así que solo disponía del tiempo exacto para poner en marcha su plan. Había estudiado cada detalle con minucioso cuidado durante cinco largos años y confiaba por tanto en que nada le fallara. De todas formas estaba algo asustado; ya sabía lo que significaba fracasar y quedarse al filo de la muerte.
Aunque lo que más le asustaba fuera pensar que la muerte no era tan terrible como el hecho de no conseguir a su amado tesoro. Se abrumó un poco pensando en ello, pero no le dio más vueltas al asunto, simplemente alzó el rostro para ver entre el trenzado de ramas que tenía delante, la figura de Jungkook cada vez más cerca.
—Es hora —formó con su palma una gran esfera de energía durante algunos minutos. Cuando los cascos del corcel, el “Lucero negro”, ya se escuchaban casi a su altura, el príncipe la soltó haciéndola volar con la velocidad de una flecha.
Jungkook frenó en seco y volteó a toda prisa al percatarse de la presencia detrás de él. Sin embargo, al mirar sobre su hombro no pudo ver nada.
—Un eco energético —musitó arrugando el entrecejo.
Un eco energético; una inmensa concentración de energía que simulaba una presencia humana. Un truco de magia de altísimo nivel.
Jungkook resopló, mirando a ambos lados. Para hacer un truco así se necesitaba muchísima concentración y un tremendo entrenamiento. Ahora estaba seguro de que había un pretendiente cerca y era uno muy bueno.
—¡Sal de allí! — exclamó entonces, mirando en todas direcciones. Sin embargo, no pudo visualizar nada ni oír algo diferente al silbido del viento. De todas formas se mantuvo alerta, tratando de retomar el paso con lentitud y justo en el momento en que se proponía espolear su caballo para volver a retomar la marcha, otra presencia más cercana, ahora frente a él, le detuvo.
—¿Otro? —se preguntó confundido. No lo podía creer. Si hacer un solo eco energético era ya una labor muy ardua, hacer dos era prácticamente imposible. Su corazón empezó a latir con algo de prisa. ¿Sería acaso ese presentimiento que estaba sintiendo desde la mañana? ¿Sería eso y no las revelaciones que acababa de recibir de SiKje? No pudo pensar más. Al instante un tercer eco energético surgió de detrás de unos arbustos, giró confundido, cada vez más mareado. Aquello no podía estar pasando; había enfrentado aquel truco antes, pero nunca tan bien ejecutados y con tan impecable técnica.
—¡Rayos! —maldijo por lo bajo tratando de localizar aquellas energías que se movían con la velocidad de un relámpago. Intentó concentrase con todas sus fuerzas para no dejar de sentir ninguna y rastrearlas en lo posible. Lo logró. Pero cuando lo hizo, las tres se encontraban a pocos pasos de su espalda.
Jungkook sintió una gota de sudor correrle por el cuello y descender hasta su pecho. En cinco años que llevaba lidiando con aquellos pretendientes ninguno le había acorralado de esa forma tan contundente.
Agarró fuerte las riendas, listo para girar. Tenía que hacerlo con lentitud pues estaba seguro que cuando girara del todo, su verdadero rival saldría de algún lado para atacarle. Confiado en esto giró… pero solo para confirmar que se había equivocado.
Lucero negro relinchó espantado parándose en sus patas traseras. Jungkook gritó cayendo del lomo de su montura estrepitosamente. Taehyung descabalgó de inmediato al verlo caer, apresurándose en llevar la punta de su espada hasta el cuello del abatido doncel.
—Es un placer volver a verle, Su Majestad —reía amenazándole desde lo alto.
Jungkook había perdido todos los colores de su rostro.
—¿Usted? —resopló totalmente anonadado—. ¿Pero cómo se atreve?
La estupefacción de Jungkook era comprensible. Los ecos energéticos lo habían distraído tanto que no se percató del momento en que su atacante se acercó.
Pero ahora ya no era solo esto lo único importante. No podía creer que por primera vez un pretendiente le estuviera enfrentando con el rostro descubierto, ni mucho menos, que aquel hombre se tratara justamente del heredero de Koryo. Reculó un poco tratando de huir del filo de aquella espada. Tenía que encontrar la manera de buscar una salida ¡No podía perder así!
—Le aconsejo que no se mueva si no quiere dañar su traje —le dijo Taehyung. Su sonrisa era de total triunfo. Jungkook volvió a recuperar el rojo de su tez pero esta vez de pura rabia.
—Aun no ha ganado alteza, aun no celebre —le dijo mirándolo enfurecido. De repente una idea cruzó por su mente y con un movimiento ágil la aplicó.
Lanzó un destello de luz muy brillante que tenía como objetivo cegar a su oponente. Era un recurso desesperado, pero no encontró otro. Sin embargo, le funcionó a medias. Taehyung retiró la espada de su cuello para desviar el impacto de luz .Pero el destello rebotó en esta devolviéndoselo.
—¡Por las Diosas! —exclamó despavorido, poniéndose a medias de pie. Estaba totalmente ciego de momento, y para tratar de ganar tiempo solo se le ocurrió colocar una muralla de protección mientras recuperaba la visión. Cuando lo hizo, vio nuevamente a Taehyung esperando. Era claro que este también sabía que esa barrera solo duraba pocos segundos.
Se irguió completamente mirando a su oponente; intentaría un truco más antes de verse obligado a luchar en serio. Taehyung dejó de sonreír poniéndose en guardia. Sabía lo que vendría y la esquivó.
La bola de energía que Jungkook le lanzó pasó cerca a su hombro derecho, pero ni siquiera le rozó. Taehyung sabía que él solía atacar por el lado derecho, razón por la cual se apartó a la izquierda. Aturdido y molesto, Jungkook no tuvo más opción que desenvainar su espada; si su enemigo conocía sus poderes mágicos, entonces debía vencerlo cuerpo a cuerpo.
Era verano. La suave brisa se paseaba expectante y excitada entre los dos rivales. De repente se tornó densa, alzando ligeramente el césped y meciendo los árboles.
Jungkook desenvainó su espada con apabullante seguridad. Frente a él, Taehyung hizo lo propio, conservando aun aquel matiz divertido en los ojos. Caminaban en círculos, estudiándose detenidamente. Ninguno parecía estar dispuesto a realizar el primer movimiento, pero sí parecían muy preparados por si recibían un ataque. Después de algunos segundos, Jungkook se acercó un par de pasos y Taehyung se puso en guardia. A pesar de no perder su sarcástica sonrisa, supo por ese movimiento que se estaba tomando aquello en serio.
—Usted no ha cubierto su rostro —siseó el rey.
—¿Acaso esta tan seguro de que va a vencerme?
—Lo estoy tesoro… lo estoy.
—Pues yo le aconsejo no tener tanta confianza —aseguró este devolviéndole la sonrisa y diciendo esto se acercó dos pasos más con mucha velocidad y atacó de primero.
El golpe fue certero, alcanzando a desprender dos botones de la chaqueta de Taehyung. El susodicho sin embargo, reaccionó rápidamente apartándose de nuevo.
—Excelente. No esperaba menos de ti tesoro —halagó volviendo a su posición, pero esta vez no esperó. Tomó un poco de impuso con sus rodillas abalanzándose contra Jungkook en una amague de ataque a su derecha que justamente tomó aquella dirección.
Con su espada, el rey lo detuvo dando de inmediato un giro completo para asestarle un golpe desde arriba. Taehyung interpuso igualmente su arma usando ambos brazos de palancas contra el aguerrido impacto. Era increíble, pensaba. No era la primera vez que luchaba contra un doncel; había enfrentado guerreros de tribus salvajes de apariencia más fiera y ni aun así había encontrado tanta fuerza en un ataque ni tanta resistencia en una oposición como la de los brazos de su tesoro. Sonrió mientras bloqueaba el golpe, dando medio giro para escurrirse hacía un lado. Tuvo que retrasar varios pasos cuando Jungkook se abalanzó con toda su disposición, obligandolo a poner un poco de terreno de por medio.
Jungkook vio aquello como un pequeño triunfo y fue su turno para sonreír.
—¿Y ahora quien ríe, alteza? —fanfarroneó un poco dándose algo de tiempo para estudiar su siguiente embestida. Taehyung le miró cambiando ágilmente su pie de apoyo para recuperar el equilibrio, pensando en que gracias a las Diosas había elegido un terreno plano para luchar. Tomó posición otra vez y se aventuró de nuevo.
El choque de ambos metales se volvió a oír entre el silbar del viento y en ese mismo momento unos pájaros remontaron el vuelo.
—Estas sudando mi amor. Conozco otra serie de actividades más placenteras para sudar.
—¡Cállese, atrevido! —Jungkook aprovechó la ligera distracción para, con un movimiento agilísimo, escurrirse entre las piernas del príncipe dando varios botes antes de volver a quedar de pie. El pasto le había tratado de resbalar un poco al hacerlo, pero logró balancearse antes de recibir aquella estocada cerca de su brazo. El filo de la espada de Taehyung si alcanzó a tocarlo esta vez, y un ligero corte en su brazo comenzó a escocer.
—¡Rayos! —se quejó cambiando la espada a su zurda. Los brazos eran los sitios donde siempre le atacaban pues no eran zonas vitales, pero sí, sus principales centros de ataque.
—¿Qué pasa, tesoro? —se abalanzó de nuevo intentando acorralarle.
—Concéntrate o la próxima que cortaré será esa cinta de tu cabeza… aunque prefiero hacerla caer de otra forma.
Aturdido por semejantes muestras de descaro, se concentró en defenderse. Necesitó usar ambos brazos para contener los ataques de Taehyung que cada vez lo arrinconaba más contra los matorrales. Tenía que retomar el control, usando su pie derecho para esquivar varios golpes. Pero de repente, una roca en medio del pasto le hizo tropezar. Cayó pesadamente, sorprendiendo incluso a Taehyung que yéndose en seco al asestar un ataque tampoco pudo evitar caer. La espada del príncipe rodó lejos de su mano y Jungkook aprovechó aquello para intentar vencerle.
—Voy a cortarte la lengua, maldito sinvergüenza —dijo con rencor aun en el suelo, intentando incorporarse. Sin embargo, Taehyung viendo sus intenciones, dio de inmediato varias vueltas sobre el césped llegando hasta su altura. Fue algo bastante arriesgado pero lo logró.
Con un movimiento, de una medida agilidad, Taehyung se abalanzó sobre él. El golpe que este asestó en ese momento, logró rozarle muy cerca de la cabeza, cortándole algunas hebras de cabello. A pesar de esto, el príncipe logró ponerse sobre él capturándole las manos por encima de la cabeza en un acto de agilidad sin precedentes.
—¡Suéltame infeliz! —gritó Jungkook intentando hacer palanca con su rodilla izquierda para desprender aquel cuerpo de encima suyo. —¡Eres un desgraciado sin temor a SiKje!
—A lo único a lo que yo le temo es a morir sin tu amor —le contestó Taehyung con tanta firmeza que Jungkook soltó un pequeño gemido. En ese momento el aliento de aquella boca sobre la suya lo desconcentró, y sus manos adormecidas por la presión soltaron la espada. Asustado por la posibilidad de por primera vez pensar en perder, Jungkook hizo acopio de sus fuerzas logrando dar un salto hacia atrás llevándose a Taehyung consigo.
El principe quedó impresionado por aquella fuerza. Nunca antes había conocido un doncel tan fuerte. Sin embargo, antes de que Jungkook lograra hacerse de nuevo con su espada, Taehyung se le arrojó de nuevo encima, y presionados por la gravedad de un ligero descenso en el terreno, ambos rodaron varios metros hasta quedar uno sobre el otro, jadeantes y llenos de fango.
Al verse con aquel cuerpo de nuevo sobre él, Jungkook se apresuró en voltearse a toda prisa. Con su rodilla le dio un golpe en el bajo vientre, justo en los genitales de Taehyung y este se apartó dolido.
—¡No vuelva a tocarme! —escupió el rey lleno de ira, agachándose un poco para buscar algo entre su bota. A los pocos instantes Taehyung vio en la mano diestra de su tesoro una daga de impresionante filo. Sintió miedo, no iba a engañarse, pero luego, al ver a Jungkook realizar aquel conocido movimiento no pudo evitar sonreír internamente.
El leve desplazamiento hacia la derecha, usando el pie derecho como punto de apoyo con la mano buscando el flanco izquierdo de su oponente, hizo a Taehyung reconocer de inmediato la técnica con que le habían vencido cinco años atrás. Reaccionó de inmediato, casi que por instinto, disfrutando de la expresión anonadada y los ojos llenos de pánico de Jungkook, cuando vio su ataque asestándole al vació. De inmediato lo tomó de un brazo desequilibrándolo con una zancadilla en la rodilla derecha y dándole un golpe contundente en la nuca.
—No puede ser. —Jungkook miró los ojos y la sonrisa triunfante de Taehyung mientras este lo recibía entre sus brazos. Casi de inmediato sintió también como un objeto metálico se cerraba en torno a su muñeca. Sus ojos casi saltaron de sus cuencas al reparar en lo que era.
—Un talismán —le confirmó Taehyung antes de que perdiera la conciencia, —el sello de que ahora eres mío.
Diciendo esto, alzó entre sus brazos el cuerpo inconsciente de su tesoro. Al hacerlo, un coro de vítores se alzaron desde lo alto del cerro y una marea de jinetes bajó a toda prisa rodeándole. Taehyung orgulloso y jadeante les enseñó su carga como quien alza un trofeo. Henchido de felicidad miraba a Namjoon que le sonreía desde su montura.
—Por fin te tengo tesoro —le dijo besándole tiernamente los cabellos antes de subirlo junto a él en la montura. —Ahora eres mi tesoro.
Koryo era el reino más joven de los cinco, de acuerdo a su fecha de fundación. Fue una extensión del reino de Joseon durante muchísimos siglos, libró una gran batalla por su independencia, lográndola finalmente dos siglos antes de El gran pacto.
Era un reino vasto y muy diverso. De todos los pueblos del país, era el único que gozaba de todos los pisos térmicos y gran variedad de fauna y flora.
Multicultural, lo habían calificado los ministros reales en su último concilio, al exponer los resultados de sus últimos censos. Al parecer, la población había crecido lo suficiente para ya no ser solo “Ese pueblucho con ínfulas de reino”, como les llamaban con menosprecio algunos de los habitantes del reino de Joseon y es que realmente era así.
A fuerza de trabajo y esfuerzo, Koryo había ido escalando a pulso el status que como segundo reino más esplendoroso tenía, volviéndose un gran centro de cultura y progreso. En suelo Koryano habían nacido los magos más memorables que pudiera recordase y también, de entre sus gentes, habían surgido pensadores magnánimos que llevaron al reino a mostrarse como un imperio de ciencia y civilización.
La alquimia y la magia de Koryo les llevaban casi tres siglos a reinos como Kaesong y Yurchen y como si esto fuera poco, habían sido pioneros en diversos sistemas de educación y líderes en la conservación del saber. Sus universidades eran famosas por todo lo ancho y largo del país, haciendo que todos los años miles de jóvenes provenientes de los lugares más recónditos, emigraran al reino en busca de educación.
Si, Koryo era un reino bello, un reino floreciente y muy fructífero. Pero lástima que entre sus muros se escondiesen hechos no tan magníficos ni tan magnánimos; especialmente uno que sucedería en pocas horas.
Jimin, príncipe de Koryo y hermano menor de Taehyung, se encontraba especialmente inquieto aquella mañana. Había visto desde la terraza de su amplia habitación, salir desde muy temprano, a su hermano mayor acompañado de Namjoon y buena parte de los hombres de palacio. No sabía con exactitud a donde se dirigía, pero tenía la sensación que llevaba el mismo destino que aquel día en que volvió al castillo medio muerto.
Suspiró.
No podía dejar de sentir preocupación al pensar que Taehyung era un inconsciente por arriesgarse a llevar a cabo la misma locura que casi lo mata varios años atrás y lo peor de todo era que Namjoon le alcahueteaba siempre. Si sus padres se enteraran, se enojaría mucho, pensó con un mohín de fastidio.
Tres años atrás Taehyung les había ocultado la verdad a todos con excepción de Namjoon y los reyes, ante el temor de estar siendo atacados por algún espía desde dentro del mismo palacio cuando vieron a su heredero medio muerto, enviaron a Jimin lejos por un par de años, a una especie de abadía oculta en el bosque.
Fue también por aquella época cuando Jimin logró sacarle la verdad a Namjoon durante una de sus visitas periódicas a aquel lugar y fue también a causa de ese obligado exilio y las mencionadas visitas, que se empezó a comentar que él y el otro susodicho sostenían una relación prohibida; se rumoraba que Jimin abandonaba la abadía a solas con su hermano adoptivo y que se internaban juntos en el bosque, donde incluso, algunos guardias aseguraban que les habían sorprendido bañándose juntos.
Jimin resopló fastidiado recordando aquellas épocas y espoleando su caballo dio un giro internándose en el bosque. La guardia que le escoltaba de cerca se apresuró en seguirle a toda prisa. Sabían que pensaba dar una vuelta por los alrededores de la abadía, la cual todavía echaba de menos.
Ya llevaba más de tres años de regreso en el palacio pero aun así no se adaptaba del todo de nuevo a las rígidas costumbres de aquel lugar. Quizás se había acostumbrado demasiado a la libertad de estar fuera de las murallas de su castillo o tal vez era el fastidio de volver a adentrarse en la corte y en su hipócrita rutina.
Sonrió al ver la abadía desde lo lejos. Rodó un poco los ojos y contempló desde el peñasco donde se hallaba, la laguna a donde iba con Namjoon. Si, era cierto que se bañaban juntos, antes de su menarquía, su edad fértil, claro está y no le veía nada de malo.
Namjoon era su hermano más querido, incluso más que Taehyung. Era el ser que más lo comprendía y protegía, el que leía en sus ojos todos sus pensamientos como si los viera a través de un traslucido cristal.
—Alteza, creo que es mejor volver. —La voz de uno de sus guardias lo sacó de sus cavilaciones. Jimin asintió levemente y giró de regreso.
Ya empezaba a caer la tarde y la brisa vespertina mecía sus cabellos lacios; tan largos que ya descendían hasta la altura de sus muslos. Como doncel que era, tenía un cuerpo pequeño pero algo llenito al igual que su madre.
No era gordo, ni adiposo, sino curvilíneo y macizo como un potro. Tenía unas piernas de muslos gruesos y cintura no tan estrecha; su espalda era un poco más ancha que el promedio, pero lo compensaba con lo más atractivo de su figura: sus voluminosos glúteos. Dos redondas y respingadas nalgas que hacían las delicias de quien las veía, y que habían obligado a sus hermanos a desenfundar sus espadas de vez en cuando ante alguno que otro soldado que se atrevía a mirarle sin reparos.
Jimin en definitiva era bastante atractivo, y sus ojos no hacían más que aumentar su belleza, junto a la envidia que esta desataba entre otros nobles menos bendecidos por Johari, la Diosa Koryana.
Justamente a esta invocó, rogándole por su hermano antes de apresurar la marcha y volver a palacio. Esperaba que al regresar, ninguna otra desgracia le esperara...
El camino desde el palacio de Jaen hasta el de Koryo era de casi tres días si se iba por tierra. Si se tomaba la vía del mar, el tiempo se reducía en casi un día.
Yoongi tomó la vía al mar considerando lo apresurado que estaba. Había desembarcado en una aldea Koryana a pocas horas del alba y de inmediato había puesto en marcha a su guardia con rumbo a palacio. No podía creer que aquello estuviese pasando. No podía creer que Taehyung hubiese sido capaz de cometer aquel vil acto, y justo con él, con Hyunjin. Era espantoso... la historia se repetía y de qué forma, de que macabra y espelúznate forma.
Gruñó apretando más las riendas de su caballo.
—¡Malditos Koryanos! ¡Asquerosas alimañas! —Habían acabado con su familia por completo y no parecía bastarles nunca. Resoplaba de ira mientras tantos recuerdos se agolpaban en su mente... se sentía muy culpable.
Desde que Hyunjin había posado sus ojos en Taehyung él debió haberse hecho cargo de inmediato y no dejar que la situación se descontrolara así. Sin embargo, no pensó que las cosas llegaran a ese punto; jamás pensó que su omisión y pasividad derivaran en... en algo tan horrible... Taehyung y Hyunjin... no, ese matrimonio tan soñado por su hermano no podía ser y Yoongi sabía muy bien la razón.
Continuará....
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