Decisiones equivocadas

Jimin había esperado a Hyung Nil junto a un árbol de almendros, un tanto alejados de los soldados. No consideraba apropiado reunirse con un varón en su tienda ni recibirlo a solas en la suya. A pesar de que en las últimas semanas su comportamiento distara del de un doncel ordinario, había protocolos que no se podía saltar y mantener su reputación era uno de ellos. 

Para su fortuna, Hyung Nil llegó puntual, como lo había hecho las noches anteriores, pues con ésa, era la tercera vez que se reunían a solas. Se acercaba lentamente arrastrando su pesado abrigo y afilando su navaja como solía hacer siempre en las noches. Se saludaron con una inclinación cortés, sin tocarse; ya que la primera noche que se reunieron, había tenido la poca delicadeza de besarlo sin su consentimiento y Jimin se había enojado mucho. Se había visto en la obligación de responderle con una bofetada y decirle que tuviera la bondad de no tocarlo más. Ya no era el doncel soltero que había tratado de cortejar meses atrás en su palacio; ahora era un hombre casado, el rey consorte de Jaén.

Sin embargo, Jimin le debía mucho a Hyung Nil. Había convencido a Namjoon de dejarlo ir en su grupo y le había permitido luchar al frente con él, aunque obviamente sin que su hermano se enterase de eso. Por fin había encontrado a alguien que no lo subestimaba y confiaba por completo en sus capacidades.

No estaba seguro de que eso no fuese una estrategia suya para conquistarlo, pero a él no le importaba. Quería seguir ayudando en la batalla y aunque Hyung Nil le había vuelto a recalcar que no renunciaría a su amor también le había dejado claro que no volvería a intentar propasarse.

—Gracias por aceptar verme de nuevo —le dijo Jimin una vez estuvo frente a él.

—Siempre es un placer gozar de su compañía, Majestad —respondió, —y más, en noches tan bellas como esta.

Jimin asintió al cumplido mirando el cielo estrellado. Dio un pequeño rodeo seguido por su acompañante y luego se recostó de espaldas sobre el árbol.

—Seré directo, —rompió el silencio un momento después, mirando hacia el campamento. —Sé que en una semana llegará un grupo grande de Kaesonginos, y sé también que últimamente muchos Joseoneanos se han enlistado.

— Así es. ¿Y eso que significa? —preguntó
—¿Qué hay con eso?

—Significa que quiero que me ayudes a retomar el control del palacio de Joseon —le soltó Jimin sin titubeos, —Solo no podre hacerlo, pero si tú me apoyas lo lograremos.

—¿Qué? —Hyung Nil tardó varios segundos en asimilar la gravedad de aquella propuesta. Tú has enloquecido, muchacho —terminó soltando casi ofendido. —Jamás apoyaré una empresa tan absurda.

—¡Por Johary bendita! No me digas que tú también estás de acuerdo con esperar y esperar como dicen Namjoon y Jin Goo.

—Vamos bien se defendió —Hyung Nil. —Recuperamos Jinju, la aldea más importante.

—Por eso mismo tenemos que aprovechar —insistió Jimin. —Es ahora o nunca. El camino está despejado para nosotros. Entremos antes de que lo bloqueen de nuevo.

Hyung Nil se llevó las manos a la cabeza y empezó a caminar en círculos.

—No sé, no sé —susurró confundido.

—¡Vamos! Todos estos días he estado pensándolo bien y creo que es el momento adecuado. Tú confías en mi y yo también confió en ti. ¡Juntos vamos a lograrlo!

Hyung Nil miró muy serio a Jimin. Estaba empezando a considerar sus palabras.

—Yo no conozco Joseon tan bien como para atreverme a hacer algo asi —dijo un momento después. —El día de la boda de su Majestad Jungkook contaba con una persona experta que tenía los planos de ese palacio en la mente, pero ahora no. Esa persona no nos apoyará en esta locura.

—¿Quién es esa persona? —Jimin lo miró con suspicacia. —¿Acaso es ese hombre que siempre está cubierto? ¿Quién es ese hombre? Hyunjin también se ha estado preguntando acerca de la identidad de
ese sujeto.

La pregunta de Jimin puso a Hyung Nil tan nervioso que sin querer se cortó el dedo índice con su navaja. Rápidamente se llevó el dedo a la boca para parar el sangrado.

—¿Por qué te has puesto asi? ¿Quién es ese hombre?

—Es un monje que vivía en el templo; un ungido, —mintió Hyung Nil. —No puede ser visto por casi nadie debido a un voto que hizo.

—Entonces, un hombre que ha vivido toda su vida en un templo a miles de millas de Joseon conoce cada recoveco del castillo del rey? —cuestionó Jimin mirando a Hyung Nil con marcada molestia. —Si me vas a mentir, por lo menos no insultes mi inteligencia.

—Jimin no es eso, es que...

—¡No! No me mientas más —ordenó el rey consorte de Jaén alzando su mano.
—Realmente no me interesa quien sea ese hombre y no preguntaré más por él si aceptas ayudarme. —dijo entonces tomando las manos del varón para mirarle el corte que se había hecho en el dedo. Había un deje de ligera seducción en aquel acto. Una estudiada y premeditada estrategia de seducción. —No te preocupes por no conocer Joseon —dijo en susurro acariciándole la palma.
—Mi hermano tiene unos planos del castillo y he estado memorisándolos. Nunca he sido muy disciplinado para los estudios, pero tengo buena memoria.

—Entonces ¿estás dispuesto a arriesgar hasta tu propia vida por esto, verdad? —preguntó Hyung Nil.

—Así es —sonrió Jimin.

Hyung Nil suspiró; no supo cómo pero terminó aceptando la propuesta. Quizás se arrepentiría luego, pero en el fondo pensaba que aquello no era tan mala idea y tal vez esa acción podía significar que la balanza se pusiera definitivamente a favor de Koryo y sus aliados.

—Aceptaré con una condición —sentencio entonces mirando a Jimin con firmeza. —Si llego a tener alguna visión fatídica sobre esto, estaré en mi derecho de retractarme. ¿Aceptas?

—¿Qué acepte? —Jimin lo miró ofendido. —¿Pides que acepte que me des tu palabra y que luego te retractes por una visión? ¿Una visión? ¿Dejaras botado nuestro plan si tienes una visión? ¡Por las Diosas! ¡Hasta la lluvia suena más confiable que tú!

—¡No te burles!

—No me burlo. Pero no comprendo ese don tuyo. Nunca puedes cambiar lo que ves. ¿De qué rayos te sirven entonces esas malditas visiones?

—Mis visiones no son para cambiar el destino —Hyung Nil lo miró enojado; —son para comprenderlo y aceptarlo.

—¡Pues eso es estúpido! Es más, ¿sabes algo? Deberías contarme una de tus visiones y por Johary te juro que yo sí trataría de cambiarla. —Lo retó.

—Eres un necio, Jimin. Tú no sabes nada. —Hyung Nil suspiró y le dio la espalda dispuesto a marcharse. De inmediato, Jimin se lo impidió tomándolo del brazo. No le dejaría marcharse, no sin una respuesta clara.

—¿Qué es lo que no sé? —preguntó entonces tratando de recuperar la buena disposición del varón.

—Vamos, dímelo. Te aseguro que no quiero fastidiarte, sólo entenderte.

Hyung Nil se soltó con más brusquedad de lo que le permitía la cortesía y le devolvió a Jimin una mirada llena de rabia y tristeza. Recuerdos terribles llegaron a su mente llenándolo de dolor y desolación, recuerdos que quería olvidar para siempre.

—Tú no sabes lo que es tener siete años y tener una visión donde tú hermano gemelo muere envenenado  —susurró despacio. —No sabes lo que es contárselo a tu familia y que éstos evadan el tema y te miren siempre como un ave de mal agüero.

—¡Hyung Nil!

—Hace dos años Hyung Sik se enamoró de un miembro de la corte, —continuó hablando el varón. —Se comprometieron para casarse en aquel verano y cuando ya todo estaba listo para la boda yo tuve de nuevo aquella visión.
—Hyung Nil hizo una pausa porque la voz se le quebró. —En esa ocasión mi padre si me creyó pues ya había comprobado muchas veces la veracidad de mis visiones —admitió con tristeza. —Así que a un mes antes de la boda, mi padre ordenó matar al prometido de mi hermano pensando que ese chico sería su asesino. Nos equivocamos. Me equivoqué. ¿Te das cuenta? ¿Te das cuenta por qué no se debe tratar de cambiar lo que está escrito por las Diosas? Ese chico era inocente y yo siempre seré responsable por su muerte. Soy el responsable de la muerte de un inocente y no evité la desgracia de mi gemelo. Quizás fui yo quien lo condujo a su triste final. Si se hubiera casado con aquel chico quizás su corazón no se hubiera dejado dominar por esa pasión malsana que le nació por el rey Jungkook. Quizás... —reflexionó un momento después, —no se pudo cambiar nada. Lo escrito, escrito está. Asi es el destino. Asi son las diosas.

Jimin se cubrió la boca, escandalizado. Para ese momento Hyung Nil ya lloraba desconsoladamente. El doncel se acercó al varón y lo abrazó con fuerza. No podía ser que el destino no dejara más opciones que las impuestas por las Diosas. No era posible. ¡No lo aceptaba!

—No podías adivinar en ese momento que Jungkook seria el verdadero asesino de tu hermano —le consoló. —No te sientas culpable.

—¿Sigues pensando aún que mis visiones pueden cambiarse? —preguntó Hyung Nil mientras se separaban del abrazo.

—Supongo que soy demasiado rebelde para creer en la predestinación —aceptó Jimin encogiéndose de hombros.

—En ese caso déjame contarte mi última visión —propuso el varón.
—Veremos si tú logras cambiarla.

Al oír la propuesta de Hyung Nil, los ojos de Jimin brillaron con algo de extraña y morbosa diversión. Intentar cambiar el destino que tan fatalmente había jugado con ellos recientemente parecía algo que realmente valía la pena. Un juego por el que valía la pena apostar mucho. Una empresa más emocionante que mil batallas.

—Hagámoslo —dijo entonces estrechando la mano de Hyung Nil.
—Luchemos contra las diosas y contra el destino. Luchemos contra tu visión.

Hyung Nil le sonrió y rezó porque Jimin tuviera éxito, rezó porque pudiera evitar la muerte de Hyunjin y cambiar el destino.

Jimin regresó muy alterado al campamento. Según la visión de Hyung Nil, Hyunjin moriría muy pronto en un sitió que por la descripción dada, era seguro de que se trataba de la habitación de su mamá Woo Seok, en el palacio de Koryo. Los detalles de cómo y cuándo exactamente ocurriría aquella desgracia no las conocía, Hyung Nil no los tenía muy claros, pero sin duda el momento estaba cerca porque ya todo estaba listo para que Hyunjin partiera a la mañana siguiente, rumbo al palacio de Koryo.

Pensó en si tal vez sería el viaje el que le sentaría mal y le adelantaría el parto o algo parecido. Tal vez sufriría una caída o un ataque durante la travesía. Estaba aturdido con todas las preguntas que se hacía a si mismo ¿Debía poner en sobre aviso a Namjoon? ¿Debía inventarse alguna excusa para impedir ese viaje? Se revolvió el cabello tratando de encontrar una salida. Ahora sabía lo que sentía el pobre Hyung Nil al tener sus visiones y definitivamente el sentimiento de impotencia no era nada agradable.

Entró a su carpa y se tendió en su litera. Pensó en Yoongi y se le oprimió el corazón. Su esposo no soportaría algo así; se consumiría, el dolor lo mataría. Estaba seguro de que la muerte de Hyunjin sería algo con lo que el varón no podría lidiar; moriría de pena y lo mismo le ocurriría a Namjoon. Nunca antes había visto a su hermano tan enamorado.

Namjoon ya había perdido demasiadas cosas en la vida y no era justo que ahora perdiera también a su esposo y quién sabe si también a su primogénito. Perder a su familia de nuevo era algo que quizás su hermano no llegase a soportar. Ningún ser humano podía soportar tantos golpes sin que su alma muriera un poco en el proceso.

Esa noche entonces, no pudo conciliar el sueño. Se la pasó todo el tiempo tratando de planear una estrategia convincente y poco sospechosa que evitara el viaje de Hyunjin. Si la visión de Hyung Nil se cumplía en el palacio entonces la solución estaba en alejarlo de allí. Estando en el campamento no pasaría nada. Sí, esa era la solución. Sonrió entonces cuando una idea brillante llegó a su mente. No perdería tiempo en llevarla a cabo.

A la mañana siguiente Jin Goo partió a Joseon, dejando a varios hombres de la guardia custodiando a Jungkook. Namjoon le prometió que estaría al pendiente de él hasta que se recuperara por completo y decidiera qué iba a hacer. De esta forma, partió más tranquilo aunque no dijo cuáles serían sus próximos movimientos. Sólo advirtió que pronto tendrían noticias suyas.

Taehyung lo vio partir desde un costado de su tienda. Cuando el caballo donde iba montado pasó por su lado, el susodicho se detuvo un momento, lo examinó sin escrúpulos por algunos instantes pese a que Taehyung seguía cubierto de pies a cabeza, y luego siguió su camino. Ya estaba casi saliendo del campamento cuando de repente, el hombre dio un giro a su montura y sacando un largo puñal lo lanzó directamente hacia él. Taehyung se sobresaltó ante el inesperado gesto, pero recomponiéndose casi de inmediato, agarró el puñal a pocos centímetros de su entrecejo. Un silencio sobrecogedor asoló a los que presenciaron la escena. Se quedaron anonadados.

—¡Por las Diosas! —exclamó   Namjoon corriendo hacia su hermano. Jin Goo sonrió, devolviéndose hasta la altura de los príncipes.

—Excelentes reflejos —felicitó dirigiéndose a Taehyung mientras éste, controlando sus nervios, se envolvía más en su manto sin decir palabra.

—¿Está loco? —le regañó Namjoon. —¿Por qué ha hecho eso? ¿Qué pretende?

—¿Eres tu el hombre que salvó a mi marido en el castillo de Joseon, verdad? —preguntó entonces Jin Goo, ignorando el reclamo de Namjoon. —Jungkook me contó después, que no estabas atacándolo sino que, por el contrario, le salvaste la vida. Muchas gracias.

A las palabras de gratitud de Jin Goo se siguió un breve silencio que resultó muy dramático, en opinión de Namjoon. Taehyung, por el contrario, pareció calmarse y con la cabeza cubierta y agachada hizo bailotear el puñal en su mano. Pasados unos instantes, estiró su brazo devolviéndole el arma a Jin Goo. El hombre tomó su daga y sonrió. Antes de partir, sin embargo, dejó un último mensaje.

—Que las Diosas los protejan, mis amigos —dijo finalmente y volvió a partir, esta vez, sin mirar atrás.

Cuando se alejó por completo y su figura se hizo diminuta en el horizonte, Namjoon resopló. Aquello había estado muy cerca.

—Eso estuvo cerca —dijo justamente colocándole una mano sobre el hombro de su hermano. ¿Crees que sospeche algo? —Taehyung negó con la cabeza.

—No creo. Estoy completamente seguro de que sabe quién soy.

—¿Y qué piensas hacer? —le preguntó de vuelta Namjoon. Pero no hubo tiempo de escuchar respuesta a su duda pues, justo en ese instante, un sirviente Jaeniano se acercó hasta ellos, muy apurado.

—Alteza, por favor, venga conmigo. Se lo suplico —pidió el muchacho resoplando por las prisas.

—¿Qué pasa? ¿Qué es lo que sucede?

—Es su Majestad Jimin —respondió el sirviente.
—Amaneció muy mal; no ha dejado de vomitar y tiene muy mal semblante. Por favor, venga conmigo, Alteza. Creo que lo mejor sería que su esposo lo revise.

Namjoon asintió y se fue corriendo con el sirviente. Taehyung los siguió muy de cerca. Al llegar encontraron a Jimin cerca del riachuelo, estaba de rodillas apretándose el vientre y tratando de respirar entre arcadas, mientras otro de sus criados le sostenía la frente y los cabellos. Su "brillante idea", había resultado ser una decisión equivocada y pensaba que quizás se le había ido la mano. Se sentía fatal.

Durante la madrugada, Jimin logró conseguir unas raíces toxicas que crecían cerca al campamento y que aunque no eran letales en si, tenían un efecto secundario que podía llevar a estados graves de deshidratación. Se las tomó pensando en que serían la excusa perfecta para retener a Hyunjin en el campamento, pero ahora estaba asustado pensando en las consecuencias de sus actos. ¡El estómago le dolía horrores!

—¡Bendita Johary!  —exclamó Namjoon al verlo con una coloración tan poco saludable en su tez. —¿Qué te pasa? ¿Desde cuándo te has puesto así?

Jimin se puso de pie a medias. Estaba a punto de desmayarse y lo habría hecho de no haber sido porque Namjoon se apresuró a alzarlo en brazos. Al hacerlo, el varón vio que el doncel sudaba a chorros a pesar del frio que hacía y temblaba mucho.

Namjoon lo llevó rápidamente hasta su tienda, y allí lo metió en su litera y lo arropó. Luego lo dejó a cargo de sus donceles de compañía mientras él iba en busca de Hyunjin, quien seguramente ya estaría a punto de partir.

Hyunjin estaba precisamente junto a sus sirvientes, alistando su caballo. Al ver llegar a Namjoon pensó que éste vendría a despedirlo, sin embargo, cuando vio el rostro lívido de su esposo y su aura de preocupación, supo de inmediato que algo grave estaba pasando.

—¿Sucede algo, mi amor? —preguntó de inmediato angustiado. Había tanta tensión en ese momento que no notó que era la primera vez que Hyunjin lo llamaba "mi amor".

—¡Rápido! —fue lo que le contestó en ese momento, tomándolo del brazo. —Ven conmigo. Jimin se ha puesto mal. Olvida el viaje, queda aplazado.

—Sí, como digas. —Hyunjin asintió y se fue con su esposo. Namjoon recordaría, tiempo después, ese primer y único "Mi amor" de Hyunjin, y sabría también, tiempo después, lo poco que le alcanzaría la vida para arrepentirse de haber impedido su marcha. Nunca... nunca le alcanzó la vida para arrepentirse de esa terrible decisión equivocada.

Aquel fue un dia dificil para Jimin.

Las nauseas eran espantosas; no podia soportar ni beber agua, y en la noche los escalofrios se hicieron más intensos. Por un momento llegó a pensar si no era mejor que confesase lo que había hecho y pusiera al corriente a Namjoon sobre la situación; sin embargo ya había cumplido con su cometido, había logrado que  Hyunjin continuase en el campamento junto a ellos, y mientras estuviera allí todo iba a estar bien.

Para su fortuna, durante la madrugada, la fiebre cesó; los vómitos pararon y fue capaz de tomarse unas pocas cucharadas de un suave consomé de verduras que le devolvieron el ánimo. Pudo sentarse de nuevo en la cama manteniéndose erguido por su propia fuerza y poco a poco fue sintiendo que el peligro había pasado. Le pareció estúpido e irónico que hubiese terminado muerto por intentar evitar otra muerte.

Hyunjin, a su lado, notó su mejoría, pero aun así, le aconsejó que permaneciera en cama por lo menos dos días más hasta que recuperara las fuerzas por completo, no fuera a terminar colapsando en pleno combate. Jimin obedeció la recomendación sin chistar, pues le convenía quedarse en el campamento y usar el tiempo que estuviera de baja para estudiar los planos del castillo de Joseon; debía hacerlo en los ratos en que Namjoon estuviera alejado de alli, para no correr el riesgo de que lo pillase en esas y fuese a sospechar algo.

A la mañana siguiente, Namjoon, Taehyung y Hyung Nil salieron con rumbo a las montañas. Empezarían a dar rienda al plan de sacar a los Yurchianos de allí y atraerlos a la planicie. Mientras tanto, Jimin se quedó en su tienda estudiando al tiempo que Hyunjin dormitaba a su lado, pues justo ese día, debido a unos mareos que presentó, Namjoon le ordenó a su esposo quedarse en el campamento y dejar a los otros médicos a
cargo del albergue.

Desde su litera, Jimin miraba de reojo al otro doncel, constatando que al despertar no le fuera a encontrar aprendiéndose los planos. Ya tenía memorizada la zona de armas, los pasillos y túneles que conducían a las principales habitaciones, y los pasadizos secretos que desde fuera del castillo llevaban hasta la cámara principal del rey. A ese ritmo, en dos días más, tendría casi la mitad de los planos en la mente.

Sonrió. Por fin podría quitarle a Jungkook algo importante. Si la muerte de Taehyung le había sido indiferente, quizás la pérdida de su poder no se la iba a tomar tan a la ligera. Una vez su ejército invadiera el castillo, Koryo tendría el poder central de Joseon; y los Joseoneanos tendrían que jugar bajo sus reglas si querían seguir contando con el apoyo de Koryo para expulsar definitivamente a los invasores. Una alianza que tarde o temprano terminaría por convertir a Joseon en un anexo más de Koryo y a Jungkook en un simple plebeyo. Su plan era perfecto.

Pero entonces, Jimin se preguntó enseguida por la suerte del rey Jung Hyung. A pesar de todo lo sucedido esperaba que estuviera bien. Al igual que Namjoon, pedía a las Diosas porque su padre sólo permaneciera incomunicado por culpa de los disturbios en las fronteras pero sano y salvo.

Con la muerte de Taehyung y su propio matrimonio, el sucesor a la corona estaba en entredicho. De no haberse casado, él habría sucedido a su padre en el trono, pero ahora desposado, la ley Jaeniana se lo impedía.

Como rey consorte, no podia aceptar ningún título nobiliario en Koryo. Era probable que el difunto rey In Guk, hubiera creado esa ley para no ver a su familia mezclada ni política ni filialmente con algún Koryano, y viendo como estaban actualmente las cosas, tal vez hasta era mejor que el anterior rey Jaeniano no hubiese vivido para ver a sus dos hijos emparentados tan intimamente con la familia real Koryana.

El problema había sido que los concejeros reales de Jaén habían avisado a Yoongi sobre esa ley luego de que ambas bodas se habían llevado a cabo, y tratándose de un asunto tan grave, él se habia negado a revocarla sabiendo de sobra los motivos tan amargos que habían llevado a su padre a firmarla, y Jimin así lo comprendió.

Al enterarse de todo el asunto y de la decisión de Yoongi, Hyunjin había enviado un comunicado a la nobleza y al pueblo de Jaén, expresándose de la siguiente forma:

"Me llena de inmenso gozo saber que mi querido hermano, ha tomado la decisión de respetar el deseo de nuestro amado padre, que las Diosas tengan en la gloria. Agradezco también a su consorte, Su Majestad Jimin, y me regocijo por su magnífica muestra de nobleza al escoger la lealtad y la obediencia a su marido sobre el poder. Manifiesto desde la distancia que apoyo rotundamente la decisión de ambos." Después de esto, Yoongi y Jimin no habían hablado más del asunto y las cosas habían quedado así.

Por lo tanto, a la muerte de Jung Hyung sólo quedaba una opción para la sucesión al trono y esa era el principe Namjoon, y esto, sin lugar a dudas, provocaría que la corte estallara en reclamos por el hecho de que un hijo adoptivo del rey tomara el trono.

Por todo ello, Jimin sentía la necesidad de apresurar sus planes, pues si se llegaba a presentar algún problema de sucesión dentro del reino, que fuera después de que el tuviera a Jungkook entre la espada y la pared.

Pensaba en todo esto cuando vio a su acompañante empezar a removerse en su litera; se despertaba poco a poco estirando los brazos y bostezando fuerte; y luego sentándose lentamente se frotó los ojos adormilados.

—¡Jimin! Estás despierto —saludó Hyunjin una vez se desperezó —¿Cómo te sientes?

—Muy bien —respondió Jimin doblado los planos con disimulo, lo cual no hizo falta porque Hyunjin no pareció mostrarse interesado en eso. —Me siento como si hubiera vuelto a nacer.

—Y yo me siento más tranquilo al ver que estás mejor —dijo el príncipe, y con cuidado se puso de pie para dirigirse a enjuagarse la cara. —Lo que no entiendo es, ¿por qué hiciste lo que hiciste? —preguntó luego casi en susurro.

Jimin tosió incomodo, pero se hizo el desentendido. Ese reclamo tan repentino no se lo esperaba. Realmente pensaba que ni Hyunjin, siendo tan buen sanador como era, se percataría de su truco con las hierbas. Era obvio que se había equivocado.

—No comprendo lo que quieres decir... —titubeó entonces en voz baja.

—¿En serio, no lo sabes? —le contestó Hyunjin sin mirarlo y siguió lavándose la cara. Al terminar, llegó hasta su lado y puso frente a los ojos de Jimin un pedazo de la raíz que éste había consumido para producirse todo ese malestar. —¿Reconoces esto? —le preguntó arqueando una ceja.

—Eh... No —mintió negando con la cabeza.

—Pues se trata de una raíz toxica que produce los mismos malestares que tú tuviste, y crece muy cerca al campamento ¿Coincidencia?

—¿Si?, que increible coincidencia.

—¡Jimin! —se fastidió el Jaenianio, lanzándole las raíces. —Eres malo, malísimo para mentir. Lo siento. A diferencia de mi no eres tan buen actor, —le sonrió tristemente.

Jimin bufó. Lo habían descubierto por completo y ya no valía la pena seguirlo negando. Con vergüenza agachó la mirada y frunció los labios con pesadumbre.

—¿Se lo dirás a mi hermano? —preguntó entonces en voz baja.

—No —respondió Hyunjin acercándose más al lecho- Pero si necesito saber qué te movió a hacer esta locura. ¡Por las Diosas! ¡Pudiste haber muerto!

Asi que alli estaba el momento que había tratado de evitar; el momento de tener que explicar la verdadera razón de sus actos. Jimin alzó la vista mirandolo directo hacia los ojos. No podía mentirle, pero tampoco decirle toda la verdad. Le dio rabia saber que había planeado toda aquella estrategia tan peligrosa para de todas formas tener que terminar confesando. Era absurdo.

—Lo hice para que te quedaras aquí en el campamento —confesó finalmente con un suspiro. Hyunjin lo miró confundido. —Hyung Nil tuvo una visión... —se explicó, —dice que lo mejor es que tú permanezcas aquí. Pensé que si alguien tan importante como yo enfermaba de repente, Namjoon te haría permanecer con nosotros en el campamento y así fue.

Hyunjin escuchó todo atentamente mientras una extraña sensación se asentaba en su pecho. —Asi que una visión ¿Qué visión? ¿Puedes contármela?

Jimin negó con la cabeza.

—Por favor, no me pidas que te la cuente. Sólo confía en mi, —le suplicó. —Confía en Hyung Nil.

—¿Confiar? —preguntó Hyunjin sin esperar respuesta, se estremeció y apretó las manos de Jimin. Sintió miedo en ese momento, mucho miedo, dicen que se siente cuando la muerte acecha tus pasos y él ya la venía sintiendo hace tiempo.

Si Jimin había recurrido a algo tan desesperado, el asunto tenía que ser de mucha gravedad. El frío invernal que asolaba la zona pareció llegarle hasta los huesos y pensó que realmente era mejor no saber nada. La sensación en su pecho se hizo más onda, más densa. —Está bien —dijo entonces con la voz quebrada. —Voy a confiar en ti, voy a confiar en el príncipe Hyung Nil.

—Gracias, —suspiró Jimin aliviado y abrazó a su ahora cuñado y medio hermano. En ese momento el bebé de Hyunjin se movió y Jimin lo tocó esbozando una sonrisa.  El doncel aceptó el gesto y se sintió conmovido, sin embargo, al recordar la sensación de inquietud en su pecho, un horrible terror se apoderó de él, haciéndole respingar de pavor al pensar en su bebé, si él moriría ¿Qué pasaría entonces con su hijo no nacido?.

—¡Diosas! ¿La visión de Hyung Nil no tiene nada que ver con mi bebé, verdad? —preguntó de repente, alarmado. —¡Por Ditzha! ¿Va a pasarle algo malo a mi hijito?

—¡No! No es eso. ¡Cálmate! —se apresuró a corregir Jimin. —Nada va a pasarle a tu hijo... ni a ti —tragó saliva pesadamente. —Es sólo que... es sólo que te ves muy lindo con esa barriguita. Queria tocarla.

—Así que era eso. —Hyunjin sonrió sintiéndose más tranquilo, podía aceptar su destino pero no que algo malo ocurriese con su bebé. Con cuidado se subió un poco el holgado camisón y volvió a poner sobre su vientre la mano de Jimin.

—¡Vaya! La piel se estira mucho —se asombró el Koryano. —¿Volverás a tenerla lisa y tersa?

—Al principio no —contestó Hyunjin con un mohin de preocupación. —Pero espero que luego de algunos meses quede como nueva sonrió de nuevo. —A propósito —recordó algo de repente, —¿Cuándo tendrás un bebé con Yoongi? ¿Acaso están tomando precauciones?

Allí estaba de nuevo la incómoda pregunta. En ese momento trató de evadir la cuestión con una respuesta disimulada pero se dio cuenta de que con Hyunjin mentir no le serviria de nada. —La verdad es que no quiero tener hijos, —respondió entonces con la mayor franqueza.

—¿No? ¿En serio? —inquirió Hyunjin mirándolo fijamente, aunque luego de unos instantes, contrario a lo que se esperaba, sólo se encogió de hombros.
—Bueno, supongo que la maternidad no es para todos los donceles, —dijo con resignación.
—¿Entonces, no te molesta? Pensé que te escandalizarias como lo hizo Namjoon.

—Namjoon es un romántico sin remedio. Es tan libre, tan salvaje y al mismo tiempo un conservador y un nostálgico.

—Vaya, te has enamorado de él, ¿verdad? —se asombró Jimin, sintiendo mucha alegria.

—¿Y quién no lo haría? —le sonrió Hyunjin de vuelta. Jimin suspiró y retiró la mano del abultado vientre con su rostro lleno de nostalgia.

—Creo que Yoongi tampoco se muere por tener más hijos. Creo que con el hijo que le dió ese tal Seonghwa le basta y le sobra. Además, tú también eres como su hijo.

—Si, es cierto y conmigo perdió todo el gusto por la paternidad, supongo.

Un silencio cayó por un instante sobre ambos donceles. Hyunjin se sentía súbitamente abrumado.

—Fuiste un chiquillo bastante difícil —meditó Jimin después de un rato, halando suavemente el cabello de Hyunjin, haciéndolo recordar de inmediato aquella pelea que habían tenido de niños.

—Oh, lo recuerdas —sonrió el otro doncel con una inmensa melancolía.
—Siento tanto haber sido tan malcriado en aquella época, siento haberte metido en tantos problemas a ti y a mi hermano.

“Fueron muchos problemas", pensó Jimin en ese momento. Pero también supo que de no haber ocurrido ninguno de aquellos impases probablemente ahora las cosas fueran diferentes. Ni Hyunjin estuviese casado con Namjoon, ni él se hubiera casado con Yoongi. Definitivamente, las Diosas habían sabido cómo hilar todo muy bien, aunque en el proceso hubiesen cortado y herido tanto con sus hilos.

—Creo que las cosas tenían que suceder así —dijo luego de un rato de reflexión.
—Además, ya no me puedo enfadar contigo: curaste a mi mamá y haces feliz a mi hermano.

—¿Eso basta para reparar todo el daño que causé? —preguntó el Jaeniano.

—Basta para mí. No sabes por cuánto tiempo amé a Yoongi en silencio. Sufrí mucho pensando en que nunca sería para mi.

—Realmente has resultado bueno para Yoongi. Antes de que ocurriera todo esto, mi hermano sólo tenía mente para pensar en nuestra mamá. ¡Diosas, era horrible!

Jimin sonrió con sinceridad y en un arrebato tomó a Hyunjin entre sus brazos y lo abrazó con fuerza.

—Un día podremos recordar todo esto como si sólo fuese un sueño lejano. Un día todos nuestras culpas serán perdonadas y seremos felices.

—Yo espero que sea así —Hyunjin le devolvió el abrazo. —Los hechos actuales nos han demostrado cuanto puede cambiar el destino. Miranos ahora: nosotros comprendiéndonos, mi hermano y yo, distanciados. Estoy casado con Namjoon, y además estoy cuidando del rey Jungkook.

—Jungkook... —Jimin entero se crispó al escuchar aquel nombre. —Con ese fue con el que más me equivoqué.

—¿Qué dices? —replicó Hyunjin confundido. —Fui yo quien se equivocó al juzgarlo tan frívolamente. Ahora me doy cuenta del gran hombre que es.

—¿Lo defiendes? ¿Tú? —se extrañó Jimin.

—No me juzgues como un hipócrita, te lo suplico, pero es lo que siento ahora. Cuando estuve cuidando de él, la primera vez que fue lastimado, noté que tiene una energía inmensa; tanta que no parece de este mundo. Desde aquellos días empecé a sentir una gran admiración por él y a respetarlo por su gran tenacidad. Es un hombre admirable.

—¡Por las Diosas! —se alarmó Jimin. —Así que tu también has caído bajo el hechizo de ese hombre.

—¡Oh, no! No de esa forma. Es sólo que ahora estoy asombrado por su increíble espíritu de lucha, por su magnífica resistencia ante la muerte. Porque parece indestructible.

—Indestructible. —Jimin bufó fastidiado y prefirió cambiar de tema. Ya encontraría él la forma de destruir a aquel ser indestructible.

Hasta muy pasado el medio día, continuaron hablando. En medio de la charla salió a colación el tema de que eran hermanos por parte de padre y se sintieron felices de por fin entenderse como tales.

Las horas de ese día transcurrieron lentas, como si una fuerza sobrenatural quisiese extender un poco más el tiempo de Hyunjin y evitar lo inevitable.

Pero lo inevitable no se podía aplazar y pronto todos aprendieron que ese día se la pasaron tomando decisiones equivocadas.

Continuará...

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