Esclareciendo dudas

Guiaron a Charleen por interminables corredores de suelo liso y frío, a una temperatura que resultaba por demás agradable dado el intenso calor.

Ese lugar era como un inmenso condominio esculpido en piedra, donde cada puerta guiaba a la vivienda de algún unua. Por fin, en el último piso junto a una cascada que caía desde la cima de la montaña y pasaba junto a un arco, se encontraba lo que era la habitación de Ethan, al menos cuando pasaba cortas temporadas en ese lugar.

Una de las sirvientas le abrió la puerta con solemnidad, permitiéndole la entrada a una habitación inmensa y llena de luz, donde el sol y el aire fresco entraban a plenitud, dando la sensación de encontrarse al aire libre y no bajo un techo.

El sonido de la cascada era relajante y algunas mariposas y aves volaban cerca a las ventanas, las cuales no tenían vidrio. Lo que Charleen supuso que sería la cama era lo más curioso que había visto. En lugar de encontrarse a cierta altura sobre el piso, estaba a un nivel más bajo que éste; en una especie de agujero grande y blando, con almohadas y un delgado cobertor de terciopelo. En un asiento, se encontraban listas unas pequeñas prendas color turquesa.

—El baño está listo —le informó una de las sirvientas, retirando una fina cortina semitransparente que dividía los espacios, a lo que se suponía era el baño.

—Gracias —les agradeció con una inclinación de cabeza, paseándose por el lugar y mirando por los ventanales hacia abajo, donde terminaba de caer la cascada. Charleen sintió en ese momento inmensas ganas de saltar desde esa altura y ser recogida por las frías y cristalinas aguas.

De no haber sido porque la altura era excesiva, no habría dudado en hacerlo. Pensando que a lo mejor se animaría luego, se dio la vuelta para tomar su ansiado baño. Se sorprendió al ver a las sirvientas todavía ahí, esperándola.

—Pues... gracias por traerme —dijo nerviosa, no sabía qué tenía que hacer para que se fueran ¿tal vez darles una propina?

Las mujeres la miraron con extrañeza y una de ellas la condujo del brazo hacia el baño mientras otra recogía la ropa. Dándose cuenta que las sirvientas no iban a retirarse hasta no haberla arreglado, puso resistencia. No se sentía cómoda en absoluto siendo atendida por otras jóvenes como ella. Siempre había hecho sus cosas sola y sólo había aceptado la atención de algunos de los sirvientes de Orietta y Biako a la hora de la comida.

—Yo puedo sola. No necesito que me arreglen —protestó. Una de las jóvenes rió.

—Puedes bañarte sola, pero debemos arreglarte el cabello.

De mala gana Charleen ingresó al baño. Como todo en ese lugar estaba construido en piedra, y en medio, lo que se suponía era la bañera, parecía un gran estanque con el agua cayendo desde arriba como en una fuente. Era tan grande y profunda que Charleen podría haber nadado en ella.

Entusiasmada se quitó la ropa y se sumergió. Junto a ella había pequeñas botellas de cristal con aceites y perfumes que no rechazó y utilizó en su piel.

—Oigan —llamó a las sirvientas mientras se vestía— ¿Y el resto de la ropa?— preguntó atándose una tela semitransparente de tonos turquesa y violeta a la cadera.

—Esa es toda la ropa.

Charleen contempló su atuendo. Además de la tela a modo de falda, llevaba un sujetador bordado con pequeñas piedras y una sencilla pantaleta.

— ¡Estoy casi desnuda!

—Los unuas no tienen ningún problema con la desnudez. Las mujeres visten así —le explicó una joven, sentándola al borde de otra bañera más pequeña, a la altura justa de su cabeza, donde lavarían y peinarían su cabello.

— ¿Y por qué ustedes no visten así? —Las sirvientas usaban unos muy cortos y elegantes vestidos, frescos, pero que cubrían mayor parte de su cuerpo.

—Porque nosotras no somos como ellos —respondió con indiferencia, mojándole el cabello—. Tú eres la pareja de un unua, eso te convierte en uno de ellos.

Charleen se incorporó asustada por escuchar eso. La sirvienta la empujó de nuevo para continuar con el lavado, mientras la otra le preguntaba si quería usar sandalias o prefería andar descalza.

—No soy pareja de ninguno, solo somos mis amigos, me invitaron a su día de agradecimiento.

Ambas sirvientas rieron con ganas.

—Los unuas no se hacen amigos de los humanos. Y si hubieras sido su invitada te habrían dado una habitación aparte.

—Eso es porque Sahori se creyó cualquier cosa. Ethan y yo... —Suspiró, no sabía cómo explicar la relación que tenía con el guerrero. Ethan era tan cerrado que nunca le había expresado en palabras sus verdaderos sentimientos hacia ella; y no estaba segura de fiarse de sus acciones. Con ellas le daba entender que le importaba, y que le había agarrado cariño hasta cierto punto. No estaba segura de tomar aquello como que Ethan la quisiera como una pareja sentimental—. Es complicado...

—Los unuas no son complicados, de hecho son más fáciles de comprender que los hombres humanos. Solo son algo distintos, cuando te acostumbras a ellos los entiendes perfectamente. Yo llevo trabajando para ellos más de veinte años. Si me pidieras regresar con los humanos, no creo que sería capaz.

Charleen la miró de pies a cabeza. No entendía como esa joven podía haber trabajado para ellos por más de veinte años cuando aparentaba ser apenas unos años mayor que ella.

— ¿Veinte años? ¿Qué acá tiene la fuente de la juventud? ¿Cómo es que nadie envejece?

—Algo así —sonrió lanzándose miradas cómplices con la otra sirvienta—. Hace años uno de los guerreros me eligió para darle hijos. Se ve que sabes muy poco... ¿Ethan no te pidió un hijo?

— ¡No! —respondió alterada, incorporándose de nuevo y siendo empujada de vuelta a su lugar—. ¿Quieres decir que teniendo un hijo unua no envejeces?

—No exactamente... —la otra sirvienta intervino, pensando cómo explicarse. La primera vez a ella también le había costado comprenderlo—. Veras, los unuas no se enferman y aparentemente la degeneración del cuerpo es una enfermedad. Desde antes de nacer que los unuas tienen una magia sorprendente y son mucho más fuertes que un humano adulto. Según los alquimistas, cuando una humana engendra un niño unua, el bebé regenera el cuerpo de la madre, como un mecanismo de auto defensa. Necesita que el cuerpo que lo acoge sea igual de fuerte y saludable. Pueden curarte prácticamente cualquier enfermedad, y tu envejecimiento también se detiene, por un tiempo. Mientras más hijos tengas, menos vas a envejecer. Por eso es lo mejor que te puede pasar en la vida el que un unua te elija para darle hijos. Son solo siete meses de embarazo y los crías hasta los seis, entonces algún guerrero adulto lo toma como discípulo.

Charleen lo entendió, y recordó lo que Kennan le había contado. El chico tenía razón, las humanas prácticamente se vendía a los unuas por motivos superficiales, como ser jóvenes más tiempo.

—Es diferente si uno te elige de pareja y realiza el rito de unión contigo. En ese caso puedes vivir tanto como él —acotó la otra—. Claro que si sobrepasas tu esperanza de vida, dependes directamente de cuanto viva tu pareja.

—Es decir, que si tienes una pareja unua por más de cien años y el muere ¿tú mueres también? —preguntó Charleen.

—Sí, pero si tu pareja muere antes de que se acabe tu esperanza de vida, sigues viviendo joven y hermosa muchos años más —dijo sonriendo, terminando de enjuagarle el cabello a Charleen y comenzando a peinarla.

Charleen estaba un poco confundida. Con Biako no había aprendido nada de eso. Había tocado temas sobre la historia y guerras de los unuas, que era lo que le interesaba, y no así las consecuencias de las relaciones entre humanas y unuas.

Mientras le realizaban un complicado peinado y colocaban piedras preciosas en su cabello, pensó en el tema del equilibrio. Ethan le había explicado un poco, y Biako había corroborado su teoría.

En un principio, los unuas no eran solo guerreros. Tenían tanto hechiceros, como soldados y diversos trabajadores que cumplían infinidad de oficios, siendo una sociedad con ciertas similitudes a la humana. Sin embargo, siglos atrás, cuando su mundo comenzó desmoronarse y sus tierras fueron invadidas por dragas; los únicos sobrevivientes a su cataclismo fueron un grupo de guerreros. Viéndose solos en un nuevo territorio, comenzaron una migración hacia el mundo de los humanos, un mundo que como el suyo, había sido devastado.

Durante sus años nómadas, la población de guerreros unuas fue incrementando, sin embargo, comenzaron a notar que cada vez los nacimientos de niñas eran más escasos. Al final, un grupo de unuas siguió el camino nómada, mientras otros decidieron establecerse, limpiar las aguas contaminadas por los humanos, fertilizar nuevamente las tierras y construir un hogar haciendo uso de su magia.

Con los años, los humanos que desesperadamente buscaban agua y alimento en tierras inhóspitas, se anoticiaron sobre esta nueva raza de gente que había logrado construir un paraíso. Ofreciendo mano de obra a cambio de protección y alimento, varios humanos se pusieron al servicio de los guerreros, volviendo a formar así una sociedad similar a la que tenían antes; y con el problema de la escasa población de mujeres que cada vez incrementaba, añadieron a su trato de servicio, la posibilidad de procrear con su raza.

Tanto Biako como Sahori creían que el problema de las mujeres era una señal para restablecer su sociedad haciendo uso de los humanos. Creando una simbiosis entre ambas razas. Otros grupos de unuas nómadas tomaron tiempo después la decisión de los primeros, fundando las otras dos naciones unuas, aceptando también humanos a su servicio.

Un tercer grupo, continuó su vida nómada hasta esos tiempos, no estando de acuerdo con contaminar su raza llenando los vacíos de su sociedad con humanos. Los mindags, la nación nómada, creía firmemente que el tiempo de los humanos sobre el mundo debía llegar a su fin, puesto que ellos mismos habían causado su destrucción, y era el momento de que la raza unua fuera la única especie inteligente sobre la superficie terrestre.

Charleen le había realizado una observación a Biako en esos días cuando le ensañaba historia:

—Si un unua y una humana tienen hijos enteramente unuas, significa que no hay mestizaje. Entonces tarde o temprano los humanos se extinguirían, mientras más crezca la raza unua.

El anciano le dio la razón.

— Selección natural. La raza más fuerte se impondrá sobre la más débil. Dentro de muchas generaciones, si los humanos del exterior del continente no nos superan en población, los unuas creceremos en número, y al mezclarnos con los humanos, estos serán cada vez más pocos; tomando en cuenta que los hombres de tu raza están en desventaja frente a la mía. Las mujeres en Ithia prefieren procrear con unuas antes que con humanos.

— ¿Entonces por qué los mindag no están de acuerdo? Si tarde o temprano serán la única raza.

—Ellos creen que el mestizaje sí existe, que con tal pasen las generaciones nuestra raza se irá degenerando por la mezcla de sangre con los humanos. Y tienen razón. Tal vez no ahora, pero dentro de unos años los unuas también seremos débiles ante las enfermedades. Hace un par de años un niño en Roheline cogió un resfriado. Eso causó alarma en muchos. Varios guerreros de las tres naciones comenzaron a inclinarse a la posición de los mindag. No están de acuerdo en que sigamos procreando con humanas.

—Sí planean un ataque no lo harán sino hasta después del veintiuno. —Durante su reunión con otros Generales, Neil, un joven unua que en poco tiempo había ascendido de cargo dadas sus habilidades, hablaba ansioso. Sería la primera vez que dirigiría un ejército en una guerra.

—Lo más seguro es que aprovechen el veintiuno, cuando Abby intente mantener el escudo —comentó Liaw, recostado en un cojín cómodamente. A diferencia del resto, él y Ethan se encontraban relajados, tenían demasiada experiencia en batalla para saber que contaban con tiempo de sobra, y el entusiasmo necesario para esperar cualquier contratiempo.

—El veintiuno es un día sagrado, está prohibido atacar ese día —consideró Neil.

—Si quieren atacar Ithia aprovecharán cualquier oportunidad. Si vas a dirigir algo no hagas suposiciones, mantente alerta siempre niño —interrumpió Ethan, levantándose de su lugar. Ya había informado lo que sabía, ahora era momento de tratar otros temas con Sahori, como exigirle una explicación sobre las visiones que le había estado enviando a Charleen y el aparente pleito que tenía con Freya en torno a él.

Liaw se levantó también y se fue a dar vueltas por la ciudad, quería evitar confrontar a Sahori, en realidad a todos, quienes ya habían notado que su marca faltaba y esperaban interrogarlo.

—Niel es un excelente General, es cierto que le falta algo de experiencia, pero es tan fuerte como tú, tal vez más. El veintiuno va a retarte por tu lugar en la Legión —dijo Sahori, dirigiéndose a una ventana para observar distraídamente el paisaje.

Ethan bufó, así que por fin en más de diez años alguien se atrevía a retarlo para quitarle su puesto. No importaba cuanto presumiese ese chico sobre sus habilidades, nadie era tan fuerte como él. Contaba con que su pelea sería una humillación segura para el muchacho.

— ¿Por qué no reta a Liaw?, tal vez contra él tendría una mínima posibilidad.

—Quiere retar al más fuerte, es igual de terco y orgulloso que tú. Ni Abby logró convencerlo de retar a Liaw.

— ¿Qué tiene que ver Abby? —la cuestionó empezando a enfadarse.

—Abby es su seyu, Neil le dio su marca hace unos meses —explicó con una sonrisa. Ver a Ethan en un arranque de celos valía oro y eso le añadiría un condimento extra a su pelea. Ethan no solo lucharía por preservar su puesto en la Legión, también buscaría destruir al sujeto que había osado conquistar a su pequeña hermana, a quien hasta antes de conocer a Charleen, era su persona más preciada y a quien sobreprotegía con recelo.

— ¡Maldito mocoso! ¡Cómo lo permitiste! Abby es muy pequeña —protestó apretando los dientes.

—Deja que ella elija a su pareja, tú ya elegiste a la tuya y nadie te está cuestionando.

—Es diferente, soy adulto —espetó cruzándose de brazos y mirando en dirección opuesta.

—Charleen no es mucho mayor que Abby —sonrió.

—Es distinto, qué importa. Dime por qué le estuviste mandando visiones, sé que fuiste tú, no intentes lanzarle la culpa a Freya. Entiendo por qué los mindag me quieren a mí, ¿pero qué tiene que ver Charleen en todo esto? —Llegó al punto que quería tratar. Poco a poco las piezas del rompecabezas se habían estado armando y las últimas las poseía Sahori.

—Lo que yo le mandé son... asuntos de interés personal, sólo a Charleen le importan. Digamos que es algo entre ella y yo. —Volteó con la suspicacia marcada en sus pupilas—. En cuanto lo que Aishla y los otros quieren con ella, pues es difícil saberlo. Sus planes cambian a cada momento. Al principio intentaron matarla, luego buscaron ponerla al borde de la muerte para crear diferentes futuros alternos a su alrededor, para confundirnos y no sepamos cuales son su verdaderos planes. Freya estaba muy al tanto de lo que hacían, ahora no está segura. Lo de las armas fue totalmente inesperado, seguro esa posibilidad estaba barajada entre las miles de predicciones del templo de Foris.

—Suponíamos eso con Kari, pero sé que hay algo más. Charleen es importante para Freya también. Mandó a Gael a salvarle la vida, ¿por qué le interesaría una simple humana?

—Para serte franca Ethan, eso es algo que no puedo decirte. El futuro va por buen camino, no quiero estropearlo. Por eso tampoco permitiré que Charleen se comunique con Freya. Ella tiene una idea muy retorcida del futuro que no comparto.

—Vas a decirme qué pasa. —Ethan la volteó bruscamente, nadie jugaría con él—. Y es una orden.

—A mí nadie me ordena nada Ethan, lo sabes —dijo retadoramente.

El guerrero la soltó, su autoridad nunca había significado demasiado para Sahori, quien no obedecía ni siquiera a Freya. Averiguaría las cosas por sus medios y una visita a Freya no estaba fuera de sus planes.

— ¿Qué hay de lo de Lark? Freya ordenó asesinarme por eso ¿no es así? Tú lo sabías, lo supiste siempre —le reclamó.

Sahori bajó la mirada antes de dirigirla nuevamente hacia el exterior.

—Desde que naciste —confesó—. Naciste con una marca, lo que significaba que eras una reencarnación. Cuando nos enteramos a quién había pertenecido esa marca en el pasado tu padre se emocionó muchísimo, sabes que compartía muchas ideas con Aishla. Él estaba seguro que serías el fundador de una nueva y única nación. Freya por el contrario te vio como una amenaza, pero tu futuro era demasiado incierto. Eso hasta un año atrás. Las predicciones en torno a ti fueron claras, te unirías a Aishla, serías su General y someterías a Ithia y a las otras dos naciones. Por eso Freya dio la orden a la Legión para eliminarte. En cierta forma estuve de acuerdo, no parecía haber más opción. Pero las cosas cambiaron hace unos meses, cuando conociste a Charleen. Las posibilidades de que te unieras a Aishla se desvanecieron. Valia se enteró de eso. Supongo que es el motivo por el que quisieron deshacerse de Charleen, ella interfería directamente en sus planes; ella te cambió, con ella viva era prácticamente imposible que te unieras a los mindag.

Ethan se dio la vuelta para salir del salón, era todo lo que necesitaba saber y seguramente lo poco que le podría sacar de información a Sahori.

—Ethan. —Lo detuvo—. Una cosa más. El veintiuno elegirás un discípulo. Sigas siendo miembro o no de la Legión, ya es hora. No vas a escapar a eso.

—Elegiré un discípulo cuando encuentre a alguien lo suficientemente bueno para serlo —dijo sin verla. Lo último que le faltaba era que de nuevo lo molestaran con eso de tomar a un niño a su cuidado.

—Hay excelentes prospectos. Como Maya, la hija de Kari.

—Ni lo sueñes —la interrumpió—. Suficiente tengo con una niña molesta siguiéndome a todos lado para encima tener a otra.

—Entonces elige un niño.

—Peor, lo niños son más molestos todavía. Entrenaré a mis propios hijos, a ellos deberé soportarlos de todas maneras —encogió los hombros, pensando que eso daba por finalizada la conversación.

— ¿Ya tienes hijos? —lo detuvo con sarcasmo.

—No.

— ¿Entonces qué piensas hacer? ¿Embarazar a Charleen y darle una fórmula mágica para el niño crezca aceleradamente y tenga seis años en menos de un mes?

— ¿Se puede? —preguntó irónico—. Tú eres la bruja, tú dime.

Sahori le perforó la nuca con la mirada y se le adelantó al salir.

—Elegirás un discípulo, es todo —determinó al pasar por su lado.

Ethan no tomó su orden en serio, al final, quienes realmente mandaban en ese lugar eran él y Liaw.

Ahí les puse un dibujo que hice de la ropa de Charleen. Esatré de viaje, así que no podré actualizar hasta el lunes u.u iré a presentar un libro ala ciudad de Cochabamaba, una antología de cuento fantástico donde hay un cuento mío de terror llamado La ñatita. Si son de Cocha, ojalá vayan, estarán grandes escritores bolivianos. Ahí les pongo la invitación

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top