Capítulo 28

1980

Durante dos largos años, la vida y los días fueron excesivamente normales y monótonos para nuestros protagonistas. Paul se dedicó puramente a sus hijos, intentar revivir su carrera como solista ignorando los comentarios y la antigua sombra que vivía tras la partida de Linda, de su vida, de su corazón.

Fue mucho lo que tuvo que hacer para alejarse de ella, desde verse en otros lugares o compartir pocas palabras cuando era su turno de cuidar a los niños, sentía un cliché al ser como otro padre como Leopold. Por alguna razón siempre se encariño con aquellos hijos de John que eran burdamente desechados por su padre, pero sabía que si quería seguir adelante, era esencial olvidarse de Linda por una vez y para siempre. Ella por su parte cuidaba a Leopold y durante un tiempo, Heather se fue con ella, seguía extrañando a sus hijos y cada vez le hacía más falta.

Paul pudo deducir que la relación entre Linda y John había terminado casi por completo, pero necesitaba más tiempo, no quería someterse a otra decepción amorosa y por la misma mujer, no otra vez. Así que tuvo un trato respetuoso, distante y cálido con ella, aunque le costara mucho trabajo ignorar a la mujer que tanto amaba.

Por otra parte, el mercado musical estuvo sumido de nueva música, distintos géneros musicales y la competencia para ver quién era el ex Beatle solista más popular, solamente tenía a dos combatientes, George Harrison y Ringo Starr ¿Por qué? John también se aíslo del mundo, al saber que Yoko no tendría ni el mínimo de la condena por nada, ni por el endeudamiento que termino pagando gracias a la ayuda de sus padres, ni por la muerte de May, ya que se demostró que ella murió en el hospital por causas naturales y que el daño de Yoko no hizo más que noquearla, pero nada más fuerte.

Por lo tanto, cuidaba a Sean como si fuera su propia vida, es un padre sano, honesto y trabajador. Aprovecho estos días para reunirse con Julian y Cynthia, ambos debían mantenerse lejanos, aunque el amor volvió a nacer inevitablemente.

Eso ocurría con nuestros protagonistas, pero el 6 de diciembre de 1980, pasaría algo que los dejaría conmocionados a todos.

—Veamos—Linda ya era una madre dedicada totalmente a Leopold—, que bonito dibujo.

—Gracias mamá—este ya tenía mayor edad, y había aprendido muchas cosas de la vida.

Madre e hijo vivían felices, o por lo menos es lo que intentaban demostrarle a cada uno de sus allegados, pero internamente se sentían devastados. Linda tenía que suprimir y combatir esos sentimientos nada sanos que aun sentía por Paul y este ya no la quería. Por su parte Leopold vivía con el estrés de haber perdido a su padre y ni siquiera haberse dado cuenta del porqué.

—Mamá—dijo tímidamente—. Crees que ¿Algún día pueda ver a papá otra vez?

—Por supuesto que sí, él no te odia.

—Claro que sí—dio un largo suspiro—. Recuerdo como él me decía de cosas, desde esa fatídica vez ya no ha querido verme.

—Pero es que bueno... tu padre es así, él también tuvo una infancia bastante difícil, no creo que podamos juzgarlo, así como si nada. Además está intentando salir del dolor por la muerte de alguien querido para él, así que no desesperes. Estoy segura que volverán a verse.

Leopold sonrió con cierta inocencia, Linda lo abrazo insegura, porque aunque se llenará la boca con un montón de palabras, sabía que la mayoría estaban lejos de hacerse realidad. Pero como buena madre, no podía darle falsas expectativas o malas premisas. Cuando de pronto tocaron la puerta.

—. ¿Crees que pueda ser papá?—pregunto Leopold entusiasmado.

—No lo sé—respondió afligida—, espero que sí.

Linda dijo lo anterior solo para no deprimir a su hijo, pero cuando iba a abrir la puerta pensó por instantes que tal vez si podía ser John Lennon del otro lado, camino con lentitud al contemplar esta posibilidad tan permisible, pero fue su sorpresa cuando abrió la puerta y era...

—Hola, Susan Bevans—era claro que no la recibió muy cálidamente.

—Hola Linda—dijo distante—, vine a hablar con Leopold ¿Puedo?

—Claro, pasa.

Mientras caminaban a la sala de estar, Susan no pudo plantear la siguiente pregunta:

—. ¿Se ha presentado?

—No lo sé, depende—respondió sin mirarla a los ojos—. ¿Por qué lo preguntas? ¿Por qué quieres verlo o porque te indigna ver la manera en como abandono a otro de sus hijos?

—Es claro que... la segunda—respondió Susan, alzando una ceja.

La mirada de Leopold fue decaída al ver que no era su padre quien entraba por la puerta, pero por otra parte se sentía feliz, desde que Susan había regresado a Londres solamente hablaba con ella los fines de semana, pero sin otra cosa en específico, se sintió muy feliz al verla de nuevo frente a sus ojos. Así que la recibió con un profundo y cálido abrazo.

—Mi niño—olio un poco su cabello—. ¿Cómo estás?

—Triste—sollozó—. No está papá a mi lado.

—Dime una cosa—susurro levemente—. ¿Por qué no vas a verlo tú?

—¿Qué?—Linda intervino en la conversación.

Leopold se alejó súbitamente de Susan, miro al piso avergonzado y corrió para sentir el resguardo de su madre.

—No considero que...—dijo cabizbajo—Sea la mejor idea.

—. ¿Por qué no, querido?—Susan lo miro fijamente— Creo que ya ha pasado mucho tiempo desde que lo has visto.

—S-sí, pero él me odia—respondió deprimido.

—N-no, por supuesto que no—Linda acarició su cabello—. Y considero que la idea de Susan es la mejor.

—. ¿Q-qué? ¿Por qué? N-no, yo tengo miedo.

Susan quería que por alguna extraña razón Leopold asistiera en aquella petición, al no lograrlo tuvo que usar otras alternativas con tal de que se cometiera su propósito inicial.

—Leo, mírame a los ojos—se agacho, viéndolo fijamente—. ¿Te acuerdas de la historia de Johnny Boy?

—Oh, por supuesto que sí—su mirada se ilumino al recordar ese viejo cuento.

—. ¿De qué es eso?—cuestiono Linda afligida.

—Cuéntale a tu madre—Susan hizo que Leopold mirara directamente a Linda.

El chiquillo miro a la izquierda, tocaba sus manos con nerviosismo y esperaba que las palabras de ese antiguo cuento pudieran regresar a la mente, faltaron unos minutos para que pudiera decir el cuento:

—Johnny Boy—explico el niño con alegría—. Era alguien sumamente famoso, inicio su carrera artística en los campos de fresa, como un buen guitarrista, obtuvo todo lo que quiso, el mundo, las mujeres, el dinero, el éxito total. Pero un día mientras Johnny Boy entraba a su departamento ¡BAM!—hizo ademanes, fingiendo que era una pistola—. ¡Le dispararon 17 días antes de Navidad!

—Exacto, muy bien contado—Susan sonrió infantilmente—. Pero ¿Conoces el apellido de Johnny Boy?

—N-no, pensé que era "Boy"

—Eso es "chico" querido Leopold—froto sus manos en los hombros—. La verdad es que el apellido de ese protagonista es "Lennon" ¡Como el tuyo!

—. ¿Qué insinúas?—Linda escuchaba aterrada todo esto.

—Mmm... ¡Soy bueno para las adivinanzas!—dijo el chiquillo asombrado—. Entonces... ¡Johnny Boy es mi hermano!

—. ¡NO!—Susan grito desesperada—. ¡Johnny Boy es tu padre! ¡Lo asesinaran en dos días y tienes que decírselo!

Linda de inmediato hizo que Leopold abandonara el lugar y lo mando a su habitación, azoto la puerta y miro con una furia ciega a Susan.

—Escucha, idiota—apretó los puños—. No sé qué intentas o que pretendes con todo esto, pero ¡Deja de atormentar a mi hijo de esa manera!

—Es cierto, Linda—siguió con su postura—, todo lo que te digo ¡Es verdad! A John le van a disparar en dos días.

—Anda sí, no te creo.

—. ¡Tienen que volver a verlo! Por favor, convéncelo de que contrate vigilancia o se cuide, porque si no las consecuencias serán fatales!

—Escucha—reacciono violentamente—. Susan, no se cuanta marihuana te hayas fumado pero déjame decirte que ¡No voy a permitir que uses a mi hijo de esta manera para ver a John! ¿Cómo puedes asegurar que John será asesinado en dos días?

—Entiéndeme—cerró los ojos con dificultad—. Recuerdo que... cierto día y-yo tuve un sueño... en unos días volverá mi hija Julia a Londres, así que soñé que llegaba... a mi casa y la desgracia ocurría.

—¡Mamá! —entro llorando.

—¿Qué pasa Julia? — pregunté.

—¡Mira el periódico!—lo lanzo al suelo.

Recogí el periódico, decía "8 de Diciembre 1980: Este día, el ex beatle John Lennon fue asesinado a fuera de los edificios Dakota en Nueva York"

—¿Qué?—pregunte mientras veía el periódico— No, eso no puede ser posible.

—Creí que no te gustaba su música—dijo Julia.

Cada vez que ella sentía su obsesión por The Beatles siempre me hacía sentir mal y llorar pero obviamente no podía decirle toda la aventura que había tenido con John Lennon.

—No me gusta—dije—Pero con la muerte de una persona no se juega.

Observe en la ventana, ya era demasiado vieja, no podían dejar de pasar por mi mente todos los recuerdos que tuve con él, que en el 67 yo intenté buscarlo, siempre iba pero él jamás me vio, ahora cuando yo muera podré decirle la verdad, que sucumbí ante las palabras de dolor de Cynthia, por eso, pero ahora tendré que esperar a que llegué mi momento para estar con él otra vez.

Linda en calidad de mujer escéptica, no pudo creerle en su totalidad, sujetaba su cigarrillo, pero a la vez quería reírse.

—Mmm, tuviste ese sueño después de abandonarlo, ¿cierto?

—No, fue en 1969, la noche en donde fui a buscarlo y me negó por Yoko Ono.

—Entonces fue por eso, no hay nada de qué preocuparse Susan, a John no le va a pasar nada. No estoy segura de muchas cosas, pero yo diría que fue por el estrés de enterarte que no ibas a volver a estar con él.

—. ¡NO, CARAJO!—exclamo fuertemente y aventó una copa de cristal a la pared—. ¡No fue un sueño! Se sentía muchísimo más real, fue como una visión, como un mensaje. Por eso decidí irme a trabajar, cuando llegue al orfanato, mire que ese niño seguía ahí. Yo deje de trabajar unos meses después de que abandonaste a Leopold, pero al tener esa visión, sabía que si lograba hacer que se uniera a John, tal vez pudiera convencerlo de evitar su muerte ¡Esa es la única manera!

—Entonces ¿Quieres sacrificar a Leopold por John?

—No entiendes nada, Linda—dijo cansada y rodó los ojos—. Por supuesto que no, solo quiero que lo alerte.

—Bien—se levantó del sofá—. Voy a convencer a Leopold de que vayamos a ver a su padre en dos días. Pero te advierto que si esta es otra de tus artimañas, te juro que no vas a salir bien de esta.

—Dile lo que te dije, estoy segura que con eso accederá.

—No lo haré, no voy a trastornarlo de esta manera. Así que, vete de mi casa—señalo la puerta—, conoces la salida.

—Me tratas como loca, Linda—dijo seria—. Pero cuando veas los periódicos con la cara de John, deformada, sangrando y mal hecha, vas a arrepentirte por el resto de tus días.

Susan salió indignada, pero era normal, todo el mundo dudaría de las palabras de una loca.

A la mañana siguiente, Linda fue al cuarto de Leopold, donde este jugaba felizmente con su pelota.

—Hijo—sonrió.

—Mamá, todo lo que dijo ella me confundió. ¿Acaso asesinarán a mi padre?

—N-no, claro que no—lo abrazo tiernamente—. Por supuesto que no, a veces así somos los adultos. Solemos... ya sabes—exhalo—. Asustar a los niños para que hagan lo que queremos.

—. ¿Por qué?

—Ya sabes, es como lo del Coco, sino te vas a dormir temprano, él aparecerá en el armario.

—Eso es una mentira—se río.

—Fue lo mismo que te dijo Susan, una mentira porque ella se preocupa en realidad por ti, por lo que haces. Quiere que vuelvas a solucionar las cosas con tu padre.

—Pero ¿Inventar eso? Mamá, realmente me dolió el corazón.

—Tranquilo mi niño—le dio un beso en su mejilla—. No va a pasar absolutamente nada malo.

—De acuerdo, ¿podemos hablar con mi papá hoy? Es que mañana me da miedo.

—Lo siento Leo, iremos los dos, pero mañana—Linda fue a la puerta—. Lo que pasa es que mamá tiene cosas muy importantes que hacer, además Susan quiere acompañarnos. Pero mañana.

—Muy bien—sonrió decaído—. Iremos mañana.

Linda salió del cuarto, intentando olvidar el mal trago y sobre todo, la premonición de quinta que le había hecho Susan.

8/diciembre/ 1980

Desde las seis de la tarde, aproximadamente. Linda y Leopold ya estaban más que preparados para ir a visitar a John Lennon, el edificio Dakota no estaba tan lejos y fácilmente en unos diez minutos o menos podría llegar a este singular destino.

Pero alguien se tardó casi tres horas.

—Susan—Linda abrió la puerta—. ¿Por qué te tardaste tanto? ¡Ya casi son las nueve de la noche! Quedamos que estaríamos en el Dakota a las siete.

—Lo sé Linda y estoy muy arrepentida—suspiró largamente—. Pero tuve mucho trabajo.

—Como sea, vámonos.

—. ¿No me puedes ofrecer una taza de té?—pregunto maliciosamente.

—No, ya es demasiado tarde. O en dado caso podemos prepararla en casa de John.

—De acuerdo, entonces—se deslizo en el departamento—. ¿Puedo pasar rápidamente al baño?

—Muy bien—acepto de mala gana—. Entra al jodido baño.

Susan camino lentamente al baño, Linda y Leopold ya la esperaban a fuera de la puerta, pero fueron pasando los segundos, minutos y finalmente... dieron las diez de la noche.

—. ¡SUSAN!—Linda azoto la puerta—. ¿Te estás bañando o estás suelta del estómago?

—Oh, lo siento—dijo a través del baño—. Ya van muchas veces que me dices eso ¿No puedes esperar más?

—Carajo ¡No! ¿Sabes qué? Mañana a primera hora iré con Leopold, por el momento quiero que te largues de mi casa.

Al instante y como si fuera orden, Susan salió rápidamente del baño, se escuchó la palanca, lo que recompenso la paciencia de ambos.

—Ya es tarde—miró su reloj—. Casi 10:30 ¿Estás loca, cierto?

—Es hora de irnos ¡justo a tiempo!—exclamo orgullosa—. Vamos ahora.

—N-no, por supuesto que no—Linda se opuso frente a la puerta—. Ya es demasiado tarde, nos pueden hacer algo terriblemente grave.

—Leopold—Susan lo miró—. ¿Quieres ir ahora o mañana? ¡Tu padre te extraña, quiere verte lo más pronto posible! ¡No puede esperar hasta mañana!

—Yo quiero ir ahora—dijo el inocente niño.

—Es tarde, Leo...

—Ya lo oíste—lo tomo de la mano—. Quiere ir a ver a su padre, y si no deseas acompañarnos, Linda—la miro instintivamente— puedes quedarte aquí, si lo deseas.

—Por supuesto que no—salieron rápidamente—. Vamos a ver a John.

Tomaron el primer taxi, que prometía llevarlas en menos de cinco minutos al edifico Dakota, pero en aquel lunes, todos volvían a sus respectivas labores escolares, sociales y de trabajo. Por lo tanto hizo un tráfico terrible, que se tardó casi media hora.

—Cinco para las once—Susan miró su reloj.

Aprovechando que Linda estaba en el copiloto, ella aprovecho para hacer sus verdaderas intenciones.

—Leopold—susurro en voz trémula—. Escucha, estamos a unos 5 kilómetros para el Dakota, pero ¿Quieres que te confiese un secreto?

—Sí—asintió.

—Quiero que salgas del automóvil ahora mismo y corras a la entrada del Dakota, ahí estará tu padre, esperándote. No lo pienses dos veces y ve a abrazarlo, pero dale un ¡Gran abrazo! Que cubra todo su cuerpo, no importa lo que te diga. Linda y yo llegaremos después, aprovecha este momento con tu padre.

—Vale—sonrió con alegría—. ¡Las veo allá!

Salió rápidamente del taxi, observo la oscura ciudad de Nueva York y corrió lo más rápido hasta el edificio Dakota, donde reconoció exactamente la figura que iba caminando, era su padre. Este como tenía sus lentes oscuros no pudo ver. Corría del lado derecho, pero en el lado izquierdo, casi hasta el fondo de la calle.

—Escucha Chapman—, un hombre gordo, con lentes, un saco gris, con apariencia de persona con retraso, escuchaba las ordenes de una persona encapuchada, que se escondía detrás de una gabardina de color negro—, tú vas a decir que lo hiciste por su canción God y porque fuiste enviado por el señor Jesucristo para asesinarlo. Él es el diablo en persona, así que no tengas remordimiento.

—N-no tendré remordimiento.

—Ahora ¡Dispara!

Pero una bala no iba tan rápido a comparación de Leopold, que gracias a su fuerza, le dio un gran abrazo a su padre de frente. Este se sorprendió de inmediato, pero fue más su enojo, así que al recibir a su hijo de en frente, lo cargo, lo puso a su lado contrario (el izquierdo), Leopold seguía sin soltarlo, hasta que...

—Déjame en paz, te dije que no quería volver a verte jamás.

Y el impacto llegó.

—. ¿Leopold?

No fue una, fueron varias balas que llegaron y penetraron la pequeña espalda de Leopold, quien ya no pudo responder ante los testarudos reclamos de su padre ¿Por qué? Cayó sobre sus brazos.

—Dios mío—John comprendió que estaba en frente de una balacera—. ¡Ayuda por favor! ¡Ayuda!

Del otro lado:

—Corre, corre—el hombre gordo y la mujer vagabunda se fueron corriendo, en cuanto los policías fueron a perseguirlos.

John hizo que el rostro de Leopold quedará al descubierto, así fue como vio la sangre salir por su boca, sintió aquellas balas que perforaron su inocente chamarra, su cuerpo se desplomo en el piso, mientras su padre contemplaba todo.

—N-no... hijo, hijo—se alejó para ver el cuerpo ensangrentado—. Leopold ¡NO!

  

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