Tercero A o la ley de la atracción

Bajo de la moto, tratando de no tropezarme. He bebido más de la cuenta. Tres gintonics y cinco chupitos de tequila y el último, ¡Ufff! ¡Me supo a gloria!

-Gracias de nuevo, Tercero A. Me has salvado la vida. -Me mira, me mira, y necesito romper con lo que sea que me está pasando. ¡Es un crío! ¡Por favor! -Ha sido un placer conocerte. ¡Ya nos veremos!

-El placer ha sido mío, Primero B.

¡Ufff! ¡Qué sonrisa! ¿De dónde salen los chicos de hoy en día? Sus padres debían estar muuuuy inspirados el día que le concibieron. Es un pecado mirarle. ¿Qué iba a pensar mi madre si me viera babeando por un yogurín?

Sonrío con amabilidad, ignorando mis hormonas alcoholizadas y desaparecidas hasta ahora y me despido con la mano, entregándole el casco de la moto.

- ¿Sigue en pie?

- ¿Cómo dices?

-Me dijiste que me lo pagarías. ¿Sigue en pie pagarme?

- ¡Oh, sí, disculpa! ¡Qué tonta soy! Te pago ahora mismo... -Rebusco en el bolso la cartera. En verdad, sí que soy tonta, pero de remate. ¿En qué estaba pensando? -Sólo tengo cinco euros, pero si te pasas mañana, te doy lo que me digas, por el favor y la gasolina.

-Una cena, ¿te parece bien?

Me quedo con el billete de cinco euros colgando en mi mano. No lo coge, ni siquiera lo mira.

-Oye... perdona si me he expresado mal. Yo pensaba darte dinero por el favor.

-No necesito que me des dinero.
¿Cenarías conmigo? Hago una pasta con tomate increíble.

-Mira... no te lo tomes a mal... pero...

-Soy muy joven ¿no?

-Pues sí. Eres demasiado joven. Mi hijo me está esperando. Gracias de nuevo por traerme. Me has salvado la vida.

Lo digo, mientras abro la puerta del portal y entro, como alma que lleva el diablo. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué acaba de pasar? Me río de mí misma, mientras subo corriendo las escaleras.

- ¡MAMIIIIII! ¡PAPIIIIIIII! ¡MAMÁ!

Escucho los gritos y el llanto de mi bebesaurus Rex antes de entrar en casa. Ésta, es una crisis de las más gordas y no he estado aquí para calmarlo.

Voy corriendo a su habitación. Clara, está abrazándolo y el sentimiento de culpa se apodera de mi pecho. ¿Por qué tuve que salir? Lo primero y más importante es mi hijo. Se me rompe el alma al verle tan nervioso, con su cara llena de lágrimas y mocos.

Corro a abrazarle.

He metido la pata hasta el fondo. ¿A qué clase de persona se le ocurre dejar a su pequeño con una niñera, para ir a hacer el ridículo con sus amigas cuarentonas?

Me odio durante un momento, pero enseguida, aparto ese pensamiento, ya tendré tiempo de castigarme más tarde. Ahora, Álex me necesita. Me tumbo con él en la cama y le acurruco contra mi pecho, dejándole sacar el estrés y sus miedos, mientras yo sólo puedo acompañarlo.

-Ya está mi amor. Mamá está aquí. Ssssh. No pasa nada, mi vida.

Le acuno entre mis brazos y me despido de Clara. Le doy las gracias y, cuando por fin se queda dormido de nuevo, a solas, me permito llorar en silencio, para que mi pequeño dinobaby no me vea.

Despierto en la cama del niño, con un dolor de espalda, que no es ni medio normal. Es sábado y no tengo que ir a trabajar, así que aprovecho a cerrar cinco minutitos más los ojos.

Cuando me quiero dar cuenta, ha pasado una hora. Ahora voy con el tiempo pegado al culo, para preparar a Álex antes de que llegue su padre. A mi cabeza llegan los retazos de la noche anterior, las locas de mis amigas, el vecino, su propuesta... y soy incapaz de borrar la sonrisa de mis labios. ¿En serio le quité el limón de la boca? Estoy como una cabra loca.

Me levanto, doy un beso en los rizos castaños de mi chiquitín y le arropo. Aún queda un rato para que venga su padre a recogerlo. Pasarán juntos todo el día y quizá, con un poquito de suerte le convenza, para que mande a su novia a freír espárragos esta noche y se quede con él. Necesito dormir y descansar al menos cuatro horas seguidas.

Es sorprendente, lo que cambian las personas. Pablo jamás quiso ir al cine o a ver una obra de teatro o un concierto. Prefería pasar el día trabajando en casa. Siempre pegado al ordenador o al móvil.
Ahora, no paraba de hacer cosas divertidas, que decía odiar.

Sí, lo sé, soy una masoquista siguiendo sus actividades por las redes sociales. ¿Desde cuándo éste hombre tenia Facebook? Recuerdo sus palabras literales, cuando le pedí que se creara un perfil para jugar al Candy Crush en línea o simplemente enviarnos post graciosos.

<<¿Por qué iba a querer hacerme un perfil en Facebook? Es la gilipollez más grande y un claro ejemplo, de la estúpida necesidad que tiene el mundo, de tener sus cinco minutos de atención>>.

¡Pues bien que ahora tenía uno...! Con miles de fotos estúpidas.
Él, tomándose un café con su novia sentada sobre sus piernas, él, paseando de la mano de ella, él, sonriendo como un bobo, ella, tumbada en la cama de alguna habitación de hotel... En fin, me gusta el regocijo en mi miseria. ¿Qué le voy a hacer?

Hubo un tiempo que no parábamos en casa ni un segundo, pero con el nacimiento de Álex, todo cambió. Se encerró en sí mismo y no había forma de organizar un plan en familia.

No es que no quiera a su hijo. Todo lo contrario, le adora, pero supongo que las personas son así. Quizá el problema era que ya no disfrutábamos de tiempo en pareja, o que estábamos tan cómodos en nuestras rutinas, que la llama se fue apagando.

Supongo que las señales estaban ahí y no quise verlas, hasta que fue demasiado tarde.

- ¡Mami! ¡mamiiiiii! ¡Hoy viene papi!

Mi amor ya se ha levantado con una energía brutal. Pongo el desayuno en la mesa y le beso en su preciosa carita feliz. Las pesadillas nocturnas, han desaparecido.

-Sí, ¡qué suerte! Desayuna para tener energía. Me ha dicho un pajarito que hoy váis al zoo.

- ¿Al zoo? ¿Otra vez? Pero allí los animales están encerrados. Quiero ir al parque de los patos.

-Bueno, cariño, papá ha preparado ese plan para vosotros dos. Seguro que luego te lleva al parque de los patos.

Sonrío a mi niño. La verdad es que no es la primera vez que se queja por ir al zoo. No le gusta ver a los animales en jaulas y le entiendo. Su padre, parece no comprenderlo, así que una vez al mes, le toca ir al zoo.

Sonia es la novia de Pablo... ¡Joder! Es tan difícil decirlo... "novia de Pablo". Mi exmarido, el hombre con el que me casé, mi novio desde los veintisiete años...

Sólo han pasado seis meses desde que se fue de casa y me resulta muy complicado estar bien. Delante de Álex, trato de que todo sea normal, pero, sinceramente, estoy deseando echarme a llorar y dejarme llevar por la depresión.

Abro la puerta cuando llaman y el peque sale corriendo a recibir a su amado progenitor.

- ¡Papi! ¡Papi! ¡Mami, papá está aquí!

Pobre mío, le echa tanto de menos... le echamos tanto de menos, que yo también me emociono más de lo que me gustaría, cuando aparece con esa sonrisa de galán de telenovela.

Siempre pensé que tendría futuro en televisión... ¡Basta ya Raquel!

Trato de sonreír, aunque lo que quiero es decirle todo lo que se me pasa por la cabeza, tanto bueno, como malo. Sobretodo, después de ver la última foto que ha colgado en la red. Él, sujetando un ramo de flores con la frase: "hoy puede que sea el día más feliz de mi vida".
¿En serio?

- ¡Hola, campeón! ¿Ya estás preparado?

- ¡Sííí!

-Vamos, coge tus cosas. Tengo que hablar con mamá.

- ¿Es que vas a volver a casa? ¿Eso es lo que vas a decirle? Mami y yo queremos que te quedes...

-Venga, capitán pirata, coge la mochila. -Le digo, ansiosa por lo que mi ex tiene que contarme. Quizá sea eso, quizá quiera volver a fin de cuentas. Pero... ¿Y el ramo de flores? La foto de Facebook... Vale... Creo que me estoy precipitando a sacar conclusiones antes de tiempo.

El niño sale corriendo a su habitación, loco de contento. Es tan inocente...

- ¿Quieres un café? -Pregunto, tan nerviosa como mi hijo.

-No, gracias. Sonia está esperando abajo y voy con prisa.

¿Sonia? ¿Abajo? Pero ¿Abajo, abajo? O sea... ¿En mi casa? ¿En su coche? Hay Dios, que yo le mato.
Y ahora veréis porqué.

En tres, dos, uno...

- ¿CÓMO? ¿Sonia? ¿¡Qué está haciendo esa persona aquí!?

De verdad, prometo que ahora mismo doy miedo, porque no me puedo creer que este idiota, le vaya a presentar a nuestro hijo a su novia.

-No armes un numerito. Le prometí pasar el fin de semana juntos y creo que sería bueno que la conozca como una amiga.

- ¡No! ¡Claro que no! ¡No! ¿Estás loco? ¡Ni de broma! No va a entenderlo. Es muy pequeño y quedamos en no presentarle a nadie. ¿Qué se te pasa por la cabeza? -Y aquí viene mamá oso... -¡Mi hijo no va a irse contigo, mientras esa, señora, esté ahí abajo! ¡Y no me mires así que de lo único que me dan ganas es de...!

-Raquel, estás haciendo una montaña de un grano de arena.

- ¿En serio? ¿Cómo tienes la poca vergüenza de decirme eso? No vas a llevártelo con ella. ¡Y PUNTO!

Así se hace Raquel. Demuestra quien manda aquí. Mami uno - Padre descerebrado cero.

-No empieces. Porque sabes que...

- ¡Ya estoy listo!

Miro a mi ex echando rayos y culebras por los ojos, sin poder decir las barbaridades que quiero; luego, miro a mi pequeño rayito de sol tan feliz por irse con su papi y entonces, tragándome todas las emociones, la mala leche que se me ha puesto y pensando en que la palabra "copón" se me queda corta, al final, doy mi brazo a torcer. El rayito de sol se va con su padre y la novia de éste y yo me quedo rumiando toda la ponzoña que soy capaz de crear con solo imaginarme a los tres juntos, pasando el día, como una familia feliz.

-Ya hablaremos. - Digo entre dientes.

-Ya hablaremos. -Repite con el triunfo de haber ganado la pelea y se larga.

Te juro que le mataría. Me ha hecho una encerrona y no puedo hacer otra cosa que besar a mi pequeño y despedirle con un fuerte abrazo.

Siento celos, mi corazón se me va a salir del pecho. Está claro que si llego a saber lo que tenía planeado, no habría dejado que se lo llevara.

Cierro la puerta y me quedo de pie, pensando y pensando que mi bebé va a conocer a... esa mujer... Y ¿qué hace una en estos casos? ¡Exacto! Hablar a sus amigas.

Pam:
Pero qué cabronazo. Tiempo le ha faltado.

Las he escrito. En verdad, necesito estar sola, pero sé que va a ser peor. La ira se va consumiendo con cada cucharada de helado de chocolate, para dar paso a la tristeza y al dolor más absoluto y desgarrador. Si dejo que todas esas emociones negativas se queden en mi interior, voy a acabar echa un trapo.

Lourdes:
Yo opino que deberías hacer lo mismo. Busca a alguien y que se muera de celos.

Pam:
Sí, ¡que sufra!

Yo:
¿Cómo voy a darle celos? Ni siquiera quiero eso. Sólo quiero que deje de manipulárme. ¡Y qué no juegue con Álex!

Lourdes:
Eres demasiado buena con ese cerdo.

Yo:
Es mi marido.

Pam:
Tu EXMARIDO.

Yo:
Bueno. El padre de Álex.

Contesto exasperada por la conversación de besugos que estamos teniendo.

Pam:
¿Y? Charles Manson, también fue un devoto padre y míralo, asesino en serie.

Yo:
No puedes comparar a Pablo con un asesino... No tiene sentido...

Por fin, Lourdes cambia de conversación. Van a volverme loca a este paso.

Lourdes:
¿Tarde de chicas?

Pam:
Hoy lo tengo imposible. Miguelón ha comprado entradas para ver Trolls 2 con las niñas.

Yo:
Y yo necesito descansar... Os lo agradezco chicas.

Sé que Lourdes necesita salir y despejarse, pero de verdad, estoy echa una caca. Quiero dormir y no hacer, ni pensar en nada.

Lourdes:
Pues llamanos si necesitas algo. Te queremos guerrera.

Y... Aquí llega el mensaje de Pam, el que ya se estaba haciendo esperar.

Pam:
¿Qué pasa? ¿Es que nadie va a preguntar qué pasó con el bombón anoche? Salió detrás de tí, en cuanto te fuiste... ¿No le tendrás atado en la cama? ¿No? Porque me molestaría mucho si estás escondiendo datos importantes.

Pongo los ojos en blanco.

Yo:
No tengo a nadie prisionero. Me hizo el favor de llevarme a casa. Nada más.

Pam:
¿Le diste un beso de agradecimiento? ¿Quizá un poquito de sexo en el ascensor?

Yo:
¿Estás loca? ¡No! Es un crío. No pasó nada. Nos despedimos y me fui a casa.

Pam:
Eres la mujer más aburrida y casta que conozco.

Lourdes:
Es verdad, Raquel, ese yogurín estaba pidiendo sexo a gritos.

Yo:
Pues yo no le escuché gritar nada y además, ¡ES-UN-NIÑO!

Pam:
Un niño muuuuuuuy sexy y mayor de edad.

Yo:
Sois muy pesadas ¿Lo sabíais?

Lanzo el móvil sobre la mesa, porque apagarlo no puedo, por si llama Álex, pero no será por falta de ganas.

¡Estoy yo para andar de jueguitos con un veinteañero!

En verdad y pensándolo fríamente, tengo suerte de tener unas amigas así de geniales. A veces resultan un poco intensas, pero son grandes personas que siempre están ahí, para lo bueno y lo malo.

Decido darme una ducha rápida y pido comida china. Hoy no pienso hacer nada. Me lo merezco, además estoy de resaca y Álex está con su padre y esa... ¡agggh! no quiero pensarlo. Por que me hierve la sangre.

Me meto bajo la ducha y dejo que el agua caliente despeje mi mente y entonces, pienso en mi vecino, el yogurín, que está como un queso. Alto, musculoso, guapo a rabiar... ¡Lo tiene todo! y sí, sé que está mal pensar en él de esa manera, porque es un crío comparado conmigo y, porque el alcohol puede hacer que se malinterpreten las palabras y los hechos.

Aún así, lo que piense en mi intimidad, no le hace daño a nadie, así que salgo de la ducha más sofocada de lo que me gustaría, busco en el cajón secreto y saco a Tom Cruise del fondo. Sí, es patético, pero cuando Pablo me dejó, mis amigas me regalaron un juguetito sexual, y me obligaron a ponerle nombre. No lo pensé ni un segundo. Tom Cruise, ha estado en ese cajón desde entonces, pero hoy, me apetece relajarme.

Me tumbo en la cama y lo enciendo.

-Raquel... ¿Que diablos estás haciendo?

Cuando comienza a vibrar y moverse, me parto de risa. Lo tiro sobre la cama y lo miro, danzando como un pez fuera del agua. ¡Sólo le falta música y luces! Vuelvo a reírme nerviosa. No soy virgen, lo sé, pero... ¡copón! Nunca había tenido un pene de plástico entre las manos y mucho menos, entre las piernas.

-Bien... No nos conocemos, así que me presento... soy Raquel una divorciada de treinta y siete años, con la vida sexual de una monja de clausura de noventa años.

Me muerdo el labio y pienso que, cualquiera que me vea hablándole a un consolador de plástico, pensaría que me he vuelto loca.

Me tumbo sobre la cama, al lado de Tom Cruise y miro al techo. Sujeto el juguete con la mano, le miro y enseguida pienso en Tercero A.

Imagino cuantos tatuajes debe tener y como la fina camiseta se le ajustaba a sus músculos, su cintura y el trasero perfecto, que le marcaban los vaqueros negros. Una tentación digna de contemplar.

Juego con mi cuerpo y el consolador, dándome el placer que hace tiempo no tengo. Viajo por su mirada ardiente y esa sonrisa que quita el sentido. Imagino como saben sus besos y el tacto de sus manos en mi piel.

Me excito solo de recordar su mano apoyada en la parte baja de mi espalda y en como lamió el dorso de mi mano para, luego, depositar un poquito de sal en ella. Todo eso, sin quitar sus intensos ojos de los míos.

Me enciendo como una adolescente en su primera vez. Con Pablo, fue horrible, ninguno tenía experiencia y casi nos pillan sus padres en plena faena... Aparto ese recuerdo de mi cabeza y me concentro en llegar al centro de mi placer.

Estoy a punto, cuando llaman a la puerta.

-¡Mierda! Que sentido de la oportunidad tiene quien sea.

Me pongo en pie tan rápido que me sorprendo a mí misma. Lanzo el vibrador dentro del cajón de la cómoda, con un sentimiento de culpabilidad que no debería existir, me pongo una camiseta larga y las bragas de "no estoy de humor para recibir visitas" y salgo corriendo.

- ¡Ya voy!

Abro la puerta aún encendida por la sesión de sexo-a-medias, que acabo de mantener con Tom Cruise. No he acabado y aún siento el calentón por todo mi cuerpo.

Mi idea es coger la comida china y terminar lo que empecé, pero...

- ¡Oh, Dios mío! ¡Mamá! ¿Qué haces aquí?

-Hola mi amor. ¿Estás ocupada?

Me mira de arriba a abajo con una expresión que no logro descifrar. Puede que piense, "mírala que aún no se ha despertado" o " ésta tiene a un maromo en la habitación". Creo que piensa lo segundo.

-No, acabo de ducharme. Pasa, pasa, ¿y papá?

-Buscando el tesoro de no sé qué...

- ¿Un tesoro?

-El juego ese de ordenador. ¡Me tiene frita! ¿De verdad que no interrumpo?

Asoma la cabeza por encima de mi hombro, como si de la nada fuese a aparecer alguien. Quiero a mi madre, la quiero a más no poder, pero éste, no es buen momento por muchas razones. La primera, me siento una perdedora idiota que ha dejado a su hijo de seis años conocer a la novia de su padre. La segunda, estaba masturbándome pensando en un jovencito de ojos penetrantes y ¡Ufff! ¡Raquel, no pienses más!

-Mamá. Me encanta que vengas de visita, pero avísame, por lo que más quieras.

-Bueno, bueno, veo que no es un buen día. Sólo venía a traerte un cocido y lasaña, que aprovechando que hoy hemos quedado las chicas, pues he pensado "a ver si veo a mi nieto y a mi hija, que está muy delgada, más de lo normal y ya apenas me llama por teléfono." -Pongo los ojos en blanco y recibo una cachetada en la mano como toda respuesta. -No hagas eso, sabes que no me gusta. ¡Por cierto! ¡No sabes lo que nos ha pasado con las del grupo "las Floritas", pues es que, estábamos en la casa del jubilado y nos han retado a un duelo.

- ¿Un duelo?

-De baile. Y hemos dicho: pues ¿porqué no? Total, las Floritas son más viejas que Matusalén, ¡van a comerse el polvo!

¡Dioooooos! ¡Mi madre y sus amigas son unas pandilleras. Me río, por que a sus sesenta y siete años, parece más joven que yo. Mi madre es la caña, más toledana que Islandesa. Ella lo dice siempre "Islandia es mágica, pero mi Toledo del alma que no me lo cambien por nada. A ver que iba a hacer tu padre si me voy a mi tierra".

-Mamá, te agradezco la visita pero, soy mayorcita y sé cuidarme sola.

-Lo sé, mi vida, pero mírate... ¿Desde cuando no comes en condiciones? Sé que aún no has superado al innombrable, pero tienes que cuidarte.

En casa, le llamamos "el innombrable", porque nos ha hecho mucho daño. Pablo era muy querido en mi familia y fue un golpe muy duro para todos. Sobretodo para papá, que le quería como a un hijo.

Guardo la comida en el frigorífico y miro a mi madre. No quiero que se preocupe por mí, quiero que viva tranquila, por lo que dibujo una enorme sonrisa, y la abrazo.

-Sé que me estás echando. Así que me voy. A ver si consigo mover a tu santo padre de casa. Hay una exposición de arte en el centro del pueblo.

-Mucha suerte.

Papá odia las exposiciones y más si son de arte. Así que imagino que la tocará ir con alguna amiga.

Vuelvo a abrazarla y besarla.

¡Por fin sola!, pero no. De nuevo llaman a la puerta. Resoplo y abro, deseando poder estar tranquila ¡Por fin mi comida! Pago al repartidor y me siento a devorar los tallarines y el cerdo agridulce. Normalmente, no puedo disfrutar de este manjar, ya que procuro darle una dieta equilibrada a Álex. Ya tendrá tiempo de comer procesados.

Estoy a punto de meterme un trozo de cerdo agridulce a la boca, cuando llaman de nuevo a la puerta.

¡Copón!

-Mamá ¿Qué se te ha olvidado ahora?

-Hola, Primero B.

¡Oh, my God!

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