Parada inoportuna = Prostitutas y multas.

Me preparo en quince minutos, total, no tengo ganas de nada. Voy a buscar a mis amigas con mi Fiat Panda y nos vamos de fiesta, a mover el esqueleto. Puede que al principio no tuviera ganas, pero según va pasando la noche y sin tener que preocuparme en volver a casa con Álex, me suelto la melena y bebo.

Bebo y bebo.

- ¡Oye tú! para el carro, que te toca conducir a tí.

Lo dice la que nunca bebe cuando le toca...

-Pero si voy bien. Sólo han sido un par de gin tonics.

- ¿Qué vas bien? Vas como unas maracas, bonita. -Suelta la otra, que se ha tomado cinco cubatas.

- ¿Qué va a pasar, si vivimos a quince minutos?

-Por si acaso, deja ese vaso y vamos a darle marcha a éste sitio.

Estamos en un club del centro, esta vez, parece que todos tenemos la misma edad. Me tranquiliza saber que no voy a encontrarme con el yogurín. Al menos... Esta noche y después de lo que ha pasado esta tarde.

-Bueno, bueno, bueno ¿No tienes nada que contarnos cacho pendón?

Las dos, se giran hacia mí, escrutándome con la mirada.

- ¿Yo? - Me señalo con el dedo de forma exagerada, poniendo cara de sorpresa, tratando de parecer inocente de lo que sea que se me acusa.

-Sí, claro, tú. Queremos detalles.

-Ya sabéis la historia, Clara me llamó y mi vecino...

-Querrás decir "el yogurín mazado" Madre mía... ¡Estaba como un tren!

Pam me arranca una carcajada, porque no se equivoca en nada. El yogurín mazado, es un buen apodo, que le va como anillo al dedo.

- Sí, sí, ¡como un tren de mercancías!

Responde Lourdes, que se ha acercado más a mí, metiendo presión, con su mirada intensa, escudriñando en mi cara, para ver si consigue sacar más información.

- ¡Deja ya de hacer eso! Mi vecino, se ofreció a llevarme a casa, me dejó en la puerta y le dije adiós con la mano. Punto y final.

- ¡Ya, y nos chupamos el dedo!

-Chupaos lo que queráis -Las dejo con miles de millones de preguntas sin responder, mientras me alejo hacia la pista de baile. No tengo ganas de dar explicaciones respecto a lo que hago en mi vida privada y aunque soy consciente que no van a juzgarme, en el fondo, sé que hago bien en no contar nada. Primero, porque no me dejarían tranquila en toda la noche y segundo, porque ni yo misma sé lo que ha pasado. - ¡Oh, ésta canción me encanta! -Bueno... sí lo sé, pero no me lo creo aún.

Me escabullo con la sonrisa triunfal de haber ganado la batalla. Pienso en lo que ha pasado, hace tan solo unas horas, con tercero A y sonrío. Puedo parecer una imbécil, ilusionada, soy consciente de ello.

Mis amigas se reúnen conmigo en el centro de la pista de baile y sin dejar de mirarme, les cambia la cara por completo.

- ¡Eh, para el carro! ¡Tú has follado!

- ¿Pero qué dices, Lourdes?

-Sí, sí. Mírate, pareces otra. Ya sabía yo que algo pasaba en cuanto te he visto... ¿Cómo es en la cama?

Sigue la otra, que se cruza de brazos con cara de te vas a cagar, bonita, por no habernos dicho nada antes.

Pongo los ojos en blanco. Son muy pesaditas.

-He estrenado a Tom Cruise. ¿Contentas?

- ¡Por algo se empieza! Pero, vamos, que necesitas un maromo para que se te quite esa cara de recién divorciada que llevas.

- ¡Ya está bien! ¿No? Dejadlo de una vez. ¿Y qué, si no quiero follar con otro tío, jamás? ¡Copón! Qué cansinas.

Parece que por ahora van a dejar el tema, aunque de vez en cuando me miran dudosas. ¿Tanto se me nota? Pero si sólo nos hemos dado unos cuantos besos, que sabían a gloria bendita y su mano, sus caricias... ¡Ay su mano! No sé cómo estaría o dónde, si no le hubieran llamado por teléfono.

¡Dios! Tengo que aprender a mentir mejor.

Suena la canción de Perro fiel, de Shakira y las tres gritamos, mientras bailamos sin parar. Una canción tras otra, va llegando la hora de volver a casa.

Nos subimos en mi coche y comienza el espectáculo. Mis amadas amigas, van como cubas. Yo voy bien, ya que he dejado de beber alcohol y me he lanzado a los zumos, así que me veo capaz de conducir de forma segura.

Las locas infernales, nombre que se ganan a pulso, llevan la fiesta metida en el cuerpo. Pam, que se ha sentado en el asiento del copiloto, no deja de subir el volumen de la radio y a cambiar el dial cada dos segundos y yo, no dejo de darla manotazos para que se esté quieta. Necesito concentración o nos vamos a dar una buena leche con el coche.

Lourdes, en el asiento trasero, canta a pleno pulmón y baila sin control, Pam la imita y yo quiero parar el coche y dejarlas en la carretera. De verdad que estoy a punto de hacerlo.

En medio de la fiesta, me confundo de salida y acabamos dando vueltas por un polígono industrial, frecuentado por prostitutas. ¡Genial! Esta noche va a peor.

- ¡¡Para, para, para!!

Los gritos histéricos de Pamela en mi tímpano, me asustan y doy un volantazo, preocupada, por si le pasa algo.

-¿Qué, qué pasa? ¿Estás bien?

-¡¡Que me hago pis!!

- ¡¡Yo también me estoy meando!!

- ¡Joder! - Las mató. Juro que voy a matarlas. A las dos. Ningún juez me condenaría si lo hago.

- ¡Se me está escapando!

Grita la de atrás en mi oído derecho, la muy cabrona.

- ¿No podéis aguantar? ¡Aquí no hay nada!

Se ríen a pleno pulmón, mientras siguen gritando que se mean. Solo tengo una opción, si no quiero que la líen en el coche, tengo que parar.

Freno, enciendo los warning y dejo que bajen. Joder, con la tontería, yo también me meo.

Miro a todos lados, para asegurarme que no hay nadie que pueda vernos. Hay unas mujeres a unos cuantos metros, pero no me importa.

-Vale, este es el plan. Bajamos, meamos y de vuelta al...

No termino la frase, cuando las dos salen corriendo. Es una estampa digna de contemplar. Juro que mañana las mato. A las dos.

- ¡Raqueeeeeeeeeeel! ¡Raqueeeeeeeeeeel! ¿Estás haciendo piiiiiiiiissssss?

Joder con la borracha de mi amiga. Termino de hacer mis necesidades y me acerco a ella. Se ha caído de culo, con los pantalones por los tobillos y las bragas por las rodillas.

-¡Mierda! ¡Espera, espera, espera...! yo te ayudo. ¡No, no, no...! ¡No pongas ahí la mano! ¡No me toques el...! brazo.

Se apoya en el charco que ha hecho y se queja, después, decide que se tiene que agarrarse a mí, para ponerse en pie. Mientras, Lourdes, se acerca a nosotras, pero se dobla sobre sí misma y vomita, apoyándose en una farola.

¡Esto es increíble! Manchada del barro con orina de Pamela y contando hasta cien mentalmente, grito a la otra, para que me escuche.

- ¡Lourdes, no te muevas de ahí! ¡Ya vamos!

Ayudo a mi amiga a ponerse en pie, intentando que no me tire al suelo. ¡Vaya estampa! Y cuando lo conseguimos, me vomita encima, poniéndome perdida la camiseta.

- ¡Joder, Pam! ¡Qué asco, por Dios!

Mi paciencia ha decidido desaparecer y puedo confirmar, que está siendo una noche horrible. No veo la hora de llegar a casa.

-Buenas noches, señoritas.

La voz de un hombre me sorprende. ¿Y ahora éste, qué quiere? ¡Me cago en la leche! ¿No ve que no es el mejor momento para molestar?

Una linterna me alumbra a los ojos directamente.

- ¿Buenas noches? ¿Te parece que están siendo buenas noches? ¿Y, puedes meterte la linterna por dónde te quepa? ¡Copón, que el imbécil va a dejarme ciega!

El hombre, aparta la luz de mis ojos.
¡No, si al final le tengo que dar las gracias y todo! ¿Por qué leches no se larga?

-Raquel...

- ¡Raquel! ¿¡Qué!?

-Que te calles...

- ¡¡No me da la gana!! Me estáis dando la noche y ahora, éste imbécil, que viene a tocar las narices. ¡Ya está bien, hombre! ¡Ya está bien!

- ¿Sabe que está prohibido ejercer la prostitución en este lugar? Van a tener que acompañarme.

- ¿Cómo dice? - ¡Espera un momento! ¿Pero, qué diablos?

- ¡Bieeeeen! ¿Vamos de paseo? ¡Vamos de paseo pí, pí, pí...! -Empieza a cantar la borracha de mi amiga.

- ¡En un auto feo, pi, pi, pi...! -Responde Lourdes partiéndose de risa, al lado de otro maromo vestido de uniforme de policía.

-Lo que me faltaba... -Tierra tragame. Acabo de hablarle mal a un policía. Miro a Lourdes que sigue cantando la canción infantil, a pleno pulmón, provocando la risa de la otra. El poli que está a su lado me quiere sonar de algo, pero está aún demasiado lejos y hay poca luz, mientras su compañero, nos acompaña hasta mi amiga, que ha vuelto a vomitar en medio de la canción.

Voy a matarlas, ahora sí que sí.

-Denme sus D.N.I.

Se lo entrego y siento que esta noche va a ser larga y desesperante. Si me toca dormir en el calabozo, ya pueden rezar todo lo que sepan éstas dos.

- ¿Raquel? - ¿En serio? ¿Pero qué... narices? ¡No puede ser peor! ¿Qué falta? ¿Un coche de payasos para terminar la velada?

- ¿La conoces? -Pregunta, sorprendido el uniformado.

-Es mi vecina.

¡Oh-Dios-mío! ¿Tercero A es poli? No me lo puedo creer. Esto es una pesadilla.

No sé dónde meterme. Mis amigas se lo están pasando en grande y yo quiero desaparecer.

¡Vaya MIERDA de noche!

-Si no estáis ejerciendo la prostitución, ¿qué hacéis aquí? -Demanda el policía que nos ha encontrado. Eso mismo me pregunto yo también... ¿Qué estamos haciendo aquí?

- ¡Anda mira, Raquel, tu vecino el buenorro! -Lanzo una mirada asesina a Pam, para que cierre el pico.

-Normal que hayas estrenado a Tom Cruise, seguro que pensando en él. ¡Qué cabrona! - ¡Joder! Ahora Lourdes se une a la fiesta. Estoy tratando de controlarme, ¡pero es que no puedo!

-Tom Cruise, es su juguetito... ya sabéis... un consolador de 18 centímetros, con vibración, que la regalamos, cuando el cara de culo de su ex... y... - ¡Ya está, voy a matarlas!

- ¡Pamela Fernández! ¡Basta ya! -Tierra, por lo que más quieras, trágame ya. Miro al policía, tratando de ignorar a Cristian, porque ya no sé ni dónde esconderme de la humillación.

Mientras tanto, Lourdes, casi se cae al suelo de la risa, pero el hombre, con cara de no creer lo que está pasando, la sujeta, antes de que ocurra una desgracia. Pam, que se ha unido a la torpeza más absoluta, también trastabillar y se agarra con fuerza al brazo de éste, casi haciendo que se caigan los tres y yo quiero morir.

- ¿Y tú cómo te llamas, cuerpazo? Ponme las esposas que yo me dejo.

-Si Miguel te escuchara... -Replico, enfadada, cansada y avergonzada.

-Pero ¿Les has visto bien? ¡Olé el cuerpo de policía Nacional!

Las dos se ríen. Mañana pienso contarles todo ésto, a ver si las hace tanta gracia.

Los dos policías, me miran a mí, algo colorados, saben que soy la que mejor va de las tres. ¡Normal, si es que no se puede con dos brujas pasadas de alcohol!

Me encojo de hombros y sonrío. Sólo puedo decir la verdad y acabar de una vez.

A todo ésto, llega otro coche patrulla, con las luces encendidas. ¡Estupendo!

Los dos se bajan del coche y saludan a sus compañeros, aunque no intervienen. Parece el programa de televisión de "Alerta policía", ¿dónde están las cámaras?

-Mire usted... nosotras, no somos putas, hemos parado el coche aquí, porque...

- ¡Puta NO lo serás tú, bonita!

-Pero zorrón, sí.

Las dos se ríen, les parece gracioso. Mi vecino el poli, su compañero y los otros dos, me miran aguantando la risa a duras penas y yo ya no sé dónde meterme.

-Van a tener que acompañarnos a comisaría y aclarar todo ésto.

Tercero A, está a punto de explotar de la risa, cuando su compañero nos amenaza y yo, que soy así de teatral y peliculero, ya me veo entre rejas por culpa de la fiesta que llevan mis amigas.

¡Qué divertido!

Los que acaban de llegar, se parten de risa también. Estoy harta. Tengo las boca seca, las manos me tiemblan y estoy llena de vómito.

Esta situación me sobrepasa. Necesito respirar. Necesito... Necesito...

-Necesito apoyarme en la farola o me voy a caer aquí mismo.

Digo sudando y temblando como una hoja, mientras me doy aire con la mano.

-No se cansa de trabajar ¿eh?

- ¿Cómo dice?

-Lo siento, pero no puede moverse de aquí, hasta que comprobemos sus datos y su historia. Quédese quieta.

-Insisto en que se trata de un error. Yo soy maestra, ella es ama de casa y la loca pelirroja, es contable. Puede verificar mi historia. -Miro a mi vecino, buscando un ápice de clemencia, pero es que se lo está pasando tan bien, que apenas interviene.

-En eso estamos, señora.

- ¡Uy, lo que te ha dicho!

-Ja, ja, ja, ¡Te ha llamado señora! Ja, ja, ja. ¡Señor agente, señor agente!, ésta, de señora, tiene poco. Ja, ja, ja.

Resoplo y me armo de paciencia.

- ¿Y van a tardar mucho? Quisiera irme a casa ¿Sabe? -Pregunto al policía, ignorando a las borrachas y a mi vecino, que de ayuda, no me sirve. ¡Tierra ábrete y hazme desaparecer, ahora, te lo pido por segunda vez!

-Lo que sea necesario.

- ¡Genial!

-Señorita... -Lourdes y Pamela vuelven a reírse, doblándose sobre sí mismas y repitiendo que yo, de señorita, tengo bien poco. -Enseguida podrán irse a casa. -Cristian, trata de tranquilizarme, pero es que yo ya no puedo más. Menos, cuando ambos sabemos que hemos estado a punto de acostarnos.

- ¡Eh, cuerpo!, llévame a la parte de atrás del coche de policía y te canto hasta la Traviata. -Lourdes se engancha en el brazo del tío borde que no nos deja marchar.

-Lourdes, ¡por Dios!

Todos parecen pasarlo en grande, menos yo.

- ¡Yo me pido al yogurín del tequila!

Pam se acerca a Cristian y hace lo mismo.

- ¡No boba! Ese es de Raquel.

-Pero compartimos. Que se ponga en medio y hacemos un sándwich.

-De verdad. Quiero llevarlas a casa y morir de vergüenza. ¿No es éste suficiente castigo ya?

Pasan unos minutos, que se me hacen eternos. Entre mis amigas borrachas y graciosas, Tercero A, que no deja de mirarme con una medio sonrisa en los labios y los demás policías, pasando un rato de lo más entretenido ¡Oye! que solo les falta las palomitas.

Alguien dice algo a través del walkie del que nos ha detenido y por fin, nos dejan marchar.

-Veréis cuando se enteren vuestros maridos.

-Yo no estoy casada...

-Como si lo estuvieras. Meteros en el coche ya y tranquilitas.

Recupero los D.N.I. y me subo en mi coche, resoplando por el mal rato que he pasado.

Cristian, se apoya en el capó. ¡Encima chulo! Ya nos podía haber echado un cable... pero no... además, verle en traje de faena me está poniendo a mil por hora y no me deja pensar con claridad.

-Buena juerga, ¿eh?

-Juerga la que os habéis montado a nuestra costa.

-Venga, Primero B, no te enfades. Teníamos que verificar los datos.

Le fulmino con la mirada, no tengo el horno para bollos y mucho menos para cachondeo.

-Sí, ya, claro...

-Es nuestro trabajo.

Sonríe y me derrite el estómago. Recuerdo lo que hemos hecho y lo que hemos estado a punto de hacer, de nuevo y me pongo colorada como un tomate.

- ¿Te veo cuando acabe el turno?

-La noche está siendo muy larga. Buenas noches. -Por si nadie lo pilla, acabo de decirle NO.

Me señala la señal para minusválidos, en la que he estacionado el coche. ¿En serio?

-Por orinar en la vía pública. -Salta el otro por detrás, explicando a qué se debe el papelito de las narices que lleva en la mano.

-Buenas noches, señoras.

Me dan ganas de decirle, <<buenas noches, tu puta madre>> pero decido que mejor me callo.

Cristian, me mira intensamente y me guiña un ojo, mientras su compañero me hace entrega del papelito de la dichosa multa, con guasa.

-Señorita.

Arranco y salgo de allí, con los nervios consumiendo mis entrañas, sin siquiera despedirme.

¡Qué le den!

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