Mi vecino el poli y una pedida de mano.
Los nervios, me hacen reír a carcajadas. Esto a quien se lo cuente, no se lo cree.
En verdad, el alcohol es quien ha hablado por ellas, no eran conscientes de lo que estaba pasando y encima, están tratando de hacerme olvidar a mi ex. Creo que no debería ser tan dura con las petardas de mis amigas. Pero ¡Eso sí! La multa, la pagamos entre todas.
-Os quiero, chicas.
Por toda contestación recibo dos ronquidos. ¡Serán cabronas!
Las dejo en sus respectivas casas, como dos angelitos, que no han roto un plato en su vida, aunque hoy, se hayan quedado bien a gusto. Todavía no puedo quitarme de la cabeza lo que acaba de pasar.
¡Nos han confundido con prostitutas y para colmo, mi vecino, no ha movido un dedo para aclarar el malentendido!
Supongo, que tampoco sabía a que me dedico. Podría haber sido una y no haberle dicho nada. En fin. Que en cuanto llego a casa, me doy una ducha, para quitarme el vómito reseco de encima y me pongo cómoda. Sólo quiero pasar página y olvidarlo.
Son las seis de la mañana y suspiro, solo de pensar que en unas horas, Álex entrará por la puerta, como un huracán, me duelen hasta las pestañas. ¿Por qué me pasan éstas cosas a mí? Si no fuese por la dichosa parada, llevaría un buen rato durmiendo en mi cama.
Necesito dormir, al menos, un par de horas, y cuando estoy a punto de dejarme llevar por Morfeo, llaman a la puerta.
-No... No puede ser...
Me arrastro y abro sin siquiera preguntar quién es. Ya sé quien llama y tengo ganas de decirle un par de cosas, ahora que mis amigas no están, para soltar alguna perlita de las suyas.
-Buenos días, profe.
Tiene una gran sonrisa dibujada en los labios, que le da un brillo especial a los ojos. ¡Pero sigo enfadada!
- ¡Ah, eres tú!
No abro la puerta más de lo necesario, porque NO le estoy invitando a entrar.
Pone delante de mis narices una bolsa de churros y porras con chocolate. Se me hace la boca agua. Me mira, me mira, me mira y saca un churro del paquete, para, acto seguido, metérselo en la boca y saborearlo, haciendo más ruido orgásmico, que en una película pornográfica.
-¿Hay porras rellenas de crema?
-¿Quieres comprobarlo tú misma?
Ignoro la connotación sexual, porque creo que sólo está en mi calenturienta cabeza y que estoy desfasada son dormir.
Empiezo a salivar, como el perro de Paulov y tras pensarlo unos segundos, abro un poquito más la puerta, tratando de ignorar como le queda el uniforme a este chico. Parece una montaña de músculos, bueno, es que es una montaña de músculos... y tatuajes. ¡Raquel, para ya!
Me lanzo sobre la bolsa, buscando la porra rellena de crema.
- ¡Eh, aquí no hay nada con crema!
-Juego sucio. Si no, no me habrías abierto la puerta.
-Chico listo.
-Siento lo que ha pasado ésta noche. -Dice don <<te detengo porque quiero>>.
-Pues mira, sí, está bien que te disculpes. -Joder, con lo grande que es ésta ciudad y tenía que ser él.
Aún estoy molesta, por lo que ha pasado ésta noche.
-Y ¿crees que podría pasar para demostrarte mi arrepentimiento?
Se acerca más a la puerta, tiene ya medio cuerpo dentro de mi casa. Sé que estamos montando un numerito en medio del descansillo y que seguramente la vecina del C, esté observando todo por la mirilla. ¿Cuánto tiempo tardará en contárselo a mi madre y a todo el vecindario? Resoplo, abro la puerta del todo y dejo que pase.
No termino de cerrar, cuando se agacha y me planta un beso en el lado izquierdo de la cara y luego otro en el derecho. Sus besos son lentos y pausados, embriagándome con su particular olor. Un escalofrío recorre mi cuerpo, a la vez que mi piel, inevitablemente, se eriza. Su gesto y su roce despiertan mis sentidos, que acaban de sacar el escudo y se encuentran en alerta máxima.
-Empecemos de nuevo. Me llamo Cristian, vivo en el tercero A y soy Policía Nacional. -Le miro, con más sueño y cansancio que vergüenza. -Tu turno.
-Sabíais que no éramos prostitutas ¿Verdad? -Agacha la cabeza arrepentido, sin dejar de sonreír, ésta vez, mordiéndose el labio inferior.
-Sí.
- ¡Esto es el colmo! Es hora de irte.
Le señalo la puerta enfadada. Lo que nos han hecho pasar no tiene nombre. Y todo, por pasar un buen rato de risas.
-De verdad que lo siento mucho. Era la primera vez que hacíamos algo así...
- ¡Oh! ¡Me quedo más tranquila! ¿Os hizo mucha gracia detenernos y montar ese numerito?
-No, en un principio, hacíamos nuestro trabajo. Estabais orinando en la vía pública y con el coche mal estacionado, bebidas y siendo un peligro.
-Pues, con la multa teníamos suficiente.
-Ni siquiera os hicimos el control de alcoholemia. Lo que queríamos era hacer tiempo, para que se os pasara la borrachera.
-Os estuvisteis partiendo de risa a nuestra costa.
-No me dirás que no fue divertido... Mira, no quiero discutir. Sólo quería pedirte perdón. ¿Podemos desayunar ahora?
Lo cierto es que podría haber sido peor, pero pensar que nosotras, o en éste caso yo, que era la única cuerda, lo estaba pasando fatal por creer que nos habían confundido con putas, mientras ellos se reían y disfrutaban, me hace sentir impotente.
-No sé si quiero hablarte ahora.
-Sé como solucionarlo. Sólo dime cuándo vuelves a estar libre.
-Te llamaré. -Respondo, tratando de echarle de mi casa. Sabe que no voy a hacerlo, así que contraataca.
-No puedes estar enfadada toda la vida. Dame la oportunidad de compensarlo. A tí y a tus amigas.
-Hablaré con ellas, pero no prometo nada.
Cuando nos despedimos, me planta un piquito en la boca. Sonríe, porque me ha pillado desprevenida y cierro la puerta pensando que soy la mujer más patética del mundo.
Me gustaría poder contárselo a mis amigas, cotilleo fresco al cien por ciento, pero... uno, estarán durmiendo la mona y dos, mi hijo estará a punto de llegar.
Lo pienso y me pongo a temblar. ¿Cómo soy tan descuidada? O sea, podría aparecer en cualquier momento y encontrarse con Tercero A en el salón de casa. ¡No! Me moriría si eso pasara. Sobretodo, moriría si tengo que darle explicaciones a Pablo de, qué hace un chico tan joven, a las ocho de la mañana, en mi salón, vestido de policía, comiendo churros con chocolate.
¡¡¡Uffff!!! El uniforme le queda tan bien... ¡¡¡JODER QUE TONTA SOY!!!
Tengo que sacármelo de la cabeza como sea. No puedo seguir así. Soy una señora, madre de un niño de cinco años, divorciada y más perdida que un guiri en Madrid.
¡¡¡NO, NO Y NO!!! Tengo que dejar las cosas claras.
Como ya no voy a poder dormir, me pongo a limpiar. Me estoy volviendo paranoica y quiero borrar cualquier mínimo rastro de él. Necesito volver a mi normalidad. A mis días sosos y centrados en cosas triviales.
Lo pienso, mientras friego el suelo de la cocina. El tequila tuvo la culpa.
...
- ¡Mamiiiiiiiiii!
Abro la puerta y mi amor aparece corriendo con toda esa vitalidad que le caracteriza. Es superior a sus fuerzas no parar ni un segundo y se lo agradezco, ya que es lo que me ha permitido, hasta ahora, no hundirme en mi propia miseria.
- ¡Amooooor! Te he echado mucho de menos. -Le cojo en brazos y le beso mil veces, hasta que se queja por el monstruo de los mimos, mientras patalea para que le suelte.
Pablo, se encuentra enfrente de mí. Sin decir nada. Mirándome con reproche. -Tienes mala cara. ¿No has dormido?
Pongo los ojos en blanco. No hay necesidad de esto. Ya no. No tiene ningún derecho a criticar o juzgar ningún aspecto de mi vida.
Y... Aquí llega mi escueta explicación.
-Noche de chicas ¿Todo bien?
Hace una mueca, entre divertida e incrédula, pero no pregunta nada más. Sabe que no es de su incumbencia lo que haga con mi vida y en la intimidad. Aunque se muere por saber. Siempre fue un poco entrometido.
-Sí. Ha pasado buena noche. Solo despertó una vez, pero se durmió enseguida.
Hemos pensado en llevarle al psicólogo, bueno, yo he pensado en llevarle, pero Pablo cree que es algo innecesario. Así que tengo que ingeniar algo para que acepte y nada va a funcionar si cada vez que se lleva al niño a dormir, pasa buena noche. Ya me ha dicho que soy una exagerada y que el problema, quizá, sea mío después de todo. Me dan ganas de mandarlo a la mierda, pero no puedo. Necesitamos mantener una buena relación, por Álex.
-Oye... Cambiando de tema. Me parece estupendo, que tengas tu vida y seas feliz con Sonia, pero, te agradecería que, la próxima vez, me avises que no vas a estar sólo. No es bueno para el niño verte hoy con una y mañana, cuando te canses, con otra.
-Vamos a casarnos. Se lo pedí anoche, bueno, Alejandro se lo pidió por mi y aceptó.
¡¡¡¡¡CÓÓÓÓÓMOOOOO!!!!! ¿¡He escuchado bien!? Mi mala leche, se refleja a la perfección, creo que estoy convirtiéndome en Hulk, ahora mismo.
Sabe que acaba de cagarla a lo grande.
-Dime, que no me estás diciendo, que has utilizado a NUESTRO HIJO para declararte a ESA mujer. Pablo por la memoria de tu abuela y por tus padres. Jura que no le has dicho a MI HIJO que se declare por tí.
-Tranquilizate. El niño está bien. Alejandro se lo pasó bien. Han congeniado.
- ¿Qué han...? ¡Se llama Álex! ¡Á-L-E-X! ¿Tanto te cuesta? ¡Álex, Álex, Álex, Álex! Y vuelve a decirme que me tranquilice, que te juro que te arranco los ojos. ¡Eres la peor persona que conozco! ¿Eres consciente de lo que le has hecho? ¡¿Qué te pasa?!
Esa soy yo, perdiendo los nervios. Quiero gritar mucho más y tirarle algo a la cabeza, pero no, me contengo, por qué mi pequeño está en casa y tengo un dolor de cabeza monumental.
Entonces sucede. Me doy cuenta de lo que ha hecho, pero sobretodo, de lo que ha dicho. ¡Va a casarse con otra!
¡Oh, Dios mío! ¿Qué...? Algo dentro de mí se acaba de romper por completo.
No soy capaz de articular palabra, siento mi corazón roto en mil trocitos. Sé que no debería importarme. Ya no estamos juntos, pero sigo queriéndole.
Todos los sentimientos se arremolinan en mi interior, desconcertándome por completo.
Los celos me ciegan y el pensamiento lógico desaparece. Tan sólo puedo regocijarme en todo lo que vivímos y compartimos estando juntos. Pienso en los momentos privados que jamás imaginé, compartiría con otra persona y soy incapaz de soportar sus palabras.
El nudo en mi estómago, se acrecenta y sin poder evitarlo, vomito frente a él.
¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!
- ¿No estarás embarazada, no?
¡Yo le mato! ¿Cómo puede pensar eso?
-Oh, Dios... ¿En serio? No soy yo quien no sabe mantener a su amiguito dentro del pantalón. Y ahora. ¡Adiós! ¡Maldito imbécil!
Cierro la puerta en sus narices. Esto le va a cabrear mucho, pero vamos, no tanto como me cabrea a mí todo lo que me ha dicho. ¿Será...?
La semana pasa más lenta de lo que esperaba. Entre el fin de las clases, los preparativos de la fiesta de final de curso y la noticia de la repentina boda de mi ex, creo que estoy medio zombie.
He tratado de hablar con mi bebé sobre lo que pasó en casa de su padre y su respuesta es que la novia de papá es muy diver. ¿Qué sabrá un niño de cinco años lo que es diver o no? Vale, lo sabe... Pero ¡DIOS! Estoy que hecho chispas. ¿Cómo ha podido jugar así con su hijo? ¡El primer día que la conoce y le dice que se declare por él! En mi interior, le estoy llamando de todo lo malo que se me ocurre.
El WhatsApp de las chicas suena con el tono que decidimos poner, para saber que somos nosotras. <<Delchirri-delchirri-delchirri>>
Sí, lo sé, Pam se grabó gritando <<¡viva las chicas del chirri y la madre que las parió!>> y solo se grabo eso... <<delchirri>> Es tan ridículo, que nos hizo gracia y así se quedó.
Lourdes:
Mi marido me engaña.
Pam:
¿¡Qué dices, boba!?
Lourdes:
Que sí. Que algo esconde...
Yo:
Pero si Manuel te quiere a rabiar. A ver ¿Qué ha pasado?
Lourdes:
Le he pillado en el baño haciéndose... ya sabéis...
Pam:
¿El qué?
Lourdes:
Dándose placer manual. ¡Ale, ya lo he dicho!
Yo:
¿En serio? O sea, ¿el fin de semana pasado parecías un camionero soltando burradas a la policía y ahora no eres capaz de decir masturbación?
Lourdes:
Iba con unas cuantas copas de más.
Pam:
No, bonita, no. Ibas con la destilería en el estómago.
Yo:
¡Mira quién habla! La que quería montarse un "sándwich" con mi vecino.
Lourdes:
Bueno, vale, se nos fue de las manos, pero... ¿Qué hago?
Yo:
Vamos a ver... es normal que un hombre se masturbe. Todo el mundo lo hace. No significa nada.
Lourdes:
Si yo sé que me quiere, pero claro, hacemos el amor una vez al mes y ésto, me hace sospechar. ¡Ya no le atraigo!
Pam:
¡Joder, Lourdes! ¡Qué no es eso!
Lourdes:
¡Claro como vosotras no estáis viejas y fofas!
Pam:
Raquel encárgate tú, porque yo le quito la tontería de una colleja.
Yo:
Lourdes, cariño, no estás vieja, ni fofa, tienes un cuerpazo que, a tu edad, más de una quisiera tener y lo de Manuel, no es más que algo natural.
Pam:
¡Claro, boba! ¿Acaso tú no te tocas?
Lourdes:
¿Yo? A mi edad...
Yo:
¿Qué, a tu edad? ¿Qué tonterías dices?
Pam:
Lo que tienes que hacer es ponerte sexy y zurrárle la sardina tú.
Yo:
¡Ala, qué bruta! Aunque no es mala idea... ¡Sorpréndele!
La preocupación de mi amiga es desmesurada, pero, entiendo mejor que nadie, el miedo a perder a la persona que amas.
Lourdes:
Gracias chicas, ésta noche le sorprenderé.
Pam:
¡Así me gusta! ¡Lourdes la debora hombres!
El fin de semana, recibo un mensaje de Pablo. Desde que le cerré la puerta en las narices y le vomité encima, no hemos vuelto a hablar, excepto por WhatsApp, ya que no le cojo las llamadas.
Pablo:
Estoy abajo. ¿Ya está preparado?
Yo:
Sí. está terminando de beberse el colacao.
Empiezo a teclear varias verdades que quiero que sepa, como que es un desgraciado y que como le haga daño a mi niño, le destrozó, pero lo pienso fríamente y lo borro. Lo cierto, es que Álex está bien, para él, sólo fue un juego. Me despido del amor de mi vida, con lágrimas en los ojos. Va a pasar todo el finde con sus abuelos paternos. Son dos amores de personas que lo pasaron realmente mal en nuestro divorcio. Mar, fue la que más lloró de todos, mientras le dábamos la fatídica noticia.
Recuerdo las palabras exactas de mi suegra, porqué, pase lo que pase, siempre será mi suegra.
<<Hijo mío, con la mujerona que tienes y que decidas irte. ¿Qué pasa con tu hijo y con la vida que teníais? La culpa es solo tuya, que Raquel se ha dejado la piel en tí...>> Todo ésto entre llantos y millones de pañuelos llenos de lágrimas y mocos.
Fue una pena muy grande, pero prometí que mantendríamos el contacto. Por ahora no he hablado con ella. No puedo. Se me rompe el alma, pero sé que es algo que tarde o temprano tengo que hacer.
...
De nuevo, tengo la casa sólo para mí. Me oprime una sensación de ahogo en el pecho que no puedo quitar ni con todo el helado del mundo.
Mi vecino, lleva sin llamar a la puerta toda la semana. Por la nota que me dejó en el buzón del portal, entiendo que está haciendo horas extra por la falta de personal. Hay un virus estomacal y la mitad de mis alumnos, también han estado faltado a clase.
Así que me pongo cómoda y me preparo para una sesión de películas de amor empalagoso. Preparo ni caja maxi de pañuelos, helado, Coca-Cola y chucherías varias, para completar mi plan relajado.
- ¡No, no le creas! ¡Es un mentiroso, solo te quiere por tu dinero! Busca a Johnny...
Por más que grito a la protagonista de la película, no me hace caso y se besa con el malo, malísimo de Rick. Odio lo crédula que es la chica. Me seco la lágrima que corre por mi cara, mientras sorbo los mocos de la nariz y me llevo una cucharada de helado gigante a la boca, que se escurre por las comisuras de mis labios y limpio con el dorso de la mano y la lengua, cuando llaman a la puerta.
-¿Y ahora quién es?
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