Era una noche oscura y tormentosa en Pisco, una ciudad costera de Perú. Un grupo de amigos había decidido ir a explorar el cementerio local, aprovechando que era el 31 de octubre y que había poca gente en las calles. Llevaban linternas, cámaras y algunos objetos para hacer bromas. Querían divertirse y asustarse un poco, pero no sabían lo que les esperaba.
Al llegar al cementerio, se dividieron en parejas y se pusieron a recorrer las tumbas, buscando alguna que fuera especialmente antigua o extraña. Algunos se dedicaron a hacer ruidos o a esconderse detrás de las lápidas para asustar a los demás. Otros se pusieron a tomar fotos o a grabar vídeos, esperando captar algún fantasma o alguna anomalía.
Uno de ellos, llamado Carlos, se fijó en una tumba que estaba apartada del resto, rodeada por un muro bajo. La lápida decía: "Aquí yace María, la bruja de Pisco. Murió en 1823, quemada por la Inquisición. Que Dios tenga piedad de su alma". Carlos sintió curiosidad y se acercó a la tumba, sin avisar a sus amigos. Quería ver si había algo interesante dentro del muro.
Al llegar al muro, vio que había una pequeña puerta de metal con un candado oxidado. Carlos pensó que sería fácil de abrir y sacó una navaja de su bolsillo. Con un poco de fuerza, logró romper el candado y abrió la puerta. Dentro había unas escaleras que bajaban a la oscuridad. Carlos se armó de valor y decidió bajar, pensando que quizás encontraría algún tesoro o algún secreto de la bruja.
Lo que encontró fue algo mucho más terrible.
Al bajar las escaleras, Carlos llegó a una especie de cripta subterránea, donde había varias velas encendidas y un altar con un libro, un cáliz y una daga. En el suelo había un círculo dibujado con sangre y varios símbolos extraños. En el centro del círculo había un cuerpo sin vida, vestido con harapos y con el rostro desfigurado por el fuego. Era María, la bruja de Pisco.
Carlos se quedó paralizado por el horror. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Cómo era posible que el cuerpo de la bruja siguiera ahí después de doscientos años? ¿Quién había encendido las velas y preparado el altar? ¿Qué significaba todo aquello?
Antes de que pudiera reaccionar, Carlos oyó una voz detrás de él.
- Hola, Carlos. Me alegra que hayas venido. Te estaba esperando.
Carlos se giró y vio a una mujer joven y hermosa, vestida con un traje negro y con una sonrisa maliciosa en los labios. Era idéntica a María, la bruja de Pisco.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? - preguntó Carlos, temblando.
- Soy María, la bruja de Pisco - respondió ella -. Y quiero tu alma.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? - balbuceó Carlos.
- Porque hoy es Halloween, la noche en que los muertos vuelven a la vida - explicó ella -. Y porque necesito tu alma para completar mi ritual y liberarme de esta maldición.
- ¿Qué maldición? ¿De qué hablas? - insistió Carlos.
- La maldición que me lanzaron los inquisidores cuando me quemaron en la hoguera - dijo ella -. Me condenaron a permanecer aquí, atrapada entre dos mundos, hasta que encontrara a alguien dispuesto a sacrificarse por mí.
- ¿Y crees que yo voy a sacrificarme por ti? ¡Estás loca! - exclamó Carlos.
- No tienes elección - afirmó ella -. Ya has entrado en mi círculo y has roto el sello que me mantenía encerrada. Ahora eres mío.
Dicho esto, María se abalanzó sobre Carlos y le clavó la daga en el pecho. Carlos gritó de dolor y cayó al suelo, agonizando. María le quitó la daga y la alzó al cielo, pronunciando unas palabras en un idioma desconocido. El libro, el cáliz y las velas se iluminaron con una luz roja y el cuerpo de la bruja se levantó del suelo, envuelto en llamas.
- ¡Gracias, Carlos! ¡Gracias por liberarme! - exclamó María, riendo.
- ¡No! ¡No! ¡No! - gritó Carlos, muriendo.
Sus amigos, que habían oído sus gritos, llegaron corriendo a la tumba y vieron la escena. No podían creer lo que veían. Intentaron ayudar a Carlos, pero era demasiado tarde. Estaba muerto.
María los miró con desprecio y les dijo:
- No os preocupéis. Pronto os reuniréis con él. Esta noche es Halloween, la noche en que los muertos vuelven a la vida. Y yo soy María, la bruja de Pisco. Y quiero vuestras almas.
FIN y FELIZ HALLOWEEN
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