el tesoro de pisco
**El tesoro de Pisco**
Pedro era un joven aventurero que soñaba con encontrar el legendario tesoro de Pisco, un antiguo pueblo costero del Perú. Según la leyenda, el tesoro estaba escondido en una cueva secreta bajo el mar, custodiada por un monstruoso pulpo gigante. Pedro había pasado años estudiando mapas, libros y leyendas sobre el tesoro, y finalmente había encontrado una pista que lo llevaba a Pisco.
Pedro llegó a Pisco una mañana soleada y se dirigió al puerto, donde alquiló un bote y un equipo de buceo. Estaba decidido a encontrar la cueva secreta y el tesoro. Navegó por la costa, siguiendo las indicaciones que había encontrado en un antiguo pergamino. Después de una hora, llegó a un lugar donde el mar era más profundo y oscuro. Pedro se puso el traje de buceo y se sumergió en el agua.
Pedro nadó por el fondo del mar, buscando alguna señal de la cueva. De repente, vio una luz brillante que salía de una grieta entre las rocas. Se acercó con cuidado y vio que la grieta era la entrada a una cueva. Pedro se llenó de emoción y entró en la cueva.
La cueva era amplia y luminosa, iluminada por unas extrañas piedras fosforescentes. Pedro avanzó por la cueva, admirando las formaciones rocosas y los peces de colores que nadaban por allí. Al fondo de la cueva, vio algo que le hizo latir el corazón: una enorme pila de monedas de oro, joyas, armas y objetos antiguos. Era el tesoro de Pisco.
Pedro no podía creer lo que veía. Había encontrado el tesoro que tanto había buscado. Se acercó al tesoro y empezó a recoger algunas piezas, pensando en lo rico y famoso que sería. Sin embargo, no se dio cuenta de que algo lo observaba desde las sombras: el pulpo gigante que guardaba el tesoro.
El pulpo se lanzó sobre Pedro con sus tentáculos, dispuesto a defender su tesoro. Pedro se asustó al ver al monstruo y trató de escapar, pero el pulpo lo atrapó con sus ventosas. Pedro luchó por liberarse, pero el pulpo era demasiado fuerte. Pedro pensó que iba a morir.
Pero entonces, ocurrió algo inesperado. El pulpo soltó a Pedro y se alejó de él. Pedro no entendía qué pasaba. Miró al pulpo y vio que tenía algo en uno de sus tentáculos: un collar de perlas que Pedro había cogido del tesoro. El pulpo miró al collar con ternura y lo acercó a su boca.
Pedro se dio cuenta de que el pulpo no quería matarlo, sino solo recuperar su collar. Pedro recordó haber leído en uno de los libros que el tesoro de Pisco pertenecía a una princesa inca que se había enamorado de un dios del mar. El dios le había regalado el collar de perlas como símbolo de su amor, pero los españoles habían capturado a la princesa y se habían llevado el tesoro. El dios había convertido a la princesa en un pulpo para salvarla y había escondido el tesoro en la cueva.
Pedro sintió pena por el pulpo y decidió devolverle el collar. Se acercó al pulpo con cuidado y le tendió la mano. El pulpo lo miró con curiosidad y le entregó el collar. Pedro se lo puso al cuello al pulpo y le sonrió.
El pulpo pareció entender el gesto de Pedro y le devolvió la sonrisa. Luego, le hizo una señal con uno de sus tentáculos para que lo siguiera. Pedro lo siguió y salió de la cueva.
El pulpo llevó a Pedro a otro lugar del mar, donde había un barco hundido lleno de tesoros. El pulpo le indicó a Pedro que podía llevarse lo que quisiera. Pedro se sorprendió por la generosidad del pulpo y le agradeció con una reverencia.
Pedro cogió algunos tesoros del barco y volvió a la superficie. Se subió a su bote y miró al mar. Vio al pulpo que lo saludaba con un tentáculo. Pedro le devolvió el saludo y se alejó.
Pedro regresó a su casa con los tesoros que había encontrado y los vendió por una buena suma de dinero. Se hizo famoso por su hallazgo y escribió un libro sobre su aventura. Pero nunca reveló el secreto del tesoro de Pisco ni del pulpo. Siempre guardó el collar de perlas como un recuerdo de su amigo.
FIN
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