Prefacio.
Una noche bastó para que Ademos sorprendiera la tranquila ciudad de Egon acompañado de una horda de sombras oscuras como su leal ejército de la devastación. Merodeaban entre las calles y gran parte del bosque sembrando terror y pánico entre los habitantes que huían de sus filosas garras.
El que se autoproclamaba príncipe oscuro, permaneció en los límites de la ciudad gozando de la magnifica función que se desataba frente a sus ojos llenos de ira y poder. Estaba claro que él lo quería todo y se encargaría de obtener una de las mayores fuentes de energía de aquella ciudad pacífica. De los edificios y casas salían torres de humo que nublaban el cielo como un escudo lejos de los rayos de la luna, todo era escombro y cenizas.
Seis valientes líderes de la resistencia se prepararon para la batalla portando espadas de plata afiladas, arcos y su más letal arma, la magia.
Daneis, Kepler, Ren, Ángelo, Fara y Aris fueron testigos de lo que había sucedido en su hogar.
—Ha venido por el talismán de Egon —anunció Ángelo a sus compañeros de batalla sosteniendo su arco y flecha listo para disparar.
—Ya quiero ver su rostro cuando se entere de que no lo tenemos —mencionó Daneis —pobre idiota.
Los líderes ya habían hecho un plan mucho antes que la ciudad se viniera abajo.
—Tenemos que distraerlo, ganar tiempo para que Galatea pueda salir de la ciudad, es nuestra única alternativa —ordenó Aris, el sabio, el mayor de los seis —. Que los dioses protejan a nuestra amiga y llegue a salvo al santuario.
—De eso yo me encargo —ahora fue Ren, la poderosa, quién desenvainó su hermosa espada manteniendo una sonrisa letal —me aseguraré que cruce los límites del río Naz.
Todos asintieron a la vez que Ren desaparecía frente a ellos dejando un rastro de humo.
Galatea sabía que estaba siendo perseguida por un soldado de las sombras oscuras, podía percibir su presencia a sus espaldas mientras seguía corriendo en el bosque esquivando obstáculos que más la demoraban llegar al santuario. No podía agotar su magia arrojando bolas de fuego al azar, no permitiría que destruyeran el mundo, no permitiría que Ademos se adueñara del Talismán de Egon para cumplir sus caprichos endemoniados.
Sostuvo con fuerza el morral en donde llevaba guardado los objetos con tal de que estos no salieran volando. La salvación estaba en sus manos y eso le hacía estremecerse. Por un segundo Aris se quedó en silencio. Las palabras se le trabaron en la garganta al adentrarse a la batalla, todos sabían que esto era la guerra y tal vez no habría posibilidad de sobrevivir.
Estaba claro que la inmortalidad era su materia. Pero Ademos sabía exactamente como destruirlos.
Fara respiró hondo para concentrarse, extendió sus brazos a los costados de su cuerpo sin quitar de vista a sus objetivos y de las palmas de sus manos surgieron torbellinos helados, al exhalar, liberó con todas sus fuerzas esa magia poderosa sobre las sombras oscuras que tenían apariencia de hombres, al percatarse de lo que se dirigía hacia ellos, ya era muy tarde. Habían quedado congelados y una explosión vino después quedando solo pequeños restos de hielo. Kepler aprovechó el momento para correr y enfrentarse cuerpo a cuerpo con el resto de los soldados, era un hombre fuerte, alto y muy intimidante si lo veías a los ojos.
—Presumido —susurró Ángelo llegando a lado de Fara quien le mostró una sonrisa de satisfacción.
—No es momento de hablar. Ademos es nuestro, andando.
Daneis ya se había adelantado para sorprender a su oponente siendo sigilosa mientras se ocultaba entre los escombros. Su espada no le serviría contra Ademos, era enfrentarse magia contra magia.
Ren apareció al instante en que Galatea estaba siendo perseguida por tres sombras. La mujer preparó su magia formando esferas de fuego color azul y las arrojó a sus objetivos con velocidad. Aullidos y lamentos de dolor vinieron a continuación cuando impactó sobre ellos hasta transformarse en cenizas.
Galatea hizo caso omiso. Siguió corriendo tanto como sus piernas se lo permitían ante el cansancio que sus músculos que sentía.
—¡Gala! —Gritaron. Conocía esa voz, pero temía que fuera una trampa —¡Gala, detente!
Ren se le apareció de la nada frente a su camino ocasionado que se detuviera en seco antes de que impactara contra su cuerpo.
—Ya no hay tiempo. Es hora de pasar al plan B —Ren llevó sus manos al morral tomando una de las esferas del tiempo.
—¿Qué?, claro que lo hay, debemos llegar al santuario y ahí estaremos seguras —Galatea frunció el ceño —por Júpiter...
—No, donde vayamos ya no es seguro. Solo queda otra opción, Gala, irse lejos, ir a otro mundo donde Ademos no tenga idea de que existe. Ya no hay tiempo, tienes que irte, emprender el viaje sola y mantenerte con vida, encuentra un refugio, hazte pasar por otra persona si es necesario.
—¡No!, tienes que venir, Ren, por favor —su compañera negó con la cabeza sujetándola con fuerza.
—Tengo que regresar con los demás. Gala, tú eres parte de nosotros, siempre lo fuiste y lo serás, eres como una hija para mí y no dejaré que nada te pase. Cuida del talismán, que no caiga en manos equivocadas.
—¿Regresaré?
La chica tragó saliva al no escuchar respuesta. Ren dejó la esfera en el suelo y este emitió luces de diferentes colores hasta formar un enorme e hipnotizante portal.
—Recuerda siempre tu objetivo, miente si es necesario, pero nunca, escucha muy bien, nunca...
Un enorme rayo interceptó cerca de ellas ocasionado que salieran volando e impactándose entre los arbustos en diferentes direcciones. Gala soltó un quejido de dolor sosteniendo su brazo donde comenzaba brotar pequeñas gotas de sangre. Su cabello y rostro eran un desastre lleno de tierra y hojas. Ayudó a su compañera que también estaba en las mismas condiciones a ponerse de pie tras llegar a su lado, Ren estaba furiosa, todo era obra de Ademos.
—Es ahora o nunca, amiga mía, el portal no durará tanto tiempo abierto. Yo me encargo de ese maldito, sálvate, ¿sí?
Podían sentir la presencia de Ademos entre los árboles.
Daneis pudo esconderse entre los troncos teniendo una amplia y despejada vista, pequeñas esferas de fuego verde se formaron entre las palmas de sus manos y sin aviso, lo sorprendió. La esfera de fuego iba justo al blanco hasta que un rayo interceptó justo frente a él, una sonrisa maquiavélica invadió su rostro pálido y, absorbiendo la magia de la mujer, contraatacó con una esfera más enorme.
No le importó si la había destruido cuando su magia ocasionó una explosión. Ademos siguió su camino para alcanzar a su objetivo: Galatea.
—¡Ahora! —Rugió Ren empujando a su compañera para que se echara a correr rumbo al portal.
Antes de que Galatea pudiera ser alcanzada por un rayo, saltó en el interior del portal que destellaba luces de colores, soltó un gemido al sentir unas garras. Al mirar sobre su hombro, el terror creció en ella al ver una sombra aferrada a su brazo, ambos luchaban mientras caían en un vórtice que parecía infinito. Galatea gritó tras recibir un rasguño en su cara por segunda ocasión donde la sangre brotó con rapidez pintando su rostro en color carmesí.
Y lo que sucedió después, fue un simple silencio y oscuridad.
Me gustaría que me apoyaran con la historia, es mi tercer intento publicandola. 😪
Gracias por votar, comentar y compartir.
¿Qué tal el prefacio?, ¿teorías? Inserte su reacción y gritos.
Esperemos que haya capítulo una vez que tenga al menos una historia finalizada. ❤
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