Capítulo 7|Que empiece el juego.
Pd: Lean la notita final al terminar de leer. ♥️
Fui víctima de las sombras oscuras cuando era pequeña.
Me arrebataron lo que más amaba en la vida, no me importaba otra cosa que no sean mis padres, las personas que aceptaron tenerme bajo su cuidado cuando los primeros rayos de sol tocaron el santuario creando una pequeña criatura de carne y hueso que aún no podía valerse por sí mismo.
A diferencia de los humanos comunes, nosotros nacemos por la gracia de los dioses.
Mi criaron, me educaron y me entregaron su amor hasta el final. Forjamos un vínculo tan fuerte que sentí como un pedazo de mí fue arrebatado esa tarde cuando Arawn, —padre de Ademos —, envió a sus lacayos para ser el trabajo sucio. Una advertencia para la ciudad de Egon y la resistencia que se negaba a ceder una parte del talismán.
Mis padres fueron la carnada.
Tras un largo entrenamiento recibiendo golpes y devolviéndolos, llegué a casa cansada cubierta de hematomas. Estaba dispuesta a abrazar a mamá y dormir. Sin embargo, lo que encontré al atravesar la puerta de la cabaña fueron los muebles desechos salpicados de sangre como las paredes.
Les habían arrancado las extremidades y colgado en estacas sus cabezas desfiguradas como trofeos. Seguido de un mensaje pintado de sangre en el techo: «Servirme o morir».
Grité de impotencia hasta sentir las cuerdas vocales desgarrarse y quedarme afónica. Estuve a punto de cruzar los límites del bosque para vengar sus muertes, no sería parte de la oscuridad. Kepler me detuvo a pesar de que luché lanzando patadas y manotazos, me hizo saber que Arawn quería que cayera en sus provocaciones.
Vuelvo a la realidad encerrándome en la habitación apoyando la frente en la puerta, me desahogo de la chamarra que desprende un aroma dulce recordándome a él, Ramsés.
Me la ofreció antes de salir esta mañana para correr. Intenté memorizar cada detalle del barrio, desde las zonas menos transitadas a las más concurridas. Ha sido mi trabajo estos últimos tres días aceptando que no tengo otra opción que adaptarme a la vida citadina y las costumbres de los humanos, sobre todo cuando vivo con dos hombres adictos a los carbohidratos y fanáticos de gritarle a una pantalla llamada: televisión.
Abrazo la tela contra mi pecho al cerrar los ojos por unos segundos mentalizándome que todo irá de acuerdo a mi plan de supervivencia. Igual he sido severa en cuanto a mi comportamiento con el chico, soy huraña. Lo uso como mecanismo de defensa en caso de que sea traicionada, todo puede suceder en menos de un parpadeo si bajo la guardia.
Sin embargo, tengo que admitir que Ramsés Gallagher se ha esmerado en hacerme sentir a gusto en tan poco tiempo, así como Aitan Steinfield, que no tiene idea de quién está quedándose bajo su mismo techo. Ese hombre es agradable con tan solo un simple gesto.
Doy media vuelta deslizando los ojos hacia lo que es ahora mi nueva y cómoda habitación. Es pequeña, pero agradable. Cuenta con una ventana con vista a la casa vecina, un armario y un tocador con espejo circular colgado en la pared.
Los chicos se habían encargado de decorarla en mi ausencia cuando salí con Newton a dar la vuelta. Al regresar, me había encontrado con un Ramsés ansioso y sonriente. Y aquí estoy.
Es una buena acción, así yo no tendré que escuchar los ronquidos de él cerca de mi oreja ni sacarlo de la cama por accidente.
—Y entre otras noticias, dos hombres fueron encontrados muertos en un callejón el día de ayer. Hasta el momento no han podido ser reconocidos al ser desfigurados brutalmente hasta haberles quitado la vida —es lo que escucho en la televisión donde seguidamente pasan varias imágenes de ambos cuerpos envueltos en bolsas grises. Bajo el último peldaño sin apartar la mirada de la pantalla —. La policía de Chicago está trabajando para encontrar a los criminales ante tal acto inhumano y no solo eso, al parecer usaron la sangre para escribir en el pavimento en un idioma que desconocemos.
Parpadeo atónita.
—¡Sucedió en el otro barrio! —anuncia Aitan sobresaltándose dejando a medias su comida sobre la mesita —. Tengo que ir para averiguar.
—¿Estás loco? Te sacarán a patadas antes de que puedas invadir la escena del crimen —informa Ramsés estupefacto —. Yo ni de broma me asomo, la sangre me da miedo.
—Voy contigo —intervengo mirando al chico despeinado —. También tengo cierta curiosidad.
Aitan sonríe que por poco sus orbes brillan.
—¿Hola?, estamos hablando de dos personas asesinadas. ¡Un minuto de silencio al menos! —pide el chico de cabellos platinados abriendo más los ojos de lo normal —, no pueden exponerse, ¿y si los asesinos andan cerca?
Me quedo quieta procesando las palabras que escuché en la televisión.
No me quedaré aquí.
Aitan y yo salimos de la casa a toda prisa, el obsesionado con la escena del crimen mientras que por otro lado iré por respuestas. Que los hayan desfigurado y usado su sangre, significa que lo hicieron a propósito.
Las sombras juegan con las presas.
No se las come.
Caminamos unas diez cuadras bajo los rayos de sol nos envuelven ahogándonos en un calor sofocante, los coches pasan a toda prisa a un costado de la acera levantando cortinas de polvo. En automático me cubro la nariz para evitar que se cuele en mis fosas nasales.
Aitan camina a toda prisa, más rápido que yo al tener piernas largas que un avestruz. En la siguiente cuadra, ya tengo una mejor vista del lugar con un par de coches que se hacen llamar: policías.
—Se han llevado los cuerpos —avisa el chico con cierta desilusión en su voz —, pero podemos ver las marcas sin pasar las cintas o mejor aún, hacerlo sin que se den cuenta.
Sus cejas realizan un baile peligroso cómo lo que quiere hacer. Niego ligeramente sin estar de acuerdo con ese plan. Será mejor mirar desde lejos que exponerse ante los restos de sangre.
El hedor a putrefacción se siente al instante que cruzamos la calle.
—Un poco de adrenalina sería estupendo, Gala. He visto cadáveres en diferentes situaciones con mis profesores forenses y mis compañeros del área en criminalística.
—He vivido demasiada adrenalina y no de la bonita, Aitan —vuelvo a negar.
El chico frunce sus cejas castañas y sonríe con inocencia.
—Seguro que Texas era un lugar entretenido para ti.
No sé dónde queda Texas, pero es parte del teatro que montó Ramsés sobre mi vida falsa.
—Como no tienes idea —concluyo en un suspiro —. Será mejor marcharnos, no hay cadáver.
—Pero sí una escena, señorita.
—Ahora entiendo por qué tú y Ramsés son tan amigos —ironizo —, bastante imprudentes.
Susurro lo último para mí mismo ocasionando que el chico suelte una risita agradable.
Aitan me saca unos tres o más centímetros de altura, es de cabello castaño, piel canela y cuerpo atlético bien cuidado. Su rostro es atractivo, sin exagerar.
—Mira, los policías ya se van —señala con su cabeza a las personas uniformadas que se montan en sus coches —. Perfecto.
Entonces, Aitan accede al callejón alzando las citas amarillas que han sido puestas ahí para bloquear el paso. El chico parece un pequeñín feliz imaginando que es un área de juego cuando en realidad ha sido parte de una carnicería humana.
Los manchones de sangre en las paredes y en varias partes del pavimento...
—Deduzco que ambos fueron arrastrados al mismo tiempo que intentaban liberarse de su agresor —señala las manchas en el piso al rodearlos. Ambos nos hemos cubierto la nariz ante el hedor que se va incrementando al avanzar —, seguidamente cuando las acorralo, aprovechó para usar su arma y la sangre salpicó impregnándose en las paredes, pero, ¿sabes qué no encuentro aquí?
Niego, porque la verdad no comprendo ni una palabra.
—Huellas de zapatos —me mira inexpresivo. Esconde las manos dentro de sus bolsas y entrecierra los ojos —. Aquí hubo demasiada sangre y antes de que se secara, debió haberla pisado y crear así huellas, pero no las encuentro. Tal vez fueron dos personas.
O no fue una persona. Pienso.
—Genial, ahora, ¿podemos irnos? —estiro mi mano hacia su antebrazo, sin embargo, él prefiere seguir hasta el final del callejón y mis manos comienzan a sufrir picazón —. Aitan, sé lo que te digo, salgamos de una vez, estar más tiempo aquí es peligroso.
—¡Mira! Ahí está lo que escribieron. No entiendo ni un carajo.
Pero yo sí y no le gustará saber.
Tiro de su mano varias veces ejerciendo mi fuerza más de lo normal. Camina a tropezones quejándose por no permitir echarle un vistazo. El frena en seco sin avisarme y por poco me caigo de trasero.
—Gala, la sangre está burbujeando.
—Vámonos.
—No es normal —susurra y se libera de mi agarre —, jamás había visto algo así.
Da un paso hacia adelante, no concluye el siguiente al momento de sentir como el piso comienza moverse haciendo que nuestras piernas flaqueen.
—¡Toma mi mano! —pido —, el piso se hunde y hay que salir o moriremos.
El chico estira su mano dando un salto como sus piernas se lo permiten, el piso del callejón comienza a hundirse a la vez que tiembla. Aitan grita algo que no comprendo y lo aferro a mi cuerpo. Los oídos me suban como si tuviera avispas rondándome cerca en cada paso que doy hacia la salida.
—¡¿Qué es lo que ocurre?!
—¡¿Yo qué voy a saber?!
Al mirar atrás, lo veo, no es la sombra, sino una silueta humana ensangrentada.
—¡Qué comience el juego!
Ahogo un grito en mi último intento de empujar a Aitan lo más lejos de la orilla. Poco a poco siento que el piso desaparece de mis pies.
—Sujétate —me pide tirando de mi manga hasta que logro subir una pierna y ser arrastrada —. Gala, ¿te lastimaste?
—Corre —suplico poniéndome de pie.
—¡No me lo tienes que repetir! Vámonos.
Enrosca su mano en mi muñeca hasta alejarnos del callejón. Al voltear, veo la silueta desaparecer como humo. Y no me gusta lo que acabo de ver.
La sombra ha iniciado su juego. Quizás no de manera presente, pero sí dejando pequeñas partes de sí mismo para sembrar terror.
Va a cazar hasta recuperar fuerzas. Es listo, no se acerca, ni me ataca.
Aitan y yo seguimos corriendo sin parar, la respiración se me entrecorta y las piernas me piden a gritos un descanso. No es hasta que llegamos a la casa donde me desplomo en el sofá y el chico en el suelo.
Mi corazón late desenfrenado.
—Llegaron rápido —canturrea Ramsés y al ver nuestros aspectos plasma una mueca con desagrado —. ¿Qué les pasó?, ¿vieron fantasmas?
—¡Peor! Una mancha de sangre comenzó a burbujear, cuando quise ver de cerca el piso se movió hasta temblar y de la nada, ¡pum! Que se desploma el pavimento y por poco nos entierra vivos. ¡Vivos!, ¿puedes creerlo?
Ramsés fija sus orbes zafiros en mí lanzándome una mirada de duda. Asiento con la cabeza como respuesta a la vez que regulo mi respiración hasta calmarme.
Aitan se pone de pie avisando que se dará una ducha fría y se encerrará en su habitación para ver caricaturas con tal de olvidar el susto que se llevó. Me da las gracias por ayudarlo antes de ir escaleras arriba.
Al menos no exige alguna explicación.
El otro chico no pierde la oportunidad de tumbarse a mi lado en un corto mutismo antes de soltar sus preguntas de manera atropellada.
—¿Qué fue lo que viste?
—Una silueta en forma de persona —susurro con cuidado —, lo que vi ahí no es algo común que ocurra de dónde vengo, es nuevo y está claro que es la sombra queriendo jugar. N-No lo sé.
—Y es probable que ya te tenga en la mira, ¿no?
—Puede ser, pero no me atacó directamente. Debe estar débil como yo al principio y ahora se alimenta de inocentes —frunzo el ceño sin entender mis propias palabras —, es extraño. Lo que sé de esas criaturas es que no consumen carne, solo matan. Esto es horrible, Ramsés. Quiere jugar. Esa cosa quiere jugar.
Alzo la mirada. Está claro que no comprende mis palabras.
—Uh.
—Que quiere algo más que el talismán.
—Okey, eso suena peor.
Me desplomo hundiéndome en el sillón con medio cuerpo afuera.
—Ramsés.
—¿Sí?
—No podrás salir solo sin que te vigile, ¿lo entiendes? Ni tú ni Aitan, por su bien.
El ojiazul se desploma imitando mi acción en el sofá, se pasa ambas manos sobre la cara antes de asentir.
—No me parece justo para ti.
—¿Tienes otra opción? Porque es tu culpa —blanqueo los ojos. Aparto la mirada de él enfocándola en la ventana que da hacia la calle —. Bien pude desaparecer sin traerles problemas. El talismán está contigo y no sé como recuperarlo, no me entrenaron para esto.
—Ya, sé que es mi culpa, no me lo recuerdes siempre, cariño. Auch —le escucho reírse. Su voz provoca fascinación, casi seductora.
Entra en mi rango de agradable-irritable.
—Hablando en serio, no me parece que estés tras de nosotros como guardaespaldas —espeta sin vacilar, lo que me hace volverlo a mirar con atención —. Tú también necesitas espacio, Gala. Sé que no te simpatizo un 100%, lo cual hace que me duela en lo más profundo de mi ego —bromea dándome un simpático empujón con su brazo —. Pero quiero que sepas que cuentas conmigo y con Aitan. Al fin y al cabo, ya eres parte de esta casa patas arriba seas de otro mundo o no. ¿Entiendes?
Y cómo si el can se sintiera excluido, comienza a ladrarnos tras asomarse. Da un brinco quedando encima de las rodillas del chico sacando la lengua.
»—Ah, también le agradas a este muchacho, es como tú, gruñe a cada rato —se gana un zape de mi parte en la frente y se ríe llevándose una mano.
—Será mejor que ni tú ni nadie más se encariñe con mi presencia —señalo sin ánimos.
Me pongo de pie de inmediato cortando la conversación antes de que se salga del tema.
Ramsés es predecible.
—Es algo que no puedes impedir. ¿Sabes qué, Gala? Hoy es jueves y tengo que hacer las compras y me gustaría que me acompañaras —enarco una ceja inquisitiva —. No como mi guardaespaldas, sino como amigos.
—No soy tu amiga.
Espeto sin medir el tono de mis palabras. Su expresión se mantiene serena, mientras que en mi interior me regaño por contestarle tan brusco.
Inhalo hondo antes de querer responder como se debe. Ren estaría llamándome la atención por mi comportamiento.
—Lo que sea que vayas a decir, ya no importa —se encoge los hombros y noto la decepción en su expresión.
—Me disculpo por mi manera de responder. Y si todavía gustas que te acompañe, me gustaría salir de estas paredes —las manos comienzan a sudarme de los nervios. Una pequeña sonrisa se plasma en sus labios, segundos después asiente con la cabeza—. Gracias.
—No es nada, Gala.
Sí, el chico se está esforzando en enmendar su error.
...
—Abróchate el cinturón.
Pide con amabilidad una vez que nos montamos en el vehículo.
«Claro, abróchate lo que te ha dicho. Ah...».
—¿Y eso es...? —las palabras se quedan a medias en la punta de mi lengua mientras estudio el interior del coche esperando alguna señal.
—Es lo que tienes a tu derecha, en mi caso a la izquierda, es un cinto con arnés —me señala tirando de él cruzando frente a su pecho hasta deslizarse al otro costado donde suena clic —. Tienes que tirar con fuerza y lo abrochas en la hebilla. Permite que no salgas disparada del vehículo en caso de accidente.
Hago caso a sus instrucciones hasta que el mío también suena clic. Pone en marcha el coche de inmediato dejando atrás el vecindario. Doy un respingo del susto cuando una tercera voz se cuela entre nosotros.
—Cálmate, es la radio.
—Esa cosa habla —señalo un tanto alterada.
—Es música, Gala —mis ojos se hacen más grande ante la sorpresa —, puedes escuchar música, escuchar las noticias como en la televisión, relatos y otras cosas.
La cabeza me va a estallar. Es impresionante la tecnología de este siglo.
Mis dedos vagan hacia la dichosa radio presionando los botones que cambian en cada toque, las voces son diferentes y mi curiosidad crece. Sin embargo, Ramsés interviene tomando mi mano al soltar una risita.
—Lo vas a descomponer —blanqueo los ojos con fastidio —, eres como una chiquilla que toca todo lo que ve de manera fascinada.
El coche se detiene en la esquina junto a otros vehículos. Mis ojos se clavan en nuestras manos que siguen unidas. Sus dedos juegan con los míos hasta inclinarse y mirarlos de cerca.
—No me había dado cuenta que tienes cortadas y pequeñas ampollas —le miro sonreír a medias —, igual te comes las uñas, deberías evitarlo.
Y sin imaginarlo, sus labios suaves acarician mis nudillos hasta bajar en mis dedos lastimados. Al parecer no le importa el aspecto que tienen.
Los besos que reparte son lentos y delicados.
Mi cuerpo tiene una reacción inmediata sintiendo el fuego entre mis venas arder más de lo normal hasta subir a mis orejas.
Los dos salimos del trance al escuchar tras de nosotros el estruendo del resto de los coches que piden que avancemos. Ramsés suelta mi mano lanzando una maldición retomando el volante. Trato de no pensar en lo que acaba de suceder mirando a través de la ventana los edificios coloridos, personas caminando en la acera y la calle transitada.
Es sorprendente la cantidad de edificios enormes hemos pasado en los últimos minutos acompañados de la radio que canta. Muevo la cabeza al ritmo sin tener idea de que instrumentos producen tal música. Ramsés comienza a cantar, frunzo el ceño cuando desafina y se ríe.
Su idioma fue uno de los más fáciles de aprender, puedo adaptarme a cualquier país y comunicarme sin levantar sospechas que no pertenezco aquí.
—No a cualquiera se le dedica las canciones de Coldplay —informa moviendo la cabeza —. Sobre todo, si hablamos de esta.
—¿Cómo se llama?
—Yellow —me guiña un ojo.
Tu piel.
Tu piel y tus huesos.
Se convierten en algo tan hermoso.
Y ya tu sabes, que por ti me desangraría.
Por ti hasta me desangraría.
Frunzo el ceño sin entender esa parte. ¿Desangrarse por amor? Que ridículo.
Llegamos poco después a un recinto concurrido, atestado de coches ordenados en hileras a la intemperie, a lo lejos la marea de personas entra y sale de un edificio con vitrales que brilla gracias a los rayos de sol.
—Bienvenida al centro comercial, Gala.
Apaga el coche y desabrocha su cinturón. Imito su acción sintiendo como el cinto se desliza por mi pecho.
—¿Aquí vienes a hacer las compras?
—Así es y también a perder el tiempo. Pero hoy haremos dos cosas —se mira al espejo acomodándose el cabello más de lo que ya está. —Primero haremos las compras de super, regresamos y continuamos para ver tus cosas.
—¿Mis cosas? —inquiero alarmada.
Salgo del auto, donde la ventisca fresca me envuelve y el sol me quema la piel.
—Sí, tu ropa y esas cosas que vas a necesitar —se detiene frente a mí soltando un suspiro, sus manos se apoyan sobre mis hombros. Tengo que alzar la cabeza para mirarle a los ojos —. Por mucho que me guste prestarte mi ropa, también necesitas estar cómoda con algo que sea de tu talla. ¿Estás lista para empezar?
Niego.
—Lo único que necesito es un arma, Ramsés.
—Ni creas que te compraré una pistola —lleva un dedo a mi nariz dándole un toque.
—No desperdicies dinero en mí.
Replico siguiéndole el paso al adelantarse dándome la espalda.
—Ni siquiera es molestia, lo necesitas.
—Prefiero algo más útil.
—La ropa es útil, ¿o prefieres convertir la casa en una nudista? —canturrea con diversión —, por mí estaría genial.
Cruzamos la calle hasta cruzar unas puertas que se deslizan a ambos lados, pego un salto de la impresión, retrocedo y estas se cierran de manera automática, doy un paso adelante y se abren. Lo intento una vez más, pero Ramsés tira de mi mano para alejarnos.
«Aburrido».
Si no tuviera la mandíbula pegada, ya estaría en el suelo cuando mis ojos acaparan la arquitectura extraña, el chico es quien tiene que guiarme, porque no puedo centrarme por donde camino, mis ojos se deslizan a mi alrededor.
—No sé que clase de pacto han hecho ustedes los humanos, pero esto es hermoso.
—Sé que soy hermoso, gracias por darte cuenta.
Le doy un empujón en su hombro metálico, no logro hacerlo tambalear y me decepciona. Todavía no recobro al cien mis fuerzas. De lo contrario, podría hacer que una persona traspase dos paredes de manera seguida.
—Que empiece el juego —comenta con emoción.
Mi sonrisa se esfuma.
—¿Q-Que acabas de decir?
Ramsés también esfuma su sonrisa con duda.
—Dije: Que empecemos con las compras. ¿Te sientes bien? Te noto más pálida.
Intenta tocarme la frente, soy más rápida que paso por debajo de su brazo prosiguiendo mi camino.
Me estoy volviendo loca.
Los gráficos que estoy haciendo sobre Ramsés y Galatea están en mi Twitter e Instagram. Espero que les guste. Hice varios de la emoción. 😆
Estoy adelantando muchos capítulos, ya que dentro de poco vuelvo a clases en línea y es mi último año en la universidad, por lo que de una vez aviso en dado caso que desaparezca. También tengo 2 historias en proceso y necesito enfocarme cuando pueda.
Recuerden: Todos tenemos una vida fuera de Wattpad. Pero tranquis, que me verán por aquí antes de que reinicie. 🖤
Preguntitas:
¿Qué tal este capítulo? ¿Será que la sombra quiere jugar por ahora? O.O
¿Se identifican con algún personaje?
Yo sé que alguien fangirleo cuando Ramsés comenzó a cantar Yellow. Andaba en modo coqueto. 😏
Otra cosilla que quería pedirles: Por fis, no contesten mis promociones en tiktok, yo lo hago, solo que espero que mis promos tengan alcance y si otros responden por mí sin mi permiso,ya no llega a más pipol. Gracias. 🥺
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