Capítulo 32|Conectados.

Lean lentito la actualización que sí está largo. 💙

El agente nos observa pasmados al estar atado en una silla intercalando la mirada en nosotros que nos mantenemos enfocados en sus movimientos. Kepler optó por usar la fuerza cuando le dije que no se atreviera a llevarme la contraria, evidentemente le entró por una oreja y le salió por la otra haciendo lo que se le plazca para asustar al condenado humano que, si pudiera hacerlo nos lanzaría fuego por los ojos.

—Siento mucho que tengamos que llegar a esto para traerlo hasta aquí —comienzo a hablar jalando una silla para sentarme frente a él —. Estamos pasando por un evento crítico donde necesitaremos su ayuda para salvar a los humanos, vine aquí por una razón que se le salió de las manos a los líderes de mi mundo. Hay una criatura que ha estado rondando por Chicago y logró llegar a Las vegas utilizando los cuerpos de las personas como títeres y medio de transporte, sé que suena loco, pero yo no soy a la que tiene que detener. Desde que vine solo he tratado de que la situación vuelva a ser tranquila, pero la sombra ha matado a mucha gente.

—Dices puras mentiras para salvarte, monstruo.

—Ella no es un monstruo, cuida tus palabras —se adelanta Ramsés inclinándose cortando la distancia con la expresión de molestia —. Galatea ha tratado de hacer el trabajo de ustedes todo este tiempo, pero han ido tras nosotros porque le temen a lo desconocido y sacan conclusiones sin antes detenerse a pensar.

Aleksei lo mira con molestia sin apartar sus ojos. Lo estudia con determinación hasta volver a enfocarse en mí.

—Has manipulado a los humanos para que pueda creer en basura como lo que dices.

—Yo puedo encargarme de este tipo —le sigue Knox imitando la acción de Ramsés —. Solo juego con su mente y lo tendremos a nuestros pies.

—Basta.

Pido poniéndome de pie señalando al parque retroceda y no se meta en lo que es mi labor. El agente mueve sus pies inquietante y nervioso siguiendo mis movimientos con las manos al ver como una esfera de fuego aparece sobre la palma de mi mano.

—Vengo de otro tiempo y espacio, un planeta en el cual los hechiceros y hadas existen, somos seres mágicos como ustedes los humanos hacen referencia a nosotros, solo que de dónde vengo nada es ficción. Existe el bien, pero también el mal llamado oscuridad. Uno de ellos está intentado acceder a la tierra para acabar con la vida y reinar con sus lacayos de nombre sombras, son criaturas escalofriantes de garras afiladas. Una sombra logró entrar al portal donde vine en el momento que escapé de una guerra para mantener un legado intacto —me paso una mano caminando de un lado a otro jugando con la esfera —. Ya el tiempo se ha agotado y cuando el reloj marque las ocho de la noche, lograrán abrir el portal al haber robado una esfera de tiempo. El señor Hopkins fue manipulado desde entonces y él quien lo abrirá al momento de exponer su arma al mundo en el hotel. Le contaría más, pero ya es tarde, necesitamos de su ayuda.

—¿Qué quieres? Y con eso no me refiero a que estoy confiando en tus palabras.

—Deben abandonar la ciudad desde ya. Una vez que Ademos pise esta ciudad no estará solo, su padre es de las personas más crueles y matarán por deporte para engendrar miedo.

—Tiene que creernos —comenta Ramsés a mis espaldas —. He visto lo que sucede y es horrible.

—Están locos si creen que voy a ayudarlos a traer a más dementes como ustedes, ¿sombras?, ¿Ademos? Por favor, sean más originales —libera una carcajada seca echando la cabeza hacia atrás —. No soy estúpido.

—Aparentemente sí lo es —dice Kepler —. Con un par de golpes nos va a creer.

—No vas a tocarlo, Kepler, te lo he dicho.

—Este hombre es un completo idiota que cree que estamos jugando, no tenemos que seguir aquí, debemos llegar lo más rápido al hotel.

—Él tiene razón —interviene Knox con cansancio y es obvio que ingirió alcohol —. No vale la pena convencerlo, dejemos que lo vea por su cuenta y cargue con la culpa por no hacernos caso.

—No podemos permitir que la gente muera —espeto levantando la voz —. No quiero que se repita lo mismo que en Egon, estas personas no se lo merecen.

—En la tierra habita el mal, Gala —comenta Knox suspirando —. Yo creo que Ademos debería acabar con ellos.

—O usarlos a su beneficio —le llevo la contraria —. Me importa un bledo si son buenos o malos, ya es problema de este mundo, pero tampoco es que se lo merezcan, Knox.

—Okey, ya es demasiado tarde.

Avisa Kepler volteándolo a ver con el control de la televisión en manos. La pantalla transmite un noticiero en donde enfoca el hotel Caesars Palace invadido por la marea de personas que espera su turno para entrar, la seguridad impide que camarógrafos pisen la línea límite y entonces lo veo, Aitan aparece acompañando a Hopkins que saluda a la audiencia con una sonrisa, llevan encima gafas oscuras para evitar que las luces de las cámaras los cieguen.

—El payaso que aparece alado de Hopkins es amigo de estos chicos —señala Kepler —. Ambos están siendo manipulados para abrir un portal, si no los detenemos jamás volverán a ser los mismos y morirán, ¿quiere señor agente estúpido?

—Kepler...

—Basta de ser los hechiceros amigables, Galatea. Usaré la fuerza si es necesario para que salvemos a todos.

—Por favor —le pido al agente acercándome a él —. Ayúdenos a detener una masacre antes de que sea tarde.

—Responda ahora, porque si intenta otra cosa, voy a volverlo cenizas —advierte Kepler.

—No le haga caso —continúo hablando —. Su carácter siempre ha sido de ese modo, habla mucho.

El agente nos vuelve a repasar con ninguna pizca de amabilidad.

—De acuerdo, pero si es una trampa acabaré con ustedes.

—Es justo.

—P-Pero...

—He dicho que es justo, chicos —estiro la espalda —. Desátenlo, él viene con nosotros para que pueda avisar a los suyos, deben desalojar ahora. La sombra tiene la esfera y algo me dice que ya está preparado para activarla, una vez que lo logre, matará a Aitan.

Knox se encarga de desatarlo lo más rápido. Aleksei se pone de pie de un salto frente a mí arrojándome una mirada retadora.

—No intentes atacarme, estás rodeado de hechiceros que no tendrán miedo de actuar, lo mejor es que estés de nuestro lado en lo que nos encargamos del problema, si trabajamos en equipo millones de vidas estarán a salvo, ¿okey? Así que avisa a los tuyos.

Nos preparamos para salir de la cabaña, abro la puerta y soy interceptada por sorpresa por una mujer con arañazo en la cara dejando ver la sangre impregnada en su ropa. Saca sus largas uñas tratando de clavarlas en mi hombro, le doy una patada en el estómago mandándola a la pared que logra traspasar.

El agente se queda estupefacto con lo que acaba de presenciar.

—¡¿Qué fue eso!? No era humana.

—Eso es una marioneta dirigida por la sombra, las mata para pasarles un poco de su energía, así es como forma un séquito de la muerte.

Contesto con la voz entrecortada. Salimos con prisa antes de que la mujer pueda alcanzarnos, corremos colina abajo hacia la ciudad. Ya es de noche y las farolas iluminan nuestro camino.

—Vamos a necesita transporte.

—¿Transporte? Yo puedo trasladarnos a mi modo —espeta Kepler con aburrimiento —. Agárrense.

Los cinco nos tomamos de la mano y de repente nos volvemos humo y aparecemos en el centro de la ciudad en menos de un parpadeo. Nos recuperamos ante el micro viaje corriendo hacia el hotel esquivando a la marea que es más grande de lo que se veía ver en televisión.

Aleksei avisa que irá por los suyos corriendo de lado contrario, asiento confiando en que estará de nuestro lado mientras aumento la velocidad de mis pasos, no obstante, hay varias marionetas mezcladas entre las personas, lucen como ellas, pero sus orbes oscuros los delatan.

Trato de retroceder y me impacto contra un cuerpo evidentemente más grande que yo. Me sujeta de los hombros y aprovecho con darle un codazo en el estómago como lo hice con la mujer, pierde el equilibrio cayendo al suelo, pero eso no es todo, un segundo cuerpo me intercepta saltando encima, se aferra a mis hombros.

Alguien me ayuda quitándolo de encima. Kepler aparece y convierte en ceniza al hombre enfrente de todos.

Así es como despierta la conmoción de la gente que lo ha presenciado, lanzan gritos aterrorizados y escudriño a Kepler.

—¿Qué?

—Bien hecho genio, ahora la gente se ha vuelto loca.

—Oye, dame las gracias, iba a matarte.

La marea comienza a dispersarse corriendo de un lado a otro, los coches dan de bocinazos cuando la marea cruza la calle de manera peligrosa.

—Joder, sucedió lo que menos quería.

—Luego dame las gracias.

Desaparece de mi vista transportándose a otra parte del lugar. Ramsés logra alcanzarme y nos adentramos a la marea.

Freno en seco cuando el sonido más insignificante invade la ciudad entera ocasionando que todos se paralicen.

—Es la alarma —me susurra Ramsés tomándome de la mano —. Alerta que está por ocurrir algo, el agente debió pedir que la activaran.

Antes de poder mover un solo músculo vemos a la distancia coches enormes pintados de tonos verdes.

—¿Quiénes son?

—Los militares.

Varios coches aparecen trayendo consigo miles de hombres y mujeres uniformadas comienzan a dar indicaciones moviendo los brazos con rapidez y se centran en el tránsito. Entre poco la marea se reduce abriéndonos paso hacia el hotel que al parecer todos hacen de oídos sordos.

No logro llegar a la puerta al instante que los cristales del edificio se rompen de la nada. Actúo de inmediato deteniendo el movimiento para evitar que caiga sobre las personas, se esfuman en el aire y proseguimos hasta llegar a la entrada entre empujones.

Los militares llegan a intervenir apartando a las personas pidiendo que desalojen la ciudad lo más rápido.

Entonces, todo comienza a temblar bajo nuestros pies, los gritos cesan para saber lo que sucede, de repente un destello sale disparado desde donde estaban los ventanales y un enjambre de sombras salen disparados emitiendo chillidos. Todos se quedan estáticos hasta que veo gente correr de un lado a otro.

Mierda.

—Lo hizo.

—Es tarde.

—No. Ahora me van a escuchar.

A mis espaldas empiezan los disparos continuos hacia el cielo, pero de nada sirve, porque las sombras no mueren de esa manera.

—¿Necesitan me ayuda? —Kepler aparece de sorpresa.

—Ayuda a los militares a reforzar sus armas para acabar con las sombras.

—Yo quiero encargarme de Ademos.

—Él es mío —sentencio pasando frente a él para retomar mi camino.

Mi corazón late con desenfreno al pisar el interior del hotel. El recibidor está hecho un desastre, las luces se apagan y prenden lanzando chispas, es como si hubiera pasado por una explosión. Las paredes se han pintado de gris y no hay señales de vida.

Ramsés me cuida la espalda tras avanzar justo donde nos habíamos encontrado a Aitan. Me detengo al ver como frente a mí ha pasado una silueta, fue tan rápido que apenas me da tiempo de identificarla.

—Al fin Galatea, el momento más esperado ha llegado.

—Ademos, ¿por qué no das la cara en vez de que tus sombras hagan el trabajo por ti? —abro las manos formando esferas de fuego, mis ojos se mueven por toda la habitación. Mi espalda choca contra la de Ramsés —. Prepárate, porque estás a punto de presenciar al Rey de los idiotas.

—Me estoy divirtiendo viendo como tú y el humano fingen ser fuertes para acabar conmigo, pero, ¿sabes qué? No vine solo, espero que pases a saludar a Ren y mi padre.

No, no, no.

—Estoy muy ocupada como para pasar a saludar, seguro les harás llegar el mensaje por mí, ¿puedes? —canturreo sin una pizca de diversión.

Doy vueltas sin perder de vista cualquier ángulo donde puede aparecer de sorpresa. Es astuto jugando a las escondidas.

Pero Ademos no es el que hace acto de presencia desde el techo hasta aterrizar en el suelo con una espada en la mano. Ren alza la cabeza para encontrarse conmigo portando un uniforme brillante en color negro y plateado.

—Si vamos a luchar que sea con la protección adecuada —chasquea sus dedos.

Mi ropa cambia a una dorada con rojo con armadura en los hombros y el de Ramsés en anaranjado.

—Esto no cambia nada entre nosotras, te detesto y voy a acabar contigo —espeto con las flamas aumentando en mis brazos. Duele saber que la persona que más quería en Egon nos haya traicionado —. No dudaré atacarte.

—Lo sé, Gala, merezco tu odio, pero lo hice por mis propias razones, no quería meterte en esto.

—¡Me entregaste el talismán sabiendo que me iban a matar!

—Yo no planeaba que te siguieran —baja la voz, da un paso hacia adelante y mis llamas crecen con mayor fuerza lista para atacar —. Si tan solo me escucharas.

—Perdiste tu oportunidad, para mí ya no vales nada.

Me muerdo la lengua para que no se me escape un sollozo, me duele y tengo que resistir las ganas de ceder, sé que está alado de Ademos y solo querrá distraerme para atrapar a Ramsés.

—Entonces, ya no sigamos hablando, acabemos con esto y gane el...

Una ráfaga de electricidad sale disparada a mis espaldas impactando sobre el cuerpo de Ren que empieza a convulsionarse, sus ojos se vuelven blancos y su cuerpo se desploma en el piso con la ropa chamusqueada.

Giro sobre mis talones para lanzarle una mirada asombrada a Ramsés quien alza los brazos al aire con las manos temblorosas.

—Juro que no era mi intención, pero la magia hace lo que quiere conmigo, no pude controlarla.

—Lo hiciste bien en esta ocasión, pero ten cuidado la próxima.

Camino hacia Ren que ha quedado inconsciente, le aparto la espada de la mano para sujetarla. Caminamos entre los pasillos anchos del hotel a paso veloz tras escuchar la risa de Ademos haciendo eco por las paredes para despistarnos.

La maquina debe estar en el auditorio como había dicho el guardia de seguridad, tal donde iban a exponerla.

Las luces parpadean antes de poder cruzar la puerta. Aitan aparece como humo, lo primero que diviso son sus manos oscuras hasta la mitad de sus codos.

—No es él —le advierto a Ramsés antes de que corra hacia él —. Nos manipulará, ¿okey? Atento a lo que haga y no lo escuches.

Los orbes de mi mejor amigo son oscuros por completo como sus manos. El miedo me recorre la columna vertebral al bajar la vista s sus brazos envueltos de una segunda capa de piel negra que se alimenta de él poco a poco.

—Aitan, soy yo.

—No sé quienes seas, pero voy a matarte —contesta con voz ronca. Abre la boca mostrando sus afilados dientes manchados de color carmesí —. Serás mi próximo bocadillo.

—Ha probado carne humana —sisea Gala retrocediendo.

—Aitan, por favor, sé que estás ahí en algún lado.

—Ramsés basta, no es él, una vez que prueban...

—¡Debemos hacer algo! —respondo alterado viendo como mi mejor amigo se retuerce mientras camina en dirección nuestra —. Gala, por favor.

Ella niega varias veces bajando la cabeza. Estampo mi puño contra la pared con furia. ¡¿De qué ha servido todo este plan si lo he perdido!?

Aitan aúlla con potencia obligándonos a cubrirnos los oídos ante el sonido agudo que sale de su garganta. Estiro una mano en su dirección permitiendo que un rayo de electricidad choque contra su cuerpo, él logra esquivarlo de un salto adhiriéndose a la pared como si fuera un animal.

—¡Aitan soy yo tu mejor amigo!

—Solo eres comida —sisea relamiéndose los labios bañados de sangre —. Di tus últimas palabras humano ingenuo.

Siento las lágrimas recorrerme las mejillas, la vista se me nubla de repente. Su cuerpo cae sobre mí tomándome de sorpresa, mi cuerpo se estampa contra el piso, Gala grita e intenta apartármelo lanzándole una esfera de fuego que lo derriba mientras gimotea de dolor, pero él se recupera con rapidez poniéndose de pie. Estira los brazos hacia el cielo y aúlla más fuerte que el primero, los vidrios del hotel colapsan en millones de pedazos, en un abrir de ojos ya tenemos frente a nosotros un grupo de sombras aparentando ser humanos.

Afuera del hotel la sirena sigue sonando mezclándose con los disparos de metralletas.

Knox aparece por una esquina, se esconde tras una columna donde ellos no puedan darse cuenta de su presencia.

No tengo ni puta idea de que hacer, voy a cagarme en los pantalones, esto es el triple de peor que presenciar una película de terror en la vida real. Estoy asustado y la mente se me ha bloqueado, necesito que Gala reaccione y me diga que hacer, porque no quiero arruinarlo.

Tira de mi mano para que retrocedamos, pero enseguida la puerta donde pensábamos entrar aparece más sombras oscuras y un hombre de edad avanzada portando un traje completo de negro, su piel es grisácea, de cabello y barba blanca como si quisiera imitar el estilo de Santa Claus versión terror.

—Estás rodeada Galatea, entréganos el talismán y no les pasará nada —indica el hombre con ese porte autoritario, a su lado aparece un humo negro hasta convertirse en una silueta masculina, es la versión de él, pero más joven —. Ya no tienes escapatoria.

—O tal vez sí —presiona mi mano, me echa una mirad rápida.

Gala va formando esferas enormes moviendo ambas manos para manipularlas, es cuando comprendo que debo hacer lo mismo, no sé cómo, pero tengo que ayudarla. Así que muevo las manos cuando la energía eléctrica comienza a aparecer en forma de esfera.

Galatea grita un «lánzalo ya» arriba de nosotros, donde el fuego y la electricidad se fusionan cegándonos la vista, es ahí donde Galatea tira de mi mano y salimos corriendo mientras que las sombras quedan paralizadas admirando las luces tal y cómo lo harían las moscas.

Knox se une a nosotros corriendo hacia las escaleras para subir hacia las habitaciones, derriba una puerta y entramos para escondernos.

Gala se deja caer sobre la alfombra con la respiración agitada llevándose una mano en el corazón.

—Con Arawn aquí, Ademos adquiere mayor fuerza para liderar a las sombras, si logramos acabar con su padre, nos dará ventaja, pero son demasiados —comenta con la voz agitada. Sus ojos recaen en mi presencia —. Lo siento, te hice una promesa y no logré cumplirla, fue mi culpa por esperar demasiado, por meterlos en esto en primer lugar, no quería que les hicieran daño, soy ego...

—Calla.

Le acuno las mejillas mientras comienza a llorar, se esconde en mi pecho liberando varios sollozos. Me abraza con fuerza y le devuelvo gesto sin ganas de separarme de su cuerpo.

—Lo lamento mucho, Ramsés.

—Lo intentamos —susurro con la voz entrecortada —. Y acabaremos con esto.

El edificio comienza a temblar, la lampara que está sobre la mesita se mueve hasta impactarse contra la alfombra.

—Van a derribar el hotel.

—No, lo que quieren es dejar abierto el portal para que más criaturas peligrosas accedan a la tierra —espeta Gala alzando la cabeza —. Es más que una guerra, quieren invadirnos.

—Pero el talismán.

—Aún lo necesitan para cargar energía, una esfera solo tiene una mínima fuerza que el talismán, es por eso que Ramsés puede controlar la energía, es una gran fuente que tiene dentro y una parte está dentro de mí. Juntos podemos acabar con ellos.

—Entonces dime cómo —suplico en un susurro.

—Más vale que lo planeen rápido porque Kepler apenas puede controlar las armas de los militares y el problema se extiende con dos dementes y sus sequitos en el recibidor —comenta Knox asomando la cabeza en el pasillo vigilando —. Esos cabrones están muy enojados.

Gala se aparta unos centímetros de mí para ponerse de pie, estira una mano para ayudarme a hacer lo mismo y mi indica que entremos al baño.

—No tardamos.

—Aquí los espero, no pienso irme a ningún lado.

Cierro la puerta tras mi espalda una vez dentro. Nos sostenemos la mirada hasta que ella se acerca y me toma de las manos que se envuelven en llamas purpuras, no siento dolor de ningún tipo, mis brazos lanzan chispas eléctricas que la envuelven. Ambos compartimos un poco de nosotros, se pone de puntillas y sus labios acarician los míos con lentitud.

El beso es lento y salado por nuestras lágrimas, pero eso no importa. Disfruto del roce suave hasta que se vuelve más profundo y es cuando me percato de lo que quiere lograr, abro los ojos unos segundos logrando observar desde el espejo como nuestros cuerpos se ven envueltos de magia.

—Tu tienes una parte de mí y yo una de ti —susurra al separarse apoyando su frente con la mía —. Ahora somos uno solo unidos por la magia para acabar con ellos.

—¿Estamos conectados?

—Así es, será mucho mejor en cuanto los enfrentemos y tengamos que separarnos, escucharás mis pensamientos, imitaremos nuestros movimientos y sentiremos lo mismo.

—De acuerdo.

—Te quiero, Ramsés, no lo olvides.

—Yo también te quiero, Galatea.

—Hagamos esto.

—Juntos como equipo patearemos traseros —trato de esparcir la nostalgia que nos invade.

El fuego y la corriente eléctrica desaparece de nuestros cuerpos. Nos tomamos unos minutos antes de salir del baño listos para continuar. 




😥




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