Capítulo 27|Culpa.


Dedicado a RojoMiVaron y Aris_eli 🥺
Gracias por seguir leyendo. Lo aprecio tanto. 💜


Uno de los principales motivos que me alegra estar lejos de Chicago es lo tranquilo que me he empezado a sentir, aquí no hay jefas obligándote a bailar, entrenadores amenazando que te mandarán a Minnesota de una patada, madres manipuladoras ni recuerdos del pasado.

Sin duda necesitaba un viaje para encontrarme conmigo mismo o algo así porque frente a mis ojos otra persona ya hubiera comenzado a retroceder lentamente al ver hechiceros practicar con su magia como si fueran un culto demoniaco.

En mis manos tengo una daga, la misma que llevaba Gala consigo. La hoja afilada de plata brilla como las estrellas bajo nuestras cabezas.

No es por nada, pero la vista es estupenda que me quedaría un buen rato tumbado en el suelo admirándolas de no ser que debo cuidarme a toda costa al recibir miradas furtivas de parte de Kepler a modo de advertencia.

Paso las señales de precaución fingiendo demencia, él no me puede hacer daño, eso espero.

—Extraño a Florence —farfulla Aitan a mi lado dejando escapar un suspiro exagerado. Tiene a la mano su celular mirando una flor de su novia —. Me ha dejado muchos mensajes y tengo que fingir que no los he visto.

Le doy un empujón en el brazo para levantarle los ánimos.

—Cuando menos te lo esperes, estaremos volviendo intactos a casa.

—¿Tu quieres volver? —inquiere y nos miramos. Levanto una ceja con confusión —. Es simple curiosidad.

—Creo que no tengo prisa. El viaje no ha sido tan malo habiendo demasiado peligro aquí afuera, no me lo tomes a mal, pero ya era hora para salir de nuestra rutina. Me gusta aquí.

—Te gusta porque está ella —canturrea alzando las cejas.

—Igual estás tú —encojo los hombros —. Eres mi mejor amigo, Aitan y no te cambiaría por nada.

Le muestro el dedo de en medio.

Me he puesto sentimental, caramba.

—Ooow, eso sonó tan cursi de tu parte —finge limpiarse las lágrimas invisibles y blanqueo los ojos —. Sé que no vivirías ni un segundo sin mi presencia porque soy lo máximo, cabrón.

—Ya no te vuelvo a decir nada.

—Es que te pones empalagoso, no jodas. ¿Ahora me vas a pedir matrimonio? —extiende su mano y se la aparto de un manotazo.

—Púdrete.

Aitan ahoga una carcajada al ponerse de pie jugueteando con la daga que Knox le dio en color dorado.

Su carcajada se ve interrumpida por unos aullidos. Siento un escalofrío recorrerme la columna vertebral estando en medio de la nada con un par de coches iluminando el sitio.

—De pie hombrecitos, no serán solo espectadores si quieren seguir con vida —comenta Kepler deteniéndose un par de metros delante de nosotros —. Las dagas que tienen en manos son letales para cualquiera, una sombra desaparece para siempre con el mínimo toque.

—¿Y los humanos?

—Ya lo averiguaremos —responde con sorna intercalando la mirada —. Es obvio genio, una puñalada con ello y te mueres.

—Puf, creí que hacía algo más espectacular, pero okey, me sirve —contesta mi mejor amigo caminando hacia él

Me obligo a ponerme de pie imitando su acción. El hechicero toca el mango de ambas armas y al instante estas brillan en amarillo y azul destellando varias chispas.

Nos explica las técnicas de movimiento que podrían servirnos en caso de estar frente a una sombra. Volteo a ver a mi costado a Gala y Daneis en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, ambas mujeres son increíbles esquivando y regresando los movimientos sin titubear, lanzan sus poderes al aire y la líder crea alrededor de su cuerpo como una capa a modo de escudo para desviar la esfera de fuego de Gala.

Daneis usa su escudo para defenderse dándole un golpe en el pecho con fuerza a la hechicera y como consecuencia el cuerpo de Gala sale disparado en el aire hasta aterrizar de manera dolorosa entre la arena y rocas del desierto.

Mi cuerpo actúa por sí solo queriendo ir a ayudarla, sin embargo, Kepler me bloquea el paso con su brazo a la vez que me da una larga mirada de desaprobación.

—No quisiera ser tú el que interrumpa un entrenamiento entre hechiceras.

—P-Pero la ha...

—Están acostumbradas a usar la fuerza, no se van a lastimar en serio, humano.

—Me llamo Ramsés.

Alejo su mano de mi pecho.

Vuelvo la mirada hacia Gala que se ha puesto de pie, ahora no solo sus manos están envueltos en llamas púrpuras, el fuego va subiendo poco a poco por sus brazos hasta detenerse en cuello, el color se hace más intenso y el calor puede sentirse desde donde estamos de pie observando el espectáculo.

—Dime, humano —oh, por favor. Le da un par de golpecitos a mi brazo ortopédico mirándolo con curiosidad —. ¿Sabes de casualidad donde tiene Gala el Talismán? Es importante para nosotros de ese modo podremos utilizar la fuente de poder en contra de nuestros enemigos, los dioses nos brindaron tal privilegio para desaparecer el mal, pero cada vez se vuelve más fuerte, ahora que somos un equipo más grande, estoy seguro que nos fortalecerá.

—¿Por qué no se lo preguntas directamente a ella? —interrumpe Knox acercándose con el rostro inexpresivo.

—Es terca y necia.

—No tengo idea de donde está —encojo los hombros como si nada —. Y si lo supiera, ni me acercaría a echarle un vistazo.

Comienzo a retroceder fingiendo que estoy desinteresado con el tema retomando los ejercicios básicos para mover la daga sin que me la arrebaten.

—De acuerdo, no me queda opción que hacerlo a mi manera —en menos de un parpadeo, miro a Kepler con una espada en la mano de plata lanzado destellos —. Un poco de acción no nos hará daño.

—Kepler... no lo hagas —interfiere su hijo, pero este lo ignora.

—Ha sido suficiente, lo necesitamos.

Le miro dirigirse hacia Gala con pasos firmes y decidido a atacarla por la espalda mientras está concentrada con Daneis, no sé qué me sucede, siento nuevamente un pinchazo en el interior de la cabeza cuando se desata mi alarma de preocupación. Kepler no se detiene, menos cuando alza su espada dispuesto a hacer un acto atroz.

Los dedos de mis manos comienzan a temblar por si solas y ambos brazos sentir una corriente eléctrica, al levantar mi brazo en su dirección, algo extraño sucede o mejor dicho... Me sucede.

—¡Alto! —grito.

Entonces, un haz de luz sale disparado de mis dedos con una fuerza indescriptible y el cielo es invadido por truenos que nos hace pegar un salto.

La ráfaga de luz se impacta contra la espalda de Kepler, como consecuencia su cuerpo se envuelve entre luces, él se... se está electrocutando.

Todo él comienza a temblar, mientras el cielo relampaguea y ruge con mayor potencia, al bajar la vista a mis manos, estos se ven envuelto en chispas eléctricas.

—¡¿Q-Qué me está pasando?!

Aitan y Knox comienzan a retroceder rápidamente y las hechiceras se encargan de Kepler que se ha desmoronado en el suelo tratando de recuperarse. El cielo se ha pintado de rojo con nubes que se iluminan gracias a los relámpagos.

—¡Oh, carajos!, ¡tus ojos brillan! —chilla Aitan asombrado- asustado —. ¡Pareces una bombilla!

Es como si pudiera controlar la energía eléctrica que va recorriendo mis venas y parte del brazo de acero. Cuando muevo el brazo, un rayo se impacta lejos de nosotros, ¿yo hice eso? Vuelvo a intentarlo, esta vez adivinando como carajos funciona y un segundo rayo aterriza entre unas piedras a metros de nosotros.

De acuerdo, esto me asusta mucho.

Al levantar la vista, veo a dos hechiceros mirándome con perplejidad, entre ellos Kepler que se ha recuperado un tanto quemado del cabello dorado, pero, ¡hey!, no lo maté.

Em cambio Gala, sonríe a medias contemplando el espectáculo por unos segundos, luego... silencio.

Ya no hay mal clima, ni rayos, ni manos que se iluminen, he vuelto ser yo. Pierdo fuerzas y el cuerpo me pesa a tal punto que mis piernas me fallan y caigo al suelo.

—¡Explícame cómo el humano puede manejar la electricidad!

Me llevo los dedos a los costados de mis sienes para masajearlos, nunca antes Kepler me había dado dolor de cabeza, está cruzando la línea y la siguiente vez que me colme la paciencia, no responderé por mis actos.

Ramsés está sentado en el asiento de atrás dentro del auto tomando agua con los clavados en sus zapatos, seguro haciéndose la misma pregunta que el líder.

—Solo hay una manera coherente para esto —espeta Daneis lanzándome una rápida mirada de sorpresa. Avanza hacia el chico hasta inclinarse para llegar a su altura —. ¿Cómo has podido controlar el clima, Ramsés?

—Es mi culpa —declaro recargando la cadera en la puerta del copiloto.

—No, sabes que no —responde Ramsés saliendo del trance, parpadea un par de veces para volver la mirada a Daneis —. Me colé a la habitación donde estaba ella cuando vi varias luces filtrarse bajo la puerta, yo todavía no le tenía confianza, así que entré para comprobar que no estuviera haciendo brujería —tuerce la boca. Se queda unos segundos en silencio antes de continuar —. A pesar de que quería salir huyendo al ver como su morral se movía, era como si una fuerza invisible me empujara para seguir adelante e investigar lo que había en su interior, les juro que no era mi intención tocarlo, luego sentí un pinchazo y las luces desaparecieron, cuando desperté a la mañana siguiente, el talismán se había plasmado como tatuaje en mi piel.

—Se adhirió a él —finalizo.

—No, el talismán lo eligió —Daneis intercala la mirada en ambos manteniéndose serena. Sus cabellos se adhieren en sus mejillas coloradas ante el entrenamiento que llevábamos a cabo hace un rato —. Aris nos había advertido que ese amuleto puede absorber energía de cualquier persona si se sentía protegido, parece una tontería, pero de seguro los dioses tenían sus razones y ahora que la magia ha hecho acto de presencia en él, se hará fuerte, más que nosotros cuatro —señala al par de hechiceros que están sentados en una roca sin dirigirse la palabra, em cambio, Aitan... seguro fue al baño porque se fue corriendo luego de que Ramsés despertó. Me sigo concentrando en Daneis antes de que me pierda —. Es un momento histórico, ¿entienden? Un humano puede controlar la magia.

—Hay algo que no te he dicho —murmuro e intercambio una mirada con Ramsés que alza las cejas con duda —. Cuando descubrí que era parte de él, absorbí la mitad de la magia para que no corriera peligro, ¿estuvo mal?, ¿debí hacerlo?

Daneis se aleja del chico para caminar hacia a mí, las comisuras de sus labios tientan en elevarse en una sonrisa, pero termina plasmando una mueca. Sus facciones de cerca pueden apreciarse, no tiene ni una arruga como los humanos les pasa al envejecer, es como si los años en ella nunca pasaran y claro, es así. A simple vista parece una joven de mi edad, el cabello lo tiene un tanto maltratado en color dorado y sus orbes naranjas resplandecen.

Apoya ambas manos en mis hombros dándome un leve apretón.

—Las decisiones que has tomado han sido consientes, Galatea, has hecho bien, pero, ¿sabes algo? Eso quiere decir que tú y el humano han formado un vínculo, están conectados si lo quieres ver así.

Mis cejas se disparan hacia el cielo.

—¿Qué?

Los dos soltamos a coro. Ramsés se pone de pie de un salto hasta detenerse alado de ella.

—¿Qué acaba de decir?

—Lo que escucharon —da un paso hacia atrás —. Debieron haber experimentado una situación juntos, visiones, algo que pudieran percibir ambos, pero así es.

—Yo creo que estás exagerando —espeto dándome media vuelta para huir.

—Tuve algo parecido —suelta Ramsés y me llevo una mano a la frente soltando un gruñido —. Fue cuando me pegó el rayo y no podía despertar hasta que...

—De alguna manera entré a tu mente y acabamos en Egon en el prado muerto —suspiro dándome por vencida.

—Entonces así fue —asiente Daneis —. Ambos lograron transportarse sin necesidad de un portal.

Comienzo a marearme de tanta información.

—¿Entonces estuvimos en Egon por unos segundos?, ¡¿estuve frente a frente con Ademos y no lo mate?! —esto último lo digo alzando la voz alterada —. Creí que era una trampa.

—Ahora las piezas comienzan a encajar —susurra Ramsés tomándome la mano —. Ademos tomó ventaja para manipular tu mente.

—Ren debió ayudar mientras fingía colaborar con nosotros.

—Carajos —me siento sobre el capo alzando la cabeza con vista al cielo —. Todo me sale mal, la cabeza me duele, no se cuanto soportaré quiero asesinarlo.

—Cuida tu alma, Galatea, es fácil caer en la oscuridad, pero difícil salir de ella —me recuerda la hechicera y asiento.

Tomo varias bocanadas de aire llenando mis pulmones de oxígeno.

—Ya hemos perdido tiempo suficiente, sigamos entrenando.

—¿Dónde está Aitan? —inquiere Ramsés —. Hace un rato que no lo veo.

—Voy por él, ustedes quédense.

Me pongo de pie retomando el camino donde le vi irse, este lugar me da miedo y puede percibirse en el ambiente lo fúnebre que es, ver mis pies se vuelve imposible, chasqueo los dedos para iluminar mi camino. Esquivo arbustos y césped en abundancia, las estructuras rocosas a mi alrededor tienen formas extrañas por lo que alcanzo a ver. Los sonidos tampoco pueden faltar, grillos, aullidos, víboras de cascabel que por supuesto las identifico con rapidez.

—Aitan, sal de donde quiera que estés. Es hora de marcharnos, encontraremos un baño y comida.

Las ramas suenan bajo mis pies al adentrarme ante los espesos arbustos, identifico un cuerpo sentado en una piedra murmurando.

—¿Aitan?

—Gala —el chico alza cabeza mientras sorbe su nariz.

—¿Te perdiste? Tranquilo, no estabas lejos de nosotros —me acerco sentándome a su lado. Le veo abrazarse a sí mismo y niega —. ¿Querías huir de Kepler o Knox? Créeme, yo también quiero hacer lo mismo miles de veces, su carácter está para estamparles la cara en una puerta.

—No, es solo que... yo he hecho algo.

—Oh, te escucho —le regalo una sonrisa amistosa —. Somos amigos, ¿no?

—Solo escúchame Gala y cuando lo haga, por favor, no huyas.

Mi sonrisa desaparece. Sus facciones se contraen mientras sigue derramando lágrimas.

—Dilo.

—Ellos hablaron conmigo, me dijeron que si no... si no nos entregamos, nuestras familias... la persona que me hablo era esa cosa, la sombra y fue horrible, Gala. Yo no quería, juro que no, porque tú, Ramsés y el resto son importantes y...

—¿Qué carajos hiciste exactamente?

Al ponerme de pie lo enfrento. Lo empujo del hombro para que termine con la intriga y lo diga de una vez.

—Aitan, te estoy hablando.

—Les dije donde estábamos —solloza tapándose la cara —. La sombra me amenazo con asesinar a Florence, a todos si no le entregamos lo que quiere, por favor, no me odies, tengo mucho miedo... no quiero que les hagan daño.

Mis pies comienzan a moverse hacia atrás.

—¿Ellos vienen en camino?

Niega.

—Ya están aquí, Gala.

Revela. Al instante una luz se enciende cegándome escasos segundos, seguidamente, el sonido agudo de algo dirigiéndose en nuestra dirección se hace cada vez más fuerte y entonces, explota.

El suelo se sacude y comienza a ver movimiento entre las ramas.

—Una trampa —susurro. Miro Aitan agachando la mirada como el traidor que es —. Aitan...

—Vete, yo no debo ir...

—Ven.

—¡Qué te largues! —su voz cambia enseguida a una más gruesa —. ¡Huyan!, ¡está dentro de mí!, ¡lárgate!

No me lo tiene que repetir dos veces. La tierra se sacude ante un segundo impacto y las voces de los chicos comienzan a escucharse, cuando me doy cuenta, uno de los autos está envuelto en llamas. Corro lo más rápido como las piernas me lo permiten, el sonido de pisadas tras de mí va aumentado, Knox grita que me de prisa al subirse en el auto que queda. Miro sobre mi hombro un par de hombres de negro que vienen armados y un helicóptero arriba de mi cabeza pidiendo que nos entreguemos.

—¡¿Dónde está Aitan!? —pregunta Ramsés mirando tras de mí.

—Es su culpa —es todo lo que digo antes de empujarlo de regreso al interior del coche —. Arranca, Knox, ¡ya! Van a atacarnos si seguimos aquí.

Golpeo la siento para que se dé prisa.

—¿Cómo que su culpa?

—Knox arranca maldita sea.

—¡Eso trato!

—¡Van a apuntarnos con esas armas! —alardea Kepler.

—¡No me presionen maldita sea!

—Gala, ¿cómo que su culpa?

—¡Ahora no, Ramsés! —le respondo ya alterada y el chico cierra la boca rápidamente —. Ahora no.

—No voy a abandonar a mi mejor amigo.

—Es un traidor —susurro en medio de la conmoción.

Knox pisa el acelerador mientras que tras de nosotros se escuchan disparos que atraviesan el cristal, tenemos que encorvarnos mientras el chico tras el volante se esfuerza por sacarnos. El auto se remueve con vehemencia y las llantas chillan, siento el corazón acelerarse más de lo normal. No perdemos tiempo en contratacar, porque los que están afuera no son humanos.

Son los títeres de la sombra, aquella que también ha logrado llevarse a Aitan.

Consumido por el miedo reveló nuestra ubicación, ahora toca enfrentarnos a ellos.

El auto le falta poco por tocar la carretera, mientras Daneis y Kepler se encargan de lanzar bolas de fuego a diestra y siniestra, sin embargo, a todos nos toma de sorpresa cuando una bola de fuego que aparece de la nada, choca contra la cajuela del auto levantándolo por el aire y lo que sigue después es... oscuridad. 




No estoy llorando, se me metió al ojo un:
¡Yo te amaba Aitan, yo te amaba!

¿Cómo les ha dejado el capítulo?

Descarguen su frustración aquí. 😭

Yo estaba llorando mientras escribía. ME DOLIÓ. 🥲

¿Ahora qué? Hagan sus apuestas.

Gracias por su apoyo como siempre.

Estoy haciendo dedicatorias por primera vez, siempre tuve miedo porque una vez lo hice con una historia antigua y la pipol desapareció luego de la dedicatoria. 😪chale.

Espero poner a todas porque luego olvido sus usuarios, pero la verdad siempre las tengo presentes.

No olviden votar, comentar mucho y compartir la historia. 🥵

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top