Capítulo 21|Malditos humanos.
Está aquí.
La madera cruje bajo la suela de mi zapato al entrar, levanto la palma de mi mano en señal de que se queden afuera mientras que Knox viene tras de mí con terquedad. El hedor de la sangre me indica que alguien ha estado aquí desde que nos fuimos.
Las luces parpadean alumbrando de manera tenue la sala. Un sofá está rasguñado sobresaliendo un poco del relleno.
—Iré a arriba si no te importa —índica Knox a mi costado y asiento con la cabeza dándome una última mirada antes de empezar a subir los peldaños en silencio.
—¿Newton?, ¿dónde estás perrito peludo? —siseo con los dientes al llamarlo. El camino de sangre finaliza en un charco grande frente a la puerta del sótano entreabierta —. Por favor, espero que no estés ahí perro tonto.
Trago saliva al asomar la cabeza hacia las escaleras envueltas en telarañas.
—¿Newton?
Intento prender la luz con el interruptor, pero no reacciona. Genial, a desperdiciar un poco de magia. Antes de poder bajar las escaleras una corriente helada me toma por la espalda hasta empujarme con fuerza al interior del sótano. Pierdo el equilibrio y mi cuerpo colisiona cuesta abajo entre las escaleras. Los peldaños se clavan en mis costillas y siento pinchazos en mi cabeza al rodar que cada vez son fuertes.
Mi respiración se escucha agitada con el cuerpo tendido en el suelo intentando ponerme de pie. Los párpados me pesan cuando me obligo abrir los ojos y un hilo de sangre se resbala por mi labio inferior. Me lo retiro con el dorso de la mano al luchar por reincorporarme quedando sentada mirando por todas las direcciones en la búsqueda del causante.
Pequeños rayos de la luz lunar se cuelan en una ventana que da al patio trasero. Es pequeña e imposible que de por ahí.
—¡Sal de tu escondite cobarde! —la sangre sale disparada de mi boca manchando mi ropa y el suelo —. Si quieres pelear da la cara.
El hedor de la sangre y el zumbido de las moscas se hace insoportable a tal punto de que me estoy sofocando.
—Yo no quiero pelear —responden entre la cortina negra en un rincón del sótano donde la luz no alumbra. La voz es ronca e irreconocible —. Solo he venido por lo que mi amo le pertenece ahora que soy fuerte. Entrégame las esferas del tiempo para que mi señor Ademos pueda tocar estas tierras putrefactas de humanos.
—Quiero verte, sombra. No eres más que un lacayo —respiro hondo al ponerme de rodillas e intentar apoyar un pie y levantarme. Me tambaleo unos segundos antes de estabilizarme —. Ademos te ha olvidado.
—¡No es cierto! Mi señor se regocijará de júbilo al entregarle lo que le pertenece. Ademos gobernará este sitio, debe ser así.
Blanqueo los ojos fastidiada del tema. Cada vez que tomo una bocanada de aire las costillas de duelen.
—Ademos necesita urgentemente un terapeuta, piénsalo, está traumado por culpa de Arawn —digo en burla. La sombra ruge con enfado y me echo a reír sin ninguna pizca de gracia —. Su padre nunca le tuvo el mínimo cariño, lo mandaba a azotar con cada gesto inocente que demostraba al ser un niño.
Recuerdo ver a Ademos en el prado jugando con un elfo en los límites del bosque mágico. Éramos unos niños, mucho antes de que mis padres fueran asesinados. Ahí estaba él sonriendo mientras que yo me escondía de su presencia. De un momento a otro fue sorprendido por las sombras que lo atormentaban cuando tenían oportunidad ocasionando que la oscuridad comenzara albergar en su interior. Ademos pasó de jugar con las criaturas a asesinarlas brutalmente cada vez que su magia negra crecía.
Contaban los habitantes del pueblo que Arawn mató abruptamente a su esposa mientras dormía.
Nunca me atreví a darle la cara al chiquillo, ni en los momentos en que pensaba que necesitaba a alguien con quién hablar por miedo a sufrir cómo hacia con todo lo que tocaba.
La sombra se queda en silencio.
—¿Te comió la lengua el gato?
—Niña insolente, debiste morir como tus estúpidos líderes.
Cada vello de mi brazo se eriza al escuchar las pisadas siendo más pesadas de la sombra, al asomarse a la luz por poco se me salen los ojos de las cuencas al descubrir a Vanian. Sus orbes se han vuelto por completo oscuros, su ropa está empapada de sangre y su rostro, joder, la mitad está rasguñada dejando a la vista la carne putrefacta llena de gusanos. Está... muerto.
Ahora es solo un títere de la sombra.
No. No, no, no.
El hombre frente a mí es aterrador que al cerrar los ojos solo lo veo a él.
—Mi horda estará preparada para atacar a los humanos si no me entregas el talismán —lleva las manos hacia atrás al caminar de extremo a extremo del área —. El imbécil de Hopkins te esperará bajo mis órdenes. Las piezas son importantes para...
—Para que Ademos venga a la tierra, sí, sí, ya te escuché las últimas diez mil ve...
—¡¿Cómo te atreves a contestarme de esa manera insolente hechicera?! —su mano me envuelve el cuello ejerciendo presión, grito del dolor al sentir mis pies abandonar el suelo y mi espalda se estampa contra la pared sin soltarme —. Los humanos te están consumiendo, hechicera débil. Tus líderes no vendrán por ti, pero mi señor sí. Si te unes, podrás reinar con Ademos y tener todos bajo tu poder. ¡El mundo podría ser tuyo!
Mis ojos comienzan a cristalizarse y el oxígeno a fallarme con cada pataleo. Mi cuerpo se cubre en llamas de repente. La sombra gime de dolor y me suelta de inmediato, aterrizo entre unas cajas tratando de volver a respirar.
El cuerpo de Vanian opta por una postura a la defensiva.
—Jamás le serviré a Ademos y a las patéticas sombras oscuras, jamás me doblegaré a la oscuridad para darle la espalda a los míos.
En un pestañeo Vanian sale disparado hacia un lado de la habitación con violencia, tras de él está Knox con la respiración agitada.
—Por si no lo sabías, aquí en Chicago y en otras partes del mundo se grita para pedir auxilio —me regaña con seriedad. Aparta sus ojos de mí para clavarlos en el cuero que gimotea de dolor —. ¿Y ese es?
—La sombra dentro del cuerpo de Vanian, amigo de los chicos —susurro con preocupación —. Está muerto.
—Así que está haciendo travesuras. ¿Qué hacemos, Galatea? —su postura es atenta listo para atacar.
—Atémoslo. Tenemos que sacarle información, preguntar sobre lo que viste —comento con la voz entrecortada —. Creo que me rompí alguna costilla al caer de las escaleras.
Knox dispara las cejas hacia arriba. Evita hacer algún tipo de comentario y se encarga de la sombra que está algo perdido por el golpe que recibió. Subo las escaleras como las fuerzas me lo permitan.
El primero en ver ya arriba es el perro pulgoso mirándome con curiosidad ladeando la cabeza.
—En dónde estabas, ¿eh? Me diste un susto.
—¿Gala qué suce...? Oh, mierda. Pareces hija de la exorcista —suelta Aitan tras verme boca abierto.
Al querer responder, el grito de Knox advirtiéndome sobre la sombra se adelanta. El cuerpo de Vanian aparece tratando de lanzarse encima, logro esquivarlo y darle una patada en la espalda enviándolo al suelo. Aitan y Ramsés sueltan un grito del susto llevándose consigo a Newton arrastrado.
—¡¿Ese es Vanian!?
—Está muerto —informo con calma mirándolos —. Ya no es más un humano.
—¡No la escuchen, chicos! Soy yo, ella me hizo daño —la voz de Vanian se escucha con claridad. Le pateo sobre el abdomen para callarlo.
—No intentes confundirlos.
—Ella es mala, les hará lo mismo —gimotea la sombra fingiendo ser el médico —. N-No la escuchen, ella solo quiere ser poderosa, miren lo que me hizo, ¡mírenme!
—Estás feo cabrón —responde Aitan —. No te creo ni una palabra.
Ramsés se ha mantenido callado mirando lo que sucede frente a él, parece más dañado que Aitan, su expresión lo refleja.
—¡Malditos humanos!
Ruge la sombra levantándose, vuelve a querer atacarme, pero me toma por sorpresa ver a Newton lanzándose sobre su espalda entre gruñidos tratando de morderlo. Estoy atento a los movimientos de la sombra, esquivo y ataco. Choco contra Knox al retroceder, lleva la ropa rasgada y una cara de pocos amigos, está furioso.
El chico le patea la rodilla con fuerza, se escucha un crack y la sombra ruge. Sus dedos se convierten en garras envueltas en una capa negra, mueve el brazo para rasguñarnos a la vez que se mueve por toda la cocina con desesperación para quitarse a Newton que le ha mordido la oreja.
La sombra logra darme un rasguño en el brazo derecho en mi descuido por querer sostenerlo de la muñeca. La sangre comienza a escurrirse por mi brazo, pero no le tomo importancia.
—¡Dame el talismán, maldita perra! —aúlla inclinando su cuerpo hacia mi dirección. Knox lo derriba de regreso al suelo y Newton tirotea de la camisa ensangrentada de Vanian —. Van a morir, todos van a morir si no le sirven a... ¡aauuuh!
Newton le ha mordido el brazo. Las escenas sangrientas comienzan a pasarme factura al revolverme el estómago, esto es demasiado. Vanian manda el cuerpo de Knox hacia la mesa de madera que se parte a la mitad al impactarse. Su piel se tiñe de negro y sus ojos se iluminan como esferas blancas. Mi cuerpo se envuelve en llamas al ponerme a la defensiva.
—¡Maldito perro!
Todo pasa en cuestión de segundo frente a mis ojos, Vanian toma a Newton del pelaje mientras trata de morderlo moviendo las patas con las garras fuera. Al dar un paso hacia adelante, él es más rápido que entierra sus filosas garras en el estómago del animal. Mi furia crece, los gritos emergen y los aullidos se hacen más fuertes. Una bola de fuego aterriza en el rostro de Vanian logrando liberar a Newton de sus garras.
El cuerpo se va consumiendo por las llamas corriendo por toda la habitación. Alejo a los chicos al mover la mano llevándolos fuera del alcance mientras estoy atenta a la piel que se derrite y los gusanos se consumen. Los ojos de Vanian comienzan a perder su brillo. Abre la boca y una esfera oscura abandona su cuerpo. Knox pretende alcanzarla para que no huya, sin embargo, se mueve ágilmente hasta traspasar la puerta.
El cadáver de Vanian ahora se ha convertido en cenizas en medio de la cocina.
Caigo de rodillas al perder gran parte de mi energía sintiendo las lágrimas invadirme. Miro hacia un lado donde Newton descansa bajo un charco de sangre mientras llora, me arrastro llegando frente a él de rodillas e intento verle la herida.
Los chicos se acercan arrodillándose llegando a mi altura. Aitan acaricia el pelaje de Newton que llora ante el dolor en su interior. La hemorragia se extiende manchando mis manos y rodillas de líquido oscuro.
—Hiciste un buen trabajo, amigo —susurra Ramsés mirándolo, desvía la mirada hacia Vanian y se muerde los labios con fuerza. Ya no queda nada de él —. Shhh, shhh.
—¿Quién va a morder mis pantuflas con diseño de ardillas? ¿O comerse la mitad de mi almuerzo? —los ojos de Aitan se pintan de rojo al derramar varias lágrimas —. ¡Y Vanian! Ya no nos va a joder con que somos aun unos niños.
Sorbe su nariz intentando limpiarse.
—Pregunta si te encuentras bien —jadea Knox a mis espaldas y volteo a verlo sentado en la silla con la expresión adolorida.
—¿Qué dijiste?
—Que el perro pregunta sí te encuentras bien —repite soltando otro jadeo.
—Lo entiendes —comento y parpadeo atónita.
—Leo su mente y se siente feliz por haberte defendido, pero por otra parte triste porque no podrá soportar más el dolor. También piensa que tuvo buena compañía desde que vino a vivir a esta casa —se encoge de hombros y regreso la mirada a los chicos atentos a Newton que comienza a respirar con dificultad —. A Ramsés le pide que lo perdone por haber escondido muchas pelotas, atacar ardillas de la nada y hacerse pipí en el sofá varias veces.
Los chicos sueltan una risita entre lágrimas y mocos.
—No te preocupes, siempre creí que era Aitan quien se hacía pis por ver películas de terror.
—Imbécil —le codea el jugador con un poco de diversión en su sonrisa.
—Gracias perrito por protegerme desde que llegué —me despido acariciándole la cabeza y sus ojos se encuentran con los míos —. Tú siempre serás mi favorito y yo soy el tuyo por darte comida extra, ¿no?
Su hocico se acomoda en mi pierna. Poco a poco su respiración agitada se va volviendo lenta y sus parpados comienzan a cerrarse. La visión me falla al cristalizarse y trato de mantenerme firme hasta su último aliento.
Cuando ha cerrado los ojos me pongo de pie yendo en dirección a las escaleras encerrándome en el baño.
Me desplomo en el piso no solo llorando por Newton, sino por acabar con lo que quedaba de Vanian sí es que lo había y por todas esas personas que fueron asesinadas por la sombra. Nadie se lo merecía.
—Es tu maldita culpa, tu culpa, tu culpa —me digo al esconder mi cara entre mis piernas.
Libero un grito ensordecedor que rompe el cristal de la ventana y el espejo en millones de pedazos.
—Gala, ¿qué ocurre ahí adentro?
—Déjame sola.
—Lo que sea que estés haciendo detente —suspiro con cansancio apoyando la cabeza en el marco —. Nada de lo que está pasando es tu culpa, ¿de acuerdo?
—Sabes que es una vil mentira para que no me sienta culpable, siempre lo ha sido. Vanian está muerto, la sombra lo usó para obtener el talismán, Newton también y temo que pase lo mismo con ustedes, estar cerca de mí solo permitirá que la sombra los ataque —su voz se escucha entrecortada del otro lado —. Me iré, detendré esto en Nevada.
—¿Cómo estás segura que estarán ahí cuando llegues?
—Supongo que volveré a las bodegas, Knox ha encontrado el laboratorio.
—De ninguna manera —escudriño la puerta retrocediendo —. Sabes lo arriesgado que es, pueden atraparte. Es lo que quiere, eres poderosa y no dudarían en hacerte daño, tú lo dijiste, los humanos somos incompetentes y destruimos todo sin medir las consecuencias.
Escucho el crujido que emiten sus zapatos al acercarse lo que me da la impresión que se ha desquitado con algo. Abre asomando media cara reflejando preocupación mientras acaricia el borde de la puerta. Se aparta permitiéndome pasar y veo el desastre esparcido en el piso. Ya no hay espejo, ni que decir de la ventana pequeña.
—No era mi intención, pero fue una manera de liberarme.
Le lanzo una mirada de sorpresa.
—Cariño, hay mejores métodos para desahogarse —extiendo los brazos para estrecharla sobre mi pecho envolviendo su cintura —. Todos estamos juntos en esto sin importar que estos simples mortales no sepan ni esquivar un golpe.
Gala alza la cabeza regalándome una diminuta sonrisa.
—¿Estás seguro? La sombra no tiene piedad. Me duele no poder haber apartado a Vanian del camino —cierra los ojos presionando los párpados con fuerza —. Tendremos que ir a Nevada, Ramsés. Es nuestra oportunidad para atacar y evitar que Ademos logre pisar la tierra. Necesitaré de tu ayuda siendo el portador del talismán, tal vez si averiguamos como funciona estando en ti, logremos sacar ventaja.
También me duele lo de Vanian, pienso en su familia cuando se entere de lo sucedido.
Le aparto varios mechones que se han escapado, bajo la vista hacia su cuello donde tiene un hematoma violáceo. Su brazo derecho tiene una línea grande bañado en sangre y su ropa está hecho girones. Me encargo de desatarle las trenzas hasta que su cabello cae sobre su espalda.
—Hablaremos sobre ello cuando termines de bañarte.
Estampo mis labios sobre su frente, me deshago de nuestra cercanía para ir hacia la puerta dándole la privacidad que necesita. Cierro tras mi espalda. Al reunirme con Aitan él lanza la pala hacia un lado y se limpia las manos manchadas.
—Creo que las cenizas de Vanian estarían mejor en la aspiradora —informa desviando los ojos hacia el circulo quemado.
—Estás demente.
—Dime, ¿vas a presentarte con su esposa para darle un jarrón con sus restos? Lo que harán es llamar a la policía y nadie quiere eso ahora como están las cosas. Nos lo podemos quedar —se pasa una mano sobre la cabeza con frustración —. Y creí que iba a ser la mejor noche con mi novia.
—Nos iremos a Nevada.
Suelto de la nada tomándolo desprevenido.
—Me suena a manada —me arroja una mirada cansada. Al ver que no me inmuto en cambiar mi expresión, abre la boca pasmado —. Que putada, ¿ahora qué?, ¿de pronto la sombra le da ganas de ir a la ciudad del pecado para apostar cadáveres? Demonios.
Me acerco a él, extiendo una mano para apoyarla sobre su hombro.
—Si no quieres ir, lo entenderé, mejor si estás fuera de esto, en parte es mi culpa tengo el maldito talismán.
—Que hijo de puta eres —me da un empujón y sonríe a medias a pesar de que la tristeza nos acompañe —. Debiste meterte la mano al culo en vez de ir de curioso en las cosas de una hechicera.
Aprieto los labios para no liberar una carcajada que me aliviaría un poquito de todo lo ocurrido.
Knox aparece tras de él luciendo un aspecto asqueroso luego de ayudar a Gala. Aún sigue dándome mala espina por esa aura misteriosa que se carga.
Limpiamos el desastre luego de que se marchara, habló con Gala respecto a su plan así que se ha sumado uno más al viaje. La hechicera nos ayuda usando sus poderes facilitando avanzar rápido para luego preparar las mochilas.
—Saldremos temprano —nos informa intercalando la mirada —. Nos iremos en su coche al ser más grande, mejor si se mantienen alejados de los demás. No tienen que saber dónde estaremos.
—Claro y yo que quería presumir mi viaje a Las Vegas —responde mi amigo con sarcasmo —. Florence va a aniquilarme, no quería dejarla sola.
Gruñe al llevar sus manos cubriendo su cara.
—Estará bien —asegura Gala tomándole la mano —. Al igual que Ridley, ambas están fuera del foco de la sombra.
—Espero que siga siendo así, me voy a dar una ducha —se levanta dándole un apretón de mano a la Gala y se marcha dejándonos a los dos en la cocina que desprende aroma a pino y desinfectante.
Se va a dar cuenta que ya no hay ventana ni espejo.
Con respecto a las cenizas de Vanian, se esparcieron en el jardín.
—¿Ya no te duelen las costillas? —inquiero para esparcir el silencio.
Gala se pasa una mano en el área emitiendo un quejido.
—Rodé por las escaleras —paso un brazo sobre sus hombros acercándola. Se levanta pars tumbarse sobre mi regazo causándome millones de sensaciones por todo el cuerpo —. Debes tener algún remedio para ello, ¿no?
—Después de una ducha fría te atiendo, brujita.
—Ramsés Gallagher siempre siendo humilde.
Traza un camino con su dedo índice sobre mi pecho hasta llegar a mis labios. Beso sus dedos, subo a sus nudillos y bajo hacia su muñeca con lentitud disfrutando del momento. Gala frunce el ceño un tanto confundida ante mi acción sin apartarse, logra reacomodarse quedando a horcadas pasando los brazos tras mi cuello. La respiración se me acelera cuando vuelve a dejarse caer.
—Algo me dice que quieres volverte a enrollar conmigo —canturreo con sorna.
—Lo que voy a enrollarte es una soga.
—Que sea alrededor de las muñecas para más placer.
Han pasado muchas cosas dentro de wattpad y hoy me limito a escribir una nota.
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