Capítulo 19|Peligro es mi apellido.

Me deslizo por el pasillo oscuro hacia la habitación frente a la mía, soy cuidadosa al girar de la perilla y empujarla con lentitud. Tengo que obligarme a avanzar gateando mientras el chico duerme plácidamente enredado entre las sábanas. Newton lo acompaña a su lado como una almohada gigante.

Los dos roncan con libertad.

Llego hacia la mesita donde hay una lámpara y su celular.

«¿Dónde están las llaves del coche?».

Tengo que salir para seguir averiguando lo que trama el chiflado de Hopkins.

Me sobresalto al ver la pantalla de su celular iluminarse, me quedo congelada vigilando algún movimiento de parte de Ramsés, en cambio, sigue inmerso en sus sueños. Tanteo el escritorio revuelto de cuadernos y hojas sueltas sin encontrarlas.

Maldita sea.

Salgo de la habitación en silencio hacia las escaleras, creo que ya sé dónde puedan estar. Alado de la puerta diviso varios juegos de llaves y reconozco una con un colgante que dice «Nueva York».

La ventisca en plena madrugada me perfora hasta los huesos, cierro la puerta tras mi espalda dándome prisa para montarme en el coche. Veo el volante, la palanca y la radio.

—Por los dioses, ¿cómo se enciende un coche?

Y lo peor: No sé manejar.

Las calles están desérticas, solo los postes de luz alumbran el tétrico vecindario. Dejo caer la cabeza sobre el volante con exasperación sin tener una mínima idea de cómo llegaré hacia las afueras de la ciudad. Mi memoria no me ha traicionado, recuerdo las calles a la perfección hacia el solitario edificio. Deben ser como las 2:00 de la mañana por lo que el metro ha dejado de trabajar por el momento.

Dejo las llaves en el interior del coche.

En vez de seguir perdiendo tiempo valioso, emprendo el camino a pie casi a zancadas abandonando la casa en vuelta en una sudadera que me hace sentir extraña al percibir el aroma a suavizante. Froto mis brazos con las manos calentándome más de lo que puedo hacer. No debo exponer mi magia en la calle, temo que me pillen.

Estoy por llegar a la décima cuadra cuando me sobresalto al escuchar el claxon de un coche a mis espaldas. Miro sobre mi hombro la camioneta y través del parabrisas a un despeinado Aitan andando en pijama. Se detiene a mi costado saludándome con la mano.

—¿Qué son estas horas para hacer ejercicio? Te vas a congelar.

—Controlo el fuego, es imposible que suceda.

—Cierto, señorita Avatar —sonríe, inclina su cuerpo hacia la puerta para abrirla —. Vamos, te llevo.

—No te va gustar, por eso prefería ir sola —jugueteo con la puerta —. Es peligroso.

—Peligro es mi apellido, Gala, no hay nada que me intimide.

Infla el pecho con orgullo. Aitan está loco y no es broma. Lo he visto en los entrenamientos de Lacrosse derribar con violencia a sus oponentes más su afán con ver programas sobre crímenes mientras se ríe como si fuera comedia pura. Es un agradable sujeto. A veces me he sentado a escucharlo para que me explique sobre esas películas sangrientas y nos hemos entendido bastante.

Se siente increíble tener amigos.

Llegamos hacia la plaza donde vine con Ridley para los disfraces, le señalo al chico donde acercarse y de los arbustos se asoma una silueta fornida e intimidante.

—¿Estás segura que es buena idea? Chicago tiene una alta taza en delincuencia, por lo que ese tipo parece que nos va a asaltar —le palmeo el hombro para tranquilizarlo. Sus dedos se han aferrado al volante como lo harían las garras de Newton para evitar ser bañado.

—Es Knox y será de gran ayuda.

—Ni puta idea de quién sea, pero si confías en él, está bien.

Le hago una señal con la mano al hombre que se detuvo bajo una farola. Knox va vestido de negro con una mochila encima de los hombros. Nos lanza una breve mirada antes de subirse al cajón de la camioneta.

—Es como yo —aviso y su cabeza gira en mi dirección con violencia. Si lo vuelve hacer le dará tortícolis —. Sí, esa fue mi reacción, pero es cierto, su padre escapó de una ciudad cercana al descubrir cómo crear portales.

Aitan le lanza una mirada al hombre desde el retrovisor con desconfianza. Pone de nuevo en marcha el coche hasta colarse por las calles poco concurridas hasta dejar atrás los vecindarios y edificios.

Va bajando la velocidad cuando se lo indico ocultándonos entre los espesos arbustos a una distancia del edificio de mal aspecto.

—¿Qué estamos buscando con exactitud?

—La razón del por qué los federales me entregarían a un loco.

—Me encargaré de los guardias ubicados en la puerta —informa Knox al acercar sus ojos a un curioso aparato —. Hay más adentros y van armados, pero no se ven alertas, será sencillo mandarlos a dormir.

—No puedo creer que haya más como ustedes —alardea mi amigo con voz baja y se acerca al hombre —. ¿A poco te enciendes como antorcha? Porque mi amiga aquí presente puede ser una fogata personal.

Knox tuerce el labio deslizando la mirada hacia a mí como una interrogante respecto a Aitan que no ha cerrado la boca.

—Mi padre me entrenó a escondidas y aunque quisiera manipular el fuego, mi habilidad es dormir a las personas de un chasquido y entrar a sus mentes para hacerles ver sus peores pesadillas. Cualquier hechicero es diferente y hay algunos que no logran desarrollarlas.

—Así que se dedican a la vida cotidiana como el comercio o educación —agrego cruzándome de brazos —. Son simples habitantes que de alguna manera aportan a nuestra sociedad.

Aitan abre y cierra la boca con perplejidad.

—Haré como que entendí, ahora sé que no son alienígenas. ¡Joder!

Le pido que guarde silencio llevándome una mano a los labios.

—Lo siento, me emocioné.

—Reprime esa emoción o esos sujetos nos van a matar de un balazo —sugiere Knox poniéndose la capucha —. Hablo de nosotros dos que somos mortales.

Lo señala.

Suspiro hondo al abandonar los arbustos. Knox es el primero en emprender el camino escabulléndose en silencio mientras que Aitan y yo vamos hacia otro punto pegados a la pared. El sitio está rodeado de varios edificios con mal aspecto y la luz es escasa por lo que ver por donde pisamos es casi imposible.

Solo se escucha el sonido de los insectos escondidos en alguna parte y la ventisca fría de la estación. Siento un brazo aferrarse al mío titiritando hasta los huesos.

—Hace frío —sisea el chico envuelto en pijama de tela sencilla.

El calor que emerge de mis venas hacia mi piel se impregna en su piel regulando la temperatura.

Del otro lado, Knox hace una señal con la mano indicando que va a realizar lo suyo y asiento con la cabeza. El hombre sale de su escondite llamando la atención de las personas armadas, es suficiente un chasquido y los cuerpos caen inertes al suelo como si de repente el sueño los hubiera invadido.

—Andando.

Tiro del brazo de Aitan para que no se aleje de mí. Nos damos prisa caminando a tropezones evitando tocar a los guardias hasta llegar a la puerta automática. Knox hace lo mismo asomando la cabeza y chasquea los dedos. Más cuerpos caen de manera asombrosa.

—Con eso hasta he mandado a dormir al de las cámaras.

—Aun así, puede que se enteren que estuvimos aquí si no se desactivan —señala Aitan hacia una parte del recibidor donde un aparato nos enfoca con luz roja.

De mi mano sale disparado una llama de fuego al apuntar y dicho aparato se hace trizas.

—Asunto resuelto.

—O pueden usar más de sus habilidades y ya —comenta con sarcasmo.

Echamos a correr hacia el largo pasillo frente a nosotros. Los recuerdos me vienen de repente y los guío por donde estuve. Freno es seco al ver más guardias asomándose de la nada por otro pasillo, los chicos se impactan en mi espalda ocasionando que quede en la mira al irme hacia adelante.

—¡Oye!

—¡Alto!

Impacto sus cuerpos contra la pared con tan solo mover las manos quedando inmersos

—Que putada, sigo siendo fanático tuyo, Gala —murmura Aitan anonadado —. Voy a imprimir camisetas con tu cara.

—Turbio —comenta Knox.

Las luces parpadean y el ambiente se siente pesado como cada paso que doy hacia el final del pasillo por el que no pasé la primera vez. Si los guardias salieron de esa puerta, es probable que haya algo importante del otro lado.

—¿Estás segura?

Al parecer Knox me ha leído la mente sin permiso. Lo miro sobre mi hombro lanzándole una advertencia para que no lo haga.

—Alguien se va a cagar en los pantalones y ese seré yo, me da mala espina lo que podamos encontrar.

—Es momento de sacar tu lado criminólogo, Aitan —le doy un codazo y no parece darle gracia.

Al traspasar la puerta en par, nos encontramos frente a unas escaleras que no parecen tener fin.

—El elevador es más eficaz —señala el chico.

—Buena idea, así tendrán más tiempo para perforarnos el cráneo y hacer un asado de cuerpos —Knox luce intimidante frente al jugador de Lacrosse que balbucea palabras sin sentido —. Sí, me lo imaginé.

—Por eso digo que las escaleras son una idea estupenda, así hacemos ejercicio —suelta acompañada de una risa nerviosa y es el primero en bajarlas.

Detengo a Knox cuando pasa frente a mí.

—Puede que seas como yo, pero no te da el derecho de tratar mal a mi amigo, después de todo está de mi lado, ¿de acuerdo?

—Sí, jefa —asiente con la cabeza —. Lidiar con las personas no es lo mío, por eso estoy encerrado con Lee vendiendo armas. ¿Cómo terminaste viviendo con dos universitarios?

—Es que somos un encanto —se interpone el jugador echándonos una mirada rápida antes de proseguir bajando los peldaños en forma de caracol —. Y estamos buenísimos, ¿verdad, Gala?

Blanqueo los ojos sin poder creer lo que ha dicho.

Al menos Ramsés no está aquí o Knox lo mandaría a callar por elogiarse a sí mismo como un símbolo sexual.

—He hecho más coraje con Ramsés que contigo —me rio.

—Es un tipazo que no sabe cuándo callarse —hace un gesto con la mano restándole importancia.

—¿Y ese quién es?

—Es el chico más desesperante, de verdad, sin embargo, he aprendido a tolerarlo.

Y me ha enseñado muchas cosas.

Me lo callo enseguida. Nos detenemos en el último peldaño luego de bajar muchas que conectan hacia un solo pasillo decorado con una puerta blanca con ventanas circulares. Rápidamente me deshago de las últimas cámaras y caminamos. Es difícil ocultarse cuando todo está iluminado. Así que nos mantenemos agachados al tratar de ver a través del opaco vidrio.

Diviso un grupo de mujeres y hombres sentados frente a un monitor uniformados de gris. Más adelante hay una pantalla grande que ocupa toda la pared, las luces son tenues por lo que es difícil identificarles el rostro.

—Parece que Inteligencia está aquí.

Señala Aitan al grupo de personas sentadas sin dejar de teclear.

—Solo miren las pantallas aparecen fotografías de personas desfiguradas. Como las que vimos al principio, Gala —asiento al verlo también.

—Este no es el laboratorio, vámonos antes de que alguien nos pille —indica Knox girando para marcharse.

Antes de que podamos subir las escaleras, las puertas del elevador suenan. Aitan tira de mi brazo para que subamos a toda prisa quedando de cuclillas tras el barandal asomando solo media cabeza.

—Maldita sea tiene que estar en alguna parte no han podido desaparecer de la faz de la tierra —esa voz, Aleksei —. Si no los encontramos Hopkins se pondrá más histérico y bravo.

—¿No notaste algún cambio? —Rhys, es el segundo que lo acompaña —. Ahora no le gusta salir al sol, gruñe y parece que su cerebro le va explotar sino deja de repetir que busquemos fuentes radioactivas para su maldito trabajo.

—Es un médico desquiciado. Está hambriento por conseguir las muestras de sangre y tiene esa loca idea de revivir a los putos muertos, no le hagas caso —lanza una carcajada seca mientras se revuelve el cabello —. ¿Dónde está el resto? No los he visto desde que desperté de la siesta.

—Son unos malditos guardias. Moverán el culo cuando nos vean pasear por sus rumbos. Aleksei esto es una estupidez, se nos saldrá de las manos.

—Es nuestro caso y lo cerraremos cuando sepamos lo que está ocurriendo. Tenemos que encontrar a la chica, es peligrosa.

—Es lo que dicen.

Siento la mirada de ambos chicos perforándome la cabeza, les echo un vistazo de soslayo y fingen demencia.

El par de agentes cuchichean apoyados en la pared maldiciendo y preguntándose lo que está ocurriendo con los asesinatos.

Knox tira de mi mano haciéndome una señal con la cabeza en señal de que debemos seguir. Subimos las escaleras en silencio y lentamente hasta alejarse de aquellos agentes que me están buscando.

Vuelvo a respirar una vez arriba.

—¿Estás segura que hay un laboratorio?

—Sí, los mismos agentes lo dijeron.

—Quizás no es un laboratorio grande, sino una habitación donde realicen análisis. Un consultorio —enfatiza Knox rascándose la barba mal rasurada.

—Shhh... chicos.

—Es que no lo entiendo.

—Chicos... —nos calla Aitan llevándose un dedo a los labios mientras señalan con la otra otro pasillo. Asoma la cabeza y regresa —. Miren, son camillas.

—Y llevan algo o a alguien.

Los tres intercambiamos una mirada dubitativa como si estuviéramos batallando en si seguirlos o desistir.

—Se hace tarde y pronto amanecerá.

Niego rotundamente.

—No podemos dejarlo para otro día. Si quieren irse háganlo ya.

—Ah, no, no, no, ese plan es horrible —se queja mi amigo plasmando una mueca —. Yo no me quiero morir, Knox no se quiere morir y tú, eres inmortal, pero estaría feo que te hicieran daño. Nos largamos y no está a discusión.

Presiono los párpados a la vez que siento la cabeza dándome vueltas como si estuviera dentro de una licuadora. Al final terminamos yéndonos.

Nota mental: Haz sola el trabajo.

...

—Va a enojarse cuando se entere —me hace saber el chico al entrar a la casa envuelto en penumbras —. El cabrón anda super sensible y básicamente se perdió de la diversión.

—Ya buscaré la manera, descansa.

—Sí, eso espero. Con todo lo que vi esta noche, me va a dar pesadillas —bromea y me palmea el brazo de manera amistosa y se va hacia las escaleras.

Hago lo mismo un rato después al mantener tranquilo mis pensamientos. Me detengo en medio del pasillo mirando las puertas de mi costado, suspiro hondo y entro a la habitación de mi derecha en silencio. Desabrocho el botón de mi pantalón a la vez que me saco los zapatos, mis rodillas se hunden en la cama y me acomodo en el hueco libre. Newton se ha echado en el suelo con mayor comodidad.

Al cubrirme bajo las sábanas cada célula de mi cuerpo se estremece al sentir una mano en mi espalda.

—Espero que te sientas cómoda —Dice Ramsés somnoliento.

—Vine porque tu cama en serio lo es, mejor que la mía y las almohadas son suaves, no te hagas ilusiones.

Bromeo.

—Es demasiado tarde, brujita —me rodea la cintura pegando su pecho a mi espalda. Su garganta emite un jadeo ronco que vibra contra mi oreja.

Tengo las agallas para girar y encontrarme cara a cara con un chico dormilón con el torso descubierto. Sus orbes zafiros se entreabren para observarme, no tarda en tirar las curvaturas de sus labios en una sonrisa.

—Estoy buenote, pero no me mires tanto o me robaras el encanto.

—Cuando todo parece ir estupendo, tienes que abrir la jodida boca.

—Es inevitable.

Lo tomo por sorpresa al acomodarme a horcadas sobre su regazo a la vez que paso ambas manos a los costados de su cabeza. Me sujeta con firmeza bajo la tela de la sudadera, siento sus dedos clavarse en mi piel hasta acariciarme en círculos despertando esas sensaciones que había provocado con anterioridad. Mi corazón late con desenfreno.

«Eres el único humano que puede acelerarme el pulso».

Me estrecha entre sus brazos cuando nuestros pechos colisionan en un abrazo. Ya me he acostumbrado.

¿Qué demonios estoy haciendo? No, esto no... rayos, me está tocando el cabello y me gusta, me adormece.

Agito la cabeza apartándole los brazos, intento rodar bajándome de encima. La sábana se enreda entre mis piernas que es imposible liberarme.

—No te vayas.

—No me estoy yendo, solo quiero dormir más cómoda, eres como un saco de papas todo tieso.

Lanza una carcajada que penetra mis oídos y sonrío sin poder evitarlo. Me cubro entre las sábanas y pongo una almohada como barrera.

—Oh, cariño, te equivocas.

—Duérmete.

—Sueña a que me follas duro, mejor si es contra la pared.

—Imbécil.

Por su culpa mi imaginación se echará a volar, no solo eso, una parte la tiene Florence y Ridley al ser tan gráficas explicándome sobre las relaciones íntimas. Ni debí de ver esos vídeos perturbadores.

—Es broma, pero si quieres no es broma, cariño.

—Hasta mañana.

—Ya va amanecer.

Bufo y le miro. Me lanza un beso y no dudo en darle un almohadazo en la cara.

Estoy absorto en Gala y mi corazón sufre las consecuencias por ser el primero en caer como ya es digno de mí.

Es cierto que le tengo unas ganas tremendas, no me molesta admitirlo ni en voz alta. Es raro que me vaya estupendo en las relaciones por lo que siempre me había limitado a las aventuras de una noche, a lo casual y sin ataduras.

Cualquiera que me escuchara me tacharía de demente por atraerme un ser antinatural de este mundo y no alguien común, sinceramente, lo común es aburrido.

Gala no tiene comparación y resaltar sus cualidades que admiro serían infinitas.

Trato de acomodarme varios mechones al estar listo para la fiesta.

La puerta del baño se abre de una patada dejándome ver a la susodicha con su disfraz que se amolda a su cuerpo sobresaliendo su atlética y curvilínea figura. Me fascina que tenga la confianza de usar algo así, el corte del cuello se abre en uve mostrando un poco de sus senos.

Es un Jedi y yo soy fan de Star Wars.

—Haz un comentario estúpido y te estrello la cara contra la puerta —me apunta con el dedo envuelto en una pequeña llama de fuego.

—Estás preciosa —plasmo un puchero.

Su maquillaje se ve inspirado en la serie Euphoria. El glitter púrpura, las sombras de colores con el delineado perfecto más las piedritas de fantasía distribuidos bajo sus parpados y cejas, le hacen ver espectacular.

Sus labios se ven tentadores al estar pintados de azul eléctrico.

—Florence ha hecho un gran trabajo —informa al acercarse hacia el es espejo tratando de acomodarse la mata que tiene como cabello —. ¿Tú de que vas?

Mi sonrisa se amplia cuando aparezco reflejado tras de ella.

—Soy Cusco, el emperador —abro los brazos imitando los movimientos del personaje —. Uh, antes de convertirse en una alpaca, claro.

Gala ladea la cabeza sin entender la referencia, se limita a asentir con la cabeza para luego peinarse, suspiro hondo apartidándole de las manos el cepillo y me encargo de dehesarle los nudos. Su cabello es suave, deslizo una mano sobre cada hebra evitando dejarla calva cuando se ve complicado emparejarle las puntas.

Lanza quejidos y me disculpo cada segundo.

—¿Sabes realizar peinados?

—Mis manos saben hacer muchas cosas, cariño. De pequeño me encargaba en aprender a trenzar y hacer moños cuando Elis, mi hermana, no le quedaban. Para mí era divertido porque una vez pensé en dejarme crecer el cabello y practicar.

—¿Y lo hiciste?

—Me entraron piojos por descuidado y mi madre me obligó a cortarlo —tuerzo los labios al recordar la lloradera que hice cuando el estilista comenzó a cortármelo sin piedad —. También porque los niños de mi escuela eran malos y recibía bastantes burlas comparándome con una niña y la verdad es que era una tontería.

—Estoy seguro que te veías increíble —me sonríe.

Le guiño el ojo mientras procedo en trenzarle el cabello. Es complicado al tenerlo tan largo, pero no imposible.

—Mi cabello era la perdición de las niñas, cariño, lo alababan.

—Seguro que sí —responde con sarcasmo y se cruza de brazos —. Lo mío fue al contrario, una vez le pedí a mi madre que me rapara por completo, así evitaba que lo usaran como un punto débil al pelear. Crecí con chicos, por lo que la violencia en ellos siempre fue su naturaleza y no quería que se aprovecharan de mí. Les demostré que podía estar a su nivel.

—Ahora comprendo porque eres tan ruda —bromeo.

—Me maltrataban.

—¿Y tus mentores no hicieron algo para frenar que abusen de ti? —Gala niega rotundamente bajando la mirada —. ¿Tus padres?

—Mis padres lo intentaron. La resistencia nos entrena para ser hechiceros capaces de enfrentar hasta la situación más peligrosa. Estoy acostumbrada, ¿de acuerdo? Sin nada de ello, sería sencillo sucumbir a la oscuridad.

Nos quedamos en silencio por un breve momento sosteniéndonos la mirada. Solo se escucha las gotas caer sobre el lavabo.

—Mandarlos a la mierda sería más fácil —le incito dándole un empujoncito en el hombro, en automático blanquea los ojos —. Ya eres una de nosotros, así que esta noche la pasarás de maravilla sin ver atrás, ¿entendido? Y no vamos a discutir.

—Ramsés, ellos me están buscando.

—Lo sé, ¿y hasta ahora que han hecho? —se queda en silencio —. Nada, los agentes pueden caer de sorpresa aquí, pero no lo han hecho porque saben lo poderosa que eres.

—Soy un peligro, no hay que negarlo.

Otra vez vamos con lo mismo. Me veo interrumpido por la voz de Florence viniendo del pasillo hasta verla en el marco de la puerta del baño.

—¡Ustedes se ven divinos! Solo falta Aitan para irnos a la fiesta —entra sin dejar de transmitir su emoción como es digno de ella. La chica va vestida de hada sensual, es un delito estar en el baño con dos preciosidades. Aitan no tiene porque enterarse de lo que pienso —. Gala se ve jodidamente sexy, caliente y hermosa lista para incendiar la fiesta.

Si hablamos de manera literal, sí, es capaz de lograrlo.

—No lo niego, justo ahora dejaría que ella me azotara —me rio y ambas chicas me miran —. ¿Qué?, ¿no estábamos siendo sinceros?

—Tu eres demasiado sincero, Ramsi, no me sorprende —se ríe la chica hada dándome unas palmaditas en el hombro.

—Mi sinceridad y mi humildad son lo que más me caracterizan, señoritas, es lo que me hace irresistible.

—Tengo unas ganas irresistibles de empujarte por las escaleras, espero que eso cuente —comenta Gala entre dientes.

—Al menos me tienes ganas —carraspeo sintiéndome sensacional y giro para ver a Florence de frente —. Tú te ves espectacular, ¿de casualidad tienes más de ese glitter?

—Gracias, Ramsi ¿Quieres un poco?

—Quiero brillar como siempre.

Florence levanta ambos pulgares de acuerdo con mi idea. Gala alza las cejas a modo de sorpresa.

—Te haré competencia esta noche, cariño.

—Me lo imaginaba.

Será una noche explosiva. 





Hola hechiceras. 👑

Antes que nada, feliz sábadito con este nuevo capítulo de ETDE. ¿Qué les ha a?parecido?

Pregunta: ¿tienen Twitter o Instagram? Ya que me dan ganitas de abrir espacios de charlas, pero me temo que no tengo tantos lectores por ahí como esperaba y es difícil compartir mis locuras y adelantos. Todo el tiempo quedo como payasa pensando que hay alguien de aquí por esos lares. jiji🤡

¿Qué pasará en la fiesta? ¿Momentos buenos o amargos? 🤭

Muchísimas gracias por comentar muchooo y votar que no cuesta nadín. ❤

Muy pronto tendremos historias nuevas. Pendientes. 😍

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