Capítulo 17|Lo que quieras.

—¿Qué les pasó a tus nudillos?

—Nada importante.

El agua se tiñe de color carmesí al lavarlos en el fregadero de la cocina luego de un exhausto entrenamiento golpeando un costal que encontré alado del contenedor de basura atrás del patio.

—Pues no es algo que se deba tomar a la ligera, Gala —observo de soslayo a Aitan tomando un largo sorbo de jugo de naranja desde el envase. Plasmo una cara de asco sabiendo que es para todos —. La sangre no deja de salir. Da gracias que Ramsés está enfocado reparando la camioneta o no dudaría llevarte arrastras con Vanian con esas heridas.

Blanqueo los ojos. Los enfoco de regreso a mis dedos llagados.

—Estás exagerando, para mí es normal, me sucedía a menudo cuando entraba en combate cuerpo a cuerpo. Las enrollaba con un trapo para luego hundirla dentro del hielo y al día siguiente repetía.

Su gesto vuelve a ser exagerado transmitiendo que no le causa nada normal lo que hacía en Egon.

Me apunta con el envase tomándose unos segundos de formular su oración antes re continuar.

—Si quieres golpear algo, a tres calles arriba hay un gimnasio público, el dueño se llama Ramón y es un tipazo con el boxeo. Quizás puedas ir a practicar con él —cierro el grifo secando mis manos con papel con sumo cuidado —. Muéstramelas.

Hace un gesto con sus manos para que me acerque. Saca de un cajón una bolsa pequeña con vendas en su interior.

—Te servirán cada vez que quieras practicar tus golpes, de ese modo evitas lesionarte —se deshace de la bolsa de plástico para comenzar a desenredarla y pasarlos por mi muñeca dando dos vueltas hasta envolver mis nudillos pasando de dedo a dedo y terminar con el pulgar. Hace lo mismo con la mano contraria hasta sentirlas cómodas —. ¿Qué tal?

Abro y cierro los dedos asintiendo con la cabeza.

—El dolor ha disminuido, gracias Aitan.

—No es nada. Uno aprende por las malas, me gustaba meterme en peleas en secundaria —se ríe nervioso pasándose una mano por su espeso cabello —. En una de ellas por poco me quiebro los dedos al dar un mal golpe y desde aquello preferí protegerlos.

—No debes hablar en serio, no aparentas el chico que se mete en disturbios.

Sonríe inflando el pecho con orgullo.

—Las apariencias engañan chica extraterrestre —lo escudriño de mala gana provocando que lance una carcajada —. Dime, ¿estás lista para celebrar Halloween? Al parecer la prima de Ramsés, Ridley, nos ha invitado a una fiesta en su fraternidad el sábado.

—Es una mala idea.

—¡Es buenísima! Iremos disfrazados, es lo mejor de estas fechas para pasar desapercibidos —plasma un puchero y sus parpados se achican fingiendo tristeza —. Por favor, por favor, por favoooor, Gala. Será tu primera fiesta.

—Tendré que considerarlo en otro momento.

—¡Estupendo! —saca su celular del bolsillo y sonríe —. Mierda, debo terminar los deberes o tendré que hacer un ensayo de quince hojas. ¡Momento de activar el modo estudiante aplicado o no voy a conseguir graduarme!

Se lleva consigo el envase de jugo y una fruta a toda prisa hacia las escaleras. Por mi parte, me dirijo hacia el patio donde Newton está echado observando a su dueño cantando mientras revisa su coche. Menea su cuerpo sin dejar de cantar con exageración. Anda sin camisa por lo que soy espectadora de como los músculos de su espalda se contraen al moverse.

Extrañamente tengo unas ganas de tocarlo como la última vez.

—Apreciando la vista, ¿eh? —el chico me mira sobre su hombro regalándome una sonrisa pícara dejando a un lado lo que hacía —. Puedes mirar tooodo lo que quieras.

—¿Y tocar? —bromeo caminando en su dirección sin rehuir del color de sus ojos.

—Tienes permitido hacer conmigo lo que te plazca.

Reprimo una sonrisa al detenerme a un metro de distancia. Hace unos días se me había planteado una duda sobre las relaciones humanas, sus necesidades cuando hay un exceso de confianza y el consentimiento de cruzar la línea para experimentar sensaciones placenteras, por lo que recurrí a Florence preguntándole si era un comportamiento común respecto a la atracción y algo más, que se debía hacer en esos casos y por qué sentía la necesidad de volver a sentirlo.

Sentirlo a él.

Soy demasiada orgullosa.

Los sentimientos suelen ser un estorbo si cada vez son fuertes.

«Malditos humanos». Diría Kepler entre gruñidos y su mala experiencia aquí en la tierra.

Jamás habló a profundidad conmigo sobre el tema, es más, se le había escapado en una de nuestras conversaciones al no haber tenido esa vez autorización como normalmente se pedía.

—Huy, seguro se lo decías a todas de esa manera —Ramsés borra su sonrisa a una inexpresiva. Creo que no ha sido inteligente de mi parte soltar ese comentario. Rayos.

—La verdad es que ellas me usaban como trapo desechable —encoge los hombros y regresa a su trabajo entre cables y partes que necesita un coche para funcionar —. Y tampoco niego que de alguna manera me gustó acaparar la atención de las chicas para aquellos fines, ¿por qué carajos te hablo de esto? —comienza a reírse con los nervios de punta —. Solo terminaras conociendo esa mala imagen de mí y la detesto.

Apoyo una mano en la puerta del coche sin quitarle los ojos de encima. Flexiona su brazo derecho donde sus venas se marcan.

—Que mejor ser sincero, ¿no es así?

—La verdad es que me avergüenza.

Encojo los hombros restándole importancia.

Sin pensarlo, llevo una mano sobre su brazo siguiendo las líneas de sus delgadas venas, el toque con mis yemas es suficiente para ver su piel erizarse.

Hago lo mismo con su otro brazo donde la sensación es diferente, no hay piel, pero sé que él puede sentirlo. Ramsés se paraliza, de inmediato siento su mirada recaer en mí mientras estoy enfocada en cada uno de mis movimientos que me hacen temblar internamente.

—Aquí es donde comienzas a bailar o soltar alguna tontería —comento con diversión alzando la cabeza para mirarlo —. Tu seriedad es más falsa como intentar reparar algo que desconoces.

Señalo el coche y los cables sueltos.

—¿Soy tan obvio?

Enarca una ceja, una demasiado cautivante.

—Demasiado, no tienes idea de lo que estás haciendo y seguro necesitas a un especialista o el coche explotará por tu culpa —deslizo ambas manos sobre su pecho de arriba hacia abajo. Sus dedos no tardan en aferrarse a mi cintura para acorralarme contra la puerta —, soy observadora a pesar de que desconozco lo que haces. Tus manos al parecer no ayudaron en esta ocasión.

—Pero si son buenas para otras cosas y eso tú lo sabes.

—Son grandes, no me quejo ni lo niego.

Lanza una risita ronca. Se inclina encorvando la espalda para llegar a mi altura y estar más cerca. Siento una ventisca seguido del sonido de las hojas secas arrastrándose por el pasto.

—¿Qué es Halloween? Aitan me habló sobre una fiesta donde las personas van disfrazadas. Al parecer tu prima invitó a todos y quiere que asistamos.

—La razón por la que no te comenté es porque te abruma estar en sitios concurridos —se deshace de su agarre retrocediendo para dejarme libre el paso —. Halloween hace alusión a la noche de brujas que celebramos en el país, los más pequeños piden dulces de casa en casa, mientras que nosotros los universitarios usamos la excusa para organizar el desmadre con música y alcohol. Cada quién va caracterizado de su personaje favorito de alguna película o caricatura, es lo que hace divertido la celebración en una noche.

Mi cerebro procesa toda esa información desconocida almacenándola en mi hipocampo.

—Suena interesante y peligroso.

—No si llevas algo que te cubra como una máscara, vamos, ¿tú crees que la sombra asistirá a una fiesta? —inquiere con diversión.

Baja el capote para cerrarlo, se limpia las manos con su camisa y vuelve a prestarme atención.

—O los agentes siguen vigilándonos —digo con desagrado al cruzarme de brazos —, estar afuera es exponerse.

—Y estar encerrados también —concluye imitando mi gesto con los labios —. No te voy a obligar a ir, es solo una fiesta, ya vendrán más. Las buenas son a finales de semestre.

Ramsés se aleja del coché dirigiéndose hacia el perro que sigue echado contemplándonos a ambos.

Últimamente las cosas se han vuelto tensas, los chicos han tomado medidas al asistir todas las mañanas a la universidad con precaución, después de sus entrenamientos regresan a casa sin desviarse a otros sitios en los que probablemente la sombra o los del gobierno puedan aparecer de sorpresa.

Una parte de mí se siente demasiado culpable por restringirles su libertad.

Creo que cuidarlos no es del todo eficaz.

Termino suspirando hondo dándome por vencida y me tumbo alado del chico entretenido rascándole la panza a Newton que saca la lengua satisfecho por ser complacido.

—¿Y qué pasa si digo que sí? —hablo luego de un largo silencio y Ramsés me mira de soslayo —. Ha sido suficiente el martirio que tienen conmigo.

—No me molesta estar en casa ni tampoco tu presencia —me da un codazo amistoso en el brazo —. Lo que creas que sea adecuado está bien. Si quieres ir, perfecto, si no, podemos pedir una pizza y ver películas de terror.

«Pizza, quiero pizza».

—Ambas suenan a un buen plan.

—Tendremos casa sola —hace énfasis en la palabra «sola», a lo que ya estoy familiarizada con ese tipo de lenguaje de su parte —. Si tienes más sugerencias para pasar la noche de manera entretenida házmelo saber.

—Okey, vamos a esa fiesta, pero sin bajar la guardia, ¿entendiste?

—Sí, señor —realiza un gesto exagerado con la mano y se ríe. Baja la mirada y suelta un siseo —. Volviste a lastimarte.

—No —llevo ambos brazos hacia atrás —, no exageres, puedo valerme por mí mismo si se me hago una pequeña cortada, Gallagher, no me trates como si no supiera que hacer. Borra esa cara.

—¡Ey! Es la única que tengo, primor —señala su rostro —, esto, cautiva a cualquiera que me mire.

—Que te jodan —blanqueo los ojos con falsa molestia.

Me tumbo por completo al pasto mirando hacia el cielo pintado de azul, el cumulo de nubes es extenso que sería imposible contarlas. Ramsés imita mi acción cuando le observo de soslayo siguiendo sus movimientos, flexiona ambos brazos usándolos como almohada.

La vista se hace más tentadora. Debería dejar de hacerlo.

—Gala, sé que eres capaz de cuidarte por tu cuenta con las habilidades que tienes, pero no le veo nada mal que me preocupe —volteo encontrándome con sus ojos —. Solo intento hacer todo lo que está a mi alcance, ser de utilidad.

—Has hecho bastante con eso es suficiente.

Me obligo a reincorporarme haciendo un movimiento que me hace quedar encima del chico tomándolo por sorpresa. Apoyo las manos a la altura de su cabeza mientras que mis rodillas aprisionan su cintura.

—La vista ha pasado de hermoso a espectacular —canturrea plasmando una sonrisa mostrando sus dientes enfilados, hace un esfuerzo por apoyarse sobre sus codos acercando su rostro hasta que nuestras narices se rozan —. Puedes aprovechar mientras finjo estar distraído y besarme. Sé que te mueres de ganas como yo.

El corazón me da un vuelco y mi sangre comienza hervir. Me sorprende que este humano pueda alterarme con sus comentarios. No es normal.

—Uf, desde aquí percibo la pasión que transmiten. Mi bi panic se ha activado.

Una voz nos saca de nuestro letargo. Al alzar la cabeza me encuentro con una chica vomitada de relucientes colores en su cabellera. Ridley se acerca a paso lento plasmando una sonrisa juguetona.

Sin esperarlo, una luz me ciega y tengo que parpadear varias veces para recuperar la vista. Me voy para atrás cayendo de trasero sobre el pasto casi aplastando a Newton.

—¡Sonrían, va para Instagram!

—¡Ridley para! —interviene su primo al ayudarme a ponerme de pie —. Joder, vas a dejarnos ciegos. Gala, ¿estás bien?

Parpadeo rápidamente tras asentir.

—Lo siento, es que aproveché el momento y... ¡Ah! No sabía que están juntos.

—No lo estamos.

Contesto antes de que el chico lo haga y me gano una mirada de decepción de su parte. Finjo demencia y prefiero enfocarme en Ridley que se ve demasiado arreglada.

—Oh, no entiendo —dice con sorpresa.

—Lo estamos llevando lento —interviene Ramsés y siento que pasa un brazo sobre mis hombros —, y sin presiones, ¿cierto, Gala?

—Luego tendremos que hablar —le gruño.

—Exacto, luego, porque he venido por ti, señorita —Ridley tira de mi mano zafándome de su primo —. ¿Ya te comentó este energúmeno que hay una fiesta de disfraces el fin de semana? Porque me habló con respecto a que sea nuevamente de ayuda para ti.

—Pero si acabo de enterarme —informo a modo de sorpresa y volteo a ver a Ramsés que desvía la mirada hacia el cielo —. Un momento, ya habías planeado todo sin importar cuál fuera mi respuesta, ¿verdad?

—¿Me hablas a mí? —suelta un silbido.

—Oh-oh, se viene pelea de pareja.

—Sí, a ti.

—No es para tanto, Gala. Hace un instante te dije lo que podríamos hacer si decías que no. Llamé a Ridley en caso de que necesitara apoyo, al parecer se me pasó cancelar los refuerzos.

Intercalo una mirada en ambos que evitan hacer contacto visual. ¿Qué jugada ha sido esa?

—¿A dónde iremos?

Ridley amplia su sonrisa con emoción agitando su cabello colorido con leves movimientos.

—A conseguir disfraces. Te va a encantar, conozco una tienda donde tienen millones de modelos para elegir.

La curiosidad me pica al desconocer las tradiciones de los humanos, por lo que accedo a la locura de los Gallaghers. Termino dentro del coche de la chica aprisionada cuando comienza a cantar con exageración.

Ahora entiendo porque Ramsés adora a su prima, comparten las mismas cualidades de causar sordera.

—¿Te gusta Ramsés?

Sutil su pregunta.

Me aferro al cinturón de seguridad viendo los autos andar en diferentes direcciones, también trato de ocultarme bajo la visera de la gorra que tomé prestada.

Al ver que no respondo continua sin perder esa chispa de entusiasmo. Me agrada.

Yo no puedo ser así.

—Se nota a leguas que le interesas, no solo por la manera en que te mira, sino la forma en cómo puede perder el habla en tu presencia —le veo darle varios golpecitos al volante —. No pretendo ser una vil chismosa, disculpa, es que soy tan fanática de los romances y sus altas expectativas si consumes grandes dosis de series. Está claro que es mera ficción, pero no falta quien compare su vida con una o los personajes de libros.

Ramsés es transparente demuestra sus sentimientos al aire y lo ha hecho conmigo desde el principio.

«Me asusta que un humano me atraiga».

—Lo sigo averiguando —es lo único que respondo.

—Me detesto por haberlos interrumpido, de ese modo habías llevado a cabo tu investigación —bromea y volteo a verla sonriéndole —. Puedes aprovechar en la fiesta.

Me guiña con complicidad.

Ni siquiera sé lo que se hacen en esas dichosas fiestas.

Ridley me da un recorrido por las calles desconocidas de Chicago en donde no había pasado con anterioridad. Llegamos a una enorme plaza infestado de coches en el estacionamiento.

—¡Oye idiota!

La chica frena sin aviso haciendo sonar el claxon cuando un hombre se a atravesado en la entrada. Nos hace una señal con el dedo seguido de algunas palabras que no logro leer en sus labios.

Lo sigo con la mirada hasta que entra a una tienda que me llama la atención cuando veo en el aparador un arco dorado con un juego de flechas.

La M4 la escondió Aitan o al menos lo intentó. Él muy tarado decidió llevarlo al sótano y fue ahí donde la encontré mientras llevaba mi ropa a lavar.

—Joder, estos idiotas no ven las señales y luego a nosotros los conductores nos echan la culpa de los accidentes —maldice entre dientes.

Se estaciona frente a la tienda de disfraces con vitrales permitiendo ver el interior lleno de anaqueles con ropa y paquetes extraños.

Regreso a ver el aparador con las armas de defensa y mis dedos comienzan a moverse con desesperación. La chica de cabellos coloridos tira de mi brazo con emoción adentrándome a los pasillos. La palabra «Halloween» se lee en grande en tela negra resaltado con naranja y brillitos, en varios rincones diviso calabazas con rostros acompañados de colmillos, sobre nuestras cabezas cuelgan muñecos extraños que tienen la finalidad de aterrorizar.

—¿En Texas no celebrabas Halloween?

—Nunca —niego con la cabeza mientras estoy absorta a todo lo que hay a mi alrededor —, es lo que sucede cuando estás lejos de los suburbios viviendo en una pequeña comunidad alejada de los medios de comunicación.

En parte es cierto, Egon nunca fue fan de la tecnología así que todo su sistema estaba detenido en la antigüedad. Nunca entendí las razones y jamás me dio curiosidad de preguntar más a fondo.

Ridley hace amena nuestra tarde enseñándome modelos de ropa que probablemente me gustaría probar de acuerdo al estilo que más me llamara la atención, me da varias opciones antes de ir a una cámara de nombre «probador», mientras tanto, vago por los pasillos haciendo caso a su sugerencia. Lo que me llama la atención son las personas de plástico que se mueven, uno me toma por sorpresa que por poco lo decapito de una patada.

—¡Bienvenida a la casa del disfraz! —una chica se interpone en mi camino soltando una carcajada siniestra —. ¿Buscas algo en particular?, ¿puedo ayudarte? Me llamo Ruth.

Miro hacia ambos lados dispuesta a huir de su presencia abrumadora. Camino hacia la derecha e imita mi acción, me voy a la izquierda y de nuevo hace lo mismo.

—Gracias por tu entusiasmo servicial, pero solo estoy mirando.

—Me encanta tu cabello, es largo y se ve sedoso. Lastima que mi champú no haga magia como lo hace contigo, es lindo —se aparta la máscara ensangrentada.

—No es necesario aplicar magia para eso —aclaro enarcando una ceja —. Solo se enfoca en otras situaciones más peligrosas y de importancia.

Ruth ladea la cabeza a la vez que achica los ojos intentando procesar mi información. Los humanos están mal informados sobre el uso de la magia y hechizos. Quien sea que les haya dado esas clases, necesito saber el nombre y entablar una charla larguísima.

—Que agradable mujer eres, seguro eres fanática de las películas de fantasía. Oh, eso me recuerda que hay descuento en capas de Harry Potter y varitas, tal vez así podrías ejecutar un Encantamiento Patronus.

¿Un pato qué...?

»—Por otra parte, analizándote, tu estilo es más seria, como el de una guerrera —chasque la lengua. Comienza a caminar a mi alrededor analizándome de arriba abajo —, tu postura es rígida, como si estuvieras alerta en todo momento.

—Eres buena analizando, lo admito —me cruzo de brazos —. Continúa.

—Las personas creen que ellas escogen el disfraz, pero no es así, el disfraz los escoge a ellos, según su personalidad. Pensarás que estoy chiflada, pero trabajo en esta empresa familiar desde secundaria y siempre me ha encantado en analizar a las personas de ese modo.

—¿Sabes qué disfraz puede ser para mí?

Su cabello de tonalidades marrones revolotea al estar atada en una coleta alta. A simple vista, la chica parece de mi rango. Gira sobre sus talones haciendo una señal para que la siga, mis pies se mueven por voluntad propia.

—Eres fuerte, atenta, con estilo de cabello hermoso y de seguro practicas artes marciales, por lo que esas cualidades las comparo con uno de mis personajes favoritos de la cinematografía —sonríe ampliamente. Todo lo que dice lo hace con cierta seguridad que por un instante pienso que me está leyendo la mente —, o casi se asemejan.

—Más o menos, tu análisis me sorprende.

—Gracias.

Nos detenemos en una sección de ropa que me llamó la atención de inmediato. La tela parece a simple vista y cómoda, no es ostentoso ni tampoco llama la atención.

—Mi veredicto, es que eres una Jedi que lucha contra «La Primera orden».

—¿Cómo dices?

Rey Skywalker, ¿te suena? —niego con la cabeza. Ruth abre la boca con notoria perplejidad —. Oh, bueno y: ¿Que la fuerza este de tu lado? —vuelvo a negar, nunca antes lo he escuchado —. Te aconsejo que veas todas las pelis de Star Wars. Okey, ¿qué te parece si te pruebas estos tres? Son de diferentes colores.

Asiento apresuradamente y en menos de un parpadeo, la chica me lleva arrastras hacia los probadores y me desea suerte.

—¿Rey? —siseo en mis adentros —. ¿Y esa quién es?

Suspiro hondo comenzando a desganchar la ropa. Me toma varios minutos adivinar de que lado va el cuello, cual se ajusta a mi cuerpo y me permite mayor movilidad. Me miro al espejo y sin querer sonrío.

He encontrado mi disfraz o como ha dicho Ruth, el disfraz me ha elegido. 

Gala ha encontrado algo más que un disfraz... 👀

¿No les da ganas de gritar al ver a Gala tan confiada ahora con Mister humilde?
Sus masajaes dan resultado.

¿Qué opinan de Ridley? La veremos más adelante junto a Florence e igual a Aitan que no se me olvida tomarlo en cuenta. Hay muchas cosas que faltan. Quiero hacer de esta historia larguita. TuT.

Ya saben, si desaparezco es por culpa de la tesis. ¿Están en la uni o les falta muchísimo?

¿Qué celebración como Halloween o parecido destaca en tu país? ¿Les gusta?

Nos estamos leyendo...

Subo edits, chisme de mis historias y adelantos sabrosos en Instagram y Twitter 🥺

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