Capítulo 15|Adorable.
—Radioactivos, ¿qué mierda?, ¿acaso somos cómo los 4 fantásticos?
Espeto de la nada con molestia. Llevamos quince minutos dentro de las cuatro paredes sin forcejear la cerradura o que Gala de manera divina utilice su increíble fuerza para derribar la celda de una patada tras descubrir que la habitación retiene todo tipo de energía, así como la señal telefónica. ¡Malditos bastardos!
En vez de actuar, nos hemos sentado en el pequeño catre, cada quién en un extremo clavando los ojos en el techo lleno de moho hasta que alguien se digne a aparecer. Aparto la vista hacia mi lado izquierdo, Gala se ha mantenido serena con los párpados cerrados en una posición de piernas cruzadas. Creo que está meditando o se ha dormido.
Dentro de la celda, se escucha con claridad el goteo rítmico del lavabo, no le había prestado atención hace un rato.
—Do you remember, 21st night of September? —canto en voz baja —. Love was changing the mind of pretenders. While chasing the clouds away...
—¿Qué estás haciendo? —inquiere abriendo un ojo.
—Cantando, ¿qué no es obvio? Estoy tratando de no entrar en pánico con «Earth, Wind & Fire» —blanqueo los ojos y me remuevo de mi lugar al sentir un resorte clavándose en mi nalga —. Unos idiotas del gobierno harán quien sabe qué con nosotros estando atrapados sin alguna alternativa de comunicación. Y si tratamos de escapar, es probable que nos disparen.
—Vamos a salir de aquí —me asegura sin titubear. Se levanta de un salto para caminar hacia la pequeña ventana abarrotada —. No tiene que ser por la puerta donde accedimos.
Mi pierna derecha sufre de un tembleque contra el piso invadido de los nervios. Me despeino incorporándome llegando a su lado echando un vistazo al exterior. Mire a donde mire estamos rodeados de árboles y a kilómetros de la ciudad.
Por otra parte, estamos a metros de altura del suelo, por lo que optar en saltar solo nos llevaría más cerca de la muerte, al menos para mí y esa sería la segunda vez.
Niego ligeramente creyendo que es la idea principal para largarnos de aquí, retrocedo sintiendo una presión en el pecho.
—Ramsés, oye, ¿ahora qué te sucede? Estás pálido, más de lo normal.
—Me siento inútil, Gala —confieso intentando regular mi respiración —, lo mejor es que te mantengas a salvo y que escapes mientras me encargo de la distracción.
—Estamos juntos en este lío, no digas tonterías —mi espalda choca contra la pared. Sus manos ahuecan mis mejillas estudiando mis facciones mientras siento las yemas de sus dedos acariciarme con ternura —, no tenemos una mínima idea lo que pueden hacer esos hombres, el peligro nos acecha y ninguno de los dos se quedará atrás. ¿A qué le temes, Ramsés?
—A empeorarlo.
—Mientes, lo percibo en tus ojos —me acerca hacia su rostro achicando los párpados como si quisiera meterse en mi cabeza —. Te lo preguntaré una vez más, ¿a qué le temes?
Niego con la cabeza. Me presiona las mejillas evitando que rehúya del intenso color de sus orbes.
No me queda más remedio que ceder.
—Morir —suspiro con pesadez —. Hace tres años viví una de las experiencias más horribles que me llevó a perder una extremidad de mi cuerpo. Terminé dentro de un quirófano frío rodeado de médicos sujetando instrumentos filosos luego de haber sido atacado en la playa por un tiburón. Suena estúpido, ¿verdad? Desde entonces le tengo pavor a pesar de que tarde o temprano ya no estaré aquí.
No hay un maldito día que me arrepienta de haberme metido a la playa ignorando las advertencias de mi exnovia solo para impresionarla. Habíamos viajado a Florida con un grupo de amigos para festejar nuestra graduación de preparatoria. El clima estaba despejado y la zona transitada por los locales. Lo impresionante eran las inmensas olas que alcanzaban más de tres metros. En verdad estaba emocionado por surfear. Jamás se me pasó por la cabeza que un tiburón punta negra se cruzaría en mi camino convirtiéndome en su posible bocadillo.
Lo que sucedió después siempre he intentado descartarlo de mi cabeza. El mar tiñéndose de rojo, mis pulmones llenándose de agua salada al mismo tiempo que luchaba por liberarme de sus filosos dientes. Perdí el conocimiento, no sé cómo llegué a la orilla, ni a la ambulancia. Solo sé que desperté horas después en una habitación azul postrado en una camilla sin un maldito brazo.
—Lo siento —digo sintiendo un par de lágrimas escaparse seguido de una risa amarga —. No es el momento adecuado para traer los recuerdos de vuelta.
Gala se queda en silencio apartando con sus pulgares las gotas que se deslizan en ambas mejillas.
—Contestaste como se debe y entiendo tu preocupación, Ramsés. Créeme que mientras esté aquí haré todo lo que esté a mi disposición para mantenerlos a salvo. Tienes miedo a la muerte, ¿y quién no? No importa en que mundo te encuentres hasta un inmortal como yo le teme —sus manos abandonan mis mejillas dando media vuelta para regresar a la venta abarrotada —. Déjame a mí el trabajo pesado.
—Pero yo también quiero ayudar, detesto quedarme de brazos cruzados siendo espectador en la manera como te expones ante los riesgos. Me parece injusto, Gala.
—¿Y cómo vas a ayudarme? A los hombres del llamado gobierno más la sombra oscura no creo que acepten tu oferta del Ramsi resorts acompañado de un masaje —espeta con burla y diversión logrando que la atmosfera sea menos abrumadora y me sonríe —. Lo único que lograrás es que te corten los dedos.
—Es que ellos no son dignos de estas hermosas y grandes manos.
—Grandes manos, ¿eh?
—Te sorprenderías lo que puedo lograr hacer con ellas.
Enarco una ceja de manera juguetona, me limpio las mejillas humedecidas sintiéndome tranquilo al haber contado una parte trágica de mi vida sin que me juzgue.
—De acuerdo, al parecer dominas el argumento a la perfección —me da un empujón con la mano más animada —, y estás dispuesto a ponerlo en práctica, ¿o me equivoco? —me encojo los hombros quedándome mudo —. Que esas habilidades al menos funcionen para cuando escapemos una vez que abran la celda, nos mantendremos serenos.
—Para que crean que estamos cooperando —asiente ante mis palabras —. Una vez por los pasillos los...
—Atacamos, pero de eso yo me haré cargo, mientras tú te dispones a encontrar una salida.
—Y un coche. De acuerdo, así como se escucha parece sencillo —me rasco la nuca con desesperación —. Siempre hay que tener en cuenta los riesgos, ellos van armados. Con una sola bala todo se volverá complejo.
—Nah, no podrán con nosotros.
Pasa por mi lado regresando al catre para tumbarse recargando la espalda en la pared. Lo único que nos queda es esperar. Una parte de mí confía en su palabra teniendo fe en sus habilidades que nos sacarán vivos del laboratorio.
Desbloqueo el celular que le queda 30% de batería, suficiente para poder llamar a Aitan en caso de que tenga que sacarnos de aquí al estilo Los indestructibles con bajo presupuesto.
—¿Qué sucedió con la chica? —inquiere esparciendo el silencio. Volteo a verla al sentarme a su lado —. La de la playa.
Se refiere a mi exnovia. Me rasco la barbilla sintiendo un pequeño rastro de vello entre las yemas de mis dedos.
—Estuvimos juntos por dos semanas, hasta que se cansó de mí al no poder exponerme a sitios concurridos. Se fue, así nada más —tuerzo la boca en una mueca con desagrado —, consiguió a alguien mejor del cuál no pudiera sentirse avergonzada. No le gustaba que la miraran conmigo y además me tenía lástima, situación que he detestado desde el accidente.
—De haberla conocido, mi hermoso puño se hubiera estampado en su nariz para hacerla entrar en razón —besa sus nudillos con un aura de superioridad. Fallo en esconder mi estruendosa carcajada —. No te rías, hablo en serio.
—Para ser ruda, también eres adorable.
—No lo soy.
—¡Claro que sí! Hasta tus mejillas se han comenzado a teñir de rojo como una adorable cereza —estiro mi mano hacia los mechones de su cabello que se han escapado de las trenzas, llevo varios tras su oreja sintiendo su piel hervir. Intenta disimular que mi toque no la ha descolado retirándola de un manotazo echándose hacia atrás —. Eres estupenda, deberías darte cuenta.
Quiere protestar cuando de pronto la puerta se abre seguido de fuertes pisadas. Gala se pone de pie tomando una postura rígida y defensiva, mientras que yo solo me quedo mirando el pasillo hasta que tres hombres aparecen. Dos van armados y el que debe ser Hopkins portando una bata blanca. Su aspecto desaliñado lo hace ver mayor.
—Buenas noches, espero que no haya sido molestia haberlos dejado mucho tiempo aquí.
—Por supuesto que no, es más, estábamos viendo televisión —respondo con sarcasmo rodando los ojos.
—Usted debe ser Hopkins.
—El doctor Hopkins, especialista en radiobiología —estoy atento a sus movimientos. Mete la mano en uno de sus bolsillos para sacar la llave —. Fue una locura cuando el departamento de gobierno me contactó hablándome sobre posibles individuos portando consigo radiación sin sufrir deterioros en su cuerpo o eso es lo que averiguaremos en mi laboratorio. Me enfoco en el campo de la salud, así que estoy familiarizado con el tema. —Abre la celda haciendo un gesto con la mano para que salgamos —. No intenten hacer algo estúpido o estos hombres de atrás no tendrán piedad sobre ustedes, les he dicho que sean amables con ustedes.
—¿Qué es lo que quiere de nosotros?
—Hacer algunos estudios para inspeccionar las modificaciones o lesiones de sus organismos. Verán, la energía almacenada en el interior de su cuerpo podría causarles la muerte de un momento para otro, sin embargo, ahora que los miro, se ven completamente sanos y necesito saber el por qué. No perdamos más el tiempo, síganme.
Los dos nos quedamos estáticos nuestro lugar debatiendo en si seguirlo o esperar a que nos disparen. Gala respira hondo y pone un pie afuera, me arroja una mirada confidencial no teniendo en otra opción que ir tras de ella. No hago caso a lo que explica el doctor sobre el establecimiento, mis ojos estudian cada rincón buscando alternativas para escapar.
—Camina, niño bonito —me empujan desde la espalda.
—Soy Ramsés, niño bonito es solo para las chicas —corrijo de mala gana. Apresuro el paso quedando hombro a hombro con la hechicera —. ¿Qué esperamos?
—Aún no.
—Aleksei comentó que son los posibles asesinos de aquellas personas desfiguradas.
—¿Y lo cree? —inquiere Gala con seriedad —. De serlo, estaríamos escondidos y no paseando por las calles.
—Los asesinos son listos, señorita. No siempre se mantienen bajo las sombras —canturrea con burla.
—Sombras, ¿eh? Qué curioso.
Su mano se cuela entre mis dedos sujetándome con fuerza cuando las luces comienzan a parpadear de manera extraña percatándome de lo tenebroso que se vuelven los pasillos blancos ante los sonidos de la energía eléctrica vagando sobre nuestras cabezas. La atmosfera cambia drásticamente al ver como las puertas se cierran una por una con violencia alertando a los agentes tras de nosotros.
—Seguro es el viento, no pasa nada —se apresura a decir el doctor —, este lugar había estado abandonado por un largo tiempo, no me sorprendería ver a un fantasma.
Claro, fantasmas.
—Vaya lugar de mierda —sisea uno de los armados.
—¡Respeten mi área de trabajos insensatos del gobierno!
Los tres hombres comienzan a discutir en medio del pasillo dándonos cierta ventaja para retroceder lentamente sin soltarnos, hasta que las ventanas de cristal colapsan en millones de pedacitos, al instante Gala me pide que corra, ambos zigzagueamos por varias direcciones.
—La puerta de emergencia —señalo con la cabeza.
—Démonos prisa.
Al abrir, vemos más hombres armados subir.
—¡Ustedes, alto!
—Mierda, mierda, tenemos que encontrar otra puerta —mi pecho sufre de espasmos y mi corazón se acelera ante la adrenalina por escapar con vida.
—Nos van a rodear, tenemos dos alternativas —comenta mientras seguimos caminando revisando las habitaciones —. Salir por una maldita ventana o escondernos.
—No vuelo, ¿tu vuelas? Porque sería estupendo.
Frenamos nuevamente provocando que nuestros zapatos realicen un chirrido al ver dos hombres asomarse. Nos ordenan que alcemos los brazos, pero Gala se las ingenia para arrebatarles las armas y estampar los cuerpos contra la pared hasta atravesarlos.
—Dime que sabes usar un arma.
—¿Las de Fortnite cuenta? Nunca antes había tomado un arma en manos, pero he visto películas, espero que eso cuente.
—Solo no vayas a matarte, por favor —Gala le echa un vistazo al arma y se lo echa al hombro —. Cuídame las espaldas.
Mis manos tiemblan con el arma en manos, es una responsabilidad grande, ni siquiera quise cumplir con el servicio militar. Asiento con la cabeza apresuradamente.
Dos esferas purpuras aparecen sobre sus palmas al empezar a caminar con cuidado por el pasillo, mire a donde mire no hay ni una puta ventana. Estamos en un laberinto.
—Con mucho gusto te cuidaré —encojo los hombros y sus cejas se levantan con la expresión interrogativa—. ¿Qué? No todo lo que sale de mi boca tiene que ser en doble sentido, cariño.
—Es una salida diferente a lo normal, ¿no lo crees? —dice con diversión —. Aunque sí quería probar la pizza, que lastima.
—Si salimos con vida, ordenamos dos en tamaño familiar —le sigo el juego —, para celebrar que escapamos de unos locos agentes. ¿Te estabas divirtiendo?
Asiente con una media sonrisa sin desconcentrarse.
—A pesar de que me pisaste en tres ocasiones, sí.
—Oh, pues perdón por no ser un bailarín profesional, brujita —la codeo haciéndola tambalear. Sus orbes se iluminan dándome un susto —. Lo único que he aprendido de baile es gracias al club.
—Donde te exhibes como carnada, ya sé. Hagamos a un lado esta charla y salgamos de aquí.
Hago caso omiso a su comentario y revisamos cada puerta en caso de encontrar alguna ventana. Al parecer la única ventilación viene de los ductos, por lo que hay cero ventanas en esta planta. Nuestras pisadas hacen eco en el extenso pasillo que conecta con otras.
—¿Dónde están? Ya no escucho más movimiento —comunica echándole un vistazo a la siguiente puerta.
Ha hablado pronto.
De la nada aparecen dos granadas de humo que vuelan en nuestra dirección, el panorama se vuelve borroso. El humo crece en gran volumen haciéndonos toser.
—A las escaleras —indico empujándola mientras nos cubrimos la narices.
—Vamos arriba.
—No hay salida, Gala —tiro de su mano deteniéndola —. Mala idea.
—Confía en mí, Ramsés.
—Lo hago.
—Estás dudando de mis capacidades otra vez.
Me muerdo la lengua para no soltar una maldición. Me estoy cagando de los nervios, no hay tiempo para seguir pensando, termino subiendo las escaleras.
Los hombres vienen a nuestras espaldas, nos agachamos al ver como las balas se impactan contra la pared. ¡Están locos de la cabeza!
Veo una esfera de fuego yendo en dirección a ellos impactándose contra las escaleras en forma de caracol que sacuden el concreto, los gritos de dolor se escuchan después. Mi visión se nubla por escasos segundos, suficientes para tropezarme con los peldaños dándome un golpe en la pierna. Me levanto como puedo al ver más hombres aparecer.
De una patada Gala logra volar la puerta metálica que nos lleva a la azotea, una luz cegadora se enciende seguido de una ventisca violencia.
—Un maldito helicóptero, al parecer trajeron a la caballería.
—Espero que hayas adivinado como se usa el arma, Ramsés —quedamos espalda a espalda.
No, no tengo ni puta idea, pero fingiré que sí.
Atareada con la uni, pero con el hype alto al emocionarme cada vez que estos dos hacen algo lindo y se toman de la mano, ¡ya es ganancia! 7u7
Ahora que Ramsés ha contado un poco más sobre él, ¿qué tal?
¿Alguien se apunta al ramsi resorts? Porque Gala lo está pensando... 😛
Me ayudaría mucho su apoyo como siempre, dándole amor y comentando bastante para saber sí les está gustando la historia.🍑😈
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