Capítulo 14|Ramsi Resorts.
Nota: Por favor eviten estar comparando personajes o libros que nada que ver con mi historia. Es triste y una falta de respeto leer todo tipo de comentarios: x qué haces aquí?, x no es tu libro.
Y lo dejé en claro en la nota de autor. 😭
🌠🌠🌠
La música en vivo anima el ambiente dentro del Café-Restaurante Flamingo. Los aromas como el café y la masa de la pizza ocasionan un orgasmo gastronómico a mis fosas nasales. Pocas veces he pisado este local con Aitan y me preguntó por qué, si el lugar es agradable a tal punto que me da ganas de bailar junto al resto de los comensales en la pequeña pista improvisada que hay delante a los músicos.
Le echo un último vistazo al menú antes de que el camarero tome nuestros pedidos. En cambio, la hechicera, parece estar perdida en el espectáculo moviendo ligeramente sus hombros al ritmo latino. Las ondas de su cabello le acompañan en el baile deslizándose de un lado a otro.
Doy gracias que nos traen las sodas, muero de sed que hasta me tomaría una botella de tequila para olvidar el encuentro con mi madre. Estaba empeñada en hacerme la vida de cuadritos. Es probable que todo hubiera sido diferente al aceptar la oferta de Elis para mudarme con ella a Nueva York y estudiar tranquilo a la vez que seguía persiguiendo uno de mis sueños frustrados: ser modelo.
—Sigues calladito desde que nos sentamos, una parte me alivia y otra me genera desconcierto, ¿todavía piensas en tu madre? —inquiere, deslizándose sobre el asiento hasta que nuestros hombros se rozan —. Según tu plan fue despejar la mente de los problemas que nos rodean, pero no estás haciendo un esfuerzo, Ramsés. ¿Quieres hablarlo?
—No creo que mis problemas sean lo mejor para escuchar esta noche, llenemos nuestros estómagos con el espectáculo acompañado de una gran pizza familiar con cuatro ingredientes a nuestra elección —le señalo el menú donde hay un listado de pizzas con varios paquetes incluidos. También cuentan con baguettes y mi favorito es el vegetariano, está riquísimo —. ¿Cuál te apetece? A mí me gusta combinar los vegetales con pepperoni.
Cuando la miro, ella lo hace con desconcierto ante mi repentino cambio de conversación. Quizás preguntándose porque es difícil para mí expresarme cuando se trata del núcleo familiar.
Terminamos pidiendo con una variedad de ingredientes que nos hará agua la boca cuando lo traigan a nuestra mesa con unas sodas.
Estiro mi mano en su dirección tomándola por sorpresa invitándola a ponerse de pie. Gala se mantiene serena sin desconectar nuestras miradas, choco con algunos cuerpos al estar de espaldas.
—¿Qué estás...?
—Baila conmigo —la incito al moverme de manera ridícula. Nunca antes he bailado un género latino, ni siquiera tenía noción de que fuera posible por el ritmo rápido que apenas da tiempo para lucirse con estilo —. Vamos, no me dejes haciendo esto solito, Gala.
—Ni siquiera sé que tengo que hacer, mi especialidad es la defensa, no el baile —tiene que alzar la voz para que pueda escucharla. Mira a su alrededor procesando cada movimiento. Los nervios la invaden haciendo que juguetee con sus dedos.
—Nadie aquí tiene idea de lo que hace —le susurro al inclinarme cerca de su oído notando su piel estremecerse —. Así que es una excelente excusa para estar juntitos.
Termino rodeando su cintura pegándola a mi pecho, echo hacia atrás la espalda para encararla. Acepta casi lanzando humo por las orejas, aun así, no pone objeción de nuestra cercanía permitiéndome sentir su piel caliente contra la mía. Sus manos se entorpecen al no saber en qué parte colocarlas.
—Cuidado con el rumbo que toman esas manos, Ramsés —me advierte escudriñándome.
—Trataré de que no se pierdan en tus hermosas curvas sin tu permiso —el tacto es tentador como en la manera en que nuestros pechos se rozan y nuestras respiraciones se mezclan al inclinarme para quedar a su altura. Es un jodido dolor de espalda, pero lo vale si tengo una vista digna de sus facciones —. Evitaré que me conviertas en un cuervo. No es por presumir, pero mis dedos son juguetones, el servicio es de cinco estrellas en Ramsi Resorts.
Tomo su mano dándole un giro sobre sus talones y nos balanceamos de izquierda a derecha torpemente repitiendo la acción en diferentes direcciones siguiendo el compás o al menos lo intentamos.
—¿Ramsi Resorts?, creo que ya se te olvidó que no entiendo muchas cosas de ustedes los humanos —frunce la nariz con molestia apretándome las manos —. Explícate mejor, Gallagher.
—¿Para qué darte la teoría si podemos pasar a la práctica? —nuestros pechos colisionan cuando tiro de su mano nuevamente para repetir el ridículo paso. La verdad es que solo estoy bromeando, le había dado mi palabra a Aitan de no comportarme como un cabrón con Gala, sin embargo, está siendo complicado seguir las reglas cuando mis manos serpentean con lentitud hacia su cintura varias veces. Esos pantalones se ciñen a sus caderas de manera perfecta —. Estoy diciendo tonterías, olvídalo.
—Que cobarde.
—Estoy salvándome de un puñetazo —doy una vuelta, por accidente mi espalda se impacta contra un señor que ni se inmuta en reclamarme y sigue bailando con una envidiable coordinación —. No he dicho nada.
Se suelta de mi agarre para decir:
—Ladras, pero no muerdes.
Da media vuelta para alejarse rumbo a nuestra mesa. Mi vista se clava en su espalda por escasos segundos procesando lo que acaba de liberar como una bomba, termino reaccionando dando un respingo siguiéndola antes de que pueda sentarse. Esquivo a los cuerpos que emanan olor a transpiración y cerveza.
—Por supuesto que muerdo y duro —le informo rodeando su cintura chocando su espalda en mi pecho—, hasta puedo provocarte sin necesidad de tocar alguna parte sensible.
—Oh, ¿así que de eso se trata? —dispara las cejas hacia el cielo y se lleva una mano en la boca reprimiendo una risa. Niega con la cabeza evitando el contacto visual al alejar su mano y volverse a reír como si hubiera dicho algo absurdo —. Te seré franca porque no me gusta irme por las ramas: jo-de-te.
Sonrío para mis adentros con el corazón latiéndome con desenfreno. No voy a negar que dicha oferta me ha llamado la atención desde que empezó a acercarse con provocación envolviéndome entre sus dedos curiosos aferrados a mi cintura. Todo es nuevo para mí, nadie en Egon se atrevía a llegar lejos y es que nunca ha existido la necesidad de tal acercamiento íntimo a menos que sea para atacarte.
Ramsés me lanza una mirada desafiante dándome a entender que le está divirtiendo el rumbo de nuestra conversación y a mí también. Por una parte, es una buena estrategia de hacer de lado el lío que tengo desatado en mi cabeza sobre la sombra, Ademos y Fara. ¿En serio ya no sigue con vida o solo fue producto de mis pensamientos? Necesito mantener todo en claro o la oscuridad podrá dominarme y no quiero que eso suceda.
Tomo un sorbo de la bebida gaseosa, que está deliciosa, por cierto, cuando responde con serenidad:
—Puedes mandarme al carajo luego de una prueba gratis.
—Ramsés: el mentor de las artes sexuales.
Canturreo con sorna, pero a él parece no darle gracia. ¿No era para reírnos? Obligo a mi espalda erguirse manteniendo el contacto visual en sus orbes zafiros que brillan como estrellas. Hace unas horas atrás ese brillo se había apagado al ver a su, —no agradable —, madre que lo trató sin una pizca de amabilidad.
Ni siquiera me gustaría pensar que otros tratos ha tenido que soportar de parte de la señora Alice y si tendrá que ver con el comportamiento coqueto y gracioso como mecanismo de defensa para restarle importancia.
—Te quedaste callada, ¿piensas en mi oferta?
—Pienso que tengo ganas de descargar mi vejiga en un baño —contesto con desgano volteando hacia todos lados. Ramsés me señala los baños públicos y me levanto de un salto sin antes decirle que no empiece a comer sin mí.
Voy a paso veloz esquivando a la marea de personas que encuentro en el camino hasta llegar a un par de puertas curiosas, cada una con un cartel diferente de: «Damas y caballeros». Accedo al mismo tiempo que un par de mujeres traspasan la puerta entre risas hablando de manera confidencial. Hasta el baño está decorado de manera hermosa con lamparás y un piso colorido.
Al salir, me detengo frente al lavabo donde miro mi reflejo. Mis ojos se abren más grande de lo normal al ver un pequeño cambio, empezando por el cabello trenzado con algunos mechones volando fuera de su lugar. Mis labios han perdido el color del labial que Florence insistió en ponerme y me encanta. Soy la misma Gala, solo que fuera de su zona de confort.
Acomodo mi cabello aplanándolo con ayuda del agua y termino lavándome las manos y salir de nuevo donde la música estruendosa me penetra los oídos a tal manera que ni escucho mis propios pensamientos. Realizo el mismo recorrido, sin embargo, me detengo frente a la mesa sin rastros de Ramsés. El lugar este vacío.
Levanto la cabeza explorando el local en su búsqueda. ¿Habrá ido al baño?
El joven que nos había atendido se acerca para recoger todo lo que hay en la mesa. Mi confusión crece activando mis alarmas de alerta.
—Disculpa —le hablo —. ¿Sabe a dónde se fue el chico que estaba aquí? Es de cabello platinado.
—Sí, sí, unos hombres vinieron por él y se fueron hace unos segundos.
—¿Unos hombres?, ¿cómo vestían?
—Totalmente de negro, ni siquiera me permitieron atenderlos y se fueron sin decir una palabra.
Oh, mierda.
Una sensación familiar se cuela en mi interior. Salgo del lugar a toda prisa manteniendo la calma tal como me habían enseñado para no ahogarme en la desesperación que será más complicado de salir. El frío impacta sobre mi rostro ya en el exterior, donde los coches y la marea de personas abundan en cifras incontables.
—¡Gala!
Mis ojos captan a la cabellera platinada del otro lado de la calle siendo obligado a entrar en una camioneta negra. Cuatro hombres están acompañándolo y sus miradas terminan deslizándolas en mi dirección.
—¡Corre, Gala, corre!
Dos de ellos deciden dirigirse hacia a mí intentando esquivar el tráfico, me quedo estática en la acera esperándolos para darles un cálido y doloroso saludo si se atreven a hacernos daños.
«¿Quiénes son?».
No contaba que terminaran tomándome desprevenida a mis espaldas. Mi reacción es sujetar al hombre desde el brazo ejerciendo presión llevando su cuerpo hacia adelante en un rápido giro estampándose en el suelo con las extremidades extendidas gimiendo de dolor.
—No me toques.
—Alza las manos si no quieres que una carga de electricidad te lleve al suelo, niña. Si cooperas, tú y tu amigo serán libres, no hagamos una escena en público —giro el torso dando media vuelta percatándome del público que nos observa con extrañeza y miedo. El segundo hombre de negro está de pie a un par de metros de distancia apuntándome con un artefacto no identificado. Oculta sus ojos tras las gafas del mismo color de su atuendo —. ¿Escuchaste, niña? Me veo con la obligación de arrestarte sino haces lo que se te ordena.
Formo con las manos puños que cierro y abro resistiendo las ganas de hacerlo polvo de un chasquido.
—¿De qué se me acusa para acatar lo que se me pide?
—Sube al auto y te responderemos tus dudas —baja el artefacto llevándolo debajo de su camisa para guardarlo. Mis sentidos se activan como si se tratara de una araña en caso que el primer hombre aún en el suelo intente atacarme —. Andando.
Señala la camioneta donde Ramsés se encuentra atrapado.
—No le hagan daño.
—Hecho.
Los dos asentimos con la cabeza en sincronización. Accedo a su petición dirigiéndome hacia el transporte sin descuidarme las espaldas con aquel hombre acompañándome y él que ataqué quejándose del dolor en su espalda.
—Soy el agente Aleksei de la Agencia Federal de Intervención, mi compañero es Rhys, al que tuviste la desafortunada de conocer —sonríe a medias.
—Cállate, Aleksei —le responde con desagrado —. Métela a la camioneta ahora, las personas nos siguen mirando.
—Tú lo causaste atacando a la chica. ¿Qué esperabas?, ¿un abrazo?
El tal Rhys escupe varias palabrotas disgustado por mi acción. Me obligan a entrar al coche de un empujón, me deslizo sobre el asiento quedando alado de Ramsés que me mira con disgusto.
—Tenías que huir —me susurra.
—¿Y dejar que te quedes con toda la diversión? —le doy un codazo —. Averigüemos que es lo que realmente quieren y nos largamos.
—No son de fiar.
—Podemos escucharlos —interrumpen de mi lado derecho por Aleksei —. Pueden confiar en mi palabra, queremos información sobre ti, niña.
—Me llamo, Gala y no soy una niña.
—¿Y no pensaron en hablarnos como civiles en vez de usar la fuerza? —bufa el chico removiéndose con incomodidad —. ¿Al menos me pueden quitar las esposas?
—Negativo.
—Basta. Hablen de una vez.
Los dos se quedan en silencio. Desconozco la función de estos hombres y el trayecto que han tomado. El coche zigzaguea entre calles evitando cualquier clase de tráfico.
—Mi jefe del departamento de investigaciones junto a la Agencia del gobierno espacial, detectó el 12 de agosto a las 8:30 de la noche dos cuerpos no identificados por nuestros radares que irradiaban energía jamás vistas en la tierra. Uno se movía más rápido que el segundo, como si fuera un ave desesperada, por lo que creímos que era una broma algún fanático, hasta que empezaron a ver casos de ataques sin razón alguna —de soslayo Ramsés y yo nos miramos dubitativos con la información del que se hace llamar agente —. Cada cuerpo fue estudiado encontrando sorpresivamente dichos rastros de elementos que se detectó esa misma noche.
—Me estoy perdiendo en la conversación, ¿qué tiene que ver ella en esto?, ¿y por qué la necesitan?
Aleksei mueve el bigote como si no estuviera feliz con las preguntas de Ramsés.
—Hace dos días los meteorólogos pronosticaron días soleados para el resto de la semana, ¿y qué fue lo que sucedió? —enarca una ceja guardando silencio unos segundos intercalando la mirada en ambos —. ¡Oh, vamos! Ustedes saben a qué me refiero. Cayó un rayo en el campo de la UIC donde un jugador corrió la fortuna de seguir vivo, gracias a, ¿un milagro? Me hace feliz saber que puedas estarlo, hijo —sonríe otra vez.
—Nos estuvieron vigilando, ¿verdad? Todo este tiempo nos siguieron de manera meticulosa para que no sospecháramos —informo con obviedad y Aleksei no responde, pero tampoco lo niega —. Aún no nos queda claro esta humilde reunión sin sentido.
Ladeo la cabeza a la vez que giro en su dirección. Lo escudriño analizándolo con precisión.
—Son sospechosos de aquellas muertes. Los expertos que están trabajando con nosotros detectaron en ustedes anomalías radioactivas llegando a la conclusión que son sospechosos hasta averiguar por qué —se acomoda una pieza de tela en el cuello desviando los ojos hacia la ventana oscura —. Chuck, al laboratorio, el jefe les quiere hacer unas pruebas.
—¡Maldito desgraciado!
—Mintieron.
—Señorita Gala, señor Gallagher, quedan arrestados por disturbio y presuntos asesinatos de personas inocentes. Guarden silencio —me señala cambiando su expresión a una seria ocasionando que las líneas sobre su frente se tensen —. No encontramos ninguna información en la base de datos, ni familiares o lugar de nacimiento, por lo que el peso recae en usted.
Se me seca la garganta ante semejante tontería. Mis manos comienzan a sudar obligándome a limpiarlas sobre mis muslos.
—Ustedes están en peligro si no nos dejan libres, al que buscan realmente los matará de un rasguño. No es una persona a quién buscan.
—Gala... —sisea el chico para que no hable, pero ellos deben saberlo.
—¿Qué dices?
—Al que buscan, al asesino, no es más que una sombra oscura, demasiado peligrosa para controlar —trago saliva a la vez que me relamo los labios —. Tienen que creerme.
—Aleksei, esa niña necesita irse a terapia urgente —responde Rhys en el asiento del copiloto con sorna.
—Manténganse en silencio, no quiero escuchar más estupideces.
Una de las manos de Gala se cuela en la mía hasta entrelazar los dedos. Ambos nos hemos mantenido en silencio durante el largo trayecto. Hemos salido de la ciudad y entrado en una zona industrial que da mala espina de tan solo ver el tenebroso aspecto de los edificios que han tomado como desviación.
Al llegar, nos detenemos frente a un edificio gris grafitado con dibujos vulgares y palabras que hacen índole al gobierno como burla. Nos obligan a bajar siendo vigilados a nuestras espaldas por los agentes que venían en una segunda camioneta. Todos visten trajes monótonos que esto ya sería una parodia de la película «Agentes de Negro» resolviendo casos sobre extraterrestres y perros que hablan.
Los grillos son los únicos que presencian nuestra visita al laboratorio con mala pinta. Traspasamos las puertas automáticas hacia un ancho recibidor con aroma a desinfectante para hospitales siguiendo a los agentes. Atravesamos un pasillo angosto decorado de puertas infinitas, subimos un par de pisos desde las escaleras hasta detenernos frente a una puerta amarillenta donde nos obligan a entrar. Me apartan las esposas y accedemos a varios cubículos enrejados, para menos vueltas: celdas.
—En breves serán atendidos por el especialista Hopkins.
Pongo un pie en pequeño cuadro con un váter, un catre y el lavamanos. Huele asqueroso y lo único que ventila el reducido espacio es la ventana abarrotada. Me sobo las muñecas esparciendo el dolor que las esposas me causaron ante la presión. Mis ojos buscan a Gala que se ha mantenido pie observando a los agentes alejarse dejándonos solos.
—Tenemos que irnos a como dé lugar —comento acercándome a los barrotes para sacudirlos en caso que sean fáciles de zafar —. Van a matarnos.
—Será en vano hablar con ellos —desvio la mirada nuevamente hacia ella retrocediendo para empezar a caminar en círculos —. Aunque les mostrara lo que la sombra hace, nos verían como amenaza y seguirán tras de nosotros si escapamos.
—¿Y cuál es nuestro plan exactamente? Valoro mi vida como para que un grupo de idiotas del gobierno nos usen como conejillos de indias al intuir que somos mafiosos de otro universo. Sobre todo, a ti. Tengo cero en ideas para escapar y millones de maneras de morir —me llevo ambas manos a a los costados de mi cara tirando de mis cabellos con desesperación.
—Si usas tus habilidades con las manos es probable que lo logremos —se burla mirándome con mala cara —. Guarda silencio que estoy pensando.
Espero que hayan leído la notita de arriba. Es en serio horrible ver como comparan historias que nada que ver.
¿Creen que Gala y Ramsés tengan un momento super *guiño, guiño*...?
Recuerden que apenas se están conociendo.
¿Qué tal el capítulo?
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