Capítulo 10|El santuario.


—Enviaste a Galatea a la tierra.

—Sí.

—Sin consultarlo, ¡¿sabes lo peligroso que ha sido ese plan?! —vocifera Kepler impactando su puño contra la pared del santuario. Lo enfrento cara a cara dejando que mis brazos caigan laxos a los costados de mi cansado cuerpo —. ¡Ren, fue una estupidez! Si la sombra oscura no la mata, serán esos humanos inconscientes.

De su boca salen disparado varias gotas de saliva ante el tono furioso que ha optado conmigo. Lo comprendo a la perfección, pero no podía mandar a uno de mis mejores hechiceros a otra ciudad como Egon.

Estar en otro universo, otro mundo lejos de la magia no la expondría en su totalidad quedando así fuera del radar de Ademos, hijo de Arawn.

—Si pudieras bajarle unos decibeles a tu voz, Kepler, te lo agradecería —exige Aris acercándose hacia nosotros masajeando su sien derecha —. Me dan ganas de partirte el hocico con el mango de la espada. Ren hizo lo que creyó conveniente para el talismán y las esferas. Justo ahora se han llevado a Ángelo, asesinaron a Fara y Daneis está teniendo una crisis de pánico porque todo se fue al carajo.

—Era una horda de sombras oscuras contra seis —les recuerdo —. De haber pedido ayuda a otras ciudades, hubiéramos tenido cierta ventaja.

—Corrección: De haber destruido los artefactos no estaríamos escondidos, Fara seguiría viva y Ángelo también.

—Se lo llevó Ademos.

—Para mí está muerto —declara mi compañero, Kepler. Suelta una risa seca retrocediendo —. Todos estamos muertos, irónico, ¿cierto? Somos inmortales, pero Arawn y su hijito saben cómo destruirnos.

Aris intercambia una mirada rápida conmigo antes de volver con Kepler, que evidentemente se está dando por vencido y perdiendo la fe.

—¿Crees que Galatea no pueda controlar a la sombra?

—Es una niña —responde sin titubear.

—Es de las mejores guerreras y hechiceras que hemos entrenado —una cuarta voz se nos une. Daneis sale de las penumbras acercándose. Tiene el mismo aspecto que todos en esta habitación, la ropa enmarañada, la cara llena de hematomas y sucia por la ceniza y el cabello un completo lío —. Galatea no es una niña, siempre demostró ser de las mejores, comprometida y perseverante.

—Ocultarse en este lugar es de cobardes, el pueblo nos necesita —Interviene Kepler —. Si Galatea sabe cuidarse en la tierra, perfecto, pero justo ahora nuestra prioridad está ahí afuera.

—Las sombras nos tienen rodeado —dice Aris con calma —. No lograremos avanzar un par de metros y nos asesinarán. Se están adaptando a nuestras tácticas, saben esquivar cada obstáculo. El gobernador confía en nuestra labor.

—El gobernador murió, Ren —suspira Kepler agotado de la conversación —. El desastre viene en grande, toda la economía colapsará.

—No si derrotamos a Ademos —inquiere Aris pensativo —. Es probable que sea fuerte, pero no es ingenioso como nosotros que hemos estudiado varios hechizos de lo más sencillo a lo complejo. Podemos ejecutar alguno que detenga por un momento a la horda.

Intercala la mirada en nosotros antes de girar sobre sus talones y caminar de un lado a otro tratando de explicarnos su plan.

—Yo igual confío en Galatea —me susurra Daneis. Sus orbes naranjas resplandecen con una chispa de esperanza —. Se hará fuerte y derrotará a aquella sombra que se fue con ella.

—Habrá muertes —se cuela de nuevo Kepler y le lanzo una mirada de reproche que ignora de inmediato —. He ido una vez a la tierra para estudiar la vida, es ruidosa, llena de contaminación y sus habitantes son desesperantes.

Tira de sus cabellos dorados y sucios con esa misma dramatización para referirse a los humanos comunes.

—¿Cuándo viajaste a la tierra? —interrogamos el resto a coro.

—¿No les conté? Juro que sí lo hice.

—¿Y con qué permiso? —Aris lo escudriña.

Kepler se ajusta la armadura del pecho. Lo conozco desde toda la vida para no interpretar esa postura que connota nerviosismo.

Su espesa barba mal rasurada lo hace ver mayor que Aris. Se la rasca en un intento de buscar la mejor excusa para zafarse de nosotros.

No me sorprende el comportamiento de mi compañero que con anterioridad reflejaba rebeldía. Que se escape a un viaje en el tiempo y espacio no me sorprendería. Ha hecho cosas peores.

—La pregunta es, ¿qué tipo de estudios importantes realizaste? —sisea Daneis con voz ronca. Mueve los dedos pasando de un lado a otro la esfera de fuego anaranjado con impaciencia —. Porque nadie tiene ese permiso a menos que Aris o el gobernador los aprueben.

El hombre resopla con fastidio optando una postura con las manos en jarra y expresión indiferente.

—Un estudio de campo del comportamiento humano. No lo entenderían ni aunque se los explicara con manzanas. Eso fue hace años atrás, era joven y estúpido. ¿Contentos? Por eso sé que Galatea no está en un buen lugar.

—Qué bueno que tenemos un poco de tiempo antes de que los primeros rayos de sol comiencen a salir, es tu momento de hablar e informarnos sobre la tierra.

Una sonrisa burlesca se plasma en nuestro maestro mayor.

Y no sé si estaremos preparados para tanta información en un santiamén.

Cortito para dejarlos en suspenso. Así lo quiso la sagrada línea del tiempo.

¿Qué tal? 😌

PRÓXIMAMENTE se viene portada nueva. 7u7

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