Exámenes y marcas
Las semanas de entrenamiento intensivo bajo la guía de Kail habían producido un notable progreso en mis habilidades mágicas y físicas. Cada desafío que superaba me acercaba más a la maestría que buscaba. Sin embargo, siempre había un nuevo obstáculo en el horizonte, y esta vez, Isabelle llegó con una noticia que me dejó sin aliento.
Era una mañana tranquila cuando Isabelle me llamó a su oficina privada, un espacio elegante lleno de estanterías repletas de libros antiguos y artefactos mágicos. Sus ojos, que siempre reflejaban una mezcla de autoridad y amabilidad, ahora estaban centrados en mí con una seriedad inusual.
—Lena —comenzó Isabelle, su voz firme—, tengo una noticia importante. Se ha decidido que te enfrentarás a Lucian en una prueba de habilidades. Será un combate que pondrá a prueba todo lo que has aprendido.
El nombre de Lucian resonó en mi mente con una mezcla de respeto y ansiedad. Sabía que mi primo, al igual que su padre, tenía una habilidad mágica impresionante, y la idea de enfrentarme a él en un combate me llenaba de nervios. Sin embargo, la oportunidad de demostrar mi progreso era una motivación poderosa.
El día del combate llegó con una tensión palpable. La arena de entrenamiento estaba preparada, y la familia se reunió alrededor para observar el enfrentamiento. Lucian, con su presencia dominante y su actitud de confianza, estaba listo para la batalla. Su apariencia era imponente: alto, con una postura que reflejaba seguridad y habilidad. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño alto, y sus ojos azules brillaban con una intensidad que solo los maestros de la magia poseen.
Cuando entré en la arena, sentí todas las miradas fijas en mí, una mezcla de curiosidad y escepticismo. Mi uniforme negro, ahora ligeramente más adornado en reconocimiento a mi progreso, me daba una sensación de identidad y propósito. A pesar de mi nerviosismo, me concentré en el combate que tenía por delante.
La batalla comenzó con una rapidez y ferocidad que tomó por sorpresa a todos los presentes. Lucian y yo intercambiamos hechizos y técnicas con una intensidad que parecía definir el límite de nuestras habilidades. Cada movimiento era preciso y cada hechizo estaba cargado de poder. Durante los primeros momentos, fue un intercambio casi igualado, lo que hizo que los espectadores se contuvieran la respiración.
A medida que la batalla avanzaba, sentí una oleada de fuerza y control que no había experimentado antes. Mi concentración se mantuvo firme, y cada hechizo que lanzaba parecía estar en perfecta armonía con mi voluntad. Lucian, sorprendido por mi habilidad, comenzó a mostrar signos de esfuerzo, algo que nunca había visto en él antes.
Finalmente, con un hechizo particularmente poderoso, conseguí superar a Lucian. La arena se llenó de un resplandor mágico cuando mi conjuro logró inmovilizar a mi primo, y el combate llegó a su fin. La sorpresa fue evidente en los rostros de todos los miembros de la familia. El impacto de mi victoria fue tan inesperado que el silencio que siguió a la caída de Lucian era casi palpable.
Me quedé de pie en medio de la arena, respirando pesadamente pero con una sensación de triunfo que me era nueva. Incluso yo misma estaba sorprendida por la fuerza que había demostrado. El reconocimiento de mi capacidad y la admiración en los rostros de mi familia era un testimonio tangible de cuánto había crecido.
Los miembros de la familia comenzaron a acercarse para felicitarme. Las palabras de alabanza y las muestras de respeto eran abrumadoras. Sin embargo, mientras todos me recibían con calidez y celebraban mi victoria, Megan permanecía a un lado, con una expresión de desdén que no había cambiado en lo más mínimo. Su indiferencia contrastaba agudamente con el entusiasmo de los demás, y sentí su actitud como una sombra que seguía presente a pesar del triunfo.
Por primera vez Isabelle se acercó para darme un abrazo de felicitación, su sonrisa reflejaba orgullo y satisfacción.
—Has demostrado tu habilidad en la batalla, bienvenida a la familia, Lena.
Mientras los demás continuaban celebrando y felicitándome, sentí que mi lugar en la familia se solidificaba cada vez más. Aunque la indiferencia de Megan era evidente, la aceptación y el reconocimiento de los demás miembros de la familia eran una fuente de confianza y motivación. Había logrado una victoria significativa, y esa victoria me daba un sentido renovado de pertenencia y propósito en este mundo mágico que estaba aprendiendo a dominar.
La noche de la fiesta en la mansión estaba llena de una energía festiva que contrastaba con las intensas semanas de entrenamiento y combate que había experimentado. Después de mi sorprendente victoria sobre Lucian, la celebración era una mezcla de alegría y reconocimiento, un evento para honrar mi progreso y mis logros. La sala principal estaba iluminada con luces mágicas y decorada con encantos que daban un aire de festividad.
Vestida con una camiseta de manga corta negra, me sentía aliviada de poder relajarme en un atuendo más cómodo. La libertad de movimiento y la ligereza del tejido eran un cambio bienvenido respecto al uniforme de entrenamiento que había llevado durante semanas. Me uní a la celebración, rodeada de miembros de la familia que venían a felicitarme y compartir su entusiasmo por mi éxito.
Sin embargo, rápidamente comencé a notar que las miradas se dirigían repetidamente hacia mis brazos. Me di cuenta de que las marcas en mi piel eran totalmente visibles para ellos. Estas marcas, que solían ser ocultas por el uniforme, eran relucían inesperadamente.
Los rostros de los miembros de la familia mostraban sorpresa y curiosidad, y la atmósfera de la fiesta se tornó momentáneamente en un foco de atención sobre mis brazos.
Sentí un rubor de incomodidad mientras la atención de todos se concentraba en las marcas. Los murmullos y las miradas no ayudaban a calmar mi nerviosismo. De repente, Megan se acercó a mí. Su rostro, que solía mostrar desdén, ahora tenía una expresión de sorpresa contenida.
Megan levantó su propio brazo, mostrando unas marcas similares:
—Todos tenemos esas marcas, las hemos estado escondiendo bajo un hechizo para no asustarte.
La revelación fue seguida por otros miembros de la familia que también comenzaron a mostrar sus propios brazos, revelando las marcas que habían sido escondidas.
Isabelle, que había estado observando la escena, se acercó para aclarar la situación.
—Las marcas en nuestros brazos no están destinadas a ser ocultadas, sino a ser mostradas. Las marcas aparecen en la piel de aquellos que beben sangre de un demonio, manifestándose como un símbolo de la conexión sobrenatural que se ha establecido. Los demonios no otorgan este don a cualquiera; ellos eligen cuidadosamente a quién bendecir, pero siempre hay una razón detrás de su elección. Aunque sus motivos no siempre son claros, cada marca lleva un propósito, una deuda, o una promesa oculta, y quien la porta está destinado a cumplir un papel en los planes de las entidades oscuras.
Megan, aunque aún mostraba una actitud reservada, parecía aceptar la situación con una cierta medida de respeto. Los demás miembros de la familia, ahora más abiertos y solidarios, continuaron con la celebración. Aunque la revelación de las marcas había sido inesperada y al principio incómoda, finalmente sirvió para reforzar el sentido de pertenencia y la comprensión entre los miembros de la familia.
Mientras la música y las risas llenaban la sala, me sentí más aceptada y parte de un legado que, aunque complicado y desafiante, era fundamental para nuestra identidad familiar.
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