Escapada

Era una tarde gris y lloviznosa, el cielo estaba cubierto de nubes que parecían reflejar la inquietud de Iris. Había estado esperando su llegada desde que me dijo que necesitaba hablar conmigo, y el sonido constante de la lluvia contra las ventanas solo aumentaba mi anticipación.

Cuando escuché el timbre, me levanté rápidamente del sofá, mi curiosidad y preocupación creciendo con cada paso que daba hacia la puerta. Al abrirla, vi a Iris, empapada y visiblemente nerviosa. A pesar de la lluvia, su expresión de inquietud era clara. Podía ver el temblor en sus manos y la preocupación en sus ojos grises.

La invitación a entrar parecía aliviar un poco su tensión. Mientras se acomodaba en el sofá, su nerviosismo era palpable. Me dirigí a la cocina, agradecida por la oportunidad de hacer algo concreto mientras pensaba en cómo ayudarla. Preparé dos tazas de té, tratando de preparar algo que pudiera darle algo de consuelo.

Regresé al salón con las tazas humeantes, y me senté junto a Iris en el sofá. Observé cómo tomaba su taza con manos aún temblorosas, y noté la intensidad de su mirada mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas.

 Me sorprendió la seriedad en su rostro mientras la veía cruzar el umbral, y la intriga creció en mí al notar cómo la lluvia que caía incesante parecía reflejar su ansiedad.


Nos acomodamos en el salón, el aroma del té recién hecho llenando el aire mientras intentaba ofrecerle algo de consuelo. Nos sentamos juntas en el sofá, el calor del hogar contrastando con el clima frío afuera. Iris sostenía su taza de té con manos que aún temblaban ligeramente, su mirada fija en el líquido humeante como si buscara en él las palabras que necesitaba.


Finalmente, después de un largo y tenso silencio, Iris levantó la vista. Sus ojos grises, habitualmente tan controlados, mostraban una vulnerabilidad y una resolución que apenas podía reconocer.


— Lena —comenzó, su voz temblando un poco—, hay algo más que necesito decirte. No solo estoy enamorada de Leo, sino que... he estado pensando en esto durante tanto tiempo que he decidido que voy a escaparme para ir a verlo, algo va mal, no me responde de la misma manera.


Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por la magnitud de su confesión. Me incliné hacia adelante, tratando de procesar el impacto de sus palabras.


— ¿Escaparte? —pregunté, mi voz llena de incredulidad— ¿Qué quieres decir exactamente?


— Sí, he estado planeando esto en secreto. He estado ahorrando un poco de dinero y planeando mi viaje. La idea de simplemente esperar y no hacer nada me resulta insoportable. Quiero verlo.


 La valentía en sus palabras me conmovió profundamente, pero también sentí un nudo de preocupación en mi estómago. Me acerqué un poco más, tomando su mano con un gesto de apoyo.


— Iris, eso suena increíblemente valiente. Pero también puede ser arriesgado. ¿Estás segura de que es lo que quieres hacer? Hemos estado anteriormente en el bosque pero nunca hemos atravesado el bosque, además no hablamos de ir a nuestro cercano claro, hablamos de horas y horas de viaje, de noche, en un bosque que puede cambiar.


Sus ojos brillaron con una mezcla de emoción y nerviosismo mientras apretaba mi mano en respuesta.


— Sí, estoy segura. He estado pensando en esto durante tanto tiempo que siento que no puedo esperar más. No quiero que esto que tenemos se quede solo en palabras y cartas. Quiero estar allí, con él, y ver si lo que sentimos es real.


Mi corazón se llenó de una mezcla de admiración y preocupación. La determinación de Iris era admirable, pero no podía evitar sentir un leve temor por los posibles riesgos.


— Entiendo lo importante que es para ti —dije con sinceridad—. Y admiro tu valentía. Pero también quiero que consideres todos los posibles riesgos. ¿Tienes un plan claro? ¿Cómo piensas manejar todo?


Iris asintió, su rostro mostrando una expresión de gratitud mientras su mano apretaba la mía con firmeza.


— Sí, he hecho algunos planes. Tengo una idea de cómo llegar y dónde alojarme. Necesito ir, sé que no puedo esperar para siempre.


Una falsa sonrisa comprensiva se dibujó en mi rostro, aunque la preocupación todavía nublaba mis pensamientos.


— Me alegra saber que has pensado en ello. Solo recuerda que, sea lo que sea que pase, estoy aquí para ti. Si necesitas ayuda o alguien con quien hablar antes de irte, no dudes en decírmelo.


 La expresión de alivio en el rostro de Iris fue palpable, y pude ver cómo la ansiedad se disipaba poco a poco.


— Gracias, Lena. Tu apoyo significa mucho para mí. Me da la fuerza que necesito para dar este paso.


— Siempre estaré aquí para ti, Iris —dije con convicción, sintiendo una calidez en el corazón por la profunda conexión que compartíamos—. Ve y sigue tu corazón. Estoy segura de que, con tu valentía, lograrás lo que te propones.


Iris asintió, una nueva confianza iluminando su rostro. Mientras conversábamos, me di cuenta de lo crucial que era nuestra amistad en este momento decisivo de su vida. La fortaleza de su decisión era evidente, y yo, como amiga, sentía un profundo pánico y al mismo tiempo esperanza por ella.

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