El día después
Lucian se acercó rápidamente, la tensión en su voz evidente. El chico, al escuchar la voz , se apartó de inmediato. Se giró hacia Lucian con una mirada de aburrimiento casi desafiante.
—¿Y a ti que te importa Lucian? —dijo el chico con una sonrisa irónica
Lucian frunció el ceño, lanzando una mirada dura al chico antes de ayudarme a levantarme. Mi cara seguía sonrojada, pero la presencia de Lucian era un alivio.
—Lena, ¿estás bien? —preguntó Lucian con una mezcla de preocupación y reproche, mientras me ayudaba a ponerme de pie.
Me levanté tambaleándome, sintiendo el calor de la vergüenza en mi rostro. Lucian me agarró de la cintura y se volvió hacia el chico, su voz firme y amenazante.
—Deja en paz a Selene, es una advertencia.
El chico lo miró con desdén, pero no dijo nada. En ese momento, Megan entró en la habitación, ajustándose la ropa y sacudiendo el cabello, con una expresión de sorpresa al ver la tensión.
—¿Qué está pasando? —preguntó, intentando captar la situación.
Megan se acercó con una actitud conciliadora, tratando de mediar entre los dos.
—Lucian, ¿te he escuchado amenazar a Aksel? —dijo ella totalmente sorprendida, mirando a su hermano antes de dirigirse al chico—. Lo siento Aksel, al parecer mi hermano está un poco más protector de la cuenta con mi...
—¿Aksel? —pregunté intentando recordar donde había escuchado ese nombre anteriormente.
Lucian, aún con los ojos fijos en el chico, se relajó un poco al ver a Megan.
—Este tipo no entiende el concepto de respeto —respondió Lucian, enfadado con su tono aún tenso agarrándome.
Megan suspiró, cruzando los brazos mientras miraba entre los dos, buscando un equilibrio.
—Lucian vámonos a casa, siento el malentendido Aksel—dijo, intentando desescalar la situación mientras yo trataba de recomponerme.
El chico sonrió, pero había algo en su mirada que seguía desafiando. Lucian, aunque todavía molesto, parecía dispuesto a pelear. Finalmente Lucian asintió..
La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con un brillo intenso que me hizo entrecerrar los ojos. Sentía un martilleo constante en mi cabeza, como si un grupo de tamborileros estuviera ensayando dentro de mi cráneo. Me giré, intentando encontrar una posición más cómoda, pero el dolor no cedía.
Recorrí la habitación con la mirada, tratando de recordar cómo había llegado allí. Todo era un borrón confuso. Mi mente luchaba por encajar las piezas de la noche anterior, pero no había recuerdos claros, solo fragmentos vagos de música alta, risas y un chico de ojos grises que parecía disfrutar de mi confusión.
Me incorporé lentamente, el movimiento hizo que el dolor aumentara. ¿Qué había pasado realmente? Recordaba la ceremonia, la tensión con Lucian y Megan, pero luego todo se volvía nebuloso.
Intenté ponerme de pie, pero el mareo me hizo tambalear. Me apoyé en la mesita de noche, buscando algo que me ayudara a aclarar la mente. Una botella de agua estaba a mi lado, y la agarré con ambas manos, bebiendo ávidamente.
Mientras intentaba recordar, un pensamiento me atravesó: ¿había hecho algo vergonzoso? Me estremecí al considerar la posibilidad. La última imagen que tenía en mente era esa mezcla de diversión y frustración con el chico de ojos grises. Me sentía avergonzada y preocupada al mismo tiempo.
—¿Qué demonios hice anoche? —murmuré para mí misma, mientras el dolor seguía punzando en mi cabeza.
La puerta se abrió y Lucian entró, con una expresión que oscilaba entre la preocupación y la diversión al verme.
—¿Te sientes bien? —preguntó, con un tono que me hizo sentir como si ya supiera más de lo que estaba dispuesta a admitir.
—No sé, tengo un dolor de cabeza terrible —respondí, rascándome la cabeza—. ¿Qué pasó anoche?
Lucian sonrió, aunque había una chispa de complicidad en sus ojos.
—Digamos que tuviste una noche interesante.
—¿Interesante? —repetí, sintiéndome cada vez más inquieta—. ¿Qué significa eso?
Antes de que pudiera obtener una respuesta, se acercó riéndose.
— ¿Puedes dejar de reírte y decirme qué pasó anoche?
Lucian se sentó en el borde de la cama, con una sonrisa pícara.
—Está bien, está bien. Pero tienes que saber que fue un espectáculo.
Lo miré con curiosidad y un poco de temor.
—¿Espectáculo?
—Cuando entré a la habitación para buscarte —comenzó, apenas conteniéndose—, me encontré
con un chico encima de ti. Sí, así como lo oyes.
Me quedé en shock, la confusión y la vergüenza invadiendo mi cuerpo.
—¿Qué? —exclamé, incapaz de asimilar lo que estaba diciendo—. ¿Qué chico?
—Estabas en el suelo, y él estaba, ya sabes, "manteniéndote ocupada".
La imagen de la noche anterior regresó a mí, llena de risas, música y ese chico desafiante. Me sentí completamente avergonzada.
—Eso es... ¡horrible! —murmuré, cubriéndome el rostro con las manos—. ¿Qué más pasó?
Lucian trató de contener la risa, pero no pudo.
—Así que, ¿estaba justo encima de mí? —pregunté, tratando de procesar lo que eso significaba— ¿Y tú solo entraste y lo viste así?
—Exactamente. Y no se lo tomó muy bien que le interrumpiera —respondió, todavía riéndose—.
Tomé un profundo respiro, sintiéndome un poco más aliviada a pesar de todo.
—Lo siento Lucian, es realmente la primera vez que me pasa algo así—confesé.
Lucian se sorprendió de inmediato y dejó de reírse.
—El chico que encontré sobre ti era Aksel, tú debes de haber oído el nombre anteriormente, según creo recordar vivía en una aldea cercana a la tuya.
El nombre resonó en mi cabeza como un eco, y de inmediato todo empezó a cobrar sentido.
Recordé a mi tía hablando de él, sus advertencias grabadas a fuego en mi memoria.
Lucian se inclinó hacia mí, su expresión grave.
—Lena, bajo ningún concepto te acerques a Aksel —advirtió, su voz tensa— Él realmente no es bueno, desde que llegó aquí a lo único a lo que se dedica es a causar escándalos, derrochar dinero y emborracharse.
Asentí, sintiendo la urgencia en sus palabras.
Lucian se enderezó, dándome una palmadita en la espalda con un aire protector.
—Vamos a olvidarlo, ven vamos a ir a entrenar.
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