Capítulo 45.
El jueves temprano, a primera hora, Sasha encontró un sobre sellado encima de su pupitre. Se extrañó por eso, ¿quién era la persona que todavía tenía el detalle de hacer ese tipo de cartas para ella? Lo tomó y comenzó a leer la muy bien pensada y elaborada carta que escribió Elisa... Sí, la escribió su madre. Cuando Dante llegó con lápiz y papel, creyendo que su mamá le iba a dictar lo que él iba a anotar, se sorprendió cuando ella se los arrebató y empezó a escribir rápidamente y con mucho fervor, como si ella hubiera sido la que tenía los problemas de amor. Dante objetó cuando Elisa le entregó el sobre sellado con la carta adentro, pues él quería leer lo que iba a entregarle a su exnovia.
—Entrégaselo así —se lo había extendido.
—Pero mamá, yo quiero ver.
—No lo abras, así dáselo —ordenó, pues creyó que su hijo, al ver todas las cosas románticas, tiernas y cursis que puso, se opondría a darle eso y él mismo trataría de escribir otra carta, sin tanta emotividad, que no le causaría a Sasha la conmoción que debía.
—Pero...
—Y ni se te ocurra abrir el sobre y transcribir la carta, ya sabes que cuando no le haces caso a tu madre te va mal, así dáselo.
Dante ya no pudo quejarse, así que lo único que hizo fue agradecerle y guardar el sobre con cuidado en su mochila. «Ojalá funcione».
En ese momento, Sasha abrió el sobre y leyó esa carta, que tenía una letra tan meticulosa y fina como la del propio Dante, y que al final tenía el nombre del mismo. La releyó dos veces más y tuvo que enjugarse una lágrima que se le escapó. «Y yo que me prometí no derramar una lágrima más por él» pensó emotiva.
Como el profesor llegó pronto, ella no pudo ir con Dante a expresarle lo mucho que le había encantado la carta. También decidió no hacerlo hasta después, porque pensó que si lo veía a los ojos en ese momento, se iba a soltar a llorar y a echarse en sus brazos. El chico, por su parte, estaba nervioso. No tenía idea de lo que su mamá escribió, y temía que hubiera metido la pata, arruinando cualquier oportunidad con ella; tampoco vio la emotividad de la chica al terminar leer la carta, puesto que estaba de espaldas.
Ese día no llevaba su pelo amarrado, sino otra vez suelto —no le dieron ganas de peinarse y si lo hacía se le haría tarde—, y él pudo admirar cómo caía como cascada. «Tiene el cabello más bonito del mundo» pensó ensoñado. «Ella es la chica más bonita del mundo».
Sasha esperó hasta el receso para hablar con Dante. En seguida que sonó el timbre indicándolo, se acercó a él con algo de timidez.
—¿Podemos hablar?
—Por supuesto.
Miriam no se extrañó al ver eso. Sasha no le comentó nada pero desde la mañana la notó extraña, no se veía con su actitud cínica, como el día anterior, sino que se veía ensimismada con sus pensamientos, con la mirada soñadora y más de una vez la escuchó soltar un suspiro. Supuso que eso tenía que ver con la carta que había recibido y que innegablemente era de Dante, pues ella misma lo vio ponerla en el pupitre de Sasha, sumando el hecho de que vio a la chica leerla tan conmovida que hasta le sacó una lágrima.
«De seguro todo se arreglará entre ellos y Sasha se va a volver igual de aburrida y tonta... Agh, la diversión duró poco» pensó, pero por alguna extraña razón no se molestó, a pesar de sus pensamientos, solo le volvió a dar igual, total, ya se había acostumbrado a estar sola.
Los amigos de Dante sí se asombraron. Kevin se sorprendió a sí mismo cuando se dio cuenta de que una sonrisa se formó en sus labios. «Oh, no me había dado cuenta de que esos dos sí son el uno para el otro... Lástima que lo supe hasta después de que terminaron, pero parece que todavía hay esperanza» pensó.
Dante y Sasha esperaron a que todos salieran del salón y se dirigieron hacia un rincón del mismo.
—Dante...
—Sasha...
—La carta está hermosa. —Lo vio a los ojos—. ¿En verdad piensas todo eso? ¿En verdad te hago sentir así?
—Sí —respondió con velocidad, aunque no tenía idea a qué se refería—. Te amo —agregó.
—Dante, yo igual te amo —aceptó— pero...
¿Pero? ¿Por qué decía pero?
—¿Pero qué...?
—Dante, nos lastimamos mucho —susurró—. No sé si sea lo correcto regresar.
—Lo es, Sasha, los dos nos amamos...
—Sí, pero no estoy segura de que resulten bien las cosas si volvemos a ser pareja...
El colocó su frente contra la de ella.
—Sasha, sigue tu corazón y haz lo que creas correcto.
—No sé qué hacer. —Bajó su rostro luego de unos segundos de silencio.
—No te presiones, piénsalo con calma... —La tomó del mentón y alzó su rostro—. Pero, incluso si no quieres volver conmigo, por favor no me niegues tu amistad.
—¿Amistad?
—Sí... Dijiste que era tu único amigo de verdad, yo te conozco...
—No, no lo haces.
—Tal vez no, pero es porque tú no quisiste abrirte a mí por completo... —Al ver que no le respondió nada, continuó. —Sasha, yo te amo así como eres...
—No, soy una chica cruel, tú lo dijiste.
—No creo eso, Sasha, lo dije porque estaba molesto, tú eres una buena chica...
—No lo soy, me divierto con el sufrimiento ajeno.
—Pues entonces te amo así, no me importa si eres una chica mala o buena, así te amo. Lo que me dolió esa vez fue saber que fingías conmigo porque creí que te había dado la confianza suficiente como para actuar tal como eres, sin aparentar ser alguien más. Sasha, no tienes por qué fingir conmigo, te amo y te acepto de esa manera. —Acarició su rostro—. Y no quiero que me niegues tu amistad; dices que no te conozco de verdad, pero sin contar a tu familia, soy una de las personas que más saben de ti, de cómo te sientes.
Sasha bajó la mirada y sintió un nudo en la garganta. Dante repasó sus palabras y se sintió estúpido, se suponía que debía convencerla de volver a ser su novia, no su amiga. «Y al final la carta y mis sentimientos no tendrán sentido» pensó.
—Sasha, olvida lo que te dije...
—No, Dante, tienes razón. No quería ser tu amiga, puesto que no soy de las que piensan que es posible ser amigo de alguien que hace latir tu corazón con fuerza y te hace sentir un idiota enamorado, pero eres una de las personas a las que más les tengo confianza, así que no te negaré mi amistad.
«Joder, eso no era lo quería» pensó Dante.
—¿Y vas a pensar bien acerca de volver a ser novios?
—Sí, lo pensaré... Sabes, el otro día estaba aburrida y me puse a leer un cuento. —Ella no acostumbraba a leer, pero aquel día tuvo ganas de hacerlo y descubrió que no era tan aburrido como pensaba.
—¿Cuál?
—La Sirenita.
—¿Te gustó?
—Al principio no... Pero luego lo medité bien y sí me gustó. La vida no siempre es color de rosa. A veces puedes tener el destino de la hermosa desconocida, te va bien, alguien hace las cosas por ti y eres feliz porque se cumplió tu sueño... Pero a veces puedes tener el destino de la Sirenita, a pesar de que te esfuerces y sufras por algo, no lo consigues, a pesar de que ames con tanto fervor no te corresponden, y al final terminas trabajando de otra manera de la que pensaste, una manera más dura y difícil, para lograr algo bueno.
Dante iba a preguntar su punto, pero creyó adivinar en sus palabras que, tal vez, por más que se esforzaran de nuevo en su relación, ya no funcionarían las cosas.
—No tienes idea de cuánto me arrepiento de haberme ido ese día.
—Y yo de haberte condicionado de esa manera.
Se volvieron a ver a los ojos y se sonrieron un poco.
—Hermosa, piensa bien lo que te dije.
—Sí, Dante.
Como supo que ya había terminado su conversación, se acercó a ella y le dio un beso en la comisura de los labios.
—Te quiero —le susurró al oído, provocándole escalofríos a la chica.
—Y yo a ti.
***
Cuando terminó de hablar con Dante, la chica salió del salón y fue se dirigió hacia el gran árbol, ¡necesitaba aire fresco! Vio que allí se encontraban algunas de las impertinentes niñas de primero, que eran Jessi y su grupito, hablando de música nueva y de películas viejas.
—¡Quítense de aquí! —Les ordenó, tronándoles los dedos en el acto—. Como van, ¡váyanse!
—¿Por qué? Nosotras llegamos aquí primero, tú búscate otro lugar —dijo Jessi con tono autoritario.
Sasha le dedicó una de sus peores miradas, haciéndola estremecerse.
—¡Vá-yan-se! ¡Ahora!
Las niñas la vieron feo, pero aún así se levantaron y se fueron con rapidez. Una vez que quedó sola, Sasha se sentó y se recargó en el árbol. «¿Qué debo hacer?» pensó. Minutos después Miriam se sentó junto a ella. Sasha no tenía ganas de que le preguntara nada, y por un momento creyó que su deseo se había cumplido, pues su amiga estaba tan callada como ella misma, pero de repente formuló la pregunta que no quería escuchar.
—¿Regresaste con Dante?
—No.
—Uh... ¿Se puede saber por qué?
—No.
—Oh... Igual no me incumbe.
—No.
Miriam la miró con fijeza.
—¡Vaya que sí eres tonta!
—¿Qué dices? — Sasha la miró, enojada.
—Te mueres por estar con Dante y no regresas con él.
—Es complicado...
—Solo tú te complicas por eso, cualquier chica normal ya hubiera regresado con él.
Ambas se quedaron calladas un momento.
—¿No se supone que a ti te gustaba Dante?
—Sí, me gustaba.
—¿Ya no?
—No... Pero a ti sí.
—Yo solo... Tengo miedo de que las cosas no funcionen entre nosotros.
—Si no lo intentas, obviamente no va a funcionar nada.
Sasha se quedó pensando.
—Pero si lo intento y de todos modos no funcionan, será mucho más doloroso.
—No lo sabrás a menos que lo hagas.
***
El día siguiente, en la tarde, a las cinco, Sasha se encontraba viendo televisión en lo que Nora hacía tarea en su cuarto. De repente escuchó que alguien tocaba el timbre y salió a abrir. Se sorprendió mucho cuando abrió la puerta y vio a Dante, con un ramo de rosas rojas, frente a ella. La tarde anterior, cuando le comentó a su madre que Sasha no regresó con él pero que se conmovió por su carta, ella le aconsejó seguir intentando y le dijo que le llevara flores a su casa. Y eso hizo.
—Dante...
—Sasha, son para ti. —Le extendió el ramo.
Sasha olió el delicioso perfume natural de las rosas.
—Gracias, Dante, pero no era necesario.
—Claro que sí, cualquier obsequio es necesario para ti, si yo pudiera te regalaría el mundo.
Ella sonrió y alzó el ramo para ocultar el rubor de sus mejillas.
—¿Quieres pasar?
—Bueno.
En ese momento oyeron la voz de Nora, que bajaba por las escaleras.
—¿Quién era...? ¡¿Dante!? —Lo vio con recelo—. ¿Qué haces aquí? —Luego vio el ramo de rosas que tenía su hermana—. ¿Y esas flores?
—Dante me las trajo.
Nora frunció el entrecejo.
—¿Qué quieres, Dante?
—Hablar con Sasha —aceptó.
—Pues ella no quiere hablar contigo.
—¡Nora...! Claro que podemos hablar, Dante —sonrió—. Nora, ¿nos podrías dar un poco de privacidad?
—Sí —dijo no muy convencida y fulminando al chico con la mirada—. ¡Y cuidado! —le dijo—. Si haces sentir mal a mi hermana, te voy a hacer sufrir.
—No es mi intención que pase eso, créeme.
Nora se enojó más al ver su inexpresividad al pronunciar esas palabras.
—Más te vale. —Volvió a subir las escaleras.
—¿Qué pasó, Dante? —Preguntó cuando su hermana desapareció por completo de su vista.
—Quería verte.
—Ah... Toma asiento, voy a colocar las rosas en un florero, ahora vuelvo.
—Sí.
En lo que Sasha lo dejó solo, él aprovechó para pensar lo que le diría. El día anterior metió la pata al pedirle que fueran amigos, aunque pensándolo bien no fue tan malo, quizás si no hubieran sido así las cosas, ella no lo hubiera dejado pasar a su casa. Cuando regresó, le ofreció algo de beber. Él al principio no quiso tomar nada, pero al ver su insistencia terminó aceptando un vaso de agua de limón que ella misma preparó. Los dos se sentaron, uno al lado de otro, y comenzaron a platicar. A pesar de todo, el ambiente estaba tranquilo y relajado; se podía distinguir una atmósfera armoniosa.
—Entonces...
—¿Sí? —Dijo ella viéndolo a la cara.
—Solo quería decirte que es muy agradable conversar contigo. Ya sabes, me recuerda un poco a los viejos tiempos.
—Tienes razón —sonrió.
Se vieron a la cara durante unos segundos, pero al mismo tiempo voltearon hacia otro lado, un poco ruborizados. «¡Qué tonto soy!» pensó él. Volteó hacia ella con disimulo y admiró su perfecta piel de porcelana y sus llamativos labios pintados de carmesí.
—Sasha...
—Mande —respondió sin voltearlo a ver.
En lugar de responderle, tomó su rostro cuidadosamente e hizo que lo viera a los ojos.
—¿Dante, qué...? —Preguntó con nerviosismo cuando le acarició el rostro.
—Te amo.
—Creí que dijiste que esperarías a que pensara bien las cosas.
—Sí, pero solo quiero recordarte algo, para que se te haga más fácil tomar tu decisión...
Juntó sus labios con los de ella y la besó muy despacio, como queriéndose grabar en la memoria cada rincón de su boca. Ella cerró los ojos y le correspondió. Al principio fue un beso lento y efusivo; Dante introdujo su lengua con lentitud en la boca de Sasha, y ella comenzó a juguetear con la suya, haciendo que se entrelazaran en el acto. Colocó sus manos en las caderas de la chica y la atrajo más hacia él, deleitándose con las sensaciones que producía el contacto entre ambos.
La muchacha puso sus manos en la cabeza de él y entrelazó sus dedos en su cabello azabache. Posteriormente se besaron con desesperación, como si de sus vidas dependieran de qué tan intenso era el beso. Dante bajó una de sus manos hasta la pierna de Sasha y ella le mordió con suavidad el labio inferior. Se separaron un poco para tomar aire y, antes de que ella tuviera oportunidad para alejarlo, él colocó su rostro en el cuello de ella, inhalando su perfume y haciendo un camino de besos hasta su clavícula, hombros y subiendo de nuevo hasta su rostro. Sasha soltó un suspiro.
—Dante...
—Mmmm...
—Nora está arriba.
—Ajá. —Otra vez dirigió sus labios al cuello de su amada y hundió los dedos en su cabello.
—Detente —pidió—. Si sigues así, te vas a provocar una erección y no voy a poder satisfacerte. Nora está arriba —repitió.
Dante se alejó de ella y notó que sus labios estaban un poco hinchados. Supuso que los suyos también estaban así, más aparte enrojecidos por la acción y el labial de ella.
—Lo siento... Yo... No sé qué me pasó.
—Está bien —le sonrió. Luego le dio otro pequeño beso en los labios—. Me encantó.
—Igual a mí. Te amo.
—Y yo a ti.
Se quedaron un rato en silencio, observándose detenidamente, pasando su mirada por el cuerpo del otro, dejando en claro el deseo carnal hacia el otro.
—¿Y bien?
—¿Qué? —Lo volteó a ver.
—No, nada —susurró.
Ella comenzó a reír.
—Sabes qué, tú beso me convenció, volvamos a ser pareja.
—¿Lo dices en serio?
—¿Por qué no lo haría? Alguien me dijo que si no intentábamos nada de todos modos no funcionaría. Además ayer releí muchas veces esa carta tuya. Me hizo pensar que si en verdad hago sentir a un chico de esa manera, entonces él realmente debe valer la pena. —Le guiñó un ojo.
Dante se sintió un poco culpable por eso. La llamó falsa por fingir, pero él le dio una carta escrita por su madre que ni siquiera leyó. Sus nervios se calmaron un poco al pensar que nadie más sabía eso aparte de él y Elisa, así que Sasha no tenía por qué enterarse jamás. Se tranquilizó más cuando ella presionó sus labios contra los de él.
En ese momento bajó Nora y los vio entre sorprendida y colérica.
—¿Qué? ¿Ustedes dos ya regresaron?
—Ya.
Al ver la expresión radiante y feliz de su hermana, sintió que el enojo se le bajó por completo.
—Oh... Bueno, Dante, te dieron otra oportunidad, pero más te vale no romper el corazón de Sasha de nuevo, o te torturaré de la peor manera que imaginas...
—No te preocupes, Nora, no pasará —aseguró—. Además yo tuve mi propia tortura: no estar con tu hermana durante este tiempo fue mi tortura personal.
JAJAJJA los adolescentes, ellos solo se hacen pelotas y luego ellos solos resuelven todo bien fácil.
Bueno, ya regresó nuestra parejita favorita. Pero aún quedan algunas cosas qué resolver, faltan 5 capítulos y se acaba.
Me encanta que lean la historia y me dejen su opinión, en serio:) MUCHAS GRACIAS.
Nos vemos la siguiente semana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top