Capítulo 44.
El siguiente día, en el receso, Yolanda les comentó a sus amigas que sí era verdad que Lucas se olvidó de ella más pronto que un niño con un juguete nuevo, agregando el hecho de que la hora anterior lo había oído hablar con sus amigos de lo increíble y maravillosa que era Mía en la cama.
—Sí, ayer lo vi con otra chica —dijo Noemí apenada.
—Es un idiota —se quejó Lucía.
—¿Cómo se pudo olvidar tan rápido?
—No lo sé, Cami —dijo Yolanda con desilusión—. Pero creo que Sasha tiene razón, él es así, y además yo lo alejé desde un principio.
—No, si en verdad te hubiera querido, él habría luchado por ti —dijo Lucía.
—Es verdad.
Yolanda arrancó un poco de césped.
—Ya no importa, los novios a nuestra edad son problemas, ya ven cómo está Sasha.
—Pobrecita... Aunque ya se ve mejor —comentó Camila.
—Eso sí, solo esperen a que lo supere y hasta se burlará de eso, créanme —dijo Yolanda convencida.
Sasha se acercó a ellas en ese momento. Escuchó con atención lo que dijeron. El día anterior, en la tarde, Mía se disculpó con ella por teléfono, pues presintió que en cuanto su prima se recuperara, se la cobraría el doble o el triple, y le aseguró que, cuando superara su noviazgo fallido, se burlaría de Dante y de imbécil no lo bajaría.
«Sí, prefirió irse con Kevin que conmigo». En ese momento vio su dedo meñique y frunció las cejas. «Puras mentiras, eso del amor verdadero no existe, no puedo creer que fui tan ilusa como para haberlo creído. ¿Cómo pude ser tan tonta como para pensar que alguien se enamoró de mí en serio?».
—¿Y estás triste por lo de Lucas? —Le preguntó Camila a Yolanda.
— No, son el uno para el otro, pero cuando sea grande Mía se va a convertir en una vieja fea, fodonga, gorda, panzona y celulítica, y quiero ver si así Lucas sigue tan embelesado con su diosa pagana.
—Está bien que pienses todo eso —se entrometió Sasha—, pero nunca se lo digas a Mía en su cara, creo que ya es medio anoréxica y muy melindrosa, no necesita que nadie acreciente su enfermedad... Además no es su culpa, es la de Lucas —la defendió porque, después de todo, eran familia, y ella estaba convencida de que la familia siempre era lo más importante.
—Tienes razón, Lucas es el idiota, todos los hombres lo son, ¡son iguales! —Se quejó.
En otro momento Sasha hubiera negado esa afirmación y hubiera dicho que Dante no era así, pero solo se limitó a asentir con la cabeza y decir:
—Tienes razón, todos son iguales.
***
Miriam veía su celular, chequeando y eliminando los mensajes de texto y llamadas que estaban de sobra, cuando vio que Oscar se acercó a ella. «Ojalá pase de largo» pensó, pero su deseo no se hizo realidad, pues él se paró justo a un metro de ella.
—Agh.
—¿Qué? —La miró.
—Nada.
Él pensó que se iría, como siempre hacía, pero no lo hizo, se quedó donde estaba.
—¿Estás feliz?
Miriam lo miró a la cara.
—¿Por?
—Por eso. —Señaló a Sasha, que estaba sentada sola en el rincón de un pasillo, bebiendo con lentitud su jugo de manzana.
Sasha sintió el rechazo secreto de las otras chicas hacia ella, además de que sus conversaciones no le llamaban la atención, así que decidió alejarse del grupo. «Nadie me quiere. No le agrado a nadie y yo misma me lo busqué, por haber actuado mal con ellos... Según Yolanda y Miriam eran mis amigas, pero nunca lo creí, no les agradaba de todos modos y ahora, que estoy totalmente sola y sin mi reputación intocable, mucho menos... Da igual, no merecen mi amabilidad y respeto, ¡ninguno!, ni mucho menos mi amistad verdadera... Agh, este cabello tan largo ya me está incomodando». Era lo que pensaba en lo que Miriam y Oscar la veían.
—No, la verdad no me importa. —Miriam se encogió de hombros—. Te dije que ya no me importaba lo que tuviera que ver con ella.
—Pero... Creí que estarías feliz, ¡Dante está libre!
—Tampoco me importa.
—¿Ah, no? ¿Ya tienes un nuevo interés amoroso?
—¿Te importa? —Alzó una ceja.
—¿Eh...? —Se ruborizó un poco—. ¡Claro que no!
—Mmm.... Lo que sea. —Ahora sí se alejó.
Al pasar frente a Sasha, la ignoró por completo. Era cierto que si ella hubiese estado en su lugar, su ex amiga no habría dudado ni un segundo en burlarse y humillarla más. «Mmm, pero si ya tiene mucho que no me meto con nadie» pensó en que ya era casi imposible meterse con Camila, pues además de contar con el apoyo de Lucía, Noemí e incluso Rafael, ahora también tenía el de Yolanda. «Y Sasha sí se hubiera burlado de mí... Aunque nunca me he metido con ella, pero ahorita parece lo suficientemente indefensa para no defenderse. Igual siempre tiene esa pinta... Me preguntó qué es lo que hará si trato de decirle algo...». Con estos pensamientos, se fue acercando a ella con lentitud y, cuando se dio cuenta, ya la tenía enfrente.
—¿Qué? —Entrecerró los ojos y volvió a darle otro sorbo a su jugo.
—Nada, solo te venía a decir que luces patética —dijo como si hubiera dicho un chisme ya sabido por todo el mundo.
—Oh, y tú te ves más fea y estúpida que de costumbre, ¿qué te hiciste?
Miriam sonrió con hipocresía.
—Oh, aunque te estés desmoronando por dentro, los insultos no dejan de salir de tu boca... Eso siempre me agradó de ti.
—Uh, tú eres mucho peor que yo... Intentando meterte con una pobre chica indefensa. —Se puso la mano en el pecho.
—Eso ni tú te lo crees.
Sasha le sonrió.
—Fuimos tan tontas por pelearnos por ese chico —comentó en voz baja, ya que no quería ni pronunciar su nombre—. Al final no valía la pena. Tú estás sola, yo estoy sola...
—¿Cuál es tu punto?
Sasha la miró a los ojos y le mostró una sonrisa cínica.
—Tal vez debamos ser "amigas" de nuevo... Tú entiendes, ¿no?
—Sí, entiendo... Pero no sé, no estoy segura.
—Sé que nos odiamos, pero siempre fue así... —musitó—. Además juntas éramos temidas, invencibles, fuertes...
—Sí —aceptó Miriam—, además siempre era divertido cuando nos burlábamos de todos.
—Y lo mejor era hacer sentir mal a las personas, era tan gratificante.
Ambas se vieron con mirada cómplice.
—¿Recuerdas la vez que fuimos a un antro con Mía y nos empezamos a burlar de una estúpida que estaba sola? —Se rio Sasha.
— ¿Cómo olvidarlo? La hiciste llorar.
—O de la vez que golpeaste a la tipa aquella que te llamó zorra vulgar de barrio... No sé qué fue más divertido, el cómo te llamó o los golpes que le diste.
—¡Qué chistoso! —Dijo sarcástica—. Y de la vez que atormentamos a las tipas que le hacían bullying a Yolanda... Es cierto, ¿qué hay con ella?
—¿Con quién?
—Con Yolanda, ¿ella no va a regresar al grupo?
— Mmm, no creo que quiera. —Sasha se puso el dedo índice en la barbilla—. Con eso de que ya tiene nuevas amigas...
—Igual no servía de mucho, era una tonta acobardada.
—Cierto... ¡Oh! —Exclamó Sasha en lo que le dedicó a Miriam una mirada seductora—. Acabo de recordar la vez que nos besamos, ¡fue tan sexy! —Puso sus brazos alrededor el cuello de Miriam—. Pero tú no quisiste volver a hacerlo. —Puso voz quejumbrosa—. ¿Por qué? —Ronroneó.
—¡Sasha! —La alejó un poco—. ¿Qué te pasa? Ya te dije que a mí no me va eso... Además todos nos voltearon a ver cuando me abrazaste.
—¿Qué tiene? Si Kevin es homosexual y nadie lo juzga, ¿por qué nos van a juzgar a nosotras?
—Ey, cálmate, yo no soy lesbiana.
—Umm, ¡qué mal!
Miriam volteó hacia atrás y notó que Dante, que se encontraba en medio de sus amigos, las estaba observando. El chico en seguida bajó la mirada y ella sonrió un poco.
—Oye, no quiero ilusionarte pero Dante volteó hacia acá.
—¿En serio? —Dijo con un hilo de voz.
—Sí... Nos estaba viendo.
—Oh... —Bajó la mirada, que pareció ponerse triste y adolorida, pero en seguida se endureció—. No importa... ¿Qué te estaba diciendo antes?
—Que qué mal que no soy lesbiana.
—Ah, cierto... Da igual. —Puso los brazos en jarra.
«Ya no me va a importar nada que tenga que ver con Dante, así fue por dos años y medio, y así volverá a ser» pensó.
***
El miércoles por la mañana, la mayoría se sorprendió de ver llegar a Sasha con el cabello amarrado en una coleta muy alta y el short puesto. Desde que notó que a Dante no le parecía bien que el profesor Humberto viera sus piernas como si fueran dos hermosas esculturas, había usado el pants, y no lo hizo tanto por el chico sino que a ella misma le incomodaba esa situación; lo usó muy poco y con molestia porque le era inoportuno y caluroso; sin embargo ese día volvió a ponerse los pantaloncillos cortos para mostrar sus piernas. Y ese hermoso cabello largo que le llegaba hasta la cintura, ya le había fastidiado suelto; pensó en cortárselo, pero se arrepintió y supuso que se iba lamentaría mucho si hacía eso, así que mejor se lo amarró en una bonita cola de caballo para que no le estorbara ni le diera calor. También su actitud de "perra", esa que parecía que había desaparecido de ella por completo, volvió de la noche a la mañana y con más fuerza que antes. Cuando llegó solo saludó a Miriam —eso fue lo más impresionante para sus compañeros—, y ambas chicas comenzaron a criticar a quién sabe quién, soltando risitas y creyéndose las reinas del lugar.
—Miriam —comentó—, no me había dado cuenta lo mucho que me haces falta.
—Igual yo admito que ya te extrañaba... Oye, no te lo dije pero te ves bien con ese peinado, te queda.
—Lo sé. —Le sonrió de medio lado.
—Y traes de nuevo el short, ¿eh?
—Sí... De seguro Humberto quedará fascinado al verme, ¿no crees?
—Por supuesto —rio—. Me perturba pero igual me hace gracia.
—Igual a mí.
En el receso, ambas chicas se la pasaron atormentando chicas del otro salón, criticando personas y burlándose de medio mundo. Era igual que los viejos tiempos, solo que sin alguien que se sintiera mal por eso, y es que las chicas, al contrario de Yolanda, se sentían muy bien.
En la clase de Educación Física, Humberto se alegró de no ver a Sasha deprimida, sino radiante. La chica le estuvo coqueteando descaradamente toda la clase, sonriéndole muy seguido y hasta dándole un mejor acceso para que viera sus piernas.
—Te ves bien —le comentó Humberto, admirándola.
—Gracias.
Se quedaron un rato en silencio, en el que Sasha se acercó un poco más a él.
—Mmm, oye...
—¿Sí, profesor?
—¿Ya no te sientes mal por lo de Dante? —Supo que no debió preguntar eso al ver la expresión de fastidio que puso ella, pero en seguida cambió su semblante y sonrió ligeramente.
—No, profesor, estoy mucho mejor.
—Me alegro... Tú no debes sufrir, Sasha —susurró. La chica hizo como que no lo oyó.
Mientras, los demás chicos estaban corriendo sin parar.
—Se volvió más cínica que antes —Carlos le comentó a León. Este último se limitó a encogerse de hombros.
Al finalizar la clase, Sasha comenzó a hacerle plática al profesor para esperar a que todos los demás se fueran y recoger sus cosas con tranquilidad. Aunque no quería ver a Dante, sin querer volteó hacia él, pero en seguida volvió a mirar a su profesor. No quería esperanzarse, pero creyó percibir que Dante la veía con añoranza y con ojos de amor.
***
Ese día, Dante sintió un montón de emociones, buenas y malas, en su interior, y no sabía si podría seguir con su indiferencia durante más tiempo. En la mañana, al ver a Sasha con su actitud fresca y mostrando sus esculturales piernas, había vuelto a sentir ese deseo lascivo que aparecía solo cuando la veía a ella, aparte todavía amaba a aquella chica que parecía volverse a inclinar por los actos malos. También sintió angustia al ver que ella ya se estaba olvidando de él, y turbación al pensar que ya lo había hecho por completo. Sintió contrariedad al ver que su actitud estaba siendo mucho peor que antes, y celos al verla coquetearle tan desvergonzadamente al profesor Humberto.
En ese momento estaba en su casa, escribiendo un resumen de tarea para distraerse. Ya había terminado de comer y su madre revisaba tareas y trabajos de sus alumnos. Pronto se hastió y fue al cuarto de estudios de su madre; estaba sentada en su silla especial, palomeando y tachando hojas; todavía veía a su hijo, así que cuando le puso su mano fría en el hombro, se sobresaltó.
—¡¿Dante?! ¡Me espantaste! —Le reclamó—. ¿Qué pasó?
—Mamá, ¿puedo hablar contigo?
—Por supuesto.
Dante le contó todo lo que había sentido ese día y Elisa lo escuchó con atención.
—No sé qué hacer, mamá, siento que ya no puedo más.
—Ay, Dante... ¿Qué es lo que quieres?
—No sé, yo... La amo —aceptó—. Todavía la amo, la amo mucho, y ahora siento que todo fue mi culpa por irme esa vez... Si tan solo me hubiera quedado, ella no habría terminado conmigo...
—Dan —lo miró a los ojos—, no fue tu culpa... Yo creí que Sasha era una buena chica, pero veo que no... Es engañosa...
—No, mamá, ella es una buena chica —aseguró—. Lo es, es dulce y tierna pero... Creo que lo hace para llenar su vacío.
—Oh... Es lo más probable, se veía amable cuando la conocí.
—Lo es, mamá, Sasha es maravillosa.
—Si tú estás tan seguro, entonces yo también lo creo.
—Y la perdí por completo.
—Aún no la has perdido. —Elisa le dio ánimos—. Viendo bien las cosas, creo que ustedes dos terminaron por un malentendido.
—No, fue por su engaño y porque yo me fui.
Elisa suspiró.
—Ella te engañó, sí, pero creo que su verdadera intención no fue mala —Lo miró a los ojos—. No es por maldad, créeme, pero es lindo que un chico te quiera y se preocupe por ti, tal vez Sasha sintió que esa era la única forma de que te preocuparas por ella; además, por lo que me contaste, Kevin se metía mucho en tu relación.
Dante se quedó pensativo.
—Sí... Aunque puede que yo diga que es una buena chica, ¿pero qué hay con lo de Karina? No recordaba eso...
—Oh, Dante, decídete, ¿es buena o mala?
—No sé —respondió luego de pensarlo unos segundos—. Con lo que te acabo de decir, ¿tú qué crees?
Elisa sonrió.
—Pues tampoco sé... Aunque creo que sí es buena —aceptó—. No creo que lo de Karina haya sido por ser mala. A algunas chicas les encanta que todos sepan que tienen un novio maravilloso, o a lo mejor estaba celosa y quería que esa chica se apartara por completo y ya no se hiciera ilusiones... Hijo, por lo que yo vi, Sasha te quiere... Puede que sea manipuladora, pero antes de su discusión ella jamás te hizo sentir mal o te obligó a hacer algo que no deseabas, ¿cierto?
—Cierto... Fui un idiota. —Colocó una mano en su frente—. La he perdido.
—Ya te dije que no la has perdido... Todavía, pero tienes que actuar rápido si quieres recuperarla.
—¿Qué puedo hacer?
Elisa se quedó pensativa.
—Antes que nada, prométeme que harás todo lo que yo te diga.
—Lo prometo.
—Sí es así, ya sé qué es lo que puedes hacer.
—Dime.
—Trae lápiz y papel... Parece que los trabajos de mis alumnos tendrán que esperar un poco más.
JAJAJA sin comentarios, ya pasaron 10 años y sigo amando a Sasha como la primera vez.
E igual amo a la mamá de Dante, dispuesta a todo por su hijo JAJAJJAJAJA incluso a escribir una carta humill... digo una carta de amor.
Nos vemos pronto:)
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