Capítulo 31.


Después de clases, Lucas se quitaba el sudor de la frente con su brazo. Su ropa deportiva también se encontraba empapada. Humberto los puso a hacer calentamiento, correr y después los puso a jugar volibol toda la hora, así que él, al igual que sus compañeros —excepto Sasha—, estaba totalmente cansado y sudoroso. A pesar de que ahí le pegaron los niños de primero, Lucas seguía tomando el mismo camino para llegar a su casa, haciendo caso omiso de todas las advertencias de su madre. Se maldijo en la mente cuando vio a esos mismos chicos que lo golpearon, en el mismo callejón donde lo agarraron la primera vez. El líder tenía en la mano una moneda, que lanzaba y atrapaba con pereza.

—Lucas, Lucas, bien dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces por el mismo camino.

—¿Qué quieren?

—Él —señaló al gordo— me dijo que todavía pasabas por aquí, pero no quise creerle. Veo que tuvo razón. —Le aventó la moneda y el gordo la tomó—. Ganó la apuesta.

—¿Qué quieren? —Estuvo a punto de echarse a correr, pero comprendió que habría sido inútil, de por sí estaba demasiado cansado por el ejercicio que hizo en Educación Física y los chicos lo atraparían con facilidad. Mejor se quedó ahí, parado y con una pose defensiva—. Esta vez no le quité dinero a nadie.

—Lucas —siguió ignorándolo—, ¿qué crees? Nos enteramos de algo malo para nosotros, y por lo tanto para ti también.

—¿Qué? —Preguntó, casi con desesperación.

—Que le gustas a Jessi —dijo con tranquilidad—; a pesar de todo, le gustas. —Lucas abrió los ojos con sorpresa.

«¿Jessi? ¿Cuál es esa?» pensó.

—Por eso se puso a llorar cuando le pediste dinero y no tenía, dijo que le dio vergüenza parecer tacaña frente a ti... Si hubiera sido otro, lo hubiera mandado a volar, pero a ti no.

«Ah, ya sé cuál es». Se sorprendió.

—Pero ella es una niña —dijo con rapidez.

—Pues claro que es una niña, imbécil, niño no es.

—No seas estú... tonto, ya sé que es una niña, a lo que me refiero es que es muy pequeña... por lo menos para mí.

—Lo sabemos —habló el más alto—, pero a ella no le importa.

Se acercaron a Lucas peligrosamente y el flaquito apretó sus manos, volviéndolas puños.

—Ey, chicos, esperen —expresó con nervios—. Yo no salgo con niñas pequeñas, además ya tengo novia.

Los cinco se detuvieron.

—No es cierto —dijo el robusto.

—Claro que sí, y va en mi salón. —En seguida se arrepintió de haber dicho eso.

—¿Ah, sí? ¿Y quién es? —Preguntó el líder.

—Emm, es mi novia... Y tiene un nombre.

—Eso ya lo sabemos, ¿quién es? —Habló el gordo con fuerza.

—Es...

—Mentira, no tienes novia, los únicos novios de tu salón son tu amigo, la piedra, y Sasha...

—Claro que no, yo también tengo novia, solo que no les quiero decir porque... Pues porque nuestra relación es un secreto, no queremos que nadie se entere.

—Dinos quién es. —El líder alzó una ceja—. De aquí no saldrá la información.

—Es... Yolanda... Solo no digan nada, no queremos que en la escuela se note.

—¿Yolanda? —Ignoró su comentario—. ¿Cuál es esa?

—Una güera, amiga de Sasha. —Habló el alto.

—Ah, ya sé cuál... —Luego miró con fijeza a Lucas—. ¿Dices la verdad?

—Sí.

—¿Por qué no quieres que se enteren los demás?

—Bueno, es que en primero nos odiábamos —inventó— pero después sucedió lo nuestro y... Si se enteran seremos la comidilla de nuestros compañeros.

—Humm... ¿Y no intentarás nada con Jessi? —Lo apuntó con el dedo.

—No. —Se apresuró a responder. «Además es una mocosa chillona» agregó con el pensamiento.

—Más te vale... Vámonos, chicos.

Los cinco chicos se alejaron de él. «Idiotas, que no se dan cuenta de que son cinco y Jessi es una» pensó, apretando los dientes. «Da igual, ahora lo único que queda es que esos no vayan de chismosos con todos».


***


A las cinco con quince minutos, Sasha llegó al parque y se encontró con Noemí y Yolanda.

—Y bien —les dijo—. ¿A dónde vamos?

—Síganme. —Noemí se puso delante y las otras dos caminaron detrás de ella.

Las tres chicas llegaron a la casa de Hugo y Noemí tocó la puerta. «De seguro ese chico piensa que soy un fastidio... Ahora que lo pienso, ¿qué es lo que hace aquí Aarón casi todos los días? ¿Y esas chicas? ¿Y las demás personas? ¿Se drogarán o qué? ¿No tienen nada mejor que hacer? Está bien que no estudian, pero deberían conseguir un trabajo o algo, no que sus padres los mantienen sin hacer nada».

—¿Quién vive aquí, un cerdo o qué? —Se burló Sasha, interrumpiendo los pensamientos de su compañera—. Noemí, ¿qué clase de novio tienes?

Ella suspiró.

—¿Esto es bajeza para ti? ¿Hasta qué punto he llegado?

—Oye —reclamó enojada—, ¿qué quieres decir? Para tu información, Dante es muchísimo más refinado que esto, pero eso ya debes saberlo.

—Hablando de Dante, ¿él sabe que estás aquí? —Le preguntó Yolanda, cambiando con velocidad el hilo de la conversación.

—No, no le ando avisando a cada lugar que voy, ¿quién hace eso? —Noemí bajó la cabeza, ya que ella solía hacerlo con Aarón—. Ah, ya vi quién...

En ese momento Hugo abrió la puerta y vio, con fastidio, a Noemí, pero luego su mirada se posó en las otras dos chicas, en especial en Sasha, que traía una minifalda negra con una blusa strapless de color blanco.

—Pasen —dijo y las tres chicas entraron.

Sasha comenzó a ver la casa y pasearse por allí junto con Yolanda. «¿Esas son las amigas de Noemí? Pero si Aarón me dijo que estaban feas» pensó Hugo extrañado. La mayoría de los chicos posaron sus miradas en ambas.

—¿Y esas chicas? —El hermano de Hugo le preguntó.

—No sé, creo que son amigas de Noemí.

—Le había dicho a tu amigo que yo no soy un pervertido que se fija en chiquillas, pero creo que estaba equivocado —dijo sin dejar de ver a Sasha.

—Generalmente me gustan las de cabello claro, pero la de cabello oscuro está como quiere. —Su mirada cambió de Yolanda a Sasha. Luego se acercó a ellas—. ¿Quieren algo de tomar? ¿Cerveza, refresco, agua...?

—Agua está bien, por favor —pidió Yolanda.

Hugo se alejó a buscar dos vasos de agua y Sasha la miró con fijeza.

—¿Por qué pediste por mí?

—No venimos a divertirnos, solo estamos esperando a Noemí.

Mientras tanto, Noemí se acercó a Aarón que, para variar, estaba hablando con las mismas chicas de siempre. «Parece que no tienen nada mejor que hacer» pensó Noemí.

—Aarón, tenemos que hablar, ¡ahora!

Aarón se fue con ella a la cocina y las chicas comenzaron a cuchichear entre ellas, hablando mal de Noemí. Luego vieron que la atención de la mayoría de los chicos estaba en Sasha y Yolanda, y también comenzaron a hablar mal de ellas. Sasha se dio cuenta y las miró con una expresión gélida.

—Miriam y yo nos hubiéramos acabado a esas tontas zorras vulgares —murmuró Sasha—. Lástima que ya no me llevo con ella —susurró, extrañando su compañía por primera vez.

Yolanda tomó los vasos de agua que les llevó Hugo y los dejó en la mesa.

—¿Cómo estará Noemí? —Se preguntó en voz baja, mordiéndose el labio inferior.

Entretanto, ella le expresó a Aarón lo que venía a decirle, sin preámbulos ni nada por el estilo.

—Aarón, terminamos —dijo finalmente.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

—Porque nuestra relación no va a funcionar, es enfermiza.

—¡Claro que no!

—Sí, tu compañía me hace daño, me enferma, ¿no te das cuenta?

—¡No! —Le gritó con fuerza—. No puedes hacerme esto, ¡no puedes terminarme! ¡Nadie se cansa de mi compañía! Cuando terminemos va a ser porque yo quiera...

—Pues ya quiérelo. —Sin decir más, salió de la cocina.

Aarón la siguió con rapidez y la tomó con fuerza del brazo.

—¡Noemí...! ¡Noemí! —Gritó, haciendo que todos voltearan a verlos.

— Piérdete, Aarón, déjame sola y no me busques.

—¡Noemí, no puedes terminarme! —A pesar de que no le gustaba atraer la atención de los demás o hacer el ridículo, no pareció importarle en ese momento—. Yo te amo, bebé, he cometido errores, lo sé, pero cambiaré por ti.

Noemí lo miró con fijeza, como queriendo perdonarlo, pero se puso firme con su decisión.

—Tipos como tú ya no cambian, déjame en paz. —Le arrebató su brazo y caminó hacia Yolanda y Sasha.

Aarón alzó su brazo, estuvo a punto de darle un golpe a Noemí de no ser porque el hermano de Hugo le detuvo el brazo. La chica volteó, entre indignada y asustada.

—¿A eso ibas a llegar? ¿En serio? ¡No te quiero en mi vida!

Aarón le arrebató su brazo al hermano de Hugo y se hincó delante de ella.

—Lo siento, mi amor, sabes que me dan ataques de ira, pero yo te amo.

—¡Suéltame!

—Si me dejas me voy a suicidar, es en serio.

Sasha alzó una ceja ante este tipo de chantaje. Era lo mismo que aquel tipo raro le decía a su hermana, por eso lo dejo.

—Si te suicidas a nadie le va a importar. —Se entrometió—. Y no lo vas a hacer, en primera, y en segunda, ¿qué es lo que tienes en la cabeza, que no entiendes que ella no quiere nada contigo? ¿Acaso tienes un maní en vez de cerebro? —Dijo, haciendo que todos rieran por la observación, incluso las chicas que siempre andaban tras él—. ¿Y qué tan desesperado estás por tener novia, que te humillas de esa manera delante de todos?

Aarón enrojeció por la ira.

—Me humillo por ella porque la amo.

—Entonces estás equivocado, eso no es amor, pero no estoy aquí para hablarte de eso, sino para decirte que dejes en paz a Noemí de una buena vez, porque si te pones a seguirla y todo eso, te demandará por acoso sexual. Sus padres ya saben quién eres —mintió con facilidad—, ella les contó todo, tus amenazas, ¡todo! Así que más te vale alejarte de ella, si no quieres terminar en la cárcel. —Lo miró con una expresión fría y burlona tan intensa, que incluso él bajó la mirada para no verla a los ojos —. Bueno, vámonos de una buena vez, que tengo cosas que hacer —les dijo a sus compañeras.

Las tres chicas salieron de la casa de Hugo y pronto como desaparecieron, Aarón se levantó del suelo, abatido, pero demostró dureza con los demás.

—¡¿Qué?! —Casi gritó.

Los chicos se voltearon, fingiendo que nada había pasado, y siguieron con sus conversaciones banales. Aarón se encerró en el baño y no supieron si fue por tristeza o humillación.

—¿Quién era esa muñequita tan fría que puso a Aarón en su lugar? —Un chico se dirigió a los hermanos.

—No sé, hombre, pero no creo que Aarón vuelva a seguir a Noemí, no con la amenaza de ir a la cárcel —Hugo les dijo a los otros dos.

—Eso no importa, yo te pregunté de la chica esa.

—No sé quién sea, pero es genial.

—Sí, lo es —mencionó el hermano de Hugo. «Pues qué bueno que Noemí ya se libró de ese patán, le hacía falta, ninguna chica merece estar con un tipo así» agregó con el pensamiento.



Me encanta Lucas porque sale de un problema y se mete en otro JAJAJA

Y al parecer las cosas no terminaron mal para Noemí c: Ya saben, niñas, no es bueno andar con gente mayor cuando ustedes aún son unas adolescentes, a Noemí le tocó aprender por las malas pero lo bueno que pudo salir a tiempo.

Nos vemos pronto:)

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