Capítulo 27.


El miércoles por la mañana, Karina llegó un poco tarde y el profesor Cortés todavía no aparecía, para variar. Su corazón se estrujo un poco al ver a Dante y a Sasha más enamorados que nunca; ambos chicos estaban platicando, ignorando todo a su alrededor, y dándose piquitos de cuando en cuando. Viviana le aseguró que su relación no era más que un simple capricho y algo sin futuro, pero Karina descubría, con tristeza, que su amiga estaba equivocada. Suspiró con pesadez y se fue a sentar a su banca. «Parece que Sasha sí es la chica ideal para Dante» pensó con melancolía.

—Hola. —La voz de Marcos la sacó de sus pensamientos.

—Hola, Marcos.

—¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú? —Dijo con desánimo.

—¿Bien? Luces abatida, ¿qué tienes?

—Nada —musitó volteando a ver hacia donde estaba Dante.

—Oh, ¿es eso?

—No... Sí —aceptó—. He estado pensando, y creo que Dante no es el chico para mí. —Marcos se puso feliz al oír eso.

—Bueno, yo creo lo mismo... —Karina lo volteó a ver—. Digo, porque ya ves cómo está con Sasha... Se ve que se quieren —agregó.

—Ajá...

En ese momento llegó el profesor Cortés, indicó a todos que se sentaran y comenzó a dar su clase, pero a Marcos no le interesó mucho, aun cuando Cortés dio un nuevo tema, su mente estaba ocupada pensando en Karina y en qué hacer para animarla y que se olvidara por completo de Dante. «No te preocupes Karina, ya verás que te olvidarás de Dante, estoy seguro» pensó, «y cuando te des cuenta, ya no sentirás nada por él».

En el receso, Karina fue comprar algo mientras sus amigas iban al baño; Marcos, que estaba con Rafael pero notó que Karina pasó junto a ellos, se dirigió a su amigo.

—Rafa, espérame. —Sin decir más, se fue tras Karina, dejando a Rafael con las palabras en la boca—. ¡Karina! —Le gritó, haciendo que ella volteara.

—Ah, Marcos, ¿qué pasa?

—Nada. —Se colocó a su lado—. Oye, ¿te gustaría ir a algún lado el viernes? — Preguntó algo cohibido.

—¿A dónde?

—No sé, a donde quieras... Puede ser el cine.

—Mmm, pediré permiso y te aviso... —dijo, logrando que él se pusiera feliz—.También les diré a Liliana y a Viviana —agregó, rompiendo en el acto la burbuja de felicidad en la que se encontraba Marcos—; si quieres dile a Rafael.

—Ammm, sí —dijo con desánimo.

—Está bien —sonrió.

Los ojos de ambos se fijaron en un pequeño gatito que estaba enfrente de ellos.

—¿Y ese gato? —Preguntó Karina.

—No sé, se ha de haber metido por algún rinconcito, ya ves que es pequeño.

—¡Awww, un gatito! —Exclamó Sasha, yendo hacia el animalito y cargándolo, ignorando por completo a sus compañeros—. ¡Qué bonito estás...! —El gatito maulló y la chica caminó hacia su novio, que estaba sentado en el pasillo con sus amigos—. ¡Mira, Dante!

—¡Qué bonito! —Exclamó él, acariciándolo.

—¡Ay, alejen ese bicho de mí! —Se quejó Kevin.

—Pobre gato, no le digas bicho —le reclamó Ulises.

—Sí, Kevin, el bicho eres tú.

—¡Cállate, Lucas!

Karina y Marcos miraron a todos con fijeza. En ese momento el gatito se zafó del agarre de Dante y se fue corriendo.

—Ah, ya se fue el gatito —se quejó Sasha con tono triste.

—Sí, se fue... No importa, amor...

—Uh, está bien... Ojalá esté bien.

Karina y Marcos se voltearon a ver.

—A mí no me gustan los gatos —aceptó Karina.

—A mí tampoco, prefiero a los perros.

—Yo igual —dijo ella, volteándolo a ver—. Amo a los perritos.

—¿En serio? ¡Yo tengo uno!

—¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama?

—Amm... pues... Perro —dijo finalmente.

Karina lo miró con desconfianza.

—De seguro ni tienes un perro, te lo acabas de inventar solo porque te dije que me gustan.

—No, es en serio... Hasta tengo fotos. —Sacó su celular y le enseñó a Karina una foto de su mascota; ella vio que su collar tenía una placa dorada en forma de hueso con la palabra «Perro».

—¡Wow, era cierto! ¡Sí se llama Perro! —Mencionó divertida—. ¿Pero por qué?

—Pues no sé, el nombre se lo puso mi hermano...

—Pero le hubieran puesto otro nombre como... No sé, igual y suena mejor...

Solovino —dijeron los dos al mismo tiempo y luego se echaron a reír.

—Sí, está mejor —aceptó Marcos, sin dejar de reír—. Pero bueno...

Ambos se vieron a los ojos y se sonrieron. Karina comenzó a caminar y él la siguió.

—Mañana te aviso si me dieron permiso para salir.

—Va... A ver si otro día salimos solo nosotros... —murmuró—. Ya sabes, porque me gusta platicar contigo, y cuando están tus amigas solo hablas con ellas. —Él pensó que ella le daría el avionazo o que le diría que no, pero se sorprendió mucho cuando aceptó.

—Claro —levantó las comisuras de sus labios—, estaría bien.

Marcos sonrió, pues parecía que esta vez la suerte estaba de su lado.



***



Cuando Rafael se quedó solo, comenzó a caminar sin saber a dónde dirigirse. «Agh, la mayoría son unos maleducados o simplones... De hecho Marcos también es simplón, pero me agrada» pensó. Su mirada se enfocó en las amigas de Claudia, en especial en la rubia. Belinda y él se conocían desde niños, puesto que sus padres habían hecho algunos negocios juntos. A veces el papá de Belinda iba a casa de Rafael, y llevaba a su hija para que jugara con él, otras veces era al revés, pero acabando los negocios, sus papás estuvieron muy ocupados como para llevar a sus hijos a jugar, así dejaron de verse y la amistad se fue perdiendo poco a poco. Se reencontraron en la secundaria pero fue una lástima que tocaran en distinto salón; aun así quedaba una estima entre ambos y cada vez que se veían, se saludaban con amabilidad.

Hasta hacía poco él pensaba que Belinda era la única chica que valía la pena entre toda la bola de mugrosos —como él se solía referirse a sus compañeros— con los que convivía, pues era bonita, era parte de una clase social alta, su familia era educada y con bastante dinero y además era muy amable. Rafael la observó con detenimiento, tratando de memorizar su bonito rostro. No negaba que Claudia y Sasha eran más guapas que ella, pero para él, Belinda era la mejor, ya que además de bonita e inteligente —cualidades que las otras dos también tenían—, no era antipática, ni creída y su estatus era de los mejores que él conocía.

Belinda, que sintió su mirada, volteó hacia él, le sonrió y lo saludó con la mano. Él devolvió ese gesto. «Por ahí me había enterado de que le gusta León... Ojalá recapacite y se dé cuenta de que un tipo como él no le conviene, estaría mucho mejor conmigo» pensó, ya que desde hacía unos meses él comenzó a sentir atracción por la rubia.

—¡Rafael! —Escuchó una voz, volteó y vio a Camila junto con sus amigas y Yolanda—. ¿Qué haces tan solo?

—Nada, en realidad.

—¿No quieres sentarte?

—Está bien —aceptó, sentándose en el suelo junto con ellas—. ¿Qué hace ella aquí? —Susurró a Camila, señalando con discreción a Yolanda.

—Ya no se lleva con Miriam, y Sasha está con Dante, así que... —explicó en voz baja.

Rafael no se sentía muy a gusto con la compañía de Yolanda, pero ya no dijo más. Su mirada se enfocó en Noemí.

—¿Noemí, no tienes calor con esa bufanda? —Le preguntó, haciendo que su rostro se ruborizara un poco.

—No —respondió, volteando la cabeza para que no viera su sonrojo.

—Oh.

Las chicas comenzaron a platicar entre ellas. Camila quiso unir a Rafael a su conversación, cosa que le agradeció infinitamente, haciéndole preguntas que él respondía con amabilidad, aunque su mente andaba pensando en cierta chica rubia que llamaba su atención desde hacía algún tiempo.


***


En su hora de clase con el grupo de tercero A, el profesor Humberto los puso a correr y dar estiramientos, para después ponerlos a jugar fútbol en equipos mixtos. En medio del juego, se sentó al lado de Sasha, bajó la sombra del gran árbol.

—Sasha...

—Hola, profesor.

Hubo un momentito de silencio.

—El día de ayer me enteré de que te volviste novia de Dante. —Su tono de voz no sonó muy amable.

—Sí, es cierto —sonrió, demostrándole su semblante de niña buena.

—¿No crees que fue muy pronto? Digo, en el viaje me habías dicho que no había nada entre ustedes, y una semana después ya son novios. —Más que nada, sonaba a un reclamo.

Sasha lo miró con atención. «¿Qué le pasa a este estúpido?». Ya se estaba empezando a molestar. «Me viene a reclamar como si fuera mi padre... Ni eso, como un exnovio o algo así, ¡idiota!, además qué tiene que sea pronto, ¿a él qué?» pensó. «Sí, fue muy pronto, todos dicen eso, pero a mí me vale lo que digan los demás, siempre hablan mal de mí, eso no es nuevo, así que por eso hago lo que me da la gana... Con Dante fue igual, me dio la gana convertirme en su novia y eso hice, y estoy segura de que a él le pasó lo mismo, y no es porque no lo quiera, sino al contrario, es porque lo quiero y no quiero que nadie me lo arrebate».

Al ver que no le respondió nada, él agregó:

—No es reclamo ni mucho menos, Sasha, solo pienso que debes tener cuidado. A veces los chicos suelen ser unos aprovechados.

—Gracias por preocuparse. —Se limitó a decir, aunque estaba más que segura de que Dante no era así, de cualquier otro hubiera sospechado, pero no de él.

—De nada.

Humberto se acercó más a la chica, con lentitud para que no se viera muy obvio y raro. Sasha se dio cuenta y, de la misma manera, se alejó un poco. No negaba que le encantaba sentirse deseada por hombres mayores, la hacían concebirse más atractiva y seductora, pero en ese momento la forma en que el profesor la veía le pareció fastidiosa.

—Sasha, eres una chica muy agradable y bonita...

«¿Por qué me está diciendo eso este imbécil?» pensó extrañada.

—Gracias —respondió seca.

—Espero que Dante te trate como mereces.

—Hasta ahorita lo ha hecho, y no creo que cambie. —Se encogió de hombros.

—Ojalá y así siga.

—Ajá. —No le prestó mucha atención a su profesor.

Mientras tanto, Kevin se acercó a Dante mientras ambos descansaban un poco.

—¿Ya viste eso? —Señaló con discreción a su novia y al profesor—. ¡Qué descaro!

—¿Qué?

—Pues eso —los volvió a señalar.

—No entiendo a qué te refieres.

—Pues que tu novia sigue coqueteándole al maestro de Educación Física —dijo con obviedad.

—Solo están hablando...

—Tú no sabes qué están hablando.

—Kevin, dijiste que ya la dejarías en paz.

—Sí, pero si no hacía algo que a mí me pareciera mal, y eso me parece muy mal. —Volvió a señalarlos, ahora sin disimular, como si ella fuera la culpable; para su suerte la única que lo vio fue Sasha, el profesor estaba muy ocupado viendo sus piernas—. Además ve cómo la mira. —Después de decir eso, se volvió a incorporar a su equipo.

Dante no se sintió a gusto al ver que su profesor miraba de esa manera a su novia; por supuesto que siempre la había visto así, solo que antes no le interesaba pero ahora...

—Sasha. —Se acercó y se sentó en medio de su novia y del profesor. Este último lo fulminó con la mirada.

—¿Qué haces aquí, Dante? Deberías estar jugando con tus compañeros.

—Estoy descansando un poco. —El profesor lo vio con cara de: «¿y a mí qué?»—. No comí en el almuerzo —mintió—, tanto esfuerzo puede hacer que me desmaye.

Sasha tuvo que contener su risa, ya que la situación le parecía muy graciosa; decidió voltearse hacia otro lado, haciendo que su cabello cubriera su cara para que el profesor no viera esa sonrisa burlona que no pudo evitar poner en su rostro.

—Está bien —murmuró, enojado.

Humberto se levantó, de mala gana, y comenzó a exigirles más a sus otros alumnos, dejando solos a los dos chicos.

—¿Qué tanto te estaba diciendo Kevin?

—Nada...

—No me mientas —lo interrumpió.

—Nada importante.

—Oh, o sea que yo no soy importante. —Fingió indignación—. Estaban hablando de mí, vi que me señaló.

—Solo estaba diciendo sus cosas de siempre, no importa.

—Uh, bueno, te creo.

Mientras tanto, Camila se encontraba jadeando por tanto esfuerzo físico, el profesor se estaba pasando en exigencias. Caminó hacia su botella de agua y se sentó en el suelo mientras bebía con rapidez. Rafael, que también estaba jadeante, se sentó junto a ella.

—El profe se está pasando —comentó ella.

—Así es —concordó—. Nosotros no tenemos la culpa de que Sasha ya sea la novia de Dante —murmuró, haciendo reír a su amiga.

Rafael recargó su cabeza en las rodillas, estaba cansado y además tenía mucha sed. Vio la botella de Camila y se sintió tentado a pedirle agua, pero al final desistió en eso, ya que él no tomaba de la botella de nadie por el simple hecho de que no quería que alguien le pasara sus microbios, ni mucho menos le agradaba la idea de compartir saliva con nadie. Aún así, Camila se dio cuenta de sus intenciones y le ofreció su botella.

—¿Quieres?

Rafael se quedó pensativo, por un momento pensó en negar, pero su cuerpo sentía la necesidad de agua urgentemente y tampoco quería verse grosero con ella, así que terminó aceptando. «Bueno, no estuvo tan mal, y además es Camila» pensó, agregando a su pensamiento que si hubiera sido la botella de Miriam, Yolanda o Sasha no solo iba a tener la saliva de alguna de ellas, sino también la de un montón de chicos que fueron besados por las chicas.

Por su parte, a Camila se le metió la idea de que había tenido un beso indirecto con Rafael, solo que el sonrojo de la vergüenza no se le notó porque de por sí sus mejillas estaban ruborizadas por el calor. Volteó hacia su amigo y por primera vez le pareció atractivo; no estaba entre los chicos guapos de la clase, que eran Dante, León y Lucas, pero tampoco era tan feo como Marcos o Ulises, podría decirse que estaba en un término medio, pero en ese momento a ella le pareció el chico más guapo que había visto. Sacudió su cabeza de un lado a otro para quitarse esos pensamientos. «¿Qué estoy pensando? Se supone que es mi amigo» caviló.

Ambos chicos volvieron a la cancha y siguieron jugando como si nada los preocupase, aunque en realidad ella estaba pensando en él, y él en Belinda.



Holi, les traigo nuevo capítulo.

Aww este capítulo me gusta porque Karina poco a poco va superando a Dante; Rafael va avanzando como persona y le pusieron un alto al maestro de Educación Física.

Es que en serio veo muchos post romantizando relaciones con profesores cuando las protagonistas son menores y me da tristeza que esté tan normalizado. Igual cuando ya son mayores de edad se le pasa. Igual aclarando que es ficción:3

Me alegra que sigan por aquí:D los quiero mucho.

Nos vemos pronto

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