Capítulo 26.


El siguiente día, en la clase de español, Lucas se quedó absorto en sus pensamientos, que eran acerca de lo que comentó Ulises el día anterior. «No puede gustarme Liliana, ella no es mi tipo» pensó, al igual que todo el día anterior.

—Lucas —habló la profesora Clementina, atrayendo su atención—, ¿podrías repetir lo que dije?

—Ammm... No.

Algunos compañeros soltaron pequeñas risitas.

—¿No? —Alzó una ceja.

—Es que no le puse atención —aceptó.

—Se pasa de sincero. —Lucía le susurró a Camila.

—¿Y eso se debe a...? —Habló la maestra.

—Lo siento, me quedé pensando en otra cosa.

—¿Y qué es más importante que mi clase?

—Emm... Nada —respondió con tono dudoso.

—Pon atención, Lucas, en verdad, porque no has salido muy bien en mi materia.

—Sí, profesora.

En el receso, Lucas se encontraba con Kevin, Dante y Ulises. Este último le preguntó por qué había estado tan distraído en las clases.

—Es que creo que... Sí me gusta Liliana —susurró.

—Ya me lo imaginaba. —Ulises se alzó de hombros.

—¿Qué dicen? No hablen para ustedes dos, queremos saber el chisme. —Kevin les reclamó.

—Que creo que me gusta Liliana. —Lucas aceptó.

—¿Eh? ¿La niña demonio? ¿Por qué? —Kevin hizo una mueca.

—¿Niña demonio? —Lucas abrió los ojos.

—Pues sí, eso es, no me vengas a decir que es la cosa más buena de este mundo, porque no lo es.

Ulises se empezó a reír por la observación de Kevin.

—Da igual, no voy a intentar nada con Liliana porque soy una mala influencia para ella.

Sus tres amigos lo vieron con fijeza.

—Lucas, créeme cuando te digo que si ustedes dos llegan a andar, tú serías la parte buena de la relación —le comentó Ulises.

—Cierto, serías como el sumiso o algo así —bromeó Kevin.

—Es verdad —susurró Dante.

— Oh, ¿en serio? ¿Hasta tú lo dices, Dante? —Lucas se cruzó de brazos.

— Es verdad —repitió.

—Mejor di que no vas a intentar nada con ella porque no hará caso —le dijo Ulises.

—Sí, mejor di eso —concordó Kevin.

Lucas volteó hacia Dante, pero él no le dijo nada.

—Hum. —Infló las mejillas—. Pues da igual, Liliana no es para mí, no lo es —dijo, aunque en el fondo quería estar equivocado.


***


Mientras tanto, Carlos les contaba a sus amigos su plan fallido.

—Ay, Carlos, cómo pudiste decirle: "sin albur". —Claudia colocó una mano en su frente.

—Sí, te pasaste, además ya conoces a Sasha, no te la iba a pasar de todos modos —León le dijo—. Y cuando tuviste la oportunidad, lo arruinaste.

—Ya ni me recuerdes.

—No te preocupes, creo que usar el teléfono es más difícil y te pones más nervioso, así que usa redes sociales —dijo León con obviedad.

—¡¿Cómo no se me ocurrió antes?! —Exclamó Carlos.

—Ay, Carlitos, Carlitos. —León negó con la cabeza repetidas veces—. ¿Y dónde está Oscar? —Cambió el tema.

—Me dijo que vería algo de su proyecto con Miriam —Adrián, que hasta el momento se había limitado solo a escuchar, dijo lo que sabía.

—A mí se me hace que solo la quiere fastidiar —dijo Carlos.

—Agh, de seguro va a volver a terminar todo cacheteado —suspiró Claudia.

—¿O es que no aprende o es masoquista? —León rio un poco.

—Lo primero —comentó Claudia.

—Lo segundo —contradijo Adrián.

Mientras tanto, Oscar buscaba a Miriam sin éxito. «¿Dónde se metió la perra esa?». Vio el folder con las hojas que llevaba dentro. «Ella también debe trabajar en el ensayo» pensó. En ese momento, la vio salir del baño de niñas y se acercó a ella.

—Miriam...

—¿Qué?

—Toma, es lo del proyecto del huevo. —Le extendió el folder—. Tú también debes trabajar.

—Ajá, sí. —Le arrebató el folder—. ¿Qué has escrito?

—Acerca de la responsabilidad —masculló con obviedad—. Léelo y luego sigue escribiendo.

—Uf, está bien... —dijo, con esperanza de que él se apartara de su camino, pero no lo hizo—. ¿Qué? ¡Ya vete!

—Ay, lo que digas, señorita mandona —dijo, haciendo que ella lo fulminara con la mirada.

En ese instante vieron pasar a Sasha. La chica los miró a ambos unos segundos, pero luego apartó la mirada, como dándoles a entender que no eran importantes para ella.

—Tu amiga —se burló Oscar.

—Ajá, claro, mi amiguísima —dijo Miriam sarcástica.

—¿Tú crees que ella y Dante duren mucho?

—No —aceptó ella sin titubear.

—¿Por?

—En primera, ella solo se fijó en él porque a mí me gustaba Dante...

—¿En serio? —Abrió los ojos un poco—. Eso no lo sabía.

—Es cierto —dijo como si nada.

—Oh... ¿Y Dante te gustaba? —Alzó una ceja—. ¿O sea que ya no?

—No, ya no, la prefirió a ella, así que ninguno de los dos me importa ya... —Comenzó a caminar y él la siguió.

—Ah... ¿Y qué más?

—¿Qué más? Pues Dante solo está con Sasha porque ella lo sedujo, así de fácil. —Oscar la miró sin entender—. Sasha tiene la capacidad de poder leer a las personas como un libro abierto —continuó—, además de que es una excelente actriz; no sé hasta qué punto ella en verdad sienta algo por Dante, puede que sí lo quiera, pero también existe la posibilidad de que solo se esté divirtiendo un rato... Igual no me incumbe. —Se encogió de hombros.

—¿O sea que tú crees que no lo quiere?

—Pues no sé ni me interesa... Sabes, es curioso que la gente siempre se refiera a ella como una muñeca, cuando es ella quien los manipula como sus figuritas personales.

—Es cierto.

—Es decir, esa chica tiene todo. Es hermosa, sabe cómo cautivar a la gente, besa muy bien, y cuando quiere puede hacerte sentir como la persona más especial del mundo, es por eso que creo que Dante está siendo seducido por la bruja.

—Suena lógico —admitió Oscar. Luego se quedó pensando las palabras de la chica—. Espera un momento, tú dijiste que ella besa bien, ¿o sea que ya la besaste? —Preguntó, abriendo los ojos.

Miriam se ruborizó un poco.

—No.

—Claro que sí —dijo Oscar, sonriendo—. Wow, eso debió ser muy sexy.

—No, fue raro —aceptó ella.

—¿O sea que no te gustó?

—A mí no, no fue lo mío.

—¿Y a ella sí? —Alzó las cejas.

—Pues no sé, quiso volver a hacerlo pero le dije que no.

—Agh, hubieras aceptado.

—¡No!

—Okey, no... Como sea, ten el trabajo hecho para el día que toca.

—Sí, yo lo traigo —dijo aburrida.

—Está bien, Miriam, pero lo traes.

—¡Que sí!

Oscar vio como Miriam se alejaba de él con paso firme. «Bueno, a veces sí se puede hablar con ella decentemente, aunque sea para criticar a Sasha» pensó sin dejar de sonreír.


***


Al finalizar las clases, Dante fue junto con Sasha a la casa de ella, tal y como le dijeron el día anterior. La chica abrió la puerta con sus llaves.

—Pasa.

—Después de ti —dijo él.

Ambos pasaron y Dante vio con detenimiento la casa de su novia.

—¡Qué bonita casa!

—Gracias —sonrió—. Toma asiento, Dante. —Sasha señaló el sillón. Él asintió con la cabeza mientras se iba a sentar.

—¿No hay nadie más en casa?

—No, mis papás trabajan hasta tarde, y Nora hoy se queda a un taller en la escuela, así que estamos solos —le sonrió seductoramente.

—¿Y tus padres no llegan a comer?

—Los trabajos, tanto de mi mamá como el de mi papá, quedan muy lejos, así que les conviene mejor ir a comer a algún restaurante que regresar hasta acá. —Se encogió de hombros.

—O sea que prácticamente estás sola todo el día hasta que llega tu familia en la noche, ¿no?

—Sí. —Bajó la cabeza—. A veces Nora sale temprano, entonces estamos juntas toda la tarde, pero como ya está por salir de la escuela, últimamente le han encargado muchos trabajos en equipo, entonces se tiene que quedar con sus compañeros a hacerlos, y cuando no, se queda a los talleres y actividades extra.

Dante se levantó hacia ella y la abrazó.

—¿Por qué no me dijiste que estabas sola todo el día?

—Bueno, no creí que fuera tan importante, además no estoy sola, tengo a Fresita. —Se separó de Dante, fue hasta la cocina, tomó un sobre de la comida de su gato y se lo sirvió—. ¡Fresita! —Habló en voz fuerte mientras tomada su traste y lo llevaba hasta la sala.

En ese momento, el gato viejo, que tenía un gran moño rosa amarrado en el cuello, se acercó al traste y comenzó a devorar su alimento.

—Tenía hambre —comentó Dante.

Cuando Fresita acabó de comer, Dante se acercó a él.

—Ten cuidado, a veces es agresivo con personas que no conoce —le advirtió Sasha.

Dante comenzó a acariciar a Fresita y, para sorpresa de su dueña, el gato dejó mimarse por el chico.

—¡Qué bonita gatita! —Exclamó.

—Dante, Fresita es macho —le recordó Sasha.

—Oh. —En ese momento Dante se acordó del bebé huevo—. Debí suponerlo. Por cierto, ¿quién tiene a Vladimir?

—No sé... Creo que yo.

—Hay que empezar a hacer el ensayo —dijo él—. No hemos hecho nada.

—Tienes razón. —Sasha colocó una mano en su mejilla.

—¿Qué te parece si lo empezamos ahorita? —Propuso él.

— Dante — Sasha sonrió —, ¿estamos los dos solos en mi casa y lo único que se te ocurre es empezar a hacer ese aburrido ensayo?

Dante la miró con su expresión neutra.

—¿Qué tiene de malo? —Murmuró, haciéndose el inocente, sin dejar de acariciar al gato.

Sasha sonrió aún más.

—Nada, Dante... ¿Pero no quieres algo de comer antes?

—Bueno.

Sasha fue a la cocina y vio lo que su mamá le dejó para comer. Dante propuso ayudarla, pero ella le dijo que él era su invitado y que lo atendería como se merecía. Calentó el guisado en el microondas y lo sirvió en dos platos; luego, dirigió a Dante a su comedor.

—Sabe bien —musitó Dante cuando probó lo que su mamá cocinó.

—Gracias.

Cuando terminaron de comer, ambos fueron al cuarto de la chica y comenzaron a trabajar en su ensayo.

—Lindo cuarto —mencionó, admirando la habitación rosa pastel con una cama que tenía algunos peluches encima, cuadros de gatitos, un armario blanco, un escritorio con algunas libretas y una laptop encima, una silla, y un tocador color crema. Parecía la habitación de una niña de primero.

—Gracias.

Sasha llevó otra silla para que Dante y ella comenzaran a hacer el trabajo. Se ayudaban mutuamente, ella escribía y él le dictaba, y cuando acababan una hoja, invertían los papeles. En un momento en que Dante estaba pensando qué escribir, Sasha se abalanzó hacia sus labios y comenzó a besarlo, primero lentamente, y luego más rápido. El chico cerró los ojos y la abrazó, mientras le correspondía. Ambos se levantaron de las sillas y, sin dejar de besarse, se alejaron de la mesa donde estaban trabajando, y se tumbaron sobre la cama, tirando todos los peluches al suelo.

—Dante, no te imaginas lo que he imaginado hacerte —dijo entre besos.

—¿Qué?

—Mejor te muestro —sonrió y volvió a besarlo.

Siguieron besándose un rato, hasta que la chica comenzó a querer quitarle la camisa a Dante.

—Ey, espera. —La detuvo—. ¿Qué haces?

—¿Tú qué crees?

—Sasha, no nos precipitemos. —Se alejó de ella.

—Pero, Dante...

—Tranquila, todo a su tiempo. —Acarició su mejilla.

—Pero... ¿Por qué no quieres?

—Sí quiero, pero siento que todavía es muy pronto —aceptó.

—No importa.

—Sí importa...

—¿Que no me quieres? —Se sentó en la cama, viéndolo con firmeza.

—Claro que te quiero —dijo él, tomando su mano y besándola, sin dejar de verla a los ojos. El rostro de la chica se iluminó de alegría al oír eso—. Por eso es que me importa...

—Dante, yo... También te quiero —sonrió—. Lo siento.

—No te preocupes por nada, mi amor. —La besó con lentitud. Después de eso, se sonrieron con ternura—. Te quiero con locura —dijo él, recordando cuando pensó si algún día iba a saber lo que se sentía querer a alguien con tal intensidad. «Y en verdad siento ese cariño hacia ti, mi hermosa Sasha» pensó.

—Y yo a ti.

Después de eso, ambos levantaron los peluches y siguieron trabajando en su ensayo, dándose pequeños besos de vez en cuando y pensando qué escribir acerca de la paternidad. Aproximadamente media hora después, Sasha se levantó de la silla.

—Ya me cansé de hacer eso, ya llevamos siete páginas, dejémoslo por hoy.

—Está bien... Que tal si mañana volvemos a hacer esto, o si quieres tú ven a mi casa para continuar.

—¿Tú crees?

—Sí, para que no nos agarren las prisas y no estés sola toda la tarde.

—Está bien. Mañana en tu casa y pasado en la mía, ¿va?

—Sí. —Aceptó—. ¿Tú crees que sí acabemos?

—Sí, de hecho vamos rápido, hoy ya tenemos siete cuartillas, mañana hacemos otras siete y pasado las que falten.

—Es cierto.

Se quedaron un pequeño rato en silencio.

—Sabes, Dante, he estado pensando que quiero ser una mejor chica.

—¿Ah, sí? Pero tú eres una buena chica.

—No te engañes —sonrió—. Mi familia cree que soy más o menos como Camila, o algo así —aceptó—. Ellos no tienen idea de lo que he hecho.

—¿A qué te refieres?

—Pues las veces que he ido a antros, fiestas con demasiado alcohol, o cosas por el estilo, ellos creen que estoy en una pijamada con mi prima Mía, o con mis amigas... Y me tienen la suficiente confianza como para creerme —dijo cabizbaja —. Siempre que estoy toda ebria voy a la casa de mi prima, como no les importo a sus padres, no le dicen nada a los míos... Igual tengo miedo de que se lleguen a enterar de mis mentiras y se decepcionen de mí.

—Sasha, a veces todos hacemos cosas que no debemos, pero el chiste de todo es saber qué es lo que está mal para no volverlo hacer. —Se limitó a decir Dante—. Y también es como tú veas, si tú quieres cambiar y ser mejor persona, hazlo, nadie te detiene —agregó.

—Eso quiero. —Miró hacia el suelo. De repente, comenzó a tararear una canción.

—Canta más alto, quiero oírte —pidió Dante.

Sasha cantó con más fuerza para que el pudiera oírla bien. Su voz, si bien no era la mejor del mundo, era muy dulce. Cuando terminó de cantar, volteó hacia su novio, que la miraba con fijeza.

—Cantas hermoso.

—No es para tanto, creo que lo hago bien pero...

—Lo haces perfecto. —La abrazó y ella correspondió ese gesto.

—Gracias... Por todo.

—No me agradezcas.

—No solo eres mi novio, Dante —siguió—, también eres mi amigo. —Tomó su mano—. Te tuve la suficiente confianza para contarte cosas que ni le he dicho a Yolanda, siempre me das los mejores consejos... Eres perfecto para mí.

—Y tú eres perfecta para mí. —Se inclinó hacia ella, dándole un pequeño beso en frente.



Sé que estos capítulos están muy tranquilos pero aún faltan cosas por ver.

Muchas gracias a los que siguen leyendo la historia:) mi yo de hace 9 años sería muy feliz, y actualmente lo estoy. Gracias por el apoyo.

Vemos que Sasha va mejorando poco a poco.

Díganme, ¿hay alguna parejita que les guste?

Muchas gracias por leer:)

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