Capítulo 22.


En el receso, Karina fue con la profesora Clementina para pedirle consejos. La noche anterior pensó preguntarle a su mamá, pero al final no se animó y mejor decidió preguntarle a su maestra. La profesora guio a Karina a la sala de maestros y, como no había nadie más ahí, pudieron platicar a gusto.

—¿Y de qué quieres hablar, Karina?

—Solo quiero un consejo, quiero saber qué puedo hacer para olvidarme de Dante. Viviana me dice que puedo quitárselo a Sasha, pero no estoy segura...

—Karina —Clementina suspiró—, ¿tú en verdad crees que Dante sea el chico adecuado para ti?

—Bueno, yo... —dudó un poco—. Lo amo.

—¿Y qué te hace creer eso?

—Pues...

—Mira, Karina, solo te pido que analices bien todo esto. Recuerda que en la guerra y en el amor todo se vale, pero también piensa bien si Dante es el chico que te conviene o no... Yo siempre lo he visto muy distante.

—Sí, es distante.

—Y también tienes que ver si él siente algo por ti. Piensa esto, puede que sí sea el chico de tus sueños, pero si tú no eres la chica de sus sueños, será muy doloroso, ¿no crees? —Karina asintió con la cabeza—. Y será peor si tú te sigues ilusionando más y más; lo mejor en esos casos el tratar de olvidarse de esa persona, de ya no hacerte ilusiones y ver otras posibilidades... Como ese chico, Marcos, se ve que te quiere.

Karina se ruborizó un poco.

—¿Se nota mucho?

—Sí—Clementina le sonrió—. Piensa bien todo lo que te dije.

—Sí, muchas gracias —le sonrió.

«La profesora tiene razón, tengo que pensar bien toda esta situación... Yo estoy segura de que Dante es mi chico ideal, pero también creo que él se ve muy entusiasmado con Sasha... Ah, tengo que consultar esto con mi almohada» caviló, mordiéndose el labio inferior.

Mientras tanto, Claudia se pensaba en todo lo que había ocurrido. No quería aceptarlo, pero sabía que estaba sintiendo celos de Belinda. Esa mañana, saludó a León como si no le hubiera prestado atención al hecho de que él la llamó hermosísima. «Bueno, al menos estamos bien» pensó. En ese momento su mirada se enfocó en Adrián, que se iba a comer un enorme chocolate.

—Adrián, ¿no dijiste que no te gusta el chocolate?

—Emmm... Bueno, sí lo dije, pero... No voy a tirarlo a la basura, mejor me lo como.

—O mejor dámelo a mí. —León se aprovechó, riendo por dentro de la mentira de su amigo y le arrebató el chocolate. Adrián estuvo a punto de reclamarle, pero Claudia, que ya se imaginaba la mentira, lo detuvo de su intento.

—Mejor que se lo coma alguien que sí le guste —dijo—. ¿O es que a ti sí te gusta y mentiste diciéndome que no?

—¿Qué? ¿Yo? ¿Mentirte? ¡Claro que no! León, cómete el chocolate. —Ocultó su mala gana.

—Gracias, Adrián. —León tomó el chocolate y lo empezó a saborear, para disgusto de su amigo—. Oye, Claudia, a ver si luego le pasas a tu amiga mi número para que nos pongamos de acuerdo y juguemos una partida de ajedrez.

—Sí —murmuró, aunque no especificó cuándo.

—¿Y dónde está Oscar? —Preguntó Adrián.

—Me dijo algo de que iba a fastidiar a Miriam. —Recordó Carlos. Claudia rodó los ojos.

—Pues ojalá no acabe con una bofetada en la cara —comentó Adrián.


***


En el pasillo, Miriam se encontraba hablando por teléfono con su prima Carmela.

—No, Carmela, defiéndete, diles que se vayan mucho a la...

Pe-pero, Miriam...

—Nada de peros, Carmela... —En ese momento Oscar se puso enfrente de ella—. ¿Tú qué quieres? ¡Lárgate!

¿Quién es?

—Un idiota que ni al caso...

—¿Con quién hablas? —Le preguntó Oscar.

—Te vale, jodido imbécil.

Lu-luego te llamo, Miriam. —Colgó.

Miriam rodó los ojos.

—Por tu culpa me colgaron.

—¿Quién? ¿Un pretendiente?

—No, imbécil, ¡mi prima!

—Umm... Ahora estás sola, ¿no?

—¿Y a ti qué? Me di cuenta de que prefiero mil veces estar sola que tener la compañía de alguien como Sasha... O como tú —caminó, alejándose de él, pero la siguió—. ¿Qué quieres?

—Nada. Me gusta molestarte.

—Ya me di cuenta, pero vete, no estoy de humor.

—Ajá —dijo, pero siguió caminando junto a ella—. Dime, ¿qué se siente que tu amiga te haya quitado al novio? Tu amiguísima del alma ya dejó de serlo, ¿no?

—¡Te vale!

—Sí, ya dejó de serlo... ¿No la extrañas? ¿Ya no son uña y mugre...? Obviamente tú eras la mugre.

En ese instante Miriam le dio una cachetada a Oscar. Él se quedó impresionado, y durante unos segundos se vieron a los ojos sin decirse nada, hasta que el chico habló.

—¡¿Qué te pasa?! —Dijo mientras se agarraba la mejilla.

—¿Qué te pasa a ti, Oscar? Yo estaba muy tranquila sin meterme con nadie, y de repente llegaste tú a fastidiarme. ¿Qué querías? ¿Que te tratara bien?

Oscar la fulminó con la mirada.

—No era para golpearme, perra loca.

—No, pero yo lo hice, así que lárgate de mi camino, idiota. —Miriam siguió caminando, dejando a Oscar con las palabras en la boca.

—Pe-pero... Agh, perra loca —gruñó.


***


A la salida de clases, el profesor Orión se dirigía al portón, sin mirar a nada ni nadie, a excepción de su portafolio negro que contenía los exámenes de sus queridos estudiantes de tercero A, entre otras cosas.

Antes de salir, las voces de sus alumnos lo detuvieron. Frunció el entrecejo y volteó a ver a los chicos, que eran Oscar, Adrián y Carlos, sin disimular su malhumor.

—¿Qué quieren?

—Bueno —habló Carlos—, solo queríamos preguntarle si no puede dejar un trabajo o algo para subir puntos —pidió, ya que no les había ido tan bien en el examen.

—Esto es matemáticas, no español.

Los chicos lo miraron fijamente.

—¿Entonces...?

—No.

—¡Pero qué malo es usted, profesor! —Oyó una voz familiar y volteó a ver quién era, al igual que los chicos.

—¡Nora! —Exclamó, yendo a saludarla. La chica lo saludó con cariño.

Los tres chicos la miraron con atención.

—¿Qué haces aquí?

—Tuve un proyecto en la escuela, pero terminé pronto y me dejaron salir, así que quise venir a sorprender a Sasha para que nos vayamos juntas a casa.

—Ah, mira... ¿Y de qué estás vestida? ¿De mesera? —Dijo, al ver su atuendo, que consistía en una blusa blanca de manga larga y botones, una falda negra, medias y zapatillas negras con un tacón no muy alto.

—¿Cómo cree? —Se hizo la ofendida—. Soy una ejecutiva.

—Oh...

—¿Esa es la prima de Sasha? —Oscar le susurró a Carlos.

—No —contestó, sin dejar de admirarla.

—¿Y cómo vas en la escuela? —Le dijo Orión a la chica—. ¿Qué área escogiste? ¿Exactas?

—No se burle, profe, hubiera escogido exactas si fuera buena para las matemáticas, pero usted sabe que siempre sufrí con ellas. —Orión rió un poco—. Nada más veo los apuntes de mis compañeros que están en exactas, y sé que no podría con eso... Esas integrales se ven como garabatos —movió las manos, en un ademán gracioso.

—¿Y qué escogiste? ¿Humanidades, biológicas...?

—Humanidades —aceptó.

—¿Y sabes qué quieres estudiar?

—Sí, quiero Derecho.

—Me parece bien, te queda.

Nora caminó hacia los chicos y les sonrió.

—¿Y ustedes también sufren mucho con el profesor Orión?

—Sí —aceptaron los tres.

—Ya ve, profe, se sufre mucho con sus clases; déjeles el trabajo extra... A todos —abogó por ellos.

—Por supuesto que no, aquí pasa el que sabe, no el que hace trabajitos extra.

—Pero, profe... —Hizo un gesto dulce, ya que quería que les encargara algo extra por si su hermana no salía tan bien.

—Agh, está bien —aceptó Orión—. La próxima clase les digo a todos qué hacer para que les dé un punto. Ya me tengo que ir. Adiós, Nora —dijo, ignorando a los otros tres.

—Bye, bye.

Nora se despidió de beso del profesor, y él se fue rápidamente. Después de esto, la chica volvió a ver a los compañeros de su hermana y les sonrió.

—¿Qué eres de Sasha? ¿Su hermana? —Le preguntó Oscar.

—Sí, soy su hermana. Mi nombre es Nora, pero creo que ya lo saben —rio un poco—. ¿Y ustedes son...?

—Soy Oscar.

—Me llamo Adrián.

—¿Y tú eres? —Cuestionó a Carlos, sin que su sonrisa desapareciera de sus labios.

—Ca-Carlos —respondió nervioso, mirando los ojos color azul cielo de Nora.

—Mucho gusto a los tres.

—El gusto es mío —dijo Adrián con galantería. Le seguía gustando Claudia, pero aun así no podía evitar ser coqueto con otras chicas lindas.

En ese momento, Sasha se acercó a ellos junto con Dante.

—¡¿Nora?! ¿Qué haces aquí? —Le echó una mirada rápida, y luego miró a sus tres compañeros.

—Te quise sorprender... ¡Sorpresa! —Exclamó, haciendo que todos rieran un poco, excepto Dante—. ¿Tú eres Dante?

—Sí —respondió el chico. Nora le guiñó el ojo a su hermana, dándole a entender que tenía buenos gustos.

—Soy Nora, mucho gusto. —Le extendió la mano. Él correspondió el gesto—. Por cierto, soy tu cuñada.

—Mucho gusto, Nora.

—Bueno, Sasha, vamos a casa.

—Sí... ¿Te gustaría ir, Dante?

—No creo poder, pero dejémoslo para otra ocasión.

—Está bien, te veo luego. —Le dio un beso en la mejilla a su novio, ya que no quería besarlo en los labios enfrente de su hermana.

—¿Así de simple? Bésalo bien —dijo Nora.

—Nora —se quejó Sasha.

—Puff, no es como si no lo hubieras besado antes, en la mañana parecía que se estaban comiendo —comentó Oscar con cinismo, haciendo que Sasha lo fulminara con la mirada, ya que su hermana creía que era una santita.

—¿Ah, sí? —Rio Nora.

Dante tomó el rostro de Sasha y le dio un pequeño beso en la boca.

—Ya quedó. —La abrazó.

Nora sonrió con ternura.

—Aww, qué adorables son.

—Emm... Sí, pero ya vámonos.

Nora se despidió de los cuatro chicos, al contrario de Sasha, que solo se despidió de su novio. Las hermanas se fueron y Dante también se alejó de sus tres compañeros.

—Wow —habló Adrián cuando se encontraron solos—. Nora es muy amigable... Mucho más que Sasha.

—Y además está más buena —murmuró Oscar.

—¿Bromean? Ella es hermosa —comentó Carlos—. Es la perfección andante, en serio, además se ve que tiene muy buen sentido del humor.

—¿No que nunca te fijarías en una Vera? —Se burló Oscar.

—Bueno, yo... Nora se ve diferente a su prima y a su hermana.

—Da igual, aunque sea diferente tampoco se va a fijar en ti —comentó Oscar, a lo que Carlos lo miró feo—. ¿Qué? Es verdad.

—No importa, Nora es perfecta, solo está hecha para admirarla de lejos, y con eso me conformo.

—¿Qué es? ¿Una escultura, o qué?

—No, Oscar, es una chica, pero no es una chica común, ella es como un ángel, no solo tiene belleza física, sino también espiritual, no merece ser corrompida por ningún hombre.

Hubo un momento de silencio.

—Mierda, Carlos, estás todo imbécil —comentó Oscar.

—No usaría esas palabras para describirte, pero sí estás muy loco, Carlos —le comentó Adrián—. Además la acabas de conocer.

—Lo sé, pero... ¿No creen en el amor a primera vista?

—No —aceptó Oscar. Adrián solo se encogió de hombros.

—Como sea, Nora es un hermoso ángel...

—Esa chica te puso más estúpido de lo normal. —Le dijo el moreno, mirándolo raro.

—Déjalo, Oscar, así te pones cuando te gusta alguien, todo tonto... Aunque es solo uno de los demás síntomas, también puedes sentir que todo es color rosa, o incluso llegar a pensar que odias a la persona, cuando en realidad la amas.

—¡Qué tonterías! —Se burló Oscar.

—Es verdad, ¿no has llegado a pensar que una chica te cae muy mal, cuando en realidad te gusta?

Oscar se quedó cavilando. Pensó en tres chicas, de hecho. La primera fue Sasha, recordó que cuando la vio la primera vez, quedó fascinado, la chica era indiferente, hermosa, elegante... Muy parecida a una muñeca; después se enteró de que ella había hecho un comentario despectivo de él y de ahí le empezó a caer mal. En segundo perdió totalmente el interés por ella, al enterarse de que perdió su virginidad con Lucas. 

La segunda fue Claudia; ella siempre le pareció guapa, pero no le prestó tanta atención hasta empezando ese ciclo escolar, cuando ella se cambió a su salón; tenía un cuerpo perfecto, cara bonita, cabello sedoso y de un color no muy común, pero también era altanera y no muy amable con él. Se empezó a llevar un poco más con ella, pero aún así quedaba una mínima hostilidad entre ambos. 

La tercera y última fue Miriam, no estaba muy seguro de que le gustara, pero sí que le caía mal, y más con lo sucedido hacía poco. Tampoco negaba que era guapa, sí que lo era, tenía un atractivo que la hacía diferente a las otras chicas.

—Tal vez —aceptó, pero luego sacudió la cabeza—. Pero luego te das cuenta de que te cae más mal de lo que te gusta.



Amo a Oscar pero sí saca de quicio xD

En los siguientes capítulos veremos más problemáticas que muchas veces vivimos a esa edad, o tal vez nos tocó ver que algún amigo pasó por eso. Ya lo irán leyendo.

Cuéntenme, ¿hay algún personaje que los haya sorprendido hasta este momento? ¿Alguno que creían que no iba a tener mucha importancia y al final sí la tiene?

Muchas gracias a los que siguen leyendo la historia.

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