Prólogo


Mei es una joven de 16 años, es alta, con cabello moreno, ojos violetas. Todos en el instituto, pese a su personalidad fría y distante la admiran por ser seria, inteligente, atlética... En su primer año de bachiller fue elegida presidenta del consejo estudiantil. Su vicepresidenta es Himeko Momokino, una chica con el pelo rizado que es su mejor amiga desde la infancia. Momokino es de las pocas personas que vio como su mejor amiga cambiaba.

Mei era una niña alegre a pesar del divorcio de sus padres. Ella se sentía feliz y orgullosa de su padre. Era su gran ídolo. Quería ser como él y algún día poder heredar la academia. Se esforzó en aprender todo, no solo el temario en el colegio, también en conocer todo alrededor de la familia Aihara y cómo comportarse. Hacía todo lo que su padre y el abuelo la decian que hiciera sin rechistar. Nunca pedía nada. Estaba contenta de seguir los pasos de su padre. Hasta que un día este se fue, abandonó la familia para buscar la felicidad. Pidió a su hija que lo siguiese, pero esta decidió quedarse para proteger el legado. Desde ese día Mei cambio, se volvio fria y distante incluso con su mejor amiga.

No cambió de casa, pues quería que su padre al volver tuviera todo igual. Su abuelo la mantenia económicamente y la cuidaba en la medida de lo posible. Este dejó de hablar de su hijo, pues se sentía traicionado. Ahora la heredera sería su nieta y haría lo necesario para que eso sucediera.

Ya han pasado cinco años desde la partida de su padre y desde entonces no lo ha vuelto a ver. De vez en cuando recibe cartas de diferentes países, pero nunca las abrió. Su abuelo le había encontrado un prometido, un profesor de élite de su mismo instituto. Era joven y a muchas mujeres les parecía guapo y simpático. Pero a Mei no le gustaba, no era tan amable a solas como lo era en público. Pero aun así no oponía resistencia, pues los matrimonios arreglados eran así.

Un día al volver a casa tras las clases, vio en la entrada unos zapatos. Aceleró el paso emocionada y se dirigió al salón. Allí estaba sentado en una silla al lado de la mesa de frente a la puerta. La morena se quedó de pie mirándolo atónita. Él la miraba serio.

- Profesor...

- No me llames así. No soy tu profesor.

- ...

- Vine para decirte que me volví a casar hace poco. Ahora tienes una nueva madre que se preocupa por tí y una hermana. Ya no estarás sola nunca más.

- ¿Qué?

- Acaban de mudarse a esta dirección. - Sacando un papel y dejándolo encima de la mesa. - Ve a vivir con ellas.

- ¿Con ellas?

- Sí, yo tengo un vuelo esta noche.

- Entonces... ¿No volverás a la academia?

- No.

- ...

- Bueno, se me está haciendo tarde. - Levantandose y acercandose a la puerta. - Espero que te guste nuestra nueva familia. - Pasando al lado de Mei. -Nos veremos allí la próxima vez. Adiós, Mei. - Salió de la casa.

La morena no se lo podía creer. Su padre volvió después de tantos años solo para decirla que tenía una nueva familia. Se sentía hundida. No sabía qué hacer. Si su padre no iba a volver, que la quedaba. Sumida en la desesperación solo se la ocurrió una cosa. Es por eso que decidió partir. En lo alto cerró los ojos mientras cogía la bufanda para colocarla alrededor del cuello. Respiró profundamente mientras centraba en su mente en conseguir fuerzas, cuando de repente escuchó una voz.

- ¡Detente!

Abrió los ojos de par en par. Y vio a una joven rubia de ojos verdes. ¿ Quién demonios era esa chica ? ¿ Como había llegado hasta allí ? Antes de que pudiera siquiera reaccionar, la chica se abalanzó sobre ella e inmovilizó.

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