C 29


-¡¡Mei!!

Abrió los ojos de golpe, estaba tumbada de cara a la pared. Se llevó la mano al costado para comprobar si tenía la herida. Obviamente no, solo fue un sueño. Se giró y vió a su hermanastra sentada sobre su cama mirándola fijamente. Al parecer también acababa de despertarse. Tras parpadear un par de veces y poder enfocar mejor, podría decir que vió un atisbo de preocupación en la joven rubia.

- Buenos días. - Dijo desperezándose mientras se levantaba para ir al baño.

- ¡Buenos días, Mei! - Contestó alegremente mientras una sonrisa surgió de la nada, borrando por completo la expresión anterior.

En el desayuno el ambiente era deprimente, todo lo contrario al día anterior. Momokino y Shiraho estaban sentadas frente a Mei, seguían cabizbajas, mirando fijamente los platos que tenían frente a ellas, evitando mirar a la morena. En la otra mesa estaba Mizusawa escondiendo la cabeza entre los brazos, que tenía cruzados encima de la mesa. Sin duda era la que peor estaba. Ver a aquella chica en ese estado solo la hacía sentir peor. No quería que nadie se enterara así, aunque en cierta manera se sintió agradecida de que las interrumpiera, para no haber cometido un error aún mayor. La menor de las Taniguchi y Yuzu estaban casi tan desconcertadas, por el estado de ánimo de las anteriormente mencionadas, como los que no se habían enterado de nada.

- Se la ve desanimada - Comentó Nomura tocando la cabeza de Matsuri.

- Déjala, te va a morder.

- ¿Habrá pasado algo esta noche?

- Hum... Tiene pinta de que sí. Micchan y yo estábamos dormidas...

- Ya veo... - Salió a atender una llamada.

- ¡Ah! ¡Levanta ese ánimo, te doy mi zanahoria!

- Oye, cómete tu zanahoria.

Después de desayunar y limpiar los restos, decidieron recoger y marcharse de vuelta a casa antes de lo previsto debido al aura general del grupo. Durante todo el viaje de vuelta, la más joven de las Aihara estuvo pensando en varios discursos y diferentes posibilidades de cómo abordar el tema del prometido con Yuzu. Sabía que iba a ser duro, posiblemente se negaría a aceptarlo, no solo por la ruptura. Tampoco había aceptado su compromiso anterior y en aquel entonces ni siquiera se llevaban bien. El viaje terminó más rápido de lo que le habría gustado a la morena. Estaba insegura, notaba el miedo crecer poco a poco en su interior. Quien la habría dicho hace un año que estaría en una situación como esa. Caminó tras su hermanastra mientras seguía pensando en ello.

- Aaah, qué sensación tan agradable volver a casa. Para ser mi primer viaje me lo he pasado bomba. La pesca moló mucho y la barbacoa que hicimos todas juntas fue deliciosa. - Se rascó nerviosa la cabeza. - Yo... bueno... siento lo de anoche. Sé lo que sientes, Mei, pero quería escucharlo con tus palabras. ¡Pero esperaré a que me lo digas cuando estés preparada!

- ... - Se detuvo, mirando hacia el suelo apretando el asa de su bolso, intentando reunir toda su fuerza.

- ¿Hum? - Dió media vuelta para mirarla. - ¿Mei? ¿Qué te pasa?

- Yuzu...

- ¿Qué?

- Yo... - "Dilo ya, cuéntaselo todo" pensó mientras comenzaba a temblar.

- Espera, Mei. - Se acercó a ella y la agarró por el hombro. - No hace falta que montes un drama. Te he dicho que puedes decírmelo cuando te sientas preparada.

- ... - Apretó la mandíbula y se quitó de encima la mano de la rubia.

- ... - La miró con una mezcla de miedo y sorpresa.

- ¿Y si ahora - Levantó la cabeza para mirarla a los ojos. - es el momento en el que debo decírtelo?

- Es que así... - La cogió de ambas manos. - es como si yo te estuviera obligando a decirlo.

- ... - Miró hacia otro lado. - Es verdad... Lo siento.

- ¡Uuh! Me estoy congelando. - Soltando a la otra joven y abrazándose a sí misma. - Y eso que esta mañana hacía calor. Es como un recordatorio de que el verano se está apunto de acabar y me pone un poco triste... - Le dió una sonrisa. - Volvamos a casa. Me ha entrado hambre. Y seguramente mamá también nos espera con el estómago vacío.

- ...- Se maldijo por ser tan cobarde y dejarlo pasar. - Sí...

Esa tarde, a pesar de no tener noticias de su abuelo sobre arreglos matrimoniales, los últimos acontecimientos la recordaron cuál era su destino, la tristeza y el dolor empezaban a ser costumbre.

Al día siguiente, en el que estaba a solas con su madre, pensó que sería una buena oportunidad para contarle a ella lo que pasaba. Sabía que al igual que Yuzu, no estaría contenta de su decisión, pero la aceptaría y apoyaría si se lo pedía. Fortificó su muralla y fue a la cocina a encontrarse con ella.

- Madre, ¿Tienes un momento?

- Claro, ¿que pasa, Mei?

- Quería contarte algo.

- De acuerdo. - Invitó a la joven a sentarse en la mesa mientras sacaba una cerveza del frigorífico. - ¿Quieres un té?

- Bueno. - Dijo mientras se sentaba, mirando como su madre le preparaba la bebida y minutos después se la servía.

- ¿De qué querías hablar?

- Es sobre mi futuro...

- ¿Eh?

- Antes de conoceros, mi abuelo me había prometido con un profesor de élite, que daba clase en nuestro instituto.

- ¿De verdad?

- Sí, así es como funcionan las cosas en las familias como la mía.

- Ya veo... Pero, ¿por qué hablas en pasado?¿pasó algo con tu prometido?

- Bueno... - Apretó la taza entre sus manos. - Yuzu vió como me forzaba y... digamos que se lo hizo saber a mi abuelo, el cual rompió el compromiso inmediatamente y despidió al profesor.

- ¡¿Fuiste forzada?! - La miró preocupada.

- Eso no importa.

- ¿Qué no importa?

- No... no fue nada grave. - Comentó con su tranquilidad habitual.

- ... Bueno... ¿Piensas que Yuzu lo hizo mal?

- No, en absoluto. Puede que sus métodos no sean los mejores, pero me salvó. Y la estoy agradecida por ello.

- Me alegro de oír eso. - Sonriendo.

- ... - La morena estaba buscando la manera apropiada de decir lo siguiente, mientras miraba la taza.

- Entonces... ¿qué te preocupa?

- Mi abuelo está buscando un nuevo candidato y...

- ¿Y no quieres que lo haga?

- ... Realmente yo...

- ¿Estás segura de que quieres esto?

- Es lo que debo hacer. - Dijo mirándola a los ojos.

- No te pregunté eso.

- Es... lo que quiero hacer. - Se obligó a sonreír antes de dar un trago.

- ...Está bien, pero si en algún momento decides que no quieres seguir adelante, solo dilo.

- Gracias, madre. - Tras una breve pausa, volvió a mirar al té. - Una cosa más...

- No quieres que Yuzu se entere, ¿verdad? - Levantó la mirada sorprendida.

- Preferiría contárselo yo cuando llegue el momento. Ya sé que no va a estar de acuerdo...

- Sí, - rió - ella siempre fue muy fan de los shoujos, algo así seguramente la molestara.

- Sí...

- No te preocupes, no la diré nada.

- Gracias una vez más. - Inclinándose hacia ella.

- No tienes que ser tan formal, Mei-chan.

Cuando estaba pensando en salir del comedor el teléfono sonó. Ume fue a cogerle y tras unos segundos, movió el brazo en la dirección de la joven, dándole a entender que querían hablar con ella. - Es tu abuelo, Mei. - Esas palabras la petrificaron durante un segundo, pero rápidamente se recompuso, se levantó y agarró el teléfono. Su madrastra volvió a sentarse y ella se quedó mirando en dirección a la pared.

- ¿Dígame?

- ¿Mei, eres tú?

- Sí, soy yo abuelo. ¿Pasó algo? ¿Estás bien?

- Sí estoy bien, dentro de mis posibilidades claro. Solo llamé para informarte de algo importante. Hemos estado buscando un tiempo, después de Amemiya, no quería cometer otro error. Pero creo que hemos elegido a un gran hombre como tu compañero.

- Quieres decir que...

- Sí, Mei. Ya hemos decidido tu compromiso. - La morena no tuvo fuerzas para decir nada, tan solo apretó el agarre al teléfono. Sabía que este día llegaría, pero no esperaba que fuera tan de repente. - Sabes que siempre intento hacerlo mejor para tí, Mei. Bueno tengo que colgar. Hablaremos de esto otro día. Adiós - Segundos más tarde sólo se oía el pitido indicando el fin de la llamada. Respiró hondo, agradeciendo no mirar hacia su madre. Dejó el teléfono en su sitio y manteniendo la compostura como pudo se dispuso a salir de allí

- Mei, ¿sucedió algo?

- ... - Paró en el marco de la puerta pero no se giró. - No, es solo que... ya encontró un nuevo candidato para el compromiso.

- Eso sí que fue rápido, y justo cuando me hablaste de ello. Parece brujería.

- Sí.

- ¿Estás bien? ¿Quieres hablar más de ello?

- Estoy bien. No, no hace falta, mi abuelo se encargará de todo.

- Bueno si me necesitas... estaré aquí.

- Gracias madre.

Tras esto se fue a su habitación. Se tumbó en la cama abrazando una almohada. Esto era peor, mucho peor que hace unas horas. Tener la certeza de que ya tenía un prometido, solo empeoraba las cosas. El tiempo se le acababa, no estaba preparada para esto. No sabía qué hacer o qué pensar y sus ojos comenzaron a quemar. Se tapó con las manos los ojos, en un intento desesperado de evitar que las lágrimas se derramaran. No poder reprimir sus emociones solo sirvió para molestar aún más a la morena, tuvo que taparse la cara con la almohada para silenciar sus gemidos. Se ahogaba en sus propias lágrimas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top