C 23


La rubia aún de pie, parecía buscar las palabras apropiadas.

- Verás... ayer volviendo después de comprar unas cosas en mi ciudad natal, me topé con mis antiguas amigas del instituto. Al contarles que ahora iba a un instituto que era solo de chicas, se ofrecieron a presentarme a algunos chicos. Obviamente les dije que no, que estaba saliendo con alguien... Me pidieron que les enseñara una foto, justo cuando estaba buscando una foto en la que salieramos juntas... comenzaron a hablar mal de una pareja de chicas que había cerca. Me preguntaron que pensaba, e intenté defenderlas, al principio solo se rieron pensando que iba en broma. Luego se asustaron y me preguntaron que si estaba saliendo con una tía. Solo reí, dando a entender que no...

- ¿Y eso es todo?

- ¿Eh?

- Pensaba que era algo más grave. - Puso su mano izquierda sobre el banco, indicando a la otra chica que se sentara.

- Pero yo...- Sorprendida de que no parecía afectar nada a su hermanastra.

- Siéntate.

- ... - Dejó la mochila a un lado del banco y se sentó junto a ella evitando el contacto visual.

- Escucha - Mientras abría el cuaderno. - El abuelo me ha dejado a cargo del instituto por lo que he tenido que tratar con gente más veces de las que tú crees. Cuando haces algo diferente es normal que la sociedad te dé diferentes opiniones. Igual que hay gente que aceptará las cosas... habrá otra que no. - Escribió en el cuaderno "Somos hermanastras que salen juntas. No podemos controlar lo que la gente piense al respecto." y se lo mostró a la chica que tenía al lado. La cual no quería mirar, pero la morena insistió. - Es por eso que... - Volvió a escribir "No hay una respuesta correcta. Nosotras hacemos lo que queremos hacer." Yuzu se sorprendió al leer aquellas palabras. - ¿No me dijiste tú algo parecido?

- ¿Sabías desde un principio que ibas a sufrir tanto? - Cerrando los puños sobre sus piernas.

- Depende de nosotras cómo sentirnos al respecto. Además está la posibilidad de que surjan nuevos problemas, ¿o me equivoco? Incluso en esos casos, creo que lo mejor es... - Cerró los ojos. - que confíes ciegamente para salir adelante, como haces siempre.

- ...

- ¿Yuzu? - No respondió, tan solo se giró hacia la otra chica y la abrazó lo más fuerte que pudo, ocultando su cara. Lo cual pilló por sorpresa a la morena, que para no perder el equilibrio se apoyó sobre sus brazos.

- El instituto está a punto de cerrar sus puertas. Se ruega a todos los estudiantes que salgan ordenadamente y emprendan el camino de vuelta con cuidado. - Sonó por la megafonía.

- ... - Al ver que no la soltaba. - Viene gente. ¿Hasta cuándo piensas quedarte así?

- Para siempre.

- ¿Eh?

- ¿Puedo quedarme a tu lado para siempre?

- ... - Quería responder pensando con la cabeza pero... - Sí.

- ¿Y podemos tener citas?

- Sí.

- ¿E ir de la mano?

- Sí.

- ¿Te parece bien... si sigo enamorada de ti?

- ... - Giró la cabeza a un lado y miró hacia el suelo. Ella quería a Yuzu pero sabía que en algún momento... - Sí...

Poco a poco la rubia soltó a Mei y levantó la cabeza, mirándola con una gran sonrisa y ojos llorosos. Esto impresionó y asustó a la morena. No sabía hasta dónde podría llegar aquello. Después de eso, fueron juntas a casa. Tras bañarse y cenar, cuando iban a dormir, la mayor de las hermanas se sentó sobre sus rodillas en la cama, con las manos en la espalda y preguntó.

- ¿Tienes un minuto, Mei?

- ¿Qué pasa? - Sentándose frente a su hermanastra. - Quiero ir a dormir temprano para poder estudiar mañana.

- Hum... Gracias por lo de hoy. Gracias a ti, ahora puedo ser sincera con mis sentimientos. Y para demostrarte que lo que siento es muy importante para mí quiero regalarte algo. - Sacó lo que tenía escondido tras su espalda. Eran unos anillos a juego. Y se los presento a la otra chica agachando la cabeza y cerrando los ojos. - ¡Espero que lo aceptes!

- ... - La chica más joven estaba sorprendida. No sabía qué pensar de aquello. Miró aquellos anillos seria. Sabía que no debía aceptarlo.

- ¡Sé que puede asustar un poco... es que los vi en una revista después de nuestra cita! ¡Vamos a cumplir un año como hermanas y quería comprar algo que pudiéramos llevar las dos! ¡Aunque tampoco es para tanto! ¡No le des muchas vueltas...!

- ...- Extendió las dos manos. - ¿En qué dedo vas a ponérmelo? - Dijo mirando a un lado.

- ... - La miró con sorpresa. Nerviosa miró la caja y sacó uno de los anillos con cuidado. Tomó la mano izquierda de Mei y le puso el anillo en el anular. Durante el proceso, la morena había cerrado los ojos. Cuando notó que ya le tenía puesto, los abrió y al ver la cara de felicidad de Yuzu no pudo evitar comenzar a llorar. Preocupando a la rubia. - Me-- ¿Te he hecho daño?

- No es eso. No sé por qué se me caen las lágrimas. - Cuando levantó la mano para limpiarse, la otra muchacha la detuvo cogiéndola de la mano.

- Espera, no te limpies. - Con la otra mano, sujetó la cabeza de su novia y se acercó a ella para besarla por el camino que habían dejado las lágrimas. Mei se echó para atrás y se giró a un lado, poniendo una mano sobre la cama y con la otra agarrandose el brazo.

- Te he pedido que me pongas el anillo, no que me beses.

- Lo siento.

- Bueno... - Apretando la sábana. - ¿Y ahora... qué es lo que hacemos?

- ¿Eh? ¿Que qué hacemos? ¡So--soy la hermana mayor así que esta vez...! - Cerrando los ojos mientras se llevaba las manos al borde inferior de la camiseta.

- Bah, es igual. - Tumbandose y poniendose la sábana por encima. - Ponte tú misma el anillo. Así no perdemos tiempo.

- ¿Eh? ¡Vamos levántate, Mei! ¡Quiero que me pongas tú el anillo!

Finalmente, le puso el anillo para que la dejara dormir. Se despertó de madrugada y escuchó a la otra chica hablando en sueños. - Mei... te quiero mucho... ngh - suspiró mientras apretaba fuerte el puño contra su pecho. Todo esto... ¿estará bien? pensó. Se volvió a tumbar intentando no dar más vueltas al asunto. Necesitaba dormir y eso haría. A la mañana siguiente, fue la primera en levantarse. Tras apagar el despertador, fue hacia la mesa en la que se encontraba la pequeña caja negra de los anillos. Tras quedarse un rato mirándola, se dispuso a quitarse el anillo.

- ¿Eh? Mei...- La chica más alta se giró para mirar a la otra. - ¿Te vas a quitar el anillo?

- Ya sabes que no podemos llevarlo al instituto.

- ¡Pero dijiste que nosotras hacemos lo que nos apetece! - Saltando de la cama y agarrando de los brazos a su hermanastra. - ¡No tiene sentido si no los llevamos las dos!

- ... - Cerrando los ojos mientras giraba la cabeza hacia otro lado molesta. - Lo que a mí me apetece hacer ahora es esto. - Se soltó del agarre, cogió el anillo y se le sacó del dedo.

- ¡¿Por qué?! - Haciendo un puchero.

- Es verdad que ayer dijimos que los demás no tienen nada que ver en nuestra relación. Pero eso no quiere decir que vayamos a anunciárselo a todo el mundo. - Guardándolo en el estuche.

- Entiendo... - Quitándose el anillo ella también y dejándolo en la caja. - Entonces significa que es nuestro amor secreto. - Se dió media vuelta y se dirigió a la cocina. - Bueno voy a preparar el desayuno.

- ... - La morena vio cómo la muchacha salía y luego miró los anillos. Volvió a coger el suyo y a ponérsele. Luego se quedó un rato mirándose la mano.

- Ah, por cierto, Mei. - Apareciendo de repente por la puerta y sobre saltando a la chica en el interior. - Cuando salgamos juntas durante las vacaciones... podremos llevarlos, ¿verdad?

- S--sí. - Agarrandose la mano en la que tenía el anillo.

- ¡Bien! ¡Gracias! ¡Me muero de ganas de que lleguen las vacaciones! - Comentó alegremente mientras volvía a la cocina.

- Haa... - Poniendo la mano sobre la mesa. - ¿Qué estoy haciendo? - Dijo para sí misma, volviendo a dejar el anillo en su sitio.

En el almuerzo, Mei y Momokino fueron al comedor de la academia. La chica más baja llevaba su comida en una fiambrera, la otra no llevaba nada, por lo que fue a una máquina expendedora a elegir algo para comer.

- Es raro verte en el comedor, presidenta.

- Mi madre ha tenido que quedarse haciendo horas extra y no ha venido por la mañana.

- Vaya... Parece estar muy ocupada. Espero que no la estén exigiendo demasiado. ¿Qué vas a comer? Te recomiendo el menú de pez hervido. Tiene un gusto muy suave.

- ... - Apretó el botón de "Arroz con curry (picante)"

- ¡¿Eeeeh?! - Asustada ante la elección de su compañera. - Tengo entendido que ese curry es bastante picante. ¿No habrás apretado el botón equivocado?

- Claro que no. - Dirigiendola una mirada fría.

- Es que, presidenta, no sabía que te gustaban los platos picantes...

Fueron al mostrador, donde sirvieron a la morena su pedido. Esta cogió su bandeja y fue a una mesa cercana en la que se sentó junto a su vicepresidenta. Agarro la cuchara mientras miraba fijamente su comida. Himeko la miraba atentamente a ella.

- Me cuesta comer si me miras fijamente.

- ¡Ah! Es cierto, lo siento. Es que... no puedo evitar preocuparme. Te dejo un vaso de agua por si acaso.

- Haa... - Cogió una cucharada y se la comió. Podría decir que era casi más picante que el de aquella cafetería en la que fue con su hermanastra en la cita. - ... -Empezó a sudar, pero no se iba a dejar vencer, tenía que acostumbrarse a ese tipo de comida.

- Presidenta... ¿Qué tal está?

- E--está delicioso...

- ¿Se--seguro? No tienes por qué seguir... - Dijo con preocupación.

Mientras continuaba intentando comer aquello, unas voces familiares se acercaban por el pasillo. Una rubia y otra castalla aparecieron por la puerta. Al ver a las chicas del consejo se acercaron a ellas.

- Ah, sí son la presi y la vice.

- ¡Yuzu Aihara!

- Veo que traes tu propia comida, vice. No está mal.

- No te metas en asuntos ajenos.

- ¿Y Me-- Aihara? - Estirando los rizos de Momokino. - ¡Pero si es curry! ¡El curry picante de aquí es una delicia! ¡Yo también quiero uno! - Fue junto con Harumi a la máquina de selección.

- ¡! - Al ver que las dos Aihara iban a comer lo mismo, se levantó y se dirigió al lugar en que estaba la rubia. - ¡Yuzu Aihara! ¡Yo también voy a comer curry picante!

-¡¿Eeeh?!

- Vice el curry del comedor es bastante picante. No deberías probarlo.

- ¿A ti también te gusta el picante, Momokino?

- ¡No importa si me gusta o no!

Finalmente todas acabaron comiendo curry picante, pero la única que parecía disfrutarlo realmente era Yuzu. Las demás en mayor o menor medida no dejaban de sudar y beber agua con cada trago intentando mantener la compostura.

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