C 20
Desde aquel día, Yuzu había estado actuando de manera extraña, evitandola y no sabía porque. No quería preguntar a su madrastra ni a Himeko, porque le era incómodo hablar de sentimientos y posiblemente la preguntarían/molestarian con aquello.Por lo que decidió que la mejor manera de aprender sobre eso sería, como siempre, leyendo. Así que ahora que tenía algo más de tiempo libre después de haber acabado con el asunto de las elecciones. De vez en cuando leía libros sobre el amor y le echaba un vistazo a las revistas de su hermanastra y aquellos mangas que tanto le gustaba leer y tenía escondidos en la parte de atrás de la estantería. Para así era capaz de entender mejor.
Un día tras las clases, mientras estaba regando las plantas del patio con una manguera, escuchó a alguien corriendo y unas voces familiares que se acercaban. Suspiró suponiendo lo que estaba pasando.
- Espera un segundo. ¡Solamente toqué tus rizos!¡No tienes que enfadarte tanto Momokino-san!
- ¡Yuzu Aihara! Definitivamente te abandonaré en la próxima excursión a Kyoto. - ¿En la excursión a Kyoto? Por alguna razón ese comentario le pareció extraño la chica más alta. - ¡Voy a poner mis manos sobre tu pelo castaño teñido y lo volveré completamente negro!
- ¿Eeh?
- ... - Era increíble como les gustaba jugar al perro y al gato a aquellas dos. - Yuzu, Himeko. Ya sois estudiantes de bachiller, comportaros como tal.
- Oh, ¡Mei!
- ¡Presidenta! Atrápala por mi, por favor.
- ¡Uoah!¡No! - Al ver que su hermana la enchufaba con la manguera. - ¡Ahh! ¡No apuntes eso por aquí!
- Lo siento...
- Puede ser que... ¿la apuntaras sin pensar?
- Bueno, está bien. Solo me mojé superficialmente, como voy a casa me secaré por el camino.
- Bueno, yo no creo que pueda secarse de manera natural.
- Da igual, de cualquier forma, no es como si me fuera a resfriar por esto. Bien entonces, señoritas del consejo estudiantil, Me voy. Que tengan un buen día. - Dicho esto salió corriendo.
- ¿Aah? Me atrapó en la conversación y la deje ir de nuevo.
- Oh...
- Si hubiera nacido con el hermoso cabello negro de la presidenta... quiero decir de Mei-Mei, mi pelo no sería manoseado por Yuzu Aihara.
- ... - Volvió a suspirar. En ocasiones la gran admiración de Himeko la incomodaba.
A la mañana siguiente se despertó, vió que Yuzu tenía mal aspecto por lo que decidió dejarla dormir un poco más. Fue a la cocina e improvisó un desayuno después comenzó a hacer tareas del consejo. No sabía el por que, pero desde ayer sentía todo raro. Unas horas más tarde su hermanastra salió de la habitación.
- ¡Aaachús! Oh Mei... Buenos días. Aunque es sábado estás despierta desde temprano ¿eh? Oh ¿Es porque tienes trabajo del consejo estudiantil por hacer?
- Ajam
- Ah, espera, Mei, ¿dondé está mamá?
- Madre trabaja este fin de semana. Nos lo dijo ayer.
- Oh, entonces era eso. Lo siento, Mei, ya se que no es hora para estar durmiendo. Debería haber hecho el desayuno.
- Puedes llamarlo "desayuno", pero ya es medio día.
- ...
- Además, ya me hice algo de comer.
- ¿Eh? ¿Te hiciste de comer tú misma?
- Sí.
- ¿Qué comiste?
- Pan, huevos y leche.
- Ok, ya veo.
- Bueno, entonces haré mi alm-- ¡Achús!
- ... Yuzu. ¿Estás resfriada?
- Bueno, ahora que lo mencionas, siento la cabeza caliente.
- Eso es porque regresaste caminando a casa cuando estabas mojada.
- Pero cuando volvía me tapé lo más que pude.
- ¿Estarás bien?
- Pero oye, parece que tengo fiebre, eso significa que no soy idiota y tengo un lado brillante.
- ... No digas cosas sin sentido, ve a la habitación y descansa un poco.
- Buh.
Tras esto, la rubia volvió al cuarto a tumbarse. Parecía que ya no la evitaba, y eso en cierto modo la tranquilizó. Después de colocar unas cosas, la morena la siguió.
- ¿Cómo vas? ¿Te tomaste la temperatura?
- Mmm, no sé, parece que hay algo mal en este termometro.
- Ya veo. Bueno, de cualquier forma quédate así y acuéstate.
- Es lo que estoy haciendo.
- ...
- ¿Qu-qué pasa?
- Nada. - Se quedó allí parada mirándola.
- Mei, está bien si vuelves al salón. Si te quedas ahí podrías contagiarte.
- Cierto. - Antes de irse quería comprobar algo, por lo que se acercó a la otra chica.
- ¿Me-Mei?
- Yuzu. - Chocó su frente contra la de la otra chica. - Parece que es cierto que se puede sentir la diferencia de temperatura al juntar las frentes. No hay excusa, tienes fiebre. Dejaré el termómetro en su sitio. Pero aunque no la pudiéramos medir, es bastante evidente, ya que tu cara está roja.
Salió de la habitación y volvió a sus quehaceres del consejo. Tras unas horas pensó que tal vez la otra chica tendría hambre, por lo que intento hacerla de comer. Hizo un poco de arroz, pero no sabía que echarle, no sabía los gustos de su hermana. Al final decidió echar un poco de cada cosa. Colocó las cosas en una bandeja y fue al cuarto.
- ¿Ah?
- Lo siento, te desperté ¿verdad?
- Ah, está bien. Parece que realmente me desmaye.
- ¿Cómo te sientes?
- Gracias a ti, pienso que podría estar bien mañana.
- No te levantaste hasta mediodía hoy, ¿No? - Suspiró. - Debes estar muy enferma.
- Puede ser un indicio, aunque no sé si lo estas diciendo enserio o te estas riendo de mi.
- ¿Crees que podrás comer algo?
- Uhm, sí, creo que podré comer, pero solo un poco.
- Ya veo, entonces toma.
- ¡Wow! arroz cocido, ¿lo hiciste tú?
- Sí.
- ¿Ketchup?¿Jamón?¿Por qué hay esas cosas en el plato?
- Yo... no estaba segura de que condimentos añadir, así que dejé en el borde cosas para que pudieras agregarle.
- ... jajajajaja...
- ... Si no lo quieres, está bien.
- Lo siento, lo siento, es que es gracioso. Pero no hay nada malo en como lo cocinaste.
- Yo no le daría algo que no pueda comer a una persona enferma como tú.
- Mei... Bueno, entonces, solo añadiré un poco de sal. Toma, ten la cuchara. - Cogiendo y acercándosela.
- ¿Esto mejora el sabor? - Tomando la cuchara.
- Sí. Ahora dame de comer.
- Solo la dejare aquí. - Poniéndola en la bandeja.
- Aah. Mi cabeza me duele mucho, siento que me va a explotar. Me duele tanto que no puedo recordar quien tuvo la culpa de que me resfriara. Aaah.
- ... - Recogió la cuchara y con ella tomó un poco de arroz. - Toma.
- Jeje... quiero que lo soples por mi.
- ... - Sabía que no tendría sentido discutir, por lo que sopló. - Toma.
- ¡Mmm! Esta muy bueno.
- Ya veo. Ahora por favor termina tú sola.
- ¿Qué? ¿No puedes darme más?
- No te puedo consentir tanto. Y fuiste tú la que dijo que si me quedaba mucho tiempo aquí me podrias contagiar, ¿no?
- Ya entiendo, lo comeré yo misma. Pero que sepas que si me pudiera deshacer de este resfriado con solo pasarlo a alguien, Mei, tú serías la primera de mi lis... - La menor de las chicas cerró la boca de la otra muchacha con la suya. - ¿Qué estás haciendo Mei?
- Tu dijiste que me lo querías pasar a mi, ¿cierto?
- Y-ya sé lo que dije, pero no lo puedes hacer a través de un beso.
- No te besé. Solo estaba probando el arroz.
- Grrr. ¡Sal de aquí!
Salió suspirando y cerró la puerta tras de sí. Abrió los ojos y estaba tumbada atravesada en la cama con el uniforme aun puesto. "¿Qué?" Miró alrededor desorientada en busca de algo que le diera alguna pista de qué hora o día era o qué pasaba. No tardó demasiado en encontrar un calendario, vió que ya estaban a últimos de Mayo y en su maletín encontró papeles sobre las elecciones. "Así que... ¿otra vez?", pensó.
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