C 19
En un descanso, haciendo una ronda, vio a la joven admiradora de Yuzu. Se encontraba cerca de las ventanas que daban a la sala del consejo. No sabía que tramaba, pero eso daba igual, se acercó a ella.
- ¿Qué haces fisgoneando por ahí?
- ¡Ah! Pre-presidenta... - Se dio media vuelta sobresaltada.
- No sé que estarás pensando hacer para ayudar a Yuzu Aihara pero te aconsejo que actúes pensando en tu propio futuro. - La rubia caminó hacía atrás hasta chocar contra la pared, mientras la morena seguía avanzando hacia ella. - Por cierto, te quería preguntar una cosa.
- ¿Eh? - La más alta apoyó su mano derecha en la pared, cerca de la cabeza de la otra chica.
- A ti...¿Qué es lo que te gusta de Yuzu Aihara?
- ... Eres su adversaria. No pienso decirte nada. - Mei colocó la otra mano al otro lado de la chica.
- Responde. - Mirándola de cerca.
- E-ella es la bomba... Dice sin tapujos lo que piensa y se preocupa por la gente de su alrededor. Y es amable y cálida. ¡Yo también quiero ser como ella!
- ...
- ¡Y creo que no soy la única! Así que... por favor... no hagas que la expulsen. - La menor se sentó en el suelo y la morena quitó las manos de la pared y le acarició la cabeza.
- Lamento haberte asustado. - Se giró y alejó de ella. - Gracias por tu valiosa opinión.
Cuando volvió a casa, vio a su hermana en el balcón, apoyada en la barandilla mirando el móvil. Parecía desanimada. No sabía si ella podría ser de ayuda, por ser su rival y bueno... porque no se la daba bien tratar a la gente. Pero tenía que intentarlo. Se acercó al balcón y dio unos golpecitos al cristal.
- ¿Eh? - Giró la cabeza mirando como su hermana abría la puerta.
- ¿Tienes un minuto?
- Mei.
- Han puesto fecha a las elecciones. - Salió y se agarró a la barandilla dejando una distancia entre ella y la otra chica. - Dicen que serán este fin de semana.
- Entiendo... oye, Mei... si te dijera que no voy a presentarme... ¿Qué pasaría?
Ese comentario la sorprendio. ¿De verdad Yuzu estaba pensando en rendirse? Aquello no podía estar pasando. Tras un momento de silencio, la rubia volvió a hablar.
- En ese caso, tú también... - La morena la agarró de la mandíbula con la mano derecha. - ¡Ugh!
- ¿Cómo te atreves a plantearlo siquiera? - Dijo enfadada. La mayor le agarró el brazo con las dos manos intentando soltarse.
- Si me expulsan podrás seguir siendo la presidenta. Y Nene volvería a su color de pelo natural...
- ... - Finalmente la soltó y la otra chica se rascó la cabeza mientras miraba al suelo.
- Por muchas vueltas que le dé... no se me ocurre otra salida aparte de dejarlo. - La otra chica no podía creer lo que estaba escuchando. - ¡Pi-piénsalo! Incluso en el peor de los casos, aunque no estemos en el mismo instituto nosotras seguimos siendo hermanas. Tenemos la misma familia, compartimos habitación podemos vernos todos los días. ¡Así que...! - Volvió a cogerla por la mandíbula, no estaba dispuesta a seguir escuchando aquello. Se acercó a ella y la besó mientras aflojaba el agarre. Cuando se separaron la susurró.
- Cállate.
- Siento ser tan quejica.
- ...- Suspiró y se volvió para mirar hacia el cielo nocturno. - Eres capaz de decir sin tapujos lo que piensas. Y siempre te preocupas por la gente de tu alrededor antes que por ti misma...
- ¿Eh...? - La rubia la miraba sorprendida comenzando a ponerse roja.
- Eres amable y cálida...
- ...
- Yo también... - Miro a los ojos a la otra muchacha. - quiero ser como tú.
- ¿Eeh?
- Eso es lo que ha dicho tu admiradora. - Rompiendo las expectativas de Yuzu y girándose para entrar a la habitación. - No voy a dejar que te expulsen tan fácilmente. Con estas elecciones tienes el deber de conseguir que admitan que yo soy la presidenta adecuada para este instituto. - Antes de pasar echó un último vistazo a la rubia. - Yo me encargaré de decidir tu castigo. ¿Está claro?
Con esto la dejó atrás y fue a pensar en cómo lidiar con aquello. Más o menos tenía una idea de lo que debía hacer. Pero debía desarrollarla más.
El día siguiente, Yuzu siguió con su intranquilidad. No la gustaba verla así. Siempre se quejaba de que se tomaba todo a la ligera. Y ahora que se preocupaba, tampoco le gustaba. Esa chica acabaría volviendola loca. Al menos hubo una buena noticia, y es que la admiradora de su hermana volvió a su color de pelo real y dejó de hacerse peinados extravagantes.
Aquella noche, después de meterse las dos en la cama, la rubia la llamó.
- Mei, ¿Ya estás dormida?
- No, estoy despierta. ¿Qué pasa?
- Verás es sobre las elecciones. He encontrado una razón para participar.
- ... - Se incorporó para mirarla.
- Pero no se trata de evitar la expulsión. Quiero hacer algo por mi mejor amiga. Sé que tú también me has estado protegiendo. Lo siento.
- Entonces... - Se puso encima de ella. - ¿Me estás diciendo que eliges a tu amiga en vez de a tu pareja?
- ... Sí. No quiero tener ningún remordimiento.
- ... - Tras un breve momento observándola, volvió a su sitio y se tapó con el edredón dándole la espalda. - Haz lo que te dé la gana.
- Gracias, Mei. - Abrazándola por detrás.
- Quita... - Como no respondía, se giró y vió que se había quedado dormida. Suspiró mientras la miraba acariciandola la cabeza. Peinó con sus dedos aquellos mechones dorados. Se quedó ensimismada contemplandola. Cuando se dió cuenta de lo que estaba haciendo se asustó y la empujó de la cara hacia su lado de la cama. Se quedó mirando su mano. Se sentía avergonzada. Ella no solía hacer cosas así nunca. Aquella chica la estaba cambiando demasiado y no estaba segura si eso era bueno.
Llegó el día de las elecciones. El recinto estaba lleno. Tanto ella como su rival estaban sentadas en el escenario a un lado del atril. Cuando llegó el momento, el presentador habló y dio paso a la primera candidata.
- Para empezar, escucharemos el discurso de Yuzu Aihara. Adelante. - Se levantó y dirigió al atril para dar su discurso.
- Gracias. Ehh. Quiero haceros una pregunta a todas vosotras: ¿Con qué objetivo sois estudiantes de este instituto? ¿Para entrar en una buena universidad? ¿Para hacer algún deporte o arte y poder cumplir vuestros sueños? Pues yo... ¡Soy estudiante para vivir el amor! - Sorprendiendo a toda la sala. - Actualmente hay una persona muy importante para mí. A esa persona le gusta mi color de pelo y no tengo intenciones de cambiármelo. - Todas las chicas la miraban atónitas, excepto Mei que simplemente suspiró cerrando los ojos. - Y como necesito bastante tiempo para ser más femenina no tengo ni pizca de ganas de ser la presidenta del consejo estudiantil. Puede que desde vuestro punto de vista dé la sensación de ser una egoísta. Sin embargo para mí... ¡Se trata de la determinación de cumplir con mi objetivo! - Tanto Himeko como Maruta, que estaban a un lado del escenario, como algunos profesores que allí se encontraban, estaban temiendo por las consecuencias de las palabras de la rubia. - Para seros sincera, cuando me cambié a este instituto no tenía ninguno y no tenía una motivación como ésta pero ahora puedo mostrarme tal y como soy delante de todos vosotros gracias al apoyo que me ha dado mi mejor amiga. Ella siempre ha estado siempre a mi lado ayudándome. Y es por eso que quiero darle las gracias aquí y ahora. Gracias por aceptarme tal y como soy. El tiempo que hemos pasado juntas ha sido genial. Y como no quiero que eso cambie nunca me gustaría que fueras capaz de expresar mejor tus sentimientos y que llegaras a conseguir los objetivos que te marques. No tienes ningún motivo para odiarte a ti misma diciéndote que no te tomas nada en serio. Ah, pero si sigues el mismo camino que yo ¡cumpliremos juntas el castigo de limpiar los lavabos!
Tras terminar el discurso hubo un gran silencio. Hasta que alguien comenzó a aplaudir. Todos se giraron hacia esa persona, era Mitsuko. Nadie entendió qué pasaba. El presentador volvió a hablar, para dar paso a la siguiente candidata.
- A continuación, escucharemos el discurso de Mei Aihara. Adelante por favor. - La rubia volvió a su silla y la morena se levantó para dar su mitin.
- Iré al grano, en caso de ser reelegida como presidenta, lo primero que quiero hacer es añadir nuevas normas al instituto. Paso a explicaros cuales...- Continúo con la conferencia mientras veía a la mayor de las Taniguchi abandonando la sala.
Cuando terminaron los discursos, comenzó la votación. Como se veía venir, Mei fue reelegida presidenta del consejo. Esta fue al despacho del director para rellenar el acta. Yuzu llegó poco después.
- ¡Co-con permiso! Era cierto que el abuelo no ha venido. ¿No estás preocupada?
- Sí. Anda, pásame tu libreta de estudiante para que le ponga el sello.
- S-sí. - Se agachó a un lado de la mesa apoyándose en esta con los brazos cruzados.
- ... - Se quedó pensativa mirando el libro que contenía el reglamento de la escuela.
- ¿Mei?
- Es la primera vez que pongo este sello por voluntad propia. Está el camilno que creó mi abuelo, están las huellas de mi padre, que encontraron otras posibilidades dentro de ese camino... y ahora, yo...
- ¡Ah, ya lo sé! - Se levantó y sentó junto a su hermanastra en la silla del director.
- ¿Qué haces?
- ¡Jejeje! Este es el camino que tú has creado para mí, así que se me ocurrió que podíamos poner el sello juntas. - Poniendo su mano sobre la de Mei.
- ... - Suspiró mirando hacia otro lado, no quería admitir aquello.
- Y otra cosa cuando estés conmigo... puedes ser una chica normal. - Haciendo que la otra chica se quedara mirándola. - ... - La mayor no parecía saber lo que pasaba ni por que la miraba de ese modo y empezó a mostrarse incómoda.
- Ahora mismo hemos desaprovechado un momento perfecto para besarnos.- Dijo finalmente la morena mientras volvía la vista hacia el libro. - Aunque no pasa nada...
- ¿Ah? - La rubia se sonrojo. - ... E-entonces... - Soltó el sello. Se giró en la silla poniéndose frente a la otra muchacha y lentamente acercó su cara a la de ella.
- Espera. - Frenandola con la mano.
- ¿Eh?
- Quédate ahí. - Se levantó aproximándose a un retrato que estaba encima de la mesa, en el que salía con su padre y su abuelo. - Lo siento, abuelo... - Colocando boca abajo el portaretratos. - Ahora sí, yuzu. - Volviendo al asiento. - Siento haberte hecho esperar.
Y se besaron hasta que sonó el aviso de que salieran de la academia porque estaba apunto de cerrar.
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