Una princesa, amistad y un momento para recordar
Ángel
Levantarme junto a una chica era muy extraño, pero Alessia no había querido dormir sola, igual de todos modos estaba algo acostumbrado a dormir con los demás, cuando Bruno venía también dormía en mi habitación, pero era raro, abrir mis ojos y que lo primero que viera fuera a mi Hermia entre mis sabanas, esta vez ella ya estaba despierta, no como la mañana anterior, que había sido tan difícil, tuvo pesadillas, lloró entre sueños y yo me mantuve despierto un gran rato hasta que se tranquilizó, esta noche fue diferente, al menos dormimos un poco mejor.
Lexa se subió a la cama y empezó a maullar pidiendo atención, Alessia la tomó en sus brazos y la puso sobre su pecho mientras la acariciaba, yo me estiré un poco aún en la cama, no tenía muchas ganas de levantarme, pero finalmente hoy era jueves, apenas eran las diez de la mañana, pero Evan y Gian llegarían a las dos.
—Buenos días, Romeo. —dijo Alessia, yo le sonreí. —Creí que no te ibas a despertar nunca y me iba a morir de hambre.
—Exagerada. —dije, ella me dio un leve golpe en mi hombro. —Al fin conoceré a tu chico.
—No es mi chico, Alessia no se te ocurra decir algo así frente a él. —murmuré horrorizado.
—¿Algo más que no deba decir? —preguntó mientras se levantaba con Lexa entre sus brazos.
Ella seguía usando mi ropa.
No se había animado a ir a su casa por ropa, pero ya había hecho la denuncia y una vecina le había dicho que su madre estaba bien, así que dentro de lo que cabe, todo estaba estable.
—No digas que soy gay. —dije bajito, ella me miró indignada, bajó a Lexa al piso y puso sus manos sobre su cadera.
—Dime que Evan no es homofóbico, por favor, porque si es así no quiero conocerlo y tú no deberías tenerlo cerca. —dijo, balbuceé algo inentendible. —Oh Ángel, eres muy valioso para que andes ocultando algo así, si realmente es tu amigo lo entendería.
—No es eso, solo aún no sé qué opine él sobre el tema. —dije, caminé hasta el baño y ella me siguió, agarré mi cepillo de dientes y le apliqué pasta dental. —Estudía teología, va a ser sacerdote.
—Maldición, eso suena terrible, es más que complicado. —dijo ella y yo asentí, ella agarró su cepillo de dientes y me imitó, mientras se lavaba los dientes habló. —Él ni siquiera sabe lo que sientes, bueno ni tú sabes que sientes.
—Es imposible.
—No asegures tanto. —dijo, yo seguí lavando mis dientes, ella se enjuagó su boca y agarró un poco de mi hilo dental. —Al rato no estás solo en esto, lo voy a averiguar.
—Ni se ocurra, Al. —La corté, una sonrisa maliciosa se posó en su rostro. —Te encerraré en mi habitación.
—¿No quieres saber ni siquiera lo que piensa sobre la comunidad? Quizás sea de esos que hasta está a favor. —dijo, negué con mi cabeza. —Que mentiroso, ni siquiera te mencionaré a ti, tranquilo.
—Solo no hagas nada estúpido. —le rogué, ella me dio un leve abrazo y luego salió de la habitación.
🌈
—Ya siento que hasta me se tus guiones de tanto ensayar. —dije harto, Alessia bufó y siguió viendo su libreto. —Tu misma ya te los sabes, no se porque los seguimos repasando una y otra vez, lo haces bien.
—Tiene que ser perfecto, no bien. —dijo, ella se amarró el pelo en una coleta, pero aún así varios mechones quedaron en su rostro. —Ya sabes cómo es Sergio y los comentarios no me han ayudado esta temporada.
—Lo sé, pero en serio lo estás haciendo bien, parecemos dos tontos enamorados cuando eres Hermia y yo Lisandro, te lo juro. —contesté, el timbre sonó, miré la hora en mi reloj, al fin eran las dos, casi corrí hasta la puerta principal, de todos modos, estábamos en la sala de estar, no estaba muy lejos.
Alessia me siguió, ya parecía que hasta se le había olvidado que estábamos ensayando de lo emocionada que estaba, toqué el botón que abría el portón, abrí la puerta principal y allí estaban, Evan llevaba de la mano a un niño pequeño, Gian usaba una camisa de Spider-Man, pantalones cortos color crema o unas convers negras, el chico tenía estilo a decir verdad, se parecía mucho a Luisa físicamente, le sonreí a Evan, este último venía vestido como siempre, solo que una vez más su cabello estaba libre de gel y eso me hizo sonreír aún más, Alessia dejó de esconderse detrás de mí, fue y los abrazó como si fueran viejos amigos, incluso se puso de cuclillas para saludar a Gian.
—Hola, soy Alessia, pequeño Spider-Man. —le dijo, su voz sonó más leve e incluso cariño, nunca la había escuchado hablando así.
—Yo me llamo Gian. —dijo finalmente el niño, nos miró a ambos, pero luego volvió a mirar a Alessia. —Pareces una princesa.
Las mejillas de Alessia se tornaron rojizas y yo reí.
Mi madre le había regalado uno de sus vestidos floreados y claro, Alessia parecía esa clase de chicas que parecía una princesa, después de todo había sido una Julieta perfecta.
Después de los saludos los cuatro entramos a la casa y fuimos al patio trasero donde nos sentamos en una de las mesas que estaban frente a la piscina, Gian estaba tan maravillado que Alessia lo tomó de la mano y lo llevo allí para que tocara el agua con sus manos, Evan no pareció asustado, ¿yo? Ahora temía por la vida del pobre niño y no dejaba de vigilarlos, Francesca llegó poco después con jugo y galletas recién hechas, yo le repartí varios besos en sus mejillas para molestarla, finalmente ella se sentó a mi lado, mientras Evan estaba frente a mí.
—¿Cómo sigue? Ángel me contó sobre su caída. —le dijo Evan, ella alzó sus manos restándole importancia y yo la miré mal.
—No fue nada, ya estoy como nueva. —respondió, ella peinó mi cabello de lado con una de sus manos. —Deberías peinarte más seguido, hijo, parece que te acabas de levantar.
—Mamma. —me quejé, Alessia se volvió a acercar a nosotros junto con Gian, este último no soltaba su mano y no dejaba de mirarla, ambos se sentaron en la silla que quedaba vacía, Gian ni siquiera dudó y se sentó en sus piernas.
—Gian estás dejando en mal a tu madre, ella dijo que eres un chico tímido. —le dijo Evan, este soltó unas risitas. —Me alegra que no haya sido tan grave. —respondió a Francesca.
—Sí, Ángel que exagera las cosas. ¿Cómo te ha ido en la universidad?
—Bien, algo agotador, pero todo genial.
—¿Qué estudias? —preguntó Alessia fingiendo que esta mañana yo no le hubiera contado, hasta parecía curiosa.
—Teología. —le respondió él mientras la miraba, Alessia no fingió sorprenderse, solo posó una pequeña sonrisa sobre sus labios. —Parece que si sabes lo que es. Seré sacerdote.
—Oh sí, tuve un ex que estudiaba eso. —contestó, ella cogió una de las galletas y le pegó un pequeño mordisco, yo casi me atraganto metiéndome una a la boca, ya me estaba dando ansiedad. —Pero eso es una triste historia, pero es muy linda tu carrera.
—Oh, cariño. ¿Qué fue lo que pasó? —le preguntó Francesca, porque claramente ella no se iba a quedar con la duda.
Evan parecía que también quería saber.
—Lo dejamos, era homofóbico y un poco machista, no me gustó para nada. —respondió ella.
Que buena actriz era, pero no tan buena, porque yo notaba que cada una de sus palabras era una vil mentira, Alessia solo lo estaba haciendo para cumplir su objetivo, casi quise estar al lado de ella y darle un pellizco para que se callara, Francesca le dio un leve apretón en el hombro y le dio un vaso con jugo a Gian.
—Son temas bastante complicados, pero todo está en respetar la opinión de cada quien. —dijo Evan, yo asentí y me metí otra galleta a la boca con los nervios a mil. —Yo prefiero no meterme, creo que las mujeres son libres de hacer lo que quieran y nadie tiene derecho a juzgar, al igual que con los demás, son sus gustos, no tengo porque meterme, solo soy un servidor de Dios, no vine al mundo a juzgar, sino a mostrar que, con el respeto, el amor y la fe todo puede ser posible.
—Esos fueron palabras muy bonitas, cariño. —le dijo Francesca, Evan agarró una galleta.
Alessia me miró con una sonrisa nada disimulada y yo miré a otro lado fingiendo demencia.
—Seguro darás unos muy buenos discursos en misa. —dijo Alessia, ella no dejaba de sonreírle a Evan, este se sonrojó por sus palabras. —Ya quiero conocer a Luisa, tiene un niño muy bonito. Hasta me dan ganas de tener uno.
—¿Quieres tener hijos? —pregunté extrañado, por nuestras carreras era algo extraño que alguno de los actores quisiera.
—Tres, dos niñas y un niño. —respondió emocionada. —¡Ya tengo hasta lo nombres!
—Dinos. —le siguió la conversación Francesca.
Gian se bajó de los regazos de Alessia y caminó hasta Evan, este le susurró algo al oído y luego Evan me miró a mí.
—Quiere ir al baño, no recuerdo donde queda. —dijo, yo me levanté de mi silla y él me imitó.
—Ya venimos, los guiaré al baño. —les dije a las dos, estas asintieron y siguieron hablando.
Evan
—En realidad, Gian solo quiere ver la casa. —le dije a Ángel, este frunció el ceño. —Le gusta mucho tu casa, supongo que porque es muy grande y así.
—Oh, pues bien. Vamos al piso de arriba y luego bajamos. —dijo, pareció igual de emocionado que Gian, este agarró la mano de Ángel. —Eso sí, mi habitación está hecha un desastre por culpa de Alessia.
—No te preocupes.
—Perdón se te incomodó ahora, a ella siempre le gusta preguntar por temas tabú y es que tiene esa maña, nunca...—le interrumpo.
—No pasa nada, no me incomodó. —le digo, los tres subimos las escaleras, Ángel mira cada paso que da Gian con atención, como si temiera que cayera. —Es normal supongo, siempre que se habla de teología o religión, las personas creen que eres ¿homofóbico? Yo no sé casi nada del tema, en realidad es muy nulo, pero creo que no soy eso, ni machista.
—Lo sé.
Pero su respuesta no suena tan firme y eso me deja pensando incluso después de conocer todo el segundo piso de su casa, incluida su habitación, que en mi opinión no estaba casi nada desordenada, Gian pareció encantado viendo y tocando todo, Ángel no se quejó, el recorrido fue rápido, ya que Francesca y Alessia nos esperaban en el patio trasero y Gian quería de las galletas que habían, así que después de unos minutos volvimos a estar sentados en las sillas de antes.
Los temas variaron, hablamos de todo y de nada, desde las flores en el jardín hasta sobre el cine, recetas de comida, las anécdotas detrás de escena que nos contó Alessia sobre Ángel, mis padres, la vez que Francesca conoció a Ángel, sobre la relación de Francesca con Ana, la madre de Ángel, estas dos pasaban discutiendo sobre tonterías, pero se querían a su manera, cuando dieron las cuatro y media Francesca se disculpó y dijo que haría la cena, nos ofrecimos a ayudar, pero ella se negó, Alessia fue a los columpios con Gian, ella parecía fascinada con el niño y eso me alegró mucho, porque Gian parecía cómodo, aunque probablemente cuando regresara a casa con su madre no dejaría de hablar de una princesa.
—Hay algo que debí contarte hace tiempo. —dice Ángel, dejo de mirar hacía los columpios y lo miro a él frente a mí. —No sé cómo lo tomes, pero creo que si somos amigos debes saberlo.
—Dime.
Justo cuando iba a hablar su celular empezó a sonar, ambos lo miramos sobre la mesa, era Bruno, se disculpó y respondió la llamada.
—Hola, aún no son las cinco. ¿Ya estás en la universidad? —silencio. —Oh, salió antes. ¿Cómo así? Yo no tengo problema, díselo. —Fruncí el ceño sin entender nada. —Alessia parece que quiere robarse a Gian, pero lo tengo todo bajo control. No le diré eso a Evan, no seas cerdo. Besos y abrazos.
Ángel volvió a poner su celular sobre la mesa.
—¿Qué pasó?
—Ya vienen para acá, solo que Luisa no dejaba de disculparse por dejarnos a Gian y esas cosas. —dijo, asentí, eso sonaba como a Luisa siendo Luisa. —Es un niño muy educado y Alessia se ve mejor.
—¿Fue muy grave? —pregunté.
—Te cuento a ti porque ella me dejó hacerlo, no pienses mal. —dijo, Ángel tomó un sorbo de su jugo y luego volvió a mantenerme la mirada. —Su padre es un maltratador, sufrió agresión por parte de él, tuvo que salir huyendo de ahí, pero su madre parece que no entra en razón, pero Alessia ya denunció.
—Y por eso no puede regresar a casa.
—Exactamente. —murmuró, estiró su brazo hacía mí, acarició mi cabello levemente y luego se alejó. —Te queda bien, se ve mejor sin tanto gel.
—¿Estás diciendo que se veía mal antes? —Lo molesté.
—Yo no dije nada. —respondió.
—¿Qué me ibas a decir antes? Sonaba hasta a conversación seria. —dije, ya no quedaba más jugo, por lo que agarré el vaso de Ángel y bebí un sorbo, sin ni siquiera pensarlo. —Lo siento.
No sabía porque lo había hecho con tanta naturalidad, ni lograba entenderlo, preferí ignorarlo.
—No es nada, lo mío es tuyo. —dijo, reí. —Gian tiene mucha energía para solo tener cuatro años, mi madre dice que yo parecía la bella durmiente en ese tiempo.
—Ahorita se le acaba la energía y lo único que querrá será dormir. —le aseguro, me abrazo a mi mismo al sentir el viento, miro a Gian y a Alessia y le hago una seña con mi mano para que se acerquen. —Deberíamos entrar, tengo que ponerle abrigo a Gian y ya hace frío.
—¡Alessia apúrate! —exclamó Ángel, esta tomó en brazos a Gian y llegó a nosotros rápidamente.
Los cuatro entramos, nos quedamos en la cocina donde Francesca cantaba levemente mientras revisaba las ollas y cocinaba, nos situamos en el lugar donde Ángel y yo habíamos comido aquella vez que jugamos ajedrez y nos columpiamos, le coloqué su abrigo a Gian a pesar de sus leves quejas por alejarlo de Alessia, pero cuando volvió donde ella volvió a ser el niño educado de antes, no me sorprendía, hijo de Luisa tenía que ser.
—No me dijiste lo que me ibas a decir. —le recordé a Ángel, Alessia lo miró con curiosidad.
—¡Hola! ¡Llegamos! —gritó Bruno entrando a la cocina, detrás de él venía Luisa, esta nos sonrío a todo y nos saludó con un movimiento de su mano.
Bruno entró, le dio un beso sonoroso a Francesca, abrazó levemente a Alessia y le susurró algo que solo ella pudo escuchar, me dio un abrazo a mi también, saludó a Gian, pero este solo veía la camisa llena de colores que llevaba Bruno.
—¡Mamma! Quiero una. —le dijo cuando corrió a los brazos de su madre, Luisa lo alzó enseguida y Gian no dejaba de señalar la camisa de Bruno.
—Te conseguiré una, pequeño. —le dijo Bruno, Ángel que estaba de pie fue abrazado por Bruno fuertemente. —Te extrañé, amigo del alma.
—Suéltame. —murmuró apenas Ángel, Alessia los miraba embelesada.
—Son tan bonitos. —la escuché decir y asentí.
—Hola, mucho gusto. Soy Luisa. —Se presentó mi mejor amiga, Alessia le sonrío.
—Yo Alessia, pero me puedes decir Al, Ale, como quieras. —le respondió.
—¡Es una princesa! —dijo Gian.
—No dejaré de usar vestidos de flores, Ángel, dile a tu madre que me diga donde los compra —dijo ella, Luisa se sentó a su lado.
—El vestuario de Julieta si que era de princesa. —dijo Bruno, Ángel asintió en acuerdo.
—¿Fuiste Julieta? —preguntó Luisa.
—Sí y mi pequeño fue Romeo, hubiéramos visto la obra, fue asombrosa. —le dije Francesca a Luisa. —Ya casi está la cena, los veo muy delgados a todos, tienen que comer bastante.
—Sí, señora. —respondió Bruno.
—Creo que ha sido de mis actuaciones preferidas. —le mencionó Alessia a Luisa. —Bueno, igual tuve un buen Romeo.
—¿Y se besaron? —preguntó Luisa en un leve susurro que pude escuchar.
—Ángel es un muy buen besador. —dijo Alessia sin vergüenza, a Ángel las mejillas se le tornaron rojizas y fingió que le prestaba atención a lo que Bruno le decía sobre su auto que sonaba raro. —Igual no es nada, si es que todos nos hemos visto desnudos detrás de escena.
—Alessia eso no se cuenta. —murmuró Ángel, Bruno se rascó el cuello y Gian se bajó del regazo de su madre y se puso a jugar con mis manos.
—Pero si es verdad, son cosas que siempre pasan, cuando es una función todo es un desastre, tenemos que estar corriendo de un lado a otro, créeme Luisa es fácil para ellos, no tienen que lidiar con un corsé. —dijo, Bruno rodó sus ojos.
—Yo los he usado y una vez me hicieron usar zapatos que eran dos tallas menos. ¡Mis pobres pies! —dijo, Ángel le dio una palmadita en la espalda. —Pero creo que a quien le ha ido peor a sido a Ángel, ¿te acuerdas aquella última función en los ángeles?
—Cállate, Bruno. —le rogó.
—¿Qué le pasó? —pregunté.
—Terminó desnudo frente a más de quinientas personas, pero improvisó re bien. —dijo, Luisa y Alessia rieron, pobre Ángel.
—Ya lo superé, se pueden reír todo lo que quieran. —dijo, aunque se escuchaba indignado y el golpe que le dio a Bruno en la nuca no pasó desapercibido. —Francesca, ¿Y mi madre?
—Dijo que tenía que hacerse las uñas y que cenaría con sus amigas. —le respondió ella.
Ángel asintió y se sentó en la silla que estaba a mi lado, Gian se acercó a su madre y apoyó su cabeza sobre su pierna, parecía que su energía ya se había agotado, después de un rato donde Luisa lo alzó finalmente se quedó dormido, Francesca se ofreció a arroparlo en su habitación que justo estaba cerca de la cocina, Luisa ni protestó, pronto todos estuvimos cenando mientras cambiábamos de un tema a otro, la cena estuvo exquisita, Luisa y Alessia parecieron llevarse tan bien que incluso después de la cena se fueron a un rincón a hablar a solas, Bruno intentó enseñarme a jugar Wii, pero fue un fracaso total, así que al final solo conversamos entre nosotros junto con Ángel y Francesca.
Están esos momentos donde sientes que no pasa el tiempo y este fue uno de ellos, cuando me fijé en la hora eran más de las diez de la noche y mañana Luisa tenía que trabajar, ya que sería viernes y ese y otros días de la semana ella ayudaba a un tío suyo en un restaurante, también para ayudarse con los gastos, yo tenía clases y debía avanzar mi parte del trabajo en grupo que tenía que entregar el lunes, casi quise ignorarlo todo y seguir en esta burbuja por unas horas más, pero no podía ser egoísta y Luisa probablemente querría dormir.
—Creo que ya deberíamos irnos. —digo, Luisa le pregunta a Alessia la hora y esta cuando la escucha abre mucho sus ojos y se levanta del sofá en el que estaban.
—Cielos, mañana tengo trabajo. —dijo, ella pasó una mano por su cabello y nos sonrío. —Iré por Gian.
Yo asentí.
Francesca la acompañó.
—Que lastima, la próxima tenemos que hacer pijamada. —dijo Alessia, Bruno asintió. —O podríamos irnos a acampar, conozco unas montañas...
—Ni loco, yo contigo no acampo. —dijo Bruno, ella lo miró mal. —Carlo dijo que una vez los llevaste a todos a un área protegida y que por poco se libraron de una denuncia.
—Es un exagerado, no fue así.
—No me contaste lo que me ibas a decir. —Le volví a recordar a Ángel aprovechando que esos dos parecían discutir sobre acampar o no.
—Luego te cuento. —respondió, yo reprimí un bostezo. —Saluda a tus padres de mi parte y dile a Stefano que la película que me recomendó estuvo genial.
—¿La viste?
—Sí, esta mañana con Alessia. —respondió.
Luisa regresó con Gian en sus brazos y con su bolso colgando de su hombro, se lo quité y lo llevé yo, todos nos acompañaron hasta la entrada mientras Ángel y Bruno se peleaban por quién nos iba a dejar, al final ganó Bruno, pero solo porque Ángel no dejaba de bostezar y Bruno le dijo que se estrellaría y nos mataría a todos, Luisa y yo les agradecimos por todo, Gian apenas e hizo un movimiento con su mano como despedida, Francesca me dio un beso en la frente y mi pidió que regresara pronto, Ángel y yo nos despedimos con un abrazo y pronto estuvimos en la carretera, Bruno me hablaba, mientras Luisa y Gian iban a atrás casi dormidos.
Y yo supe que había sido un buen día y me sentí bien.
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