Una mano sobre otra
Evan
Había sido la primera vez en toda mi vida que me regañaban, el día que vi a Ángel me fui muy tarde de su casa y a pesar de que él me había llevado a casa mi madre no se había quedado conforme, al parecer había olvidado que ya era un adulto, tampoco podría juzgarla, la entendía, nunca había llegado tan tarde, a pesar de las explicaciones parecía un poco resentida aun, mi padre en cambio parecía que le daba totalmente igual que hubiera llegado tarde, no me gustaba estar enojado con ella, solo esperaba que se le pasara pronto.
Hoy al fin era mi día libre, aunque no tan libre porque había tenido que terminar un ensayo y reunirme con unos compañeros en la mañana, ahora me estaba terminando de alistar para ir a buscar a Luisa, Ángel y yo habíamos quedado de vernos en el museo a las dos y media, su amigo Bruno había conseguido un guía, ya que según él a pesar de ser italiano no recordaba mucho de historia, solo esperaba no hubiera sido muy caro. Estaba demasiado emocionado por esta salida en especial, después de todo me encantaban los museos, apreciar el arte de cerca y tener una buena compañía era aun más satisfactorio.
Ninguno de mis padres estaban en casa cuando salí, llegar a la casa de Luisa fue sencillo, hacer que saliéramos de una buena vez de su casa no tanto, ella tardaba demasiado arreglándose y quizás Gian había hecho un berrinche demasiado insistente para que su madre lo llevara con ella, pero después de unos cuantos abrazos y promesas de traer su helado favorito al regreso habían funcionado para calmarlo, Luisa y yo llegamos a tiempo al museo, había sido un trayecto algo largo en bus, pero lo habíamos logrado, después de unos cinco minutos pude mirar a Ángel llegar junto con Bruno, este último no paraba de reír mientras Ángel parecía apunto de golpearlo.
—¡Hola! Que bueno verte de nuevo.—Bruno me saluda como si fuéramos amigos de toda la vida, me da un abrazo y luego mira a Luisa.—Tú debes ser la mejor amiga, mucho gusto, soy Bruno.
—Luisa.—dice ella, bruno le da un corto beso en la mejilla y luego se aleja.
Ángel me sonríe, luego mira a Luisa y mueve su mano en forma de saludo, parece algo tímido, algo extraño, quizás esté nervioso o ansioso, me había dicho que le costaba mucho conocer a nuevas personas, aunque siendo sincero yo no creía eso, nos habíamos hecho muy buenos amigos, a pesar de las raras circunstancias en las que nos habíamos conocido.
Después de los saludos y presentaciones los cuatro entramos finalmente al museo, allí una mujer de aproximadamente cuarenta años nos recibe y se presenta como nuestra guía durante el recorrido, Ángel camina a mi lado mientras Luisa camina unos pocos pasos atrás junto a Bruno y la guía, miro cada espacio del lugar totalmente anonado.
—Le caes bien, no te preocupes.—le comento, Ángel deja de mirar la primera escultura que nos topamos, nos detenemos justo ahí.
—¿Ah?
—A Luisa, le caes bien, igual no creo que exista alguien que no se lleve bien contigo.—contesto, Ángel ríe y niega con su cabeza.
—Dile eso a mi padre.—Él me da un leve apretón en el brazo.—Por cierto, Francesca me dijo que estás invitado a casa, quiere hacerte lasaña o algo así, así que si quieres venir...
—Me encantaría.—respondo inmediatamente. Ángel sonríe.
La guía empieza a hablar sobre la escultura y sobre su historia detrás, todos la escuchamos con atención y es así cada vez que nos encontramos con algún cuadro o parte del museo, tenía el miedo de que alguno de los presentes se aburriera, pero si fue así ninguno lo demostró, tomé fotografías de cada cosa que llamó mi atención, en cambio Bruno grababa videos con su celular en cada oportunidad que tenía, decía que así podría guardar el recuerdo de una manera más real, me pareció una muy buena opinión, Ángel preguntaba mucho, incluso Luisa cada vez que veían o escuchaban algo que no entendían y cuando la guía no respondía lo hacía yo con el poco conocimiento que tenía.
Pasamos más de una hora dentro del museo, al final del recorrido terminamos justo en el la entrada, Bruno sacó su celular una vez más, esta vez se lo dio a la guía y le pidió que nos hiciera una fotografía, la mujer asintió sin dudar, Ángel que estaba a mi lado se acercó un poco más, Luisa se puso en medio de mí y Bruno y sonrío, la imité, la guía frunció el ceño.
—Acérquense más.—dijo, todos obedecimos sin rechistar, sentí el brazo de Ángel sobre mi hombro, yo lo abracé de la cintura, todos sonreímos, la mujer tomó la fotografía.—Perfecto.
Después de agradecerle por todo, la mujer volvió a entrar al museo, supongo que a seguir con su trabajo, Ángel se puso a hablar con Luisa sobre una de las pinturas que a los dos le había interesado en especial, Bruno apoyó su mentón sobre el hombro de Ángel y soltó un largo suspiro, miré a esas tres personas, a una la conocía demasiado, era como mi familia y los últimos dos, empezaban a ser cercanos a mi, quizás uno más que el otro y en ese instante mientras solo los miraba pensé que este sería un recuerdo, un recuerdo feliz.
—Tengo hambre, Ángel, tu mejor amigo literalmente está muriendo.—se quejó Bruno interrumpiendo a Luisa, ella se rio, yo concordé con él.—Por favor, vayamos a comer a algun lado.
—Oh, conozco un restaurante de comida mexicana, es extraordinaria...—Empezó a decirles Luisa emocionada, yo solo esperaba que ellos se negaran o mi estomago iba a sufrir una vez más por culpa de sus ideas.—También conozco uno de comida japonesa, el sushi es increíble.
—¿Te gusta el sushi?—preguntó Bruno, sus ojos brillaban, Luisa asintió rápidamente.—Oh Ángel, creo que podría casarme con ella.
—Por favor comamos sushi, no quiero más comida mexicana en mi vida por ahora.—comento, Ángel ríe y asiente.
—Sushi será.
🌈
No se como había conseguido mi número o el Luisa tan rápidamente, pero en un momento mientras comíamos a todos nos había llegado una notificación, Bruno había hecho un grupo de los cuatro, había enviado los fotografías y videos que tomó, le agradecí, él solo sonrío y siguió comiendo su sushi tranquilamente, Luisa y él parecían demasiado felices hablando de comida, mientras que Ángel a mi lado no dejaba de mover su pierna debajo de la mesa, parecía que la notificación de Bruno no había sido lo único que le había llegado, pero lo dejé pasar, no parecía que tenía ganas de hablar sobre eso, él también me miró.
—¿Quieres probar mi sushi?—preguntó, yo fruncí el ceño y luego recordé el día en la cafetería y asentí.—Siendo sincero soy muy malo para pedir estas cosas, el tuyo se ve más apetitoso.
Reí, ambos juntamos nuestros platos en la mesa, tomé una pieza de las suyas con los palillos y la disgusté, Ángel hizo lo mismo con uno de los míos, definitivamente no era el mejor pidiendo sushi, pero no estaba tan mal.
—Definitivamente el mío es mejor, eres muy malo para estas cosas.—dije, Ángel rascó su nuca y asintió.—¿Cómo está Lexa?
—Bien, algo estresada porque no puede salir de casa.—respondió, volvió a agarrar de mi sushi.
—Voy a fingir que no soy un mejor amigo tóxico y que no me molesta que están compartiendo comida.—dice Bruno mientras me mira fijamente, luego sonríe.—Nunca me dejas probar tu comida.
—Porque es probable que me dejes sin nada.—le responde él, Luisa deja de comer y me mira a mí.
—¿Qué sucede?—pregunto, ella se encoge de hombros.
—Creo que ya es muy tarde, mi madre ya tiene que irse a casa.—dice, yo miro la hora en mi celular, ya es demasiado tarde.—Gian no puede quedarse solo.
—¿Quién es Gian? ¿Tu gato?—le pregunta Bruno curioso, agarra una pieza de Sushi y lo come.
—Mi hijo.
Entonces Bruno empieza a toser, Ángel se levanta rápidamente y le da palmaditas en la espalda mientras le dice que respire y que después tome refresco, yo le acerco su vaso y después de unos segundos Bruno se tranquiliza, Luisa ya no se ve tan alegre o cómoda como antes, eso me preocupa, aún así tiene una tímida sonrisa mientras se acomoda su bolso en su hombro.
—No lo sabía. ¿Estás casada o eres madre soltera?—pregunta Bruno, Ángel le da un golpe en la espalda y este parece que no fue para tranquilizarlo.—Lo siento, yo...
—Soy viuda.—dice antes de que yo responda por ella, no era necesario que lo dijera sino quería, ella se levanta de la mesa y yo hago lo mismo.—Fue bonito conocerlos, espero verlos pronto, chicos.
Ella no me espera, empieza a caminar a la caja, suspiro, miro a Bruno y Ángel, este último parece nervioso, así que sonrío tratando de demostrarle que todo está bien.
—Es un tema delicado, es mejor no mencionarlo.—digo, ambos asienten, yo me despido de ambos y empiezo a caminar hacía Luisa, ella está pagando lo que consumimos.
Una mano atrapa la mía antes de que llegue donde mi amiga, giro mi cuerpo un poco mi cuerpo, su mano sobre la mía es demasiado fría y parece algo sudada, Ángel no dice nada, pero aún no suelta mi mano.
—¿Estás bien?—pregunto.
—No. Sí.—Se ríe, mira a Luisa a pocos pasos de nosotros.—Ya ni se que digo. Perdona a Bruno, a veces no piensa antes de preguntar o reacciona de maneras algo raras. ¿Luisa nos odiará?
—No lo creo, solo fue un momento incomodo, no pasa nada.—Yo soy el que suelta su mano, le doy un corto abrazo y me alejo.—Luego nos vemos, Ángel.
—Adiós, Ev.
Ángel
Regreso a nuestra mesa, siento un cosquilleo en mi mano derecha, justo hace apenas unos segundos estaba sobre la de Evan, su mano era tan cálida, suave, solo fue un momento, pero fue suficiente para mantenerme pensativo, hoy había sido un día de muchas emociones, cuando regreso a mi lugar y me siento, Bruno sigue en su lugar, con sus manos entre su cabeza, suspiro, mi mejor amigo es bastante torpe a veces.
—Estuve coqueteando con ella todo el día.—murmura y yo lo pateo por debajo de la mesa.
Ni siquiera lo había notado, pero en el museo prácticamente Bruno y ella habían estado juntos, mientras que Evan y yo hablábamos, bueno, cuando la guía no se acercaba a hablarnos sobre las distintas esculturas y demás del museo, debí suponerlo, la mejo amiga de Evan era muy atractiva, además de que es divertida y habladora, era obvio que a Bruno le iba a interesar.
—¿Y te siguió el coqueteó o no?—pregunto.
—Pues si, creo...—Vuelvo a patearlo por debajo de la mesa.—No lo sé, hubieron miradas, no sé, sentí una conexión con ella.
—¿Y ahora?
—Pues... Tiene un hijo, por Dios.—Bruno deja de ocultar su rostro y me mira frustrado.—Y seguro debe pensar que reaccioné horrible, pero solo me tomó por sorpresa.
—¿Seguro? ¿Entonces no te importa que tenga un hijo y sea viuda?—pregunto, no dejo de mirarlo, bebo un sorbo de mi refresco.—Olvida lo que digo, no te acerques a ella.
—Es la primera vez que me prohíbes algo. ¿Por qué?
—Porque Evan es mi amigo, no quiero que pase algo malo y él se aleje de mí.—Bruno me mira indignado y toca su pecho.— La acabas de conocer, Bruno.
—¿Y? Tú apenas conociste a Evan y al día siguiente ya tuviste sueños húmedos con él.—Lo pateo una vez más por debajo de la mesa y él me devuelve el golpe.— ¿Tan poca fe tienes en mí?
—Te lo vuelvo a preguntar. ¿Te importa que tenga un hijo y sea viuda? Porque la verdad no creo que Luisa quiera algo de una noche, ella probablemente busca estabilidad y...—Me interrumpe.
—¿Por qué aseguras que solo quiero algo de una noche?
—Porque es lo que llevas haciendo por años.—contesta, esta conversación me está poniendo nervioso.—Deberíamos irnos, ya es tarde.
—Quizás quiera llevarla a citas, tener algo serio.—Bruno se levanta y tira su servilleta sobre su plato.—No me importa si tiene un hijo, ella es libre.
—No te mientas a ti mismo.—digo sin ni siquiera pensarlo, Bruno bufa.
—No soy yo el que lo hace.—Ambos caminamos hasta la caja, pagamos y salimos del local hacía el auto.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Me echas de tu casa, le cocinas, compartes tu comida y no creas que no vi cuando tomaste su mano, agreguemos que sueñas con él.—Me quedo en silencio, desactivo la alarma del auto y abro la puerta de conductor.—Te gusta, deja de decir que es solo tu amigo.
—Deja de decir tonterías, Bruno.—Entro al auto y cierro la puerta, el hace lo mismo y se coloca el cinturón.—Tengo suficiente con que mi padre esté en casa, por favor solo dejemos esto para después.
🌈
No me había preparado para verlo tan antes, pero mi madre, la imponente Ana Windsor me había dicho al borde de los nervios que había llegado esta tarde, me había mandado tres signos de exclamación pidiéndome que no llegara tarde a la cena y que por favor estuviera presentable, como si a mi padre le fuera importar de alguna manera eso, después de todo había dicho que lo único que veía en mi era suciedad, pero aún así le hice caso a mi madre, me vestí con uno de mis trajes negros, me peine y coloqué perfume y cuando finalmente bajé las escaleras la mesa del comedor ya estaba puesta y Lexa estaba sobre esta, miré detrás de mí, rogando porque no hubiera nadie y así fue, la bajé y iba a subirla a mi habitación cuando mi padre llegó, me miró con desaprobación.
—Deja ese animal en el suelo.—ordenó, solté a Lexa rápidamente y rogué para que no se subiera a la mesa.—¿Dónde está tu madre?
No hubo un saludo, ni siquiera una sonrisa de su parte hacía mí, a pesar de que no nos habíamos visto hace un tiempo, pero tampoco era algo que quisiera, era mejor mantenernos alejados.
—Ya estoy aquí.—Mi madre bajó las escaleras, tenía puesto un vestido floreado color azul que le llegaba por la rodilla, apenas lo suficiente apretado para mostrar su figura, se acercó a mi padre y le besó la mejilla.
No entendía como lo hacía.
Besar al hombre que le había sido infiel una y otra vez.
—Podemos iniciar la cena entonces.—dijo, yo me senté en la silla habitual, a su lado izquierdo, mi madre se sentó a la derecha y me regaló una pequeña sonrisa, no se la devolví, esto era lo peor que me podían hacer, odiaba estas cenas totalmente innecesarias.—¿Dónde está Francesca? Esa mujer está siendo demasiado ineficiente.
—Francesca es una muy buena empleada.—dije, justo la mencionada se acercó, sirvió el vino blanco en las copas, le agradecí y sonreí, ella se quedó de pie al lado del mueble de los vinos y licores.
Mi padre miró la comida con desdén, no podía empezar a comer hasta que él empezara, Francesca se había esmerada demasiado con la comida, hizo las platillos favoritos de mi padre y aún así él tenía el descaro de mirarlos como si fueran basura, solté un leve suspiro y rogué para que el tiempo pasara pronto.
—¿Cómo te ha ido en el teatro, Ángel?—preguntó, tomó un sorbo de su copa, mi madre empezó a comer.
—Tengo el papel de Lisandro, a finales del año será...—No me deja terminar, me interrumpe.
—Es lo menos que puedes hacer, ganar el papel por el que audiciones, no es un logro.—Mantiene su mirada fija en mí.—Trataré de ir a alguna de las presentaciones.
Asiento, aunque en realidad no me importa si va o no y preferiría que no, después de todo el teatro no es algo que a él le interese.
—Ángel ha trabajado muy duro para estar donde está, estoy orgullosa.—dice mi madre, yo empiezo a comer.—¿Cómo te ha ido en tu viaje de negocios?
—Bien, cerré un trato muy importante.—responde.
Escucho el maullido de Lexa a mis pies, mi padre también la escucha y mira al suelo, mi gata brinca hasta mi regazo y se acuesta en él, estoy apunto de acariciarla cuando noto que mi padre se levanta, se acerca a nosotros, agarra a Lexa de la cabeza y ahogo un grito, se la da rápidamente a Francesca, estoy apunto de levantarme, pero siento la leve patada de mi madre contra mi pie.
—Saca a este animal de aquí.—Francesca asiente y obedece enseguida, se que no le pasara nada a Lexa ya que está en buenas manos.—Eres tan irresponsable, Ángel.
—¿Disculpa?
—¿Crees qué no me enteré? Ese animal está preñado, ni siquiera puedes criar un animal, nunca estarás a la altura de un Windsor.—Él se vuelve a sentar, siento la irritación en mis ojos, quiero irme.—Mañana a primera hora te desases de el.
—Creo que estás siendo un poco exigente, cielo.—Mi padre la da una mirada fulminante a mi madre y yo siento que mi garganta se cierra.
No se vuelve a hablar durante la cena, mi padre ni siquiera se interesa por la vida de su esposa, simplemente la vuelve a ignorar como siempre lo hace, durante el postre no puedo aguantarlo más y me excuso diciendo que estoy muy cansado y lleno, casi parece que huyo a mi habitación, pero ya no me importa, cuando estoy dentro, cierro la puerta y me recuesto en ella.
Trato de calmarme, ya soy un adulto, no me deberían importar las palabras de un hombre como él, no vale la pena, pero los recuerdos se reproducen en mi mente una y otra vez.
"—Deberías estudiar algo relacionado con negociones, eres mi único hijo, tienes que hacerte cargo de la empresa."
"—El teatro es para estúpidos que no piensan en el futuro. ¡Serás un fracasado!"
"—¿Eres gay? Solo esto me faltaba, eres una deshonra para esta familia, estás sucio, Ángel y me das asco."
"—¿Crees qué no me enteré? Ese animal está preñado, ni siquiera puedes criar un animal, nunca estarás a la altura de un Windsor. Mañana a primera hora te desases de el."
Las lagrimas caen por mis mejillas mientras tapo mi boca para no emitir ni un solo ruido, muerdo mi puño y dejo que las emociones se liberen, caigo al duro piso de mi habitación, se que Lexa no se irá, después de todo mi padre ni siquiera pasa en esta casa y ni siquiera se enterara que sigue aquí, pero es suficiente, es inmenso el poder que tiene sobre mí, como unas pocas palabras pueden romperme tan fácilmente, trato de dejar de llorar, pero es imposible.
Desearía estar en otro lugar, pero tengo tanto miedo.
¿Y si no soy capaz de sobrevivir solo? ¿Y si mi padre tiene razón? ¿Qué haré entonces?
La puerta es abierta, me alejo un poco y me apoyo en la pared, Francesca está aquí, ella se sienta a mi lado y me abraza, yo escondo mi rostro en su cuello y sigo llorando mientras ella acaricia mi espalda, ella está, siempre está y no sé que haría si un día la pierdo.
—Piensa en algo bonito, Ángel. Todo estará bien.—dice en susurros, cierro mis ojos y lo intento.
El recuerdo de esta tarde en el museo junto a ellos, Bruno riendo y siendo molesto, Luisa pareciendo atenta y interesada en cada tema de conversación y Evan, Evan mirándome, sonriendo, sus risas cuando se columpiaba a mi lado esa tarde en casa, su cara de concentración mientras jugábamos ajedrez y mi mano tomando finalmente la suya.
No, no estoy bien, pero lo estaré, Ev.
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