Un chocolate para el éxito
Evan
Mi madre intenta ponerme la corbata y yo huyo de ella ocultando detrás de mi padre, él ríe, los medicamentos que hemos comprado le han ayudado mucho más, sus dolores de espalda han sido menos y ahora no necesita recostarse a cada rato, Elena me mira indignada, pero yo niego una y otra vez con mi cabeza, no iremos a una boda, solo será ir al teatro, no debemos ir tan formales, con el saco y la camisa blanca de vestir es suficiente, incluso sentía que ya había sido demasiado colocarme estos zapatos negros que no tenía ni idea de donde habían salido.
—No, es demasiado, así estoy bien. —dije, mi madre negó con su cabeza, dejó la corbata en la mesa y le acomodó el traje a mi padre.
—¿A qué hora es que empieza? —pregunta Stefano, miro la hora en mi reloj, solo falta una hora, estamos a tiempo de llegar y de todos modos nuestros lugares ya estaban reservados.
—A las seis, llamaré el taxi ya. —dije, saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón negro de vestir. —¿Les hace falta algo?
—Mi bolsa, la dejé en la cama. ¡Ya vuelvo! —Elena caminó a pasos apresurados hasta su habitación y luego salió con su bolsa guindando de uno de sus hombros.
Se veía radiante, totalmente emocionada, para los tres sería una nueva experiencia, si ya me había impresionado aquella vez que pude ver el teatro por dentro, definitivamente ver el arte en escena sería asombroso, también estaba emocionado y nervioso, por Ángel, por Alessia y por Bruno, pero ellos no mostraron nervios o susto en los mensajes que habíamos intercambiado en el grupo, solo parecían igual que nosotros, emocionados.
Estaban hechos para esto, para triunfar y ser el centro de atención.
No era nada malo, se me hacía increíble ver la pasión de sus miradas y el deseo de alcanzar sus sueños cada vez más.
Pasamos a buscar a Luisa en el camino, Gian se quedó con su abuela, aún era muy pequeño para que se quedara quieto por tanto tiempo en una silla, mi mejor amiga se veía preciosa y feliz, sus ojos brillaban de una manera que creí que no volvería ver, Bruno y ella iban avanzando de prisa, pero parecía que a ninguno de los dos le importaba, solo eran ellos dos, juntos. Cuando el taxi se detuvo justo en la Piaza, mi padre le pagó, todos bajamos de prisa, había habido un poco de tráfico, pero aún estábamos a tiempo, apenas estuvimos en la entrada del teatro, casi quise salir huyendo, habían demasiadas personas afuera, el teatro probablemente ya estaba demasiado lleno. ¿Cómo lograríamos entrar?
Entonces mi celular sonó, fruncí el ceño al notar el nombre de Ángel en la pantalla, no creía que tuviera tiempo para hablar, después de todo dentro de pocos minutos tenía que entrar en escena, contesté la llamada.
—Hola, cariño. ¿Ya están en la entrada? —Fue la voz de Anna, su madre, probablemente Ángel le había dado su celular.
—Hola. Sí, estamos aquí, hay una fila enorme. —respondí, ella soltó una leve risita.
—Voy para allá, acérquense más a la entrada. —dijo, asentí y después ella colgó.
—Anna dice que nos acerquemos más y que ya viene. —les dije a todos, Luisa agarró mi mano y nos hizo caminar detrás de ella.
En la entrada, junto a dos hombres bastante altos, estaba la madre de Ángel, tenía un vestido manga larga, azul y con pequeñas flores que estaban en todas partes, este se acoplaba a su cuerpo, se veía más alta, probablemente porque usaba tacones, nos sonrío cálidamente, nos dio un beso en la mejilla a todos y nos hizo caminar de prisa hacía nuestros lugares.
Cuando pude sentarme lo noté, estábamos muy al frente, junto a personas que parecían mejor vestidos que nosotros, pero fue algo que poco me importó, aunque mi madre si me dio un codazo y me recordó lo de la corbata, negué con mi cabeza riendo, Luisa se sentó a mi lado, miraba todo maravillada, sabía que pronto apagarían las luces, Ángel me había dicho que era algo que siempre se hacía, para que todos prestaran su atención al escenario y a la primera escena, esta obra en particular tendría varias.
—¿Sabes quién es el padre de Bruno? —Me preguntó Luisa, negué con mi cabeza. —Él estará aquí esta noche, siempre viene a la primera presentación de la obra.
—¿Y eso te pone nerviosa por qué...?
—Hoy cenaré con ellos, Bruno quiere presentarme a su padre. —dijo muy bajito, la miré entretenido. —No me mires así, tengo que dar una buena presentación.
—Y lo harás, solo se tú, eres una buena persona, Luisa. —respondí, ella soltó un leve suspiro y miró al frente, yo hice lo mismo.
Las luces se apagaron, el ruido de las personas cesó, no sabía cuántas personas estaban en el teatro, pero sabían que eran muchas e imposibles de contar sino tuviera una lista, una tenue luz blanca se posó en el escenario, mostrando cuatro cuerpos, sabía que uno de ellos era de Ángel y otro de Alessia, estaban tirados en el suelo, el ruido leve de una melodía sonó y la obra finalmente empezó.
Mi madre apretó mi brazo, había leído la obra de Shakespeare apenas hace dos días, era bastante retorcida, trágica, algo digno y normal al ser escrito por tan famoso escritor, El sueño de una noche de verano, tantos personajes siendo marionetas, perdidos creyendo que lo que pasaba en ese bosque solo era obra de sus sueños, mi personaje favorito era Puck, ese duendecillo, definitivamente era bueno que a Bruno le tocará aquel personaje tan importante, Lisandro y Hermia, Demetrio y Helena, solo se me hacían parejas que vivían, sufrían y disfrutaban de estar enamorados, eso no los hacía menos importantes, me gustaban, sobretodo Lisandro, pero habían tantos personajes por ver y todos juntos se complementaban de una manera que hacía que no pudieras quitar la mirada del escenario.
Ya había visto a Alessia y a Ángel ensayar, pero ahora con sus vestuarios, sin las risas cómplices, cuando todo parecía tan real, era distinto, me gustaba la forma en que se miraban, como nos hacían creer que realmente estaban enamorados, la obra giraba en torno a esa pareja y otra más, en ese bosque mágico y extraño, donde todo parecía un sueño de verano y que en algún momento iban a despertar.
Me sentí culpable, porque cuando Ángel aparecía en escena solo tenía ojos para él, mis oídos solo escuchaban su voz y mi vista miraba cada uno de sus pasos, casi podía leer cada una de sus expresiones, eran tantas y a la vez ninguna, no había nada de él allí, solo era Lisandro, pero a la vez podía verlo, en sus ojos brillantes, en la leve sonrisa que mostraba de ver en cuando, era algo maravilloso, extraordinario y cuando su boca se estampó contra la de Alessia jadee, porque era fuerte, duradero y parecía un amor eterno y lo desee, quise saber que se sentía, quise entender porque Alessia cerraba sus ojos con fuerza, quise tener mis manos sobre su pecho y sentirlo.
Sentir lo que no debería querer sentir.
Mi decisión era segura, ¿por qué estaba pensando todo esto mientras mis amigos mostraban su arte frente a mí? ¿era simple curiosidad o algo más?
Aun así, no dejé de verlos y de preguntarme una y otra vez, ¿qué se sentiría lo prohibido? Eso me hacía una mala persona, mi sueño estaba al alcance de mis manos, una simple confusión no me detendría, pero, ¿por qué seguía pensándolo? ¿por qué parecía que quería huir?
Lo quería, lo quería muchísimo.
Yo era su Ev y él era mi Ángel.
¿Había sido Luisa la que había metido estos pensamientos en mi cabeza o eran mis propios pensamientos que llevaba ignorando hace semanas?
La obra terminó.
Todos los actores salieron al escenario junto con su director, agradecieron, la mirada de mis tres amigos se posó en nosotros y sonreí, sonreí mucho, aunque en realidad no quería hacerlo, lo habían hecho increíble y mis pensamientos lo habían arruinado todo, junto a mí, Luisa, mis padres, la madre de Ángel hablaban, se habían levantado de sus asientos, mientras yo seguía en el mío, mirando el escenario, ahora vacío.
Sentí una mano en mi hombro, miré hacía arriba detrás de mí, no esperaba ver a esa persona aquí hoy, fruncí el ceño, la madre de Ángel dejó de hablar con entusiasmo sobre lo maravilloso que era su hijo, el señor Windsor estaba aquí y nosotros ni siquiera habíamos notado su presencia, pero ahora el teatro estaba iluminado por completo y Ángel pronto vendría a nosotros después de hablar con aquel director famoso, que también estaría aquí esta noche.
—Fue una buena obra, ¿podrías decirle a mi hijo que lo hizo bien? —me dijo, tragué, asentí, Anna ya se estaba acercando a nosotros. — Gracias.
El hombre soltó mi hombro, me dio la espalda y caminé perdiéndose entre la gente, me levanté de mi asiento, Anna posó sus manos sobre mis hombros, me miró preocupada, asustada.
—¿Estás bien? ¿Te trató mal, cariño?
—No, tranquila. Solo me dijo que le dijera a Ángel que lo hizo bien, que fue una buena obra. —respondí, Anna posó una pequeña sonrisa en su boca. —¿Debería decirle?
—No. ¿Podemos guardar este pequeño secreto entre nosotros? No quiero que su padre arruine su noche. —me dijo, asentí, no me gustaba mentirle a Ángel, pero si ella creía que sería lo correcto, lo haría.
—Genial. Ven, vamos. —Ella soltó mi rostro y tomó mi mano, volvió a verse radiante cuando nos unimos a los demás.
Ángel
Agarro la mano de Alessia, ella me mira extrañada cuando tiro de ella en dirección al director, aún tenemos nuestros vestuarios, pero sé que poco nos importa, Alessia siempre era de las últimas en quitárselo, Sergio me mira sin ninguna expresión en su rostro, pero no se queja de mi acompañante, ambos salimos hasta llegar a uno de los balcones principales, estar allí costaba una fortuna, al parecer a Walter Harkness le gustaba darse lujos.
—¿Qué estás haciendo? —susurró Alessia, le mostré una sonrisita maliciosa y ella suspiró.
Apenas entramos, nuestro director nos presentó, Alessia y yo estrechamos la mano del hombre casi muriendo de los nervios, después de todo era uno de los directores de cine más famosos, realmente lo que queríamos era pedirle una foto y presumirla a todo el mundo, pero fue algo que no hicimos, nos mantuvimos profesionales, tanto como pudimos.
—Es un gusto conocerlos, ustedes dos tienen talento. —dijo, Alessia me metió las uñas en la espalda, parecía que se iba a desmayar, algo de lo que no estaba seguro, porque los dos llevábamos bastante maquillaje, como para poder notar si estábamos pálidos o no. —Me gustaría que ambos vinieran a los Ángeles, podríamos trabajar juntos.
Él sacó unas pequeñas tarjetitas de presentación, le dio una a Alessia y una a mí, mi mano tembló levemente cuando la agarré entre mis dedos.
—Muchas gracias.
—Si se deciden, llámenme. —dijo, asentí, Alessia le mostró una de sus sonrisas brillantes y dejó de clavarme las uñas en la espalda, casi solté un suspiro de alivio.
—Bien, pueden retirarse. —habló Sergio finalmente, Alessia y yo le hicimos caso de inmediato, cuando estuvimos fuera del balcón pudimos escucharlo decir. —Me estás robando dos de mis mejores actores, espero recuerdes eso, Walter.
Alessia cubrió su boca sus manos, probablemente tratando de acallar su grito de emoción, yo solamente mordí mi labio inferior levemente.
Quería ir a ver a mi familia, a mis amigos.
A Evan.
—¡Esto es una locura, Ángel! ¡Tú y yo! ¡En los Ángeles! ¡Con Walter Harkness! —exclamó mientras bajábamos las escaleras hacía los vestidores, Alessia ya se estaba quitando sus aretes.
—No lo digas tan alto, pero sí, es una locura. —dije, ella rio y luego se tiró en mis brazos repartiendo besos en toda mi cara.
—Gracias, gracias. Gracias por llevarme. —dijo, sonreí, no tenía nada que agradecer, ella también merecía esa oportunidad.
Los dos íbamos a triunfar.
Apenas nos libramos del vestuario y de las felicitaciones de nuestros compañeros, Alessia, Bruno y yo corrimos fuera hasta llegar donde nos esperaban, mi madre se tiró encima de mí apenas me vio, no dejaba de decir lo maravilloso que lo había hecho, lo feliz que estaba por mí, Francesca solo me dio un corto abrazo mientras habían lágrimas en sus ojos, le sonreí, definitivamente las dos mujeres que más amaban eran muy sentimentales, cuando finalmente me libré de ellas los padres de Evan me felicitaron en medio de abrazos y sonrisas, cuando me soltaron lo pude ver.
Oh, Evan, ese chico que había conocido y me había prestado su ropa para que audicionara, ahora vestida un traje y se veía malditamente caliente, el blanco y negro definitivamente le quedaban muy bien, agradecí que no tuviera una corbata, porque mis manos picaban porque lo agarrara y lo atrajera a mí tanto como fuera posible, le sonreí, él me sonrío de vuelta y sentí un montón de emociones en mi cuerpo, ¿era acaso eso posible? Sentir tanto, cuando ni siquiera me había tocado.
—Lo hiciste genial, te traje algo...—Evan sacó del bolsillo de su pantalón, un chocolate con una nota, el mismo chocolate que Francesca me había dado cuando iba a audicionar como Lisandro, sentí mis mejillas calientes. —Ten.
Lo agarré de sus manos, nuestros dedos rozándose, miré la nota.
—Un chocolate para el éxito, sé un buen actor. —la leí en voz alta, alcé mi mirada y no me resistí más, lo abracé. —Gracias, Ev.
🌈
—Al parecer el invierno quiere adelantarse este año. —comentó mi madre, ella bebió un sorbo de su copa de vino, sus ojos ya estaban brillantes y parecía ya algo alcoholizada, no tenía mucho aguante, definitivamente había heredado eso de ella.
—Sí, me recuerdan a esas noches de invierno cuando conocí a Stefano. —le siguió la conversación la madre de Evan.
Sus padres, mi madre y Francesca estaban con nosotros, no habíamos hecho una cena formal, simplemente pedimos pizza y la comimos en la gran sala que estaba junto al comedor principal, apenas y me había comido mi tercera rebana de pizza y ya tenía deseos de ir a mi habitación y ocultarme entre las sabanas, odiaba la rayería y esta tormenta parecía furiosa.
—¿Cuándo le robaste su sombrilla a mi padre? —dijo Evan, reí, su madre asintió.
—Fueron buenos momentos. —dijo ella, Francesca sonrío, ella amaba escuchar las historias.
—Tuve la peor gripe de mi vida, pero valió la pena. —dijo Stefano que no dejaba de ver a Elena.
—Me imagino, el amor correspondido es maravilloso. —respondió mi madre melancólica, luego soltó una risilla leve. —Creo que ya no debería tomar más vino.
—Claramente no, yo creo que ya deberías ir a dormir. Te llevaré. —dijo Francesca, me levanté del sofá que compartía con Evan.
—Tranquila, lo haré yo. —dije, Francesca no se quejó, ni mi madre, al parecer si quería irse a la cama más temprano hoy, la abracé de los hombros y la ayudé a levantarse. —Hay una habitación de invitados para ustedes, siéntanse como en su casa, no creo que la tormenta pare pronto.
—Está bien, gracias por su hospitalidad. —respondió Stefano.
Sonreí, no era nada, además así tendría a Evan un rato más para mí.
Alessia se había ido con su madre, al parecer su relación en estos días había mejorado, no me había comentado más, no sabía nada de su padre, solo sabía que era un imbécil abusivo, no regresaría hasta mañana.
Llevé a mi madre hasta su habitación, prendí su luz, la acosté en su cama, no hubieron protesta, me dejó quitarle sus zapatos, prendí su lámpara y cuando me iba a ir, tomó mi mano, me volteé, ella me dio una de sus sonrisas divertidas.
—Ese chico no ha dejado de mirarte en toda la noche. —dijo, rodee mis ojos.
—No digas tonterías, duerme.
Ella no dijo más, apagué su luz, iba a volver a la planta de abajo cuando vi la luz de mi habitación prendida, fruncí el ceño, abrí la puerta, Evan estaba en medio de mi habitación, acariciaba la cabecita de Lexa mientras ella se movía por sus piernas, estaba muy gorda y extrañamente hoy parecía tener más energía, toqué la puerta, Evan alzó su mirada y me dio una sonrisa tímida.
—Mis padres estaban cansados, están en la habitación de invitados, yo...—lo interrumpí.
—Está bien, de todos modos, Alessia no regresará hasta mañana. —le recordé, Evan asintió, yo me estiré un poco y me empecé a quitar mis zapatos, me dolían las piernas y los brazos. —¿Quieres que te preste algo para dormir?
—Eso sería genial, este saco me empieza a molestar.
—Te ves increíble. —Evan soltó una leve risa, me saqué los zapatos, los acomodé junto a los otros y luego alcé mi mirada hacía él, tragué saliva.
Evan se estaba quitando el saco, lo apoyé sobre la cama, empezó a zafarse los botones de las mangas, él no tenía idea de lo que hacía, pero se veía increíblemente atractivo haciéndolo, no sé porque lo hice o me corrijo, sí sabía porque me había levantado y caminado los pocos pasos hasta estar frente a él, lo quería cerca, quería quitarle esas prendas, presionar mi pecho contra el suyo, sentirlo.
—Te ayudo. —Agarré uno de sus brazos y desprendí los dos botones lentamente, su camisa blanca se veía perfectamente aún, lisa, quise arrugarla con mis manos, pero me mantuve quieto, Evan empezó a desprender los botones de su pecho. —¿Quieres el mismo pijama de aquella vez? Creo que está limpio.
—Ángel. —dijo mi nombre, alcé mi mirada a su rostro y deje de ver sus dedos trabajando en los botones.
—¿Si?
—¿Qué se siente besar? ¿Es tan bueno como dice Luisa? —preguntó, di un paso atrás, temiendo de mis acciones, no esperaba esa clase de preguntas.
Rasqué mi nuca, miré a todos lados menos a él, Lexa empezó a maullar y rascar la puerta con sus uñas, le agradecí mentalmente y corrí hasta la puerta, la abrí y la dejé irse, probablemente iría a la cocina a pedirle comida a Francesca, mantuve mi mirada en la madera, sin poder voltearme.
—Si lo significa todo, lo es, es tan bueno como dice Luisa. —dije, escuché las pisadas de Evan acercándose, casi quise rogarle que se fuera, porque mis emociones estaban a mil y no entendía porque justo a ahora me hacía esa clase de pregunta.
—¿Y sino?
—Entonces está bien, no hay pasión, no hay emociones fuera de control, solo es un choque bonito, como un baile lento o rápido, depende del beso. —dije, finalmente me volteé, Evan solo estaba a apenas tres pasos de mí, apoyé mi espalda contra la puerta.
La tormenta seguía siendo igual de fuerte afuera.
—¿Entonces bailas con Alessia? ¿Eso es lo que sientes? —Asiento, trago saliva y Evan se humedece los labios, maldigo. —Yo...
—Tú...—Lo miré unos segundos a los ojos, había tanto allí, tanto que aún no podía entender. —¿Qué sucede? ¿Por qué me haces estás preguntas?
—Quiero saber que se siente, antes de irme, quiero saber que se siente.
Me quedo en blanco, mi boca no se anima a decir ni una sola palabra, me pego más a la puerta, Evan da un paso más y yo apenas balbuceo algo inentendible, paso una mano por mi cabello y casi me quiero pellizcar pensando que este es un sueño, no sería la primera vez que sueño con él y de esta manera.
—Pues, podríamos hablar con Alessia, ella seguro que acepta, a ella le encanta andar repartiendo besos, un día me contó que le enseñó a besar a un amigo del instituto, seguro que si hablamos con ella lo entenderá y bueno... Ella besa bien, es casi una experta, seguro te trata bien. —digo, Evan se ríe, mis mejillas se sienten calientes, miro a mis pies, Evan se sigue moviendo. —¿Por qué te sigues acercando?
—No tengo idea. —murmura, sus zapatos chocan contra mis pies, apenas cubiertos por mis medias, alzo mi mirada, siento que estoy respirando muy fuerte, incluso me puedo escuchar.
—Evan, no creo que esto sea...—Y entonces me interrumpe.
No con palabras, ni un leve sonido, su boca se estampa contra la mía, sus dientes chocan levemente contra los míos, suelto un leve jadeo, su mano totalmente fría se posa en mi mejilla, sus labios se sienten suaves y húmedos contra los míos, se mueven con torpeza, con miedo y en vez de detenerlo, lo sigo, una de mis manos se va a su espalda, lo atraigo a mí, su cuerpo choca contra el mío, todo es tan caliente, tan húmedo, cierro mis ojos, esto está sucediendo, esto es un beso que significa todo y al fin lo estoy sintiendo.
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