Suave y ronco
Ángel
Estaba cansado, muy cansado, el dolor de cabeza, los mareos y el deseo de vomitar el café sobre el desayunador era algo que tenía presente, estaba hecho un lío realmente y Evan estaba aquí, el momento perfecto no era, pero él había venido, se había disculpado y era bueno, sus palabras lo habían hecho sentir mal, porque realmente yo no deseaba que él se sintiera así, pero también estaba esa parte pequeña y vengativa en mí, realmente había tenido unos días horribles, pero probablemente hoy era definitivamente el peor de todos.
Su café no tenía los tres sobres de azúcar y no sabía ahora si era la resaca actuando o su asco por el café negro, es que simplemente no podía tomar un sorbo más, pero a la vez también me daba pena despreciar el café que él había hecho para mí y Alessia.
—Está bien. —dijo finalmente Evan después de un rato en silencio, yo apoyé mi frente sobre el desayunador. —Pero que sepas que realmente te quiero, Ángel. Sigues siendo mi amigo.
Él se levantó de la silla cabizbajo y resignado y yo no puede soportarlo, reí a carcajadas, a pesar del dolor, sueño y cansancio, porque yo no podía pedirle un tiempo a Evan, yo lo quería en mi vida todo lo que fuera posible y quizás Bruno se molestaría por mi decisión, porque tenía razón, yo no debía temer por decir mi orientación sexual, no debía dar tiempos para que comprendieran, porque eso se aceptaba sin más, al igual que yo había aceptado los nulos gustos de él, pero estaba bien, porque era Evan.
Mi Ev y él, él valía la pena.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó, detuvo sus pasos, yo me volteé y lo miré.
—Ahora sabes lo que se siente, que fue horrible que fuera lo único que me dijeras. —dije, Evan me miró descojonado. —Ven, ya no apesto, Ev. Dame un abrazo.
Entonces vi cuando su rostro se iluminó, sonreí, él hizo lo mismo, caminó a pasos rápidos y me estrechó en sus brazos, yo acaricié su cabello con mis dedos y respiré su aroma, quise quedarme en ese momento por siempre, porque se sentía bien, porque éramos amigos y algo había cambiado, ya no tenía que esconderme, Evan comprendía, quizás había alguna que otra cosa que aclarar, pero ya lo hablaríamos después, ahora teníamos esto y era tan valioso. Sin embargo, siempre había algo que podía arruinar el momento y en este caso fue mi estómago, definitivamente no me sentía bien y no volvería a salir en mi vida con Alessia, ya recordaba porque había dejado las fiestas de lado, estas solo acababan con mi estado físico y mental.
—Oh mierda, creo que voy a vomitar de nuevo. —balbuceé sintiendo la arcada en mi garganta, Evan me soltó rápidamente y yo corrí hacía el baño de visitas.
El café no duró ni media hora en mi sistema y el sabor asqueroso en mi garganta no ayudaba, bajé la palanca, me tiré en el piso y aparté algunos mechones húmedos que se pegaban en mi frente, Evan llegó rato después con una botella con agua entre sus manos, la puso en el suelo y se sentó en el piso, no junto a mí, en el marco de la puerta, me miró y yo lloriqueé como un niño pequeño mientras abrazaba mi abdomen.
—Me siento muy mal, no volveré a tomar en mi vida. —dije, apoyé mi cabeza contra la pared, Evan empujó la botella de agua hacía mí, yo la abrí y bebí un leve sorbo.
—¿Por qué tomaste? —preguntó.
—Estaba celebrando, Walter Harkness vendrá a verme en la primera función de la obra. —le conté, este frunció el ceño sin entender de quien le hablaba. —Es uno de los mejores directores de cine, ¿nunca habías escuchado sobre él?
—No, creo que estoy algo perdido, pero me alegro mucho por ti, Ángel. —respondió, yo asentí. —¿Y por qué irá?
—Sergio dice que quizás tenga oportunidad para superarme, no lo sé, quizás salir en alguna película o serie. —dije, realmente estaba emocionado. —Tengo que dar una buena impresión, no puedo defraudar a Sergio.
—¿Y realmente quieres eso? —preguntó, asentí varias veces y una pequeña sonrisa se posó en mis labios.
—No quiero detenerme, quiero viajar por el mundo, quiero que mi nombre sea mencionado por todas partes. —contesté, acaricié mi abdomen, miré a Evan. —Quizás suene estúpido, pero quiero ser recordado, quiero dejar mi marca.
—Es un buen sueño. —respondió.
—Lo cumpliré. —murmuré bajito a pesar de que no estaba seguro de mis palabras, Evan se levantó del suelo.
—Oh, estoy seguro de que lo harás. —dijo, metió su mano en el bolsillo de su pantalón y sacó su celular. —No soy tan buen cocinero como tú, pero creo que deberías de comer algo.
—Mientras no me des café negro de nuevo. —contesté, Evan rio y yo me levanté del suelo.
🌈
—¡A levantarse! ¡Llegué! —gritó Bruno tirándose en la cama, aplastándome a mí y a Alessia en el camino, gruñí y oculté mi rostro en mi almohada. —No eres ningún animal para que me andes gruñendo, Ángel.
—Te odio. —respondí, él apoyó todo su cuerpo sobre mí, Alessia ni se movió, pero probablemente ya estaba despierta y nos estaba ignorando. —¿Qué hora es?
—Las cuatro de la tarde. —respondió.
Apenas y había dormido, Evan ya se había ido, pero se quedó junto a nosotros hasta Alessia y yo comimos la sopa que había preparado y se aseguró de que estaríamos bien, creo que entre dormido y despierto le agradecí, no estaba muy seguro, le escribiría para asegurarme, Bruno empezó a darme palmadas en la espalda, nunca había deseado deshacerme de él tanto como hoy, solo quería dormir, mis piernas me dolían, mis parpados pesaban, tenía la boca seca, ya no me dolía la cabeza, pero estaba muy cansado.
—Evan me escribió, tienes mucho que contarme, Ángel. —me decía Bruno, fingí ronquidos. —¡Ángel!
—No grites, déjanos dormir. —murmuró Alessia finalmente haciendo acto de presencia.
—Oh, vi las historias que subiste, definitivamente la pasaron genial ayer. —le dijo Bruno y yo gemí, ahí quedaba mi reputación por el suelo seguramente.
—Alessia borra todo eso. —le pedí.
—Igual ya lo vieron como doscientas personas, da igual. —me respondió, traté de asfixiarme con la almohada. —Agradece que no te grabé con el taxista, es que andabas muy atrevido anoche, Ángel.
—¿Qué le hizo al taxista? —preguntó Bruno.
—Lo besó, pero así, súper intenso, creo que hasta hubo lengua. —contestó ella, Bruno se carcajeó.
—¡Ni lo recuerdo! —exclamé, me giré, Bruno cayó en medio de los dos, yo miré el techo y quité las lagañas de mi rostro.
Mi celular sonó desde la mesita de noche, estiré mi brazo y lo tomé, cerré un poco mis ojos tratando de acostumbrarme a la luz de la pantalla y finalmente vi su mensaje.
Evan: ¿Te sientes mejor?
Ángel: Sí, gracias por todo.
Sentí la respiración de Bruno sobre mi hombro, él también miraba la pantalla, lo bloquee, mi mejor amigo me dio una leve palmada en el pecho, Alessia veía tonterías en su celular que la hacían reír y preferí no preguntar temiendo que yo fuera la razón de sus risas, apoyé mi celular sobre mi pecho y miré el techo de la habitación.
—¿Cómo entraste? —pregunté.
—Francesca ya llegó, al parecer estabas tan mal que ni notaste que ella se quedó con Evan hablando en la cocina, porque eso fue lo que ella me dijo. —dijo, Bruno agarró una de mis manos y me sacó las mentiras de los dedos, no me quejé. —Pero igual ya sabía que Evan había estado aquí, vine porque él me escribió.
—¿Qué te dijo? —pregunté.
—No mucho, me dijo que estabas con resaca y que lo sentía.
—¿Te pidió disculpas? —pregunté confundido.
—Sí, supongo que notó que yo también me había alejado.
—¿Te alejaste?
—Sí, no estaba hablando mucho con Luisa estos días, preferí tomar distancia, estaba molesto, no quería terminar diciéndole que su mejor amigo era un estúpido. —respondió, emití un sonido afirmativo. —Sigo creyendo que no estuvo bien, no debió reaccionar así, pero si lo quieres en tu vida lo comprendo.
—Lo sé, Bruno.
—¿Estás bien? —Él agarró mi otra mano.
—Lo estoy, tengo mucho por lo que estar feliz.
Lexa entró a la habitación maullando varias veces, apenas se subió a la cama la tomé y la abracé contra mi pecho, el embarazo iba avanzando lentamente, pero definitivamente era una gata más vaga de normal, besé su naricita fría y sonreí, ella ronroneó, Bruno no dijo nada más, los tres nos quedamos en silencio sobre la cama, cada uno con sus pensamientos, hasta que después de varios minutos el estómago de Alessia rugió y los tres reímos.
—¡Muero de hambre! ¡Cenemos ya! —se quejó.
Evan
No cené con mis padres, no porque no quisiera, apenas mi madre me había visto entrar a casa había huido de mi hacía su habitación, no parecía que la conversación con mi padre hubiera ayudada, parecía igual de enojada y resentida cuando la realidad es que el que debía estar molesto era yo, pero aun así preferí mantener la distancia, ya luego me levantaría más tarde y comería algo, mantuve mi espalda contra el cabecero de la cama mientras veía mi celular entre mis manos, finalmente me decidí y llamé a Luisa.
—¡Gian deja eso! No se debe jugar con la comida, cariño. —Fue lo primero que escuché cuando aceptó la llamada, sonreí. —Hola, Evan. ¿Qué pasa?
—Finalmente fui a ver a Ángel. —respondí.
—¿Y bien? ¿Qué sucedió? —preguntó emocionada, suspiré. —Uy, eso no suena bien. ¿Qué te dijo?
—Todo bien, tranquila. Seguimos siendo amigos. —contesté, Luisa soltó un suspiro de alivio y luego se escuchó el ruido de algo cayéndose.
—¡Gian! —exclamó.
—¿Todo bien? —pregunté preocupado.
—No lo sé, hoy no se despertó de buen humor, ha tirado su plato de comida al suelo. —contó, la imaginé totalmente estresada, ella odiaba los desperdicios de comida. —¿Podemos hablar después? Tengo que recoger esto y...
—Está bien, tranquila Luisa. Luego te contaré.
—Podrías pasarte por el restaurante mañana, te invito a unas papas.
—Perfecto, nos vemos entonces.
Ella no esperó más y colgó, probablemente estaba cansada y que Gian se estuviera comportando así no ayudaba, después de todo solo eran ellos dos, más su trabajo, la universidad, realmente la admiraba, no era una rutina sencilla, recordar la manera en que a veces me hablaba de su marido hizo que sintiera una leve presión en mi pecho, ella realmente lo amaba, realmente se había imaginado su vida junto a aquel hombre, pero la vida se lo había arrebatado demasiado pronto como ella decía, llegué a temer que se cerraría a conocer a alguien más, pero en pequeños pasos parecía ser que Bruno estaba logrando entrar a su vida llenándola de emociones, sentimientos nuevos y eso me hacía feliz, quería que Luisa feliz, solo que temía que las cosas salieran mal y que ella una vez más quedara destrozada, porque quizás, quizás yo no estaría para sostenerla.
Ángel: ¿Podemos fingir que nunca me viste vomitando y en tan mal estado?
Reí al leer su mensaje, realmente Ángel no era una muy buena imagen que recordar en ese estado, incluso se me erizaron los vellos de mis brazos al recordar el olor que se desprendía de su baño, definitivamente había ido en un muy mal momento, pero al menos le había ayudado y ahora no estaba en tan mal estado por lo que me había dicho, al igual que Alessia.
Evan: Creo que nunca lo olvidaré, pero tranquilo, podemos fingir que nunca pasó.
Ángel: Te lo agradecería, ya tengo suficiente con Alessia mencionándome todo lo que hice anoche.
Ángel: ¿Qué estás haciendo?
Evan: Nada, esperando que sea lo suficiente tarde para ir por algo de cenar.
Ángel: ¿Por qué aún no has cenado? Siempre cenan temprano.
Evan: Mi madre.
No fue necesario decir más, Ángel lo entendía, después unos pocos minutos una llamada entrante de su parte hizo que abriera mis ojos y mirara la pantalla de mi celular nuevamente, miré la hora, probablemente mis padres aún no estaban dormidos, acepté la llamada y coloqué el celular contra mi oreja esperando escuchar su voz, pero no fue la voz que escuché.
—Hola, Evan. —saludó Alessia, su voz sonaba alegre.
—Hola.
—¿Quieres salir con nosotros mañana? Un pajarito me contó que ya no estás en semana de exámenes.
Ya suponía yo quien había sido.
—Alessia no me gusta mucho eso de las fiestas, es más, nunca he ido a ninguna. —murmuré algo avergonzado de estar rechazando su propuesta. —Pero pásenlo bien.
—¿Estás loco? Creo que Ángel no volverá a salir en ese plan conmigo nunca. Yo estaba pensando más bien en ir a acampar. —contestó, suspiré aliviado. —¿Te acuerdas qué les había dicho? Pues me recomendaron un lugar increíble. ¡No seas necio, Ángel! ¡Evan no es solo tuyo! —gritó al final Alessia haciendo que alejara el celular un poco de mi oreja, se escucharon golpes contra la madera, probablemente ella estaba encerrada en el baño. —¿Qué dices? ¿Aceptas?
—Supongo que sería divertido, igual tengo este fin de semana libre. —respondí finalmente, Alessia chilló y yo alejé mucho más mi celular.
—¡Perfecto! Hablaré con Luisa, aún estoy intentando convencerla. ¡Te devuelvo a tu chico! —la escuché decir, murmuré un leve adiós.
—Dime por favor que le dijiste que no. —Escuché la voz de Ángel finalmente.
Me levanté de mi cama y fui a la cocina con mi celular contra mi oreja, por suerte mi madre no estaba lo suficientemente molesta conmigo, mi comida estaba en el microondas, le puse dos minutos mientras me acomodaba mi camiseta de dormir.
—¿Debí decirle que no? Se escuchaba tan entusiasmada. —murmuré.
—Seguro tendremos que dormir en el suelo, nos picarán los mosquitos y Alessia nos hará emborracharnos. —respondió, negué con mi cabeza, ni siquiera pasaba por mi mente beber una cerveza. —Y eso sería lo mínimo.
—¿Podría pasar algo peor?
—Podríamos morir, quien sabe dónde nos llevará, espero no sea un área protegida. —dijo lo último levemente, como si fuera para él mismo, me plantee ahora rechazar la invitación. —Pero bueno, ya aceptaste, donde tú vayas yo iré.
—Eso al menos me alivia un poco, solo por favor no tomes. —contesté, saqué mi comida del microondas, agarré una cuchara y empecé a comer.
—Créeme, no volveré a tomar en mi vida. —respondió enseguida.
No respondí, estaba hambriento y la comida de mi madre era la mejor.
—¿Evan?
—¿Si? —Medio hablé.
—Gracias por no irte, a pesar de ser un desastre de vomito esta mañana y ya sabes, por todo lo demás. —dijo, sonreí tristemente, yo era él que debería agradecerle a él por perdonarme.
—No tienes que agradecer, fui un imbécil. —murmuré apenas, escuché a Ángel soltar un jadeo.
—Oh, por favor, no vuelvas a decir malas palabras. —dijo, reí y seguí comiendo. —Habló en serio, tú no eres así.
—Fue lo que Bruno dijo y aunque creo que es un poco fuerte, resume en pocas palabras lo que...—Ángel me interrumpe.
—Bueno, pero no lo digas en voz alta.
—¿Es tan raro?
—¿Qué? —preguntó.
Terminé de comer, dejé el plato sobre el lavaplatos, limpié mi boca con una servilleta y luego la tiré en el basurero, finalmente volví a mi habitación y me tiré en mi cama.
—Escucharme diciendo malas palabras o como sea.
—Evan, si te escuchara maldecir creo que saldría huyendo. —respondió.
—Por suerte no me escucharás. —dije, solté un leve bostezo.
—Parece que fue una semana difícil, ¿Has dormido bien?
—No realmente, he pasado estudiando la mayoría del tiempo. —contesté, Ángel suspiró al otro lado. —¿Tú?
—Oh, definitivamente he dormido mejor que tú, aunque Alessia a veces es algo molesta. —respondió, negué con mi cabeza. —A veces se tira pedos apestosos o me abraza.
—¿Nunca te gustado una chica? —La pregunta salió de mis labios sin ni siquiera pensarlo.
—No, creo que no. —respondió, me quedé en silencio sin saber bien que responder, Ángel siguió hablando. —¿Y a ti?
—No, nunca. —Pasé una mano por mi frente, estaba caliente y me dolía un poco la cabeza. —Tampoco tuve mucho tiempo como para pensar en ello.
—¿Por qué?
—No lo sé, en mi adolescencia solo podía pensar en dos cosas: En mis padres, en Dios y en todo lo que pudiera leer sobre ello. —contesté sincero, quizás desde ese entonces mi futuro ya estaba escrito.
—¿Y nunca hicieron nada? —preguntó, fruncí el ceño sin entender, probablemente Ángel lo pensó. —Las chicas, las hormonas en esa época son bastante... Bueno.
—Hubo una vez, una chica intentó besarme en la cena de graduación. —conté, el recuerdo pasó por mi mente fugazmente. —Pero prácticamente salí huyendo y no la volví a ver jamás.
—Nunca has besado a nadie.
—No, nunca lo he hecho. —dije afirmando lo que él había afirmado, ya que su respuesta no sonó como una pregunta, solté otro bostezo.
—Debería dejarte dormir. —dijo después de un rato en silencio, prácticamente pegué mi celular a mi oreja.
—No, quédate un rato más. —pedí.
—¿Quieres que te cante? —preguntó y una amplia sonrisa se plantó en mi rostro.
—Me encantaría.
Ángel se quedó en silencio por un gran rato, sabía que no había colgado porque podía escuchar el sonido breve de la brisa, probablemente estaba fuera de su casa, lo imaginé sobre un columpio, columpiándose levemente, cerré mis ojos y finalmente lo escuché, su voz sonó levemente, casi como un susurro hasta que tuvo un poco más confianza y se elevó, era un tono suave, un poco ronco, no era la voz más hermoso que hubiera escuchado, pero estaba bien, coloqué las sabanas sobre mí y permití que su voz fuera lo único que invadiera mi mente, deje de sentir la presión en mi frente y en ningún momento dejé de escuchar su voz.
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