Epílogo

Una boda distinta.

Seis años después.

Narrado en tercera persona.

Muchos corrían de un lado a otro, aunque a la novia parecía que poco le importaba que su maquillaje no estuviera listo, esa mujer en lo único que podía pensar es que finalmente después de años, su grupo volvería a reunirse, pero no era una emoción alegre lo que ella sentía, eran mucho nervios, finalmente su futuro esposo volvería a ver a su mejor amigo después de casi un año y Luisa, ella no extrañaba a su mejor amigo, porque el suyo estaba cerca y podía verlo cada domingo antes y después de misa, aunque si extrañaba a esa mujer que su hijo seguía llamando princesa, después de todo esas dos mujeres se habían mantenido en contacto a pesar de la distancia, se habían vuelto tan unidas, que ahora las despedidas en el aeropuerto siempre terminaban siendo mocosas y llenas de lágrimas, pero ellas nunca se decían adiós, siempre era un hasta pronto.

Luisa se sentía nerviosa, no por la boda o por Alessia.

Ella tenía miedo por esos dos chicos que se habían conocido hace ya varios años, uno había caído y ensuciado sus ropas y el otro le había ayudado sin ni siquiera dudarlo, porque era lo que siempre hacia por los demás.

Uno era su mejor amigo y el otro el mejor amigo de su marido.

Y los dos habían sido cercanos, tanto que llegaron a quererse.

Bruno y Luisa estaban eternamente agradecidos con ellos, porque gracias a esa amistad, ellos dos se habían encontrado.

Pero el tiempo había pasado, nadie sabía lo que los había distanciado, pero esos dos habían dejado de hablarse, a todos les tomó por sorpresa, siempre encontraban la manera de evitarse, en los primeros cuatro años no fue difícil, Evan ni siquiera estaba presente por su seminario, pero después, se rechazaban invitaciones, se buscaban excusas, siempre había una razón, ninguno se había visto en años, ni siquiera habían preguntado por el otro y era algo que dolía, no solo a Luisa, Bruno y Alessia también se mostraban afectados, dolidos.

Y Bruno tampoco dejaba de pensarlo, estaba igual de nervioso o peor que su mujer, este sentía que la corbata le cortaba la respiración, pero su hermano ya se la había arreglado y temía estropearla, las palmas de sus manos sudaban y no le ayudaba en anda ver a su mejor amigo, este se mantenía tan sereno y tranquilo que era aún más preocupante, estaba mejor vestido que él, era algo que siempre pasaba, su traje parecía hecho a la medida y probablemente lo era, ese tipo de cosas no había cambiado entre ellos, Ángel siempre parecía demasiado limpio comparado con él, por la mente de Bruno pasó la idea de pedirle que se cambiaran de ropa, así él se vería más presentable en su boda, pero resistió el impulso, no era algo que le molestara realmente, además de que temía abrir la boca y hacer que su mejor amigo huyera de su boda, no quería que algo así pasara.

La realidad era muy distinta a lo que Bruno pensaba, Ángel no estaba nada tranquilo o sereno, pero había aprendido tanto tras años de actuación, que incluso allí se sentía en escena, mostrando a la calma y la tranquilidad, cuando en realidad era un manojo de emociones desbordadas, él llevaba demasiado tiempo sin ver a su mejor amigo, no sabía cómo comportarse frente a él, no sabía cómo ser él mismo, lo extrañaba, claramente lo hacía, pero la distancia los había cambiado y esa amistad tan unida ya no lo era, Ángel sabía que Bruno estaba nervioso, pero lo ignoró, no sabía que decirle para ayudarlo, prefirió sacar su celular del bolsillo, se me metió en el chat principal, esperó un mensaje que nunca llegó, porque así era su vida, podía tener suerte, éxito, pero no amor, él no estaba destinado para algo tan grande, no era suficiente.

Una mujer de vestido largo y floreado caminaba de un lado a otro justo fuera de la habitación de la novia, ella mecía a una bebé de apenas un año en sus brazos, estaba emocionada por estar de nuevo en Italia, en realidad estaba emocionada por muchas cosas, porque ella siempre era así, ella miraba su bebé con adoración, como si fuera lo más lindo que alguna vez había visto, incluso cuando no había sido planeado, ella se había emocionado tanto con la noticia de traer algo suyo al mundo, los años no la habían cambiado demasiado, seguía siendo la misma y alegre Alessia, solo había madurado y ahora tenía algunas estrías en el abdomen que presumía con mucho entusiasmo. Ella no estaba nerviosa o preocupada, se sentía emocionada y con una leve molestia, pero no más.

Y luego estaba él, Evan tampoco había cambiado mucho, su cabello era más corto, yo no estorbaban su visión los largos mechones, había vuelto a usar gel para peinarlo, no le gustaba que lo vieran como alguien muy joven, pero lo era, no importaba cuanto gel usara o que tan erguido anduviera, sus pecas siempre impactaban y su atractivo hacía que muchas mujeres buscaran tontas excusas para ir a verlo a la iglesia, era algo que él ignoraba. Él estaba nervioso, no por algún invitado en específico, sería apenas la tercera vez que casaría a una pareja, sentía demasiada presión en sus hombros, porque incluso ellos eran sus amigos, la novia era su mejor amiga, quería que todo fuera un bello recuerdo, un momento único y extraordinario.

Cuando Alessia notó que faltaba poco para la boda, fue corriendo hasta donde su madre, le encargó su hija a su madre, recordándose que solo serían unos minutos, luego fue corriendo hasta donde su amiga estaba, finalmente el maquillaje estaba terminado, ambas se dieron un fuerte abrazo, Alessia siempre tenía las palabras correctas para decir y escuchar las palabras de ayuda de su amiga, hicieron que Luisa se sintiera un poco mejor. Ángel finalmente se levantó de la silla en la que llevaba rato sentado, él casi siempre huía de los abrazos, por eso tomó tanto por sorpresa a Bruno cuando su mejor amigo o estrechó contra sus brazos, haciendo incluso que sus pies quedaran sobre el aire, pero recibió ese abrazo gustoso, porque en ese momento se sintió cerca de él.

—Te amo y estoy muy feliz por ti.—le susurró al oído, Bruno ya andaba tan sentimental por solo el abrazo que quiso llorar ahí mismo, pero se contuvo.

Ambos entraron a la iglesia y se colocaron en sus lugares, ambos sonreían.

Pero entonces Ángel dejó de sonreír y Bruno miró detrás de él, Evan finalmente había aparecido, caminó unos pocos pasos hasta estar justo frente a Bruno, ya todos los invitados estaban presentes, incluso los padres de Evan, Ángel tuvo deseos de acercarse, preguntarles como habían estado, pedirles disculpas por alejarse, pero se mantuvo en su lugar, manteniendo su expresión neutra, Alessia que llegó corriendo hasta estar junto a Ángel, ella apoyó su mano sobre el hombro de su amigo y se acomodó el zapato del pie izquierdo con su otra mano, luego miró hacía atrás emocionada, sin parar de decir que Luisa ya venía.

La novia estaba bellísima, todos lo pensaron, esta entraba agarrada del brazo de su madre, no era algo muy normal, pero nadie se había quejado o juzgado cuando Luisa había dicho que prefería que su madre la entregará en el altar, la música sonaba levemente mientras esas dos mujeres se acercaban olía a flores, madera y la estructura de la iglesia era vieja y bonita, Ángel miró a su mejor amigo, temiendo que sus ojos se desviaran y miraran al sacerdote, Bruno había prometido no llorar, pero ahí estaba fallando en el intento, porque sus lágrimas mojaban sus mejillas y él las limpiaba con torpeza. Se veía tan enamorado.

Evan sintió que sus manos sudaban y probablemente lo hacían, su mejor amiga se posó frente a él, después de que su madre la entregara a Bruno con una amenaza muy sutil y encantadora, todos lo estaban esperando, él debía dar inicio a la ceremonia, su mejor amiga le sonrío tranquilamente y finalmente su voz salió, con calma, sin prisas, porque ese momento era especial y él daría lo mejor de sí mismo y pronto tomó confianza, se sintió como aquellas veces que daba misa en esa misma iglesia.

Ángel recordaba la última vez que había entrado a una iglesia, había sido por ese mismo hombre que ahora hablaba y que todos escuchaban con atención, Ángel no había prestado atención esa vez, pero ahora lo hacía, escuchaba cada palabra, Evan hablaba de amor, compromiso, cariño, fe y respeto, porque en sus discursos no había discriminación o desigualdad, porque Evan no era como todos los sacerdotes, era especial, escuchaba a las personas, las respetaba y no juzgaba, era algo que Bruno le había mencionado una vez, pero ahora lo podía notar, era tan cierto y a la vez tan falso.

Él si juzgaba, se juzgaba a el mismo, creía en el perdón, pero no creí que podría ser perdonado jamás.

Los votos de la pareja hicieron llorar a varios, Alessia incluida, ella había agarrado el pañuelo del trajo de Ángel y se había sonado los mocos con poco disimulo, incluso Luisa había dejado de mirar a Bruno por instante y la miró, Alessia le pidió una disculpa con la mirada, sus mejillas se habían sonrojado, intentó volver a meter el pañuelo en el traje de Ángel ye este se alejó mirándola horrorizado.

Un joven Gian se acercó con los anillos, ya no era un niño había dicho él, ahora tenía diez años, hablaba hasta por los codos y adoraba a sus tíos, porque para él Alessia, Ángel y Evan eran eso, parte de su familia, al igual que su padre, no el que estaba en el cielo y que recordaba como un buen hombre gracias a las historias de su madre, hablaba de Bruno, el mismo hombre bromista que usaba camisas de colores y siempre lo abrazaba desde que tenía memoria.

Ellos se juraron amor eterno ante Dios y cuando Evan finalmente dijo la frase final todos aplaudieron, Bruno tomó a Luisa de la cintura y la besó, la besó con tanto cariño, con tanto amor, que Evan supo que había hecho bien esa vez que había prestado sus prendas a un desconocido, porque de lo contrario ahora su amiga no estaría casada y sería tan feliz.

Pero un recuerdo amargo pasó por su mente, esa vez que había fallado terriblemente, se culpaba a él mismo, porque el chico que lo había acompañado ene se momento no tenía culpa de nada y aún así su mirada se posó unos pocos segundos sobre él, se veía bien, los años le habían ayudado, no se había permitido en años recordarlo, había fingido muy bien, para Evan todo había sido un sueño extraño, como le había dicho Ángel aquella vez.

Ángel dejó de ver a la pareja feliz recién casados, el sacerdote ahora no lo miraba, pero él si lo miró detalladamente esta vez, se mantuvo firme, sin que los muros cayeran, porque él sabía actuar, incluso frente al único hombre que lo había hecho sentir tanto, Ángel si lo recordaba, trataba de mantener en su memoria esos momentos felices que había vivido a su lado, porque eran esos mismos recuerdos los que lo hacían seguir cuando sentía que ya no podía más, pero era algo que jamás aceptaría en voz alta, mucho menos esa noche de invierno, pero recordar ya no dolía, solo eran eso, recuerdos bonitos que mantenía presentes.

Ambos extrañaban los inicios, eso no podían negarlo, esa amistad que poco a poco se fue perdiendo hasta que no quedó nada.

Pero el tiempo había pasado, Ángel no lo había esperado y Evan no lo había buscado, quizás sus palabras ese día que se habían dicho que todo había sido un sueño habían sido demasiado extremistas, pero las oportunidades se habían acabado, ambos sabían que ya nada volvería a ser igual, no después de lo que había sucedido, no ahora que sus vidas eran tan diferentes, porque al final Ángel había tenido razón, sus destinos ya estaban escritos, Evan era sacerdote y Ángel era un actor exitoso, ese había sido el sueño de ambos y lo habían cumplido.

No hubieron sensaciones extrañas en el vientre, no hubo ningún sentimiento del pasado, ni siquiera enojo o tristeza cuando finalmente se acercaron, ya habían salido de la iglesia y estaban todos los invitados justo en la entrada, Luisa dejó de hablar con Bruno y Alessia, los tres miraron para nada disimulados a esos dos hombres que habían sido tan amigos y ahora no lo eran.

—Hola, es bueno verte.—le dijo Ángel a Evan, no se tocaron, pero estaban a pocos pasos, Evan le sonrío.—Te ves bien, te luce la túnica.

—Gracias, también me alegra verte. Estás muy diferente, en el buen sentido.—respondió él y entonces algo no muy diferente al pasado sucedió, Evan estornudó, una, dos veces.—Veo que sigues usando el mismo perfume.

—Sigue siendo mi favorito, eso no cambió.—respondió, Ángel se alejó un poco más de Evan, no quería causarle más alergia.

Y ya no había más que decir.

Eso fue todo, nada más sucedió, dos personas que habían sentido tanto el uno por el otro pasaron una tarde y parte de la noche a pocos metros de distancia, no hubo drama, momentos incomodos, el lugar donde se festejaba la boda de los recién casados era bastante amplio, por lo que no tuvieron que interactuar más, Bruno y Luisa no se animaron a preguntar nada, ambos prefirieron callar lo que pensaban o ignorarlo, a excepción de Alessia, ella nunca se callaba y en un momento de la noche, ella si se acercó a Evan a pasos decididos.

—Él reza todas las noches, sé que no está bien escuchar, pero dice tu nombre.—le dijo, Evan pareció confundido, hasta que comprendió de quien hablaba.—Creo que teme por ti, después de todo no juzgas a los demás, pero a ti mismo sí.

Ella no dijo nada más, supo que no era necesario, Evan lo había entendido, Alessia no era tonta, a veces fingía que lo era, era lo bueno de ser actriz, sabía que entre Ángel y Evan había pasado más que una amistad, no necesitaba que su mejor amigo lo dijera en voz alta para entenderlo, él fingía que había sido solo un sueño, pero había sido real y ella siempre estaría del lado de su Romeo, pasara lo que pasara, esa mujer de vestidos de flores no podía fingir, no le importaba ver el mundo arder si con eso lograba proteger a sus amigos.

Bruno si notó cuando Alessia se acercó a Evan, no dijo nada, tampoco preguntó, pero supuso lo que su amiga estaba haciendo y se sintió mal, porque quiso que todo fuera como antes, que su grupo de amigos no estuviera disperso, pero lo entendió, el tiempo había pasado y él aún seguía teniendo pequeños malos recuerdos que no lo permitían del todo llevarse tan bien con el mejor amigo de su esposa, incluso a veces se sentía culpable, porque sentía que había descuidado a Ángel, no debió permitir que él regresara después de lo mal que había hecho sentir a su mejor amigo cuando le había pedido tiempo para entenderlo, pero nadie podía cambiar el pasado y ahora todo era tan distinto.

Ese grupo de amigos había crecido, todos estaban donde se supone que debían estar, habían sacrificado y perdido demasiado, pero eran humanos, no todos eran completamente felices, pero lo intentaban cada día, porque ese era el punto de la vida, tropezarse y volverse a levantar.

En un punto de la noche Evan se despidió de su mejor amiga, caminó hasta la iglesia, miró la gran estructura blanca, cerro sus ojos y respiró el aire fresco, el viento le hizo cosquillas, se persignó y se sintió bien, en su hogar, luego llamó un taxi y regreso a su casa, junto a sus padres. Fue diferente para Ángel, él se fue mucho más tarde de la celebración y apenas llegó a su habitación de hotel se tiró en la cama, no le importó que su traje caro se arrugara, estuvo a punto de dormirse cuando su celular vibró en su bolsillo, lo sacó y miró la pantalla con una media sonrisa, quizás esta vez sí tendría algo de amor en su vida.

Fin. 

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