Acampar no es tan malo
Evan
Mis pensamientos seguían torturándome una y otra vez, por un momento había creído que después de disculparme y que él me perdonara era suficiente, pero no fue así, aún seguía sintiendo esa extraña sensación en mi pecho y el recuerdo de Ángel teniendo una crisis frente a mí era constante, incluso hoy mientras todos caminábamos en busca del lugar indicado para poner las tiendas de acampar, todos me trataban bien, incluso Bruno a pesar de que sentía que había un poco de resentimiento en su mirada y una gran parte de mí quería un castigo, sentía que no los merecía, que no merecía a Ángel.
—¡Compré malvaviscos! —gritó Luisa, Alessia la rodeó con su brazo totalmente feliz, desde que nos habíamos saludado ella no había dejado de brincar y sonreír.
—Eso es genial, haremos una fogata. —dijo Bruno, Alessia asintió varias veces, Ángel a mi lado soltó un suspiro agotado. —Tú corres maratones y ahora te quejas de una pequeña subida. —Bruno volteó su rostro hacía atrás mirando a Ángel.
—No me he quejado. —respondió este, bebí un sorbo de mi botella de agua. —De todos modos, esta mañana yo salí a correr, así que tengo derecho a estar cansado.
—Claro que no. —respondió Bruno como si fuera obvio, luego volteó su mirada al frente. —Pero yo si estoy cansado. ¿Cuánto falta, Alessia?
—Una bajada más y llegaremos al río, me dijeron que cerca de este hay zonas bastante planas donde podemos acomodarnos.
Después de más de una bajada, el río se escuchaba más cerca y ya se podía ver a poca distancia, faltaba poco para que anocheciera así que todos nos pusimos a ordenar las cosas y a armar las tiendas, Ángel estaba muy callado, algo bastante extraño, mientras los demás no dejaban de conversar de cualquier cosa que pasara por sus mentes, yo me uní a la conversación varias veces, después, cuando el sol empezaba a ocultarse y se reflejaba sobre el río, me senté junto a él en un tronco, justo frente a la fogata que estaban armando los demás para comer malvaviscos.
—¿Estás bien?
—No dejo de pensar en mi padre, supongo que también es todo lo demás. —respondió, asentí y miré al frente, la corriente del agua era calmada, ya quería que fuera mañana.
—¿Qué es todo lo demás?
—No quiero dejarlas, son mi familia. —Ángel pasó una mano por su cabello, estaba demasiado desordenado ya, probablemente el mío igual. —Anna jamás lo dejará, no importa que haga o cuantas veces le sea infiel, ella no lo dejará y Francesca, ella tampoco se irá porque aunque discutan, la quiere tanto como yo.
—Pero tienes que irte, porque no tienes porque sopórtalo, no es tu culpa, Ángel. —Pasó una de mis manos sobre su hombro y le sonrío, él suspira. —A veces las personas simplemente no quieren irse, prefieren quedarse en el pasado, donde todo estaba bien y fingir que es así en el presente, no puedes cambiarlo por mucho que lo quieras.
—Lo sé, solo que tan injusto. —contesta, asiento. —Yo la necesito, necesito que deje de hacer tanto por él, no es bueno, a veces siento que lo odio tanto.
—La necesitas, un hijo necesita a sus padres, no importa si ya eres un adulto, los necesitas. —Ángel suelta un largo suspiro y yo hago una mueca, porque deseara que tuviera eso que tanto necesita. —Creo que tenemos el mismo problema, en circunstancias distintas.
—No somos tan diferentes.
—No, no lo somos. —digo, Bruno se acerca a nosotros, nos mira de una manera que no entiendo, luego niega con su cabeza y se agacha frente a la fogata.
—Ángel ven a ayudarme. —le dice dándonos la espalda, Ángel me sonríe y luego se levanta del tronco.
—¡Evan necesito tu ayuda! —gritó Alessia desde la tienda.
Frunzo el ceño, pero aun así me levanto y camino hasta allí, dentro de la tienda se encuentra Alessia, esta tiene dos prendas de baño entre sus manos, apenas nota mi presencia hace un tonto puchero y yo cruzo mis brazos sobre mi pecho, ella se levanta del suelo aún con las prendas en el suelo.
—¿Cuál es mejor? ¿Esta o esta? —Me muestra, uno es traje de baño de una sola pieza color violeta y el otro es un bikini blanco.
—Definitivamente el blanco. —respondo.
—¿Seguro? Es que no sé, aún no se me han ido los hematomas del todo, mira. —Ella alza su camiseta rosa y yo me quedo sin palabras al ver su abdomen.
Se me hace un nudo en la garganta y de repente tengo ganas de llorar, porque no entiendo como un ser humano puede hacerle algo así a su propia hija.
La expresión de Alessia cambia, deja de verse tan alegre, mira al suelo, baja su camiseta rápidamente dejando de mostrar su abdomen y una pequeñita sonrisa se posa en sus labios.
—Parece que sigue viéndose horrible, por suerte no dejará cicatriz, de lo contrario creo que no podría actuar jamás. —murmura apenas, yo doy algunos pasos y tomo sus manos, le quito las prendas, tiro el violeta sobre su bolso.
—No digas eso, las cicatrices no te harían menos y esos hematomas tampoco, eres hermosa. —digo, ella alza su mirada y sus ojos se ven llorosos. —Estamos solo nosotros, nadie te juzgará o verá mal y estoy seguro que el blanco te queda genial.
—Gracias. —Ella besa mi mejilla sonorosamente. —Usaré ese mañana entonces.
—¡Ya está la fogata! —exclamó Luisa mientras entraba a la tienda, Alessia se soltó de mi agarre y salió dando brinquitos junto con Luisa.
Coloqué el bikini sobre su bolso y las seguí.
Me volví a sentar junto a Ángel en el tronco, la fogata me dio el calor que necesitaba, a pesar de que en este tiempo el clima no era tan fuerte, hacía un poco de frío, Alessia se puso a repartir pinchos y malvaviscos y pronto todos estuvimos comiendo alrededor de la fogata, había un silencio reconfortante y los observé a todos y una sonrisa se posó en mi rostro, jamás supe que los necesitaba, pero aquí estaban, todos tan diferentes e iguales a la vez, pero de alguna manera nos conectábamos, los quería y justo ahí entendí que el tiempo no importaba si estabas con las personas correctas.
— Traje una sorpresa, más tarde se las enseño. —comentó Bruno, Ángel lo miró horrorizado. —Ten fe en mí, amigo del alma.
—Siempre que dices eso no es nada bueno. —responde Ángel, Luisa ríe.
—Juguemos algo. —propone Alessia, una sonrisa maliciosa se posa en el rostro de Bruno.
—¿Qué somos? ¿Adolescentes? —murmura Ángel.
—Oh vamos, Ángel ni que tuvieras treinta años. —Alessia rueda sus ojos. —Vamos, juguemos.
—Sí, hace mucho no hago esto. —la apoya Luisa.
No sé a qué clase de juego se refieren, pero yo asiento con una sonrisa cuando la mirada de Alessia se posa en mí, luego ella mira a Ángel.
—Somos cuatro contra uno. —dice.
—Bien.
—¡Yay! Bien, empecemos tranquilo, el típico juego de verdad o reto. —dice, frunzo el ceño, pero creo que estoy entendiendo. —¿Busco una botella o jugamos así?
—Vayamos en círculo, yo empiezo. —dice Bruno, esta mira a Alessia que está a su lado derecho. —¿Verdad o reto?
—Verdad.
—¿A qué edad tuviste sexo por primera vez? —le pregunta.
La saliva se me va por mal camino y empiezo a toser, no esperaba que se hicieran esa clase de preguntas, Ángel pasa una mano por mi espalda y luego me ofrece su botella de agua que tenía en su regazo, la acepto u y bebo un sorbo más calmado.
—¿Qué? Empecé con una pregunta tranquila. —murmura Bruno, Luisa ríe.
Si eso es una pregunta tranquila, creo que prefiero no saber las demás.
Definitivamente no estaba preparado para saber sobre la vida sexual de mis amigos.
Ángel
Nunca había visto a Evan tan sonrojado en mi vida, el fuego me da la visión suficiente de sus mejillas sonrojadas y casi quiero posar mis labios sobre estas y darles una leve mordida, muevo mi cabeza tratando de deshacer esos pensamientos, Alessia me roba mi malvavisco recién hecho y se lo come, no me quejo, pero le quito su pincho, coloco un malvavisco y empiezo a dejar que las llamas lo doren un poco.
—Vamos Alessia, le toca a Ángel. —le recuerda Bruno, Alessia termina de masticar el malvavisco y me mira batiendo sus largas pestañas.
—¿Verdad o reto?
—Verdad. —respondo, con ella no soy capaz de decir reto, probablemente termine muerto o haciendo el ridículo.
—¿Alguna vez has tenido un sueño húmedo? —pregunta, finjo que no escucho la leve risita de Bruno, ese chico definitivamente andaba hablando de más. —Sé sincero.
—Sí, algunas veces. —respondo.
—¿Con quién?
—Eso ya es otra pregunta. —Ella bufa, pero la ignoro y me giro hacía Evan. —¿Verdad o reto?
—Verdad. —responde.
—Si siguen diciendo tanto verdad seré el que haga las preguntas sucias. —se queja Bruno.
—¿Quién actúa mejor de los tres? —pregunto, Evan me mira indignado y sonrío.
—Eso no es una pregunta sucia, solo quieres que te suban el ego. —se queja Alessia.
—¡Yo hago la pregunta! —grita Luisa, la miro curioso, Evan parece horrorizado, yo asiento en acuerdo. —¿A qué edad te masturbaste por primera vez?
Bruno abre muchos los ojos.
Alessia se mete dos malvaviscos a la boca seguidos.
Yo me quedo mudo, ni una sola palabra sale de mi boca, pero no dejo de mirar a Evan.
—Eres muy mala, Luisa. —murmura apenas Evan, tan bajo que probablemente solo yo que estoy a su lado lo escuché. —Tenía quince, no lo volví a hacer.
Y entonces por mi mente me imagino a un Evan más joven, con sus manos sobre él, definitivamente la imagen es demasiado y soy un total pervertido.
—Igual es normal, hay que conocer nuestros cuerpos, saber que nos gusta. —Empieza a decir Bruno, carraspeo. —Creo que ya les voy a enseñar mi sorpresa, ya se puso todo muy caliente. —Si estuviera cerca le daría un golpe en la nuca.
Bruno se levanta y poco después se acerca con la hielera en sus manos.
—¿Eso es lo que creo que es? —Una sonrisa maliciosa se posa en el rostro de Alessia, rápidamente me acerco y miro.
En la hielera que traía Bruno durante todo el camino hasta aquí no hay agua y ahora si tengo deseo de golpearlo, porque mañana cuando nos devolvamos estaremos deshidratados, casi siento ganas de vomitar cuando veo la Coca Cola y las cervezas, Bruno mira a Luisa y esta que tiene su bolso a sus pies, lo abre y saca una botella de Ron.
No puede ser.
Alessia saca una lata de cerveza, la abre y bebe un sorbo, al parecer la borrachera de ayer no fue suficiente para hacerla flaquear, por lo contrario yo me alejo y me vuelvo a sentar junto a Evan tratando de ignorar todo el alcohol que tengo cerca.
—¿Evan quieres una? —le dice Bruno con una lata de cerveza en su mano, Evan que sigue sentado sobre el tronco niega con su cabeza y yo lo agradezco.
Si Ev aceptaba esa cerveza probablemente hubiera creído que es un impostor el que está sentado a mi lado, después de todo no creí que él se hubiera dado placer a él mismo, Bruno me lo había dicho con seguridad.
—Al parece, ellos harán guardia, para que nada malo nos pase.—dice Bruno, abre la lata de cerveza y se bebe el líquido con rapidez como si fuera agua, gimo.
Será una muy larga noche.
🌈
—¡Te reté! Tienes que hacerlo, no seas tramposa, Alessia. —dice Bruno, yo apoyo la palma de mi mano sobre mi frente, Alessia se abraza a si misma.
—Bien, bien. —dice finalmente, llevan en esta discusión casi media hora, Evan me mira preocupado y yo niego con mi cabeza confiado, no creo que lo haga. —Pero me tiro y salgo de una vez, nada de los cinco minutos. ¿Trato?
—Trato. —responde Bruno, Luisa apoya su cabeza sobre el hombro de Bruno, este tiene su brazo rodeándola de la cintura desde hace unos minutos, ninguno se ha alejado. —¿Un trago para tener más valor?
—¡Sí! ¡Los tres! —Alessia agarra su vaso, Bruno sirve los tragos de ron y yo arrugo la cara.
Que asco.
Los tres ríen, llevan así desde que abrieron esa botella de Ron que ya tienen media vacía, Luisa nos observa a Evan y a mí, tiene los ojos brillosos y no ha dejado de sonreír, le sonrío, finalmente los tres chocan sus vasos y beben de golpe el trago, Luisa tose y luego bebe un sorbo de la Coca Cola.
—Dime que sabe nadar, por favor. —Me dice Evan, yo asiento con mi cabeza y él suspira, Alessia deja su celular sobre el tronco, se quita sus tenis.
—Alessia si te ahogas no iré a salvarte. —digo, ella ríe y camina hasta él río.
—Eres mi Romeo, siempre me salvarás. —dice, luego voltea a mirarnos a todos, Evan y yo no dejamos de vigilarla y finalmente se tira.
Nos levantamos del tronco rápidamente, camino hasta a la orilla, se escuchan sus chapoteos y finalmente sale a la superficie tiritando mientras se abraza a sí misma, yo me carcajeo, Evan me mira mal y me encojo de hombros, Alessia intenta subirse a una piedra, pero resbala y se hunde en el agua, Evan se acerca más y estira su mano para ayudarla a salir.
—Oh, mi salvador. —murmura apenas Alessia cuando finalmente está fuera del agua, tiembla. —Está muy fría.
—Fue una muy mala idea, te vas a enfermar. —dice Evan preocupado, Alessia le sonríe y luego mira detrás de nosotros sorprendida, me giro y miro. —¿Deberíamos detenerlos?
—Oh, creo que no. —respondo.
Luisa y Bruno se están besando desenfrenadamente sobre el tronco en el que antes Evan y yo estábamos, casi hasta siento envidia, quiero que alguien me bese así, volteo a mirar a Evan, otra vez tiene sus mejillas sonrojadas y yo rio.
—¿O si?
—No, Luisa en realidad no está lo suficiente ebria y eso era lo que quería. —responde Evan sorprendiéndonos a Alessia y a mí. —Me dijo que lo iba a besar hoy, algo de que iban demasiado lento y...
—Pues que bueno, se ve que disfrutan, parece que con lengua y manoseo incluido. —responde Alessia sin dejar de mirarlos. —Uff, creo que puedo entrar en calor con solo mirarlos.
—Alessia. —La regaño, ella tiembla, deja de mirarlos y luego una sonrisa maliciosa se posa en su rostro. —Ve a cambiarte a la tienda.
—Creo que ya no dormiré con Luisa esta noche. —murmura mientras se aleja de nosotros hacía la tienda.
Solo habíamos traído dos tiendas, según el plan era que nosotros dormiríamos en la más grande por ser tres y Alessia y Luisa en la otra, pero sí, probablemente los planes habían cambiado.
Luisa y Bruno dejaron de besarse y empezaron a hablar en voz baja, Evan y yo nos alejamos un poco para darles un poco más de privacidad, sabía que no estaban lo suficiente ebrios como para preocuparme así que los dejé ser, Alessia no volvió a salir de la tienda, Evan y yo nos quitamos los zapatos afuera y entramos, ni siquiera me sorprendí cuando la vi con una de mis camisetas viejas, estaba oculta entre las cobijas que habíamos traído, su cabello seguía demasiado húmedo, seguía temblando, tenía la linterna de su celular prendida, suspiré y me senté en el suelo, Evan prácticamente se quedo en la entrada de la tienda con sus piernas encogidas.
—¿Se van a quedar ahí toda la noche? —preguntó, negué con mi cabeza.
—Pues vengan, denme calor corporal o moriré de hipotermia. —Incluso su quijada tembló, rodé mis ojos. —¿Creen que vayan a follar al lado?
—Alessia, duérmete. —dije, ella soltó una leve risita.
—Aún es muy temprano.
—En realidad, faltan solo cinco minutos para las tres de la mañana. —habló Evan con su celular entre sus manos.
Joder.
Era muy tarde y yo ni siquiera tenía sueño.
Me acomodé en el lado derecho de Alessia, Evan se quedó un rato más en su celular hasta que finalmente se posó en el otro lado, quité los largos mechones de cabello de Alessia de mi almohada antes de que se mojara más y apoyé mi cabeza en esta, Alessia siguió temblando y casi sentí lastima por ella, pero luego recordé que simplemente se hubiera podido negar, solté un largo bostezo y Evan me siguió, sonreí.
—Me abrazan o los echo de la tienda para que mueran de frío. —dijo Alessia totalmente indignada después de unos minutos, suspiré, me apoyé en mi codo y miré a Evan, este parecía que no tenía ni idea de que hacer, murmuré un leve no respondiéndole a mi amiga. —¡Por Dios! ¡Tú eres gay y tú vas a ser sacerdote! No hagan drama, no es como si se les fuera a parar.
Bueno, parecía que a Alessia aún no se le habían bajado los tragos.
—¿Si sabes que existen las erecciones matutinas? —susurré, Alessia se rio y volvió a temblar, la tapé más con las cobijas.
—Oh vamos, no me hagan usar a la niña maltratada por su padre. —Rodé mis ojos y pasé mi brazo por su abdomen, porque lo más probable es que seguiría así toda la noche hasta que le hiciéramos caso. —Perfecto, ahora. ¿Evan?
Era tan noche que no podía definir sus rostros, pero aún así imaginé a Evan rascando su nuca nervioso y probablemente sonrojado, pero después de unos segundos un brazo se posó junto al mío y sentí los dedos de su mano presionando un costado de mi costilla, me quedé sin aire, Alessia ocultó su rostro en mi cuello, cerré mis ojos, la mano de Evan se movió levemente y quizás si hubiera tomado le hubiera echado la culpa al alcohol, mi brazo que estaba atrapado entre el cuerpo de Alessia y el mío se movió, hasta posarse debajo de la nuca de ella y así, pude sentirlo.
Su cabello siendo igual de suave desde que había dejado el gel, lo acaricie, su cabeza se apoyó en mi mano y suspiré, si me hubieran dicho que tocar el cabello de un chico iba a hacerme sentir tanto me hubiera reído, pero era así, ese simple tacto lo era todo, no pude dormir, ni siquiera cuando sus respiraciones se volvieron pesados, no dejé de tocar su cabello, no deje de sentir sus dedos calientes sobre mi piel, desee haberme quitado la camisa para dormir, pero estaba ahí, sonreí, definitivamente no había sido una mala idea, acampar no era tan malo.
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