Capítulo 7.
Capítulo 7.
Eiric con su elegante porte de paso majestuoso se acercó a la puerta de los aposentos de Lady Pa. Desde su notable altura, más de una cabeza que la mayoría de los hombres, se dirigió a los burdos centinelas convenciéndolos de que lo enviaba el mismísimo laird BelHaven a sustituirlos en la guardia porque a ellos los necesitaba en los silos de cebada que había al otro lado de la colina del castillo. Los hombres se extrañaron pero la fluida verborrea de Eiric sumada a la solemnidad de sus palabras, hicieron que ambos echaran a correr por el largo pasillo.
Eiric hizo un leve silbido y esta vez fue Broddy quien apareció, seguido de Birk que sacó de su bolsillo una fina hoja de metal. La deslizó con sobrada maestría por la jamba de la puerta abriendo sin hacer el menor ruido. Su mirada de intencionalidad llegó a los ojos de Broddy que conforme al plan establecido se internó en la habitación mientras Eiric y Birk se quedaban vigilando en el pasillo.
La sala era muy espaciosa con varias mesas y sillones, una gran chimenea frente a la puerta y junto a ella un par de cómodas altas de pequeños cajones. Todo el flanco izquierdo era un gran ventanal y toda la pared junto a las cómodas era una pared llena de estantes atestados de libros. A Broddy le llamó la atención que sobre la chimenea hubiera un florete y una claymore*5 cruzados adornando al estancia, no eran los típicos adornos femeninos pero tampoco sabía si disponía de mucho tiempo así que no se paró a pensar un explicación para ello.
Tal y como les había dicho Susi, la hija de la cocinera, la habitación se habría a través de un amplio pórtico, a otra en la que estaban la cama y el ropero de Lady Pa, estancia que también disponía de una gran chimenea. De esta estancia llamó su atención un instrumento musical de gran tamaño, parecido a un clavicordio o a un gravicémbalo pero como nunca había visto uno de verdad hizo caso omiso al enorme objeto y empezó a adornar la habitación para Lady Pa con flores clemátide que llevaba en un saco, tal y como su hermano Joe le había pedido. Decidió empezar por el ventanal y los alrededores de la cama, pero pensó que tal vez sería buena idea abrir las cortinas del dosel y colgar las flores de manera que hicieran efecto colgante. Abrió el dosel despreocupadamente y se llevó un susto de mil demonios cuando descubrió una muchacha durmiendo plácidamente.
Su corazón se aceleró por el susto al tiempo que retrocedía hasta dar de espaldas con el ventanal, menos mal que estaba cerrado para impedir que entrase el calor del exterior, porque de lo contrario habría caído al vacío estrepitosamente.
La muchacha de piel blanca como el alabastro y cabello encarnado, dormía plácidamente con una expresión de paz y felicidad en su rostro inmaculado y sereno. Era como tener una visión mística de la más pura inocencia. Sin duda era la muchacha más bonita que había visto Broddy en su vida que atenazado por unos sudores fríos tuvo que sentarse en el borde interior de la ventana acondicionada con grandes almohadones para ello. Pero, ¿quién era aquella muchacha? Lady Pa, era morena de pelo y de piel, y suponía que también era más bajita que esta deliciosa aparición que casi llegaba al final de la cama con sus pies. Pero entonces, ¿dónde estaba Lady Pa? Y, ¿qué hacía aquella muchacha allí?
Absorto en sus pensamientos y perdido en la belleza de la delicada muchacha quedó petrificado preguntándose a sí mismo si no estaría soñando. Y sí, sin duda esa era la opción más acertada, seguro que aquello era un sueño. Era demasiado perfecto para ser real y no fue hasta que escuchó entreabrirse la puerta y tres cortos silbidos seguidos, cuando Broddy salió bruscamente de su ensimismamiento. Esa era la señal acordada para salir de allí cuánto antes, así que terminó de esparcir las lianas de flores que aún tenía en sus manos y dejó una nota bien visible sobre la mesilla de noche.
Cuando se disponía a salir sigilosamente, satisfecho con el trabajo realizado, se dio cuenta que sus pies y su mente lo llevaban hacia la puerta, hacia la salida; pero su corazón y su alma le llevaban hacia un sentimiento tan desconocido como intenso, un sentimiento que le hacía necesitar verla una vez más por si acaso era un sueño y no volvía a verla nunca más. Así que se giró justo antes de salir de la alcoba y de nuevo quedó hechizado por el silencioso encantamiento de aquella sirena de cabello rojizo que con su sola visión sería capaz de poner a un ejército entero a sus pies...
Broddy por primera vez en su corta vida fue capaz de sentir como su corazón se paraba dentro de su pecho para de pronto salir a galope tendido. Sensación que se acrecentó cuando escuchó cerrarse la puerta de golpe y voces en el pasillo, quedando inmovilizado en medio de la sala, con el pulso descontrolado y con una sensación extraña de vacío en su pecho.
- Mylady, no puede pasar. - La voz de Eiric sonó más alta de lo habitual y demasiado forzada, sin duda estaba intentando advertir a Broddy.
- ¡¿Cómo que no puedo pasar a mi propia alcoba!? ¿Pero es que se ha vuelto loco? Le voy a decir a mi padre que le despida por insolente.
- ¿Mylady está segura que quiere pasar? - Birk también se esforzaba por hablar fuerte para que Broddy pudiera escucharlo y así darle tiempo para buscar un escondite.
- ¿Cómo que si estoy segura? ¿Será posible? Mi prima Eryn me ha pedido que la despierte y eso es lo que voy a hacer entrando por la puerta o atravesando el muro. ¡Quítense de en medio!
"Su prima..."
Broddy feliz de saber al fin quién era la preciosa desconocida, reaccionó corriendo de la sala a la alcoba y de la alcoba a la sala sin encontrar un sitio donde esconderse para que no lo pillaran. Una de las veces que entró a la alcoba advirtió que la guapa pelirroja comenzaba a despertarse con el vocerío, así que Broddy solo tenía dos opciones posibles: o debajo de la cama o dentro del ropero, y optó por la segunda.
No había terminado de cerrarse la puerta del armario cuando Lady Pa entró en la alcoba como una exhalación y literalmente salto sobre su prima Eryn. Cosa que casi hizo que se le escapara una carcajada a Broddy que siendo incapaz de mantener su curiosidad a raya dejó una pequeña rendija para observar sin ser visto la situación y, por supuesto, a Lady Eryn que se incorporaba sutil como saliendo de un sueño.
- Eryn, despierta. ¿Has visto esos descarados?
- Eh, ¿qué pasa? ¿No podrías tener un poco de más cuidado y hablar más bajo?
- Pues no, prima porque resulta que he ido a buscar a mi padre para hablar con él pero se ha cogido una cogorza tremenda con el tuyo y ambos están durmiendo y roncando como malas bestias en el salón principal. Susi ha desaparecido, estará retozando con el mozo de cuadras. Mi madre y la tuya se han ido a la abadía a rezar por mí para que me cure por completo y entre en razón, y... - Lady Pa advirtió que su prima Eryn miraba hacia todos lados menos hacia ella. - Eryn, ¿me estás escuchando? - Eryn señaló con su índice hacia las preciosas lianas de flores clemátide que colgaban del dosel.
Lady Pa volvió la cabeza hacia dónde su prima le señalaba con cara de pasmo. Lady Pa despierta y activada, empezó a hilar sucesos e igual que entró a la habitación salió a pedir explicaciones a esos hombres que nunca antes había visto que formaran parte de la guardia de su padre pero ya no estaban. Sin duda alguien estaba tramando algo y ella iba a averiguarlo.
- ¿Será posible? Prima... ¿Prima?
Lady Pa intentaba en vano llamar la atención de Eryn que sentada sobre la almohada leía absorta un trozo de pergamino.
- Eryn ¿qué pasa? ¿Qué es eso? - Eryn seguía sin contestar. - Eryn, ¡diablos! ¿Es que acaso te has quedado tonta? - Inquirió Lady Pa arrebatándole la nota de la mano.
"Mi amada Lady Patience BelHaven, entiendo vuestra indisposición pero si tenéis a bien conocerme os espero junto al brocal del pozo a medianoche. Siempre a vuestros pies, Joe MacGanar".
Lady Pa se quedó igual de petrificada que su prima que aún con la mano en alto tras haberle dado la nota esperaba inmóvil la reacción de su prima. Broddy observaba la escena expectante de la reacción de las muchachas pero todos estaban igual de inmóviles.
Fue Eryn la primera que cortó la tensión al incorporarse y señalar las flores y la nota. Acto seguido se señaló a los ojos con el índice y el corazón de su mano derecha y después señaló bajo la cama y a su prima. Tapó la boca de Lady Pa que empezaba a sospechar que bajo la cama había alguien, tal vez quién hubiera traído la nota y las flores.
Broddy aliviado de estar escondido en el armario emitió un leve suspiro pero que inexplicablemente captó la atención de Lady Eryn que presta dirigió su mirada hacia allí. Broddy se escondió entre vestidos buscando el fondo del armario.
Mientras Eryn indicaba a su prima que buscara bajo la cama, ella se dirigió hacia el ropero. El corazón le latía tan fuerte que parecía que se le iba a salir por las orejas. Puso la mano en el pomo y tiró con fuerza. A primera vista no había nada así que volvió a respirar, pero justo cuando iba a cerrar la puerta un destello proveniente el fondo le llamó la atención.
Broddy encogido sobre sí mismo y con la respiración contenida, evitaba cualquier tipo de movimiento y parecía que se iba a escapar hasta que un destello viajó por el rostro de Lady Eryn que comenzó a apartar vestidos.
En un último intento de desaparecer Broddy se pegó del todo al fondo del armario clavándose un pomo duro en mitad de la espalda. Rápidamente pasó su mano por él y efectivamente era como el pomo de una puerta, posiblemente el armario tenía un fondo que daría a alguna clase de pasadizo, pero si la abría sería descubierto.
Lady Pa, salió de nuevo a la sala para descolgar el florete de la chimenea mientras Lady Eryn parecía estar peleándose con el armario, del que salían volando vestidos, capas, camisas y todo aquello que se ponía a su alcance hasta que descubrió lo que estaba buscando. Un joven rubio de expresión jovial poseedor de unos ojos oscuros que se le estaban clavando en el alma. El muchacho se llevaba el índice a los jugosos y rosados labios suplicando por un silencio necesario para mantener la cabeza sobre sus hombros. Eryn sabía mejor que nadie que si su padre y su tío se enteraban de que este muchacho había entrado sin permiso en los aposentos de su prima, le cortarían la cabeza sin pedir explicaciones.
Broddy mantenía su posición y su petición. Sabía que estaba a un paso de salir victorioso de aquella empresa pero necesitaba la cooperación de la preciosa Lady Eryn quien parecía luchar contra sí misma para tomar una decisión. Tenerla tan cerca, tan hermosa, con esa mirada azul cielo que complementaba a la perfección toda la armonía de un ser divino, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Broddy sentía que su corazón iba a explotar dentro de su pecho de un momento a otro. Sin duda en su vida habría un antes y un después, tras Lady Eryn, pero para ello necesitaba salir con vida de todo esto y para ello necesitaba no ser delatado. Intensificó su mirada y su gesto y suplicó a todos sus dioses porque le concedieran la oportunidad de vivir un día más para intentar por todos los medios conquistar a la bellísima muchacha.
Eryn no sabía qué hacer. Por primera vez en su vida se debatía entre lo justo y lo correcto, pero ambos términos se mezclaban y no era capaz de llegar a una conclusión. Lo justo para el muchacho que se había tomado la molestia de ser el mensajero del laird MacGanar era salir impune de su hazaña, pero lo justo para ella era pedir explicaciones y sermonearlo sobre el derecho que tenía a entrar a hurtadillas en la alcoba de una doncella. Pero, claro, él podía no saber que ella descansaba en el cuarto de su prima, cuestión que lo exculparía, pero aún así ella se sentía rara. El haber estado durmiendo con alguien merodeando a su alrededor era algo que la sacaba de sus casillas, era inconcebible. Pero por otro lado estaba esa mirada de gatito arrepentido sumada a esa preciosa cara de caballero de libro, tan rubio, tan guapo, tan desenfadado... y qué decir esa seguridad en su súplica que la llevaba no solo a querer ayudarlo si no a querer escapara con él.
Lady Pa, entró a la alcoba florete en alto en busca del rufián, voceando y haciendo ruido, y ese fue el detonante, Eryn no se lo pensó dos veces e ingresó más de medio cuerpo en el armario quedando a escasos centímetros de él, tan cerca que podía sentir su calor, cosa que le cortó la respiración. Aun así, decidida pasó su mano intencionadamente por la cintura del muchacho para llegar hasta el fondo del ropero y accionar el pomo de la puerta que daba al pasadizo secreto. Aquel sencillo e inocente contacto hizo que toda la piel de ambos se erizara, la mano de Eryn hormigueaba de forma extraña a la vez que su corazón se desbocaba y la respiración se le entrecortaba; al mismo tiempo en el interior de Broddy un fuerza animal se levantaba incontrolada desatando sus más profundos deseos.
Lady Eryn fuerte como siempre tragó saliva e hizo de tripas corazón. Claramente no quería que el muchacho perdiera la cabeza por un gesto tan bonito como el de traer un mensaje a su prima de su prometido pero ella quería una explicación, así que sujetó el pomo de la puerta y dominando sus sentimientos duramente anunció en un leve susurro:
- Iré con mi prima esta noche al brocal del pozo, más te vale estar allí, me debes una explicación y una disculpa.
Broddy aliviado de verse salvado de esta situación asintió con firmeza, al tiempo que llevaba su propia mano detrás de su espalda para coger el pomo que previamente había cogido Lady Eryn frenándola en su movimiento, quería atesorar un segundo más de su presencia. Pero no fue consciente hasta ese mismo momento de que si contemplarla era una delicia, tocar su delicada y suave piel era la sensación más maravillosa que había sentido en su vida. Broddy se sintió desfallecer, no solo era una auténtica belleza, toda una diosa, la mujer más bonita y delicada que había conocido en su vida, sino que dejándolo marchar estaba demostrando una inmensa compasión a la vez que una desorbitada fortaleza. Si la perfección existía, sin duda, se llamaba Lady Eryn BelHaven.
Lady Eryn estaba exigiendo de él lo que era justo pero también le estaba brindando la oportunidad de verla de nuevo, ¿qué más podía pedir? Sin dudas, Broddy se respondió a sí mismo que un beso, eso era lo que podía pedir. Un beso de esos sonrojados y voluptuosos labios, que estaban tan cerca de su boca que no besarlos sería un pecado.
Se vio a sí mismo tentado de enredar sus manos en la delicada nuca de la muchacha para acercarla hasta su boca y robarle el tan ansiado beso. Y solo con imaginarlo todo su cuerpo se predispuso y su entrepierna de un tirón estuvo de acuerdo. Hizo ademán de acercarse hacia los labios de la muchacha que se quedó inmóvil, no se acercaba aunque tampoco se alejaba, claro tampoco es que pudiera pues sus manos seguían unidas a la espalda de Broddy. Pero éste recordó justo a tiempo las sabias palabras de Birk. Siempre que estaban de caza Broddy era muy impaciente y se arriesgaba a perder una buena piezas incapaz de esperar al momento adecuado para lanzar su flecha, a lo que Birk siempre le advertía: "Paciencia, amigo, todo lo que merece la pena se hace esperar". Broddy tenía claro que no quería asustar a la preciosa Lady Eryn y que saliera huyendo como un cervatillo asustado, por lo que tragó saliva y pensando que esa misma noche tendría una nueva oportunidad para estar con ella, deshizo todo contacto y despareció presto en la oscuridad del no tan secreto túnel.
- ¡Muchas gracias por airear toda mi ropa! - exclamó Lady Pa a dos pasos de su prima que respirando profundamente intentaba recuperar rápidamente la compostura. - ¡Abrase visto! Eryn, ¿te has vuelto loca? ¿qué estás haciendo? - Eryn cerró la puerta del pasadizo y se giró justo a tiempo.
- Nada, solo comprobaba que la puerta secreta estuviera bien cerrada. - Eryn refrenó su respiración e intentó por todos los medios que su prima Pa no notara nada. - Quién quiera que fuera se marchó después de dejar la nota y las flores. - Continuó diciendo forzándose a calmar su corazón que latía como nunca justo al lado de un extraño vacío se acababa de instalar en su pecho y que crecía por segundos desde que él se había marchado.
- De acuerdo, será mejor que me ayudes a ordenar todo esto... - comentó Lady Pa que ya se agachaba a recoger ropa del suelo.
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