El sueño


El crepúsculo se asomaba por horizonte. Las calles aún estaban vacías. Silencio de sepulcro se encontraba la ciudad de Posadas. Los edificios, en penumbras. Él, se levantó de la cama con aire de infinito desgano. Caminó hacia la ventana. Enhiesto se quedó junto a ella, observando a los pájaros que comenzaban a cantar una dulce melodía. El cielo arrebolado se mostraba imponente ante sus ojos grises.

La ciudad continuaba en profundo silencio. Acomodó sobre la mesa, su corbata de satén azul. La camisa blanca virginal esperaba colgada en la percha. Fue hasta el baño tarareando un chamamé, interrumpiendo el pactado silencio. Luego de lavarse el rostro, caminó hasta la sala. Observó el reloj de pared. Las agujas daban las 7 de la mañana. Era equinoccio de otoño. Se preparó un café mientras pensaba en cómo conseguir la musa. Hacía meses que no podía escribir nada. Su oficio en el mundo de las letras se estaba acabando, y con ello, su sueño de ser un escritor reconocido. Las deudas iban acrecentando, y sus días eran cada vez más desoladores.

Sorbió el espeso café, que lo reconfortó del frío. Con las dos manos sujetando la taza. Pensaba. Si las cosas continuaban de esa manera, renunciaría a todo aquello. Eso último lo exclamó en voz alta, acentuando su decisión. Las palabras se le arremolinaban en la cabeza. No encontraba una idea lo bastante innovadora. Buscaba un golpe de gracia. Dio unos pequeños golpecitos con los nudillos sobre la mesa y una sonrisa iluminó su rostro. Sus dientes se mostraron a lo ancho. El brillo de sus ojos sempiternos. Las pupilas dilatadas. Estaba tan metido entre pensamientos que olvidó que ese día a la noche se reuniría con unos amigos, para ver el partido y beber unas cervezas. Eso lo hizo feliz.

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