Capítulo 28: El Último Sacrificio

La escuela de magia estaba silenciosa, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento, esperando el choque que se avecinaba. La luz del sol se había desvanecido, y una luna pálida iluminaba el horizonte con una luz sombría, como si presagiara la batalla final. Todo el edificio estaba en alerta máxima, pero dentro de Kieran, solo había una sensación profunda de inquietud.

Estaba frente a la puerta de la sala principal del entrenamiento, con las manos apretadas contra las palmas sudorosas. Había algo en su interior que lo empujaba, un deseo irrefrenable de proteger a Logan, de evitar que su sacrificio lo destruyera. "No puedo dejar que lo haga," pensaba, "No puedo dejar que todo lo que ha hecho sea en vano."

Por todo el campus, los murmullos del conflicto inminente se extendían como un eco. La escuela estaba bajo la vigilancia de los Vigilantes, y el padre de Kieran ya había reunido a sus seguidores, avanzando hacia el corazón del instituto con la intención de acabar con Logan.

Kieran se detuvo un momento en la puerta, mirando al interior de la sala de entrenamiento. Ahí estaba Logan, entrenando una vez más, como si no tuviera idea de lo que estaba por suceder, como si no le importara el precio que tendría que pagar para salvarlo. Logan estaba exhausto, su cuerpo marcado por las cicatrices de innumerables enfrentamientos, pero su determinación no había disminuido.

"Logan," susurró Kieran para sí mismo, su garganta apretada.

Había decidido que no podía seguir viéndolo destruirse a sí mismo. No podría soportar que Logan lo perdiera todo por él. Kieran estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para evitar que eso sucediera, aunque eso significara sacrificar sus propios principios, su propio orgullo.

La puerta de la sala se abrió con un crujido, y Logan levantó la vista al ver a Kieran entrar.

"¿Qué haces aquí? Sabes que esto es peligroso." La voz de Logan era firme, pero había una tensión en ella que Kieran nunca había notado antes. Él estaba tan al límite como Logan, pero no podía permitir que su compañero se destruyera solo.

"¿Por qué sigues haciéndolo?" Kieran preguntó, su voz un susurro, cargada de preocupación. "Ya te lo he dicho, no puedes seguir entrenando a este ritmo. Te vas a destruir."

Logan se levantó, sacudiéndose el polvo de su túnica con una expresión de indiferencia. "Si no lo hago, no estaré listo para lo que está por venir. Y ya sabes lo que eso significa."

"Lo sé," respondió Kieran, tragando saliva. "Pero no a este costo. No voy a quedarme de brazos cruzados mientras te destrozas por dentro."

Logan lo miró, sus ojos cansados pero aún firmes. "No es solo por mí, Kieran. Es por todos. Si no lo hago, todo lo que hemos vivido... todo lo que hemos luchado... se desmoronará."

Kieran sintió una punzada en su pecho. "No quiero perderte," dijo, en un susurro apenas audible. "No sé qué haría si te pasara algo. Ya no es solo la misión, Logan. Es..."

Logan frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, Kieran lo interrumpió.

"Es que... no te quiero perder. No quiero que mueras por algo tan absurdo. Yo..." Kieran no pudo terminar la frase. Su corazón estaba en un torbellino de emociones y temores. "Si sigues así, no voy a poder protegerte. Y te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para evitar que eso pase. No te voy a dejar ser el héroe que se sacrifica sin pensar."

Logan observó a Kieran por un largo momento, como si estuviera evaluando sus palabras. Finalmente, una pequeña sonrisa apareció en sus labios, aunque parecía agotada. "Te lo prometí, Kieran. No dejaré que me detengan. Nada ni nadie."

Pero la mirada de Kieran seguía siendo grave, la preocupación por su amigo más palpable que nunca. "Te haré una promesa también. No importa lo que pase, no te dejaré pelear solo."

Esa misma tarde, el viento comenzó a soplar más fuerte. Las nubes se congregaban rápidamente, cubriendo el cielo y oscureciendo el ambiente. Los instructores y los estudiantes se reunían en el campo de entrenamiento, sabiendo que el enfrentamiento era inevitable. Los Vigilantes estaban cerca, y el padre de Kieran había preparado el terreno para la batalla, reuniendo sus fuerzas y desatando su magia.

La batalla final había comenzado.

Kieran y Logan se prepararon, lado a lado. Ambos sabían que algo grande iba a suceder, que todo estaba a punto de cambiar. El destino de ambos estaba en juego, y la única manera de salir con vida sería enfrentarse a su peor pesadilla juntos.

"¿Listo?" preguntó Logan, mirando a Kieran con una sonrisa que intentaba ocultar el cansancio y el miedo.

Kieran asintió, su rostro decidido, aunque su corazón latía a un ritmo acelerado. "Listo. Pero no hagas nada imprudente, Logan."

Logan le lanzó una mirada cargada de comprensión, como si supiera lo que Kieran quería decir, pero luego asintió. "Lo prometo."

En el horizonte, las sombras se cernían, y el sonido de pasos pesados se acercaba. La batalla estaba por comenzar. Kieran y Logan, ahora más unidos que nunca, se prepararon para enfrentarse a lo que fuera necesario, sabiendo que su victoria o derrota definiría no solo su futuro, sino también el de todo lo que conocían.

Pero Kieran sabía una cosa con certeza: no importaba lo que sucediera. No dejaría que Logan enfrentara su destino solo.

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