Capítulo 22: Nuevas Sombras
El amanecer llegó silencioso, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento, esperando algo que aún no había llegado. Logan despertó con la sensación de que el peso de lo que estaba por suceder se posaba sobre sus hombros, invisible pero imponente. Anoche, las palabras de Kieran sobre su padre resonaban en su mente, y lo inquietaban más de lo que había imaginado. El comandante de los Vigilantes no parecía alguien con quien se pudiera tratar a la ligera. Y lo peor de todo, Logan no estaba seguro de lo que estaba dispuesto a hacer para conseguir lo que quería.
En su rutina matutina, mientras preparaba su equipo para el entrenamiento del día, no podía evitar pensar en Kieran. Había defendido a Logan con una firmeza inesperada, pero ahora el peligro se había multiplicado. El comandante no solo veía a Logan como una amenaza por su linaje, sino también como un obstáculo en su visión del mundo. Y eso, en el fondo, significaba que Kieran, por más que quisiera separarse de la relación entre los Guardianes y los Vigilantes, también estaba en peligro.
"¿Logan?" La voz de Kieran lo sacó de sus pensamientos. Lo miró desde la puerta, con una expresión preocupada que no había visto muchas veces en él. "¿Estás bien?"
Logan asintió, pero no pudo evitar que su mirada se detuviera en Kieran más de lo habitual. Aunque Kieran intentaba mantener una apariencia imperturbable, Logan podía ver el agotamiento en sus ojos. No era solo por las tensiones de la escuela o sus entrenamientos, sino por algo mucho más profundo. Sabía que, como hijo del comandante de los Vigilantes, Kieran llevaba una carga que pocos podían comprender.
"Estoy bien," respondió Logan, tratando de sonar tranquilo, aunque su voz no estaba tan segura como quería que fuera. "Solo... tengo una sensación rara."
Kieran se acercó, su rostro ligeramente fruncido. "Lo sé," dijo en un tono bajo. "Yo también siento lo mismo. Algo se avecina. Mi padre no está de brazos cruzados."
Logan asintió, aunque un nudo en su estómago se apretó. "Y eso me preocupa. Tú estás en medio de todo esto, Kieran. No quiero que esto te afecte."
Kieran se quedó en silencio, observando a Logan. Parecía estar eligiendo sus palabras cuidadosamente. "No es tan simple, Logan. Mi padre tiene sus propios planes, y no le importará lo que yo quiera. Nunca lo ha hecho. Si me pone en la mira, no habrá forma de detenerlo. No quiero que... no quiero que tú también seas parte de esto."
Logan no sabía cómo responder a eso. Había llegado a conocer a Kieran lo suficiente como para saber que sus palabras no eran solo preocupaciones sin fundamento. Había algo mucho más grande en juego, algo mucho más peligroso que cualquier rivalidad o competición.
"Voy a hacer todo lo posible para que eso no te pase," dijo Logan, hablando en voz baja pero con firmeza. "Te lo prometo."
Kieran lo miró por un momento, un atisbo de gratitud en su mirada. "No sé qué haría sin ti, Logan." Luego, se apartó ligeramente, dándole espacio, aunque su mirada seguía cargada de la misma preocupación. "Pero sé que mi padre no va a dejar que esto quede así. Él... lo que está haciendo no se quedará en amenazas vacías."
Logan asintió, sabiendo que Kieran tenía razón. Mientras observaba cómo su amigo se alejaba, la sensación de peligro no hizo más que intensificarse. La amenaza no solo se cernía sobre él, sino también sobre Kieran, y eso lo atormentaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Mientras tanto, en las oscuras salas de los Vigilantes, el comandante trazaba sus planes.
En una sala aislada, lejos de los ojos de los estudiantes y profesores, el padre de Kieran observaba un mapa extendido sobre una mesa, su dedo recorriendo las líneas que representaban los dominios de los Guardianes y los Vigilantes. Estaba pensativo, pero su mente estaba ocupada con algo más grande que simples mapas. Su intención de erradicar la línea de los Guardianes no era solo un impulso: era una necesidad. Un acto que consideraba necesario para restaurar el orden que él creía perdido.
"Si el Guardián sigue existiendo, la amenaza para nuestra gente nunca desaparecerá," murmuró, casi como si hablara consigo mismo. "El linaje debe extinguirse. No puedo dejar que esa chispa de poder siga creciendo."
Uno de sus consejeros, un hombre de cabello canoso y ojos duros, observaba desde la sombra. "¿Y qué de Kieran?" preguntó, su voz baja pero llena de inquietud. "Si lo haces, ¿cómo reaccionará él?"
El comandante no levantó la vista del mapa. "Kieran es fuerte. Lo sé. Pero también sé que tiene que aprender a enfrentarse a la realidad. Si quiero que mi hijo sea lo que necesita ser, no puedo permitir que se interponga en mis planes." Hizo una pausa, mirando hacia la ventana. "Él tiene que ver la verdad, aunque duela. Los Guardianes no tienen cabida en el mundo que estamos construyendo."
Su consejero asintió, pero su rostro reflejaba la misma preocupación que se había instalado en los ojos de Kieran y Logan. Sabía que el comandante estaba tomando decisiones peligrosas, pero no se atrevió a cuestionarlo. A veces, incluso aquellos más cercanos a él temían lo que podía suceder cuando sus decisiones cruzaban ciertos límites.
"¿Y el Guardián?" continuó el consejero, con una ligera sonrisa en los labios. "¿Qué harás con Logan?"
El comandante frunció el ceño, los ojos llenos de desdén. "Lo eliminaré, como hago con todos los obstáculos. Él es una amenaza que debe ser eliminada, para siempre."
Esa noche, Logan no pudo dormir. En su mente, las palabras de Kieran y las amenazas de su padre se entrelazaban. Sabía que su amistad con Kieran estaba poniendo a ambos en una posición peligrosa. La sombra de la amenaza de los Vigilantes se alzaba sobre ellos, y Logan no podía dejar de preocuparse por Kieran. La relación entre ellos estaba mucho más allá de la rivalidad o la amistad; se había convertido en algo que ambos tendrían que proteger a toda costa.
El bienestar de Kieran había llegado a ser más importante para Logan que cualquier misión o lucha. Sabía que los Vigilantes harían todo lo posible para destruirlo, pero Logan no podía quedarse de brazos cruzados mientras su amigo enfrentaba un futuro incierto. Ahora, más que nunca, su destino estaba atado al de Kieran.
"Voy a protegerte, Kieran," susurró Logan en la oscuridad, como una promesa que resonaba en su corazón. "No importa lo que cueste."
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