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Las vallas para entrar a la base militar eran muy altas, y encima había púas, pero Fran las sorteó. De alguna forma lo hizo, aunque se ganó algunas heridas por ello, pero lo logró. Encontró un camión estacionado y vacío, así que se escondió tras él del guardia. Ella debía de sortear todas las cámaras de seguridad de igual forma, sin embargo, entre los cuadernos había escrito un mapa entero sobre sus ubicaciones. Ella sentía que se llevaría el mundo por delante, pero su hermanita estará segura cueste lo que cueste. Se deslizó bajo las ruedas de este y desde el otro lado se escondió en un mural. Con la espalda contra la pared prosiguió. La aspereza de esta generaba cierta fricción en ella, la cual soportó y prosiguió con su camino.
Tarde o temprano llegó hasta la puerta del Departamento Científico; le parecía algo extraño que no haya nadie vigilándola. Era una vidriera de cristal muy grande, tanto así, que superaba el tamaño de su propia casa, pero la puerta era poco más grande que su tamaño. Fran se sintió muy intimidada por el tamaño de aquella estructura, pero decidió entrar sin que nadie se entere. La puerta de la sala principal tenía algo, un detector de identidad, donde ella debe colocar una tarjeta muy similar a una credencial operativa de su trabajo. Ella sacó una del bolsillo, era la de su padre. Una voz mecánica pudo oír, esta bramó «Steve D McCreary identificado», un sonido mecánico y la puerta se abrió.
Tras la puerta se escondía un largo pasillo pintado de blanco, con paredes de un color celeste y puertas que combinaban con el color del suelo. Fran se detuvo un momento, observó a todos lados para evitar encontrarse a gente armada, y luego continuó con su camino. Llegó hasta el fondo del mismo, y al comprobar que era el departamento donde sus padres habían trabajado, abrió la puerta de una patada.
—¡¿Qué hicieron?! —gritó Fran enfurecida al montón de científicos que había ahí, y se dirigió a uno de ellos, un chico algo escuálido con gafas— ¿Cómo lo detengo?
—N-no sé de qué hablas —farfulló nervioso el científico, esa palabra, Fran sintió que la estaba evadiendo, el hombre estaba haciéndole perder el tiempo y probablemente Kate estaría muerta y ella no se enteraría. Le asestó un puñetazo en la cara con fuerza, haciendo que sus gafas redondas queden en una posición diagonal en su rostro. El resto del equipo de científicos se apegó a la pared con un aire de preocupación y miedo —quizás pensando que Fran era alguna científica que se volvió loca de pronto—.
—¡No te hagas el imbécil! —espetó Fran enfurecida!—, el monstruo, ¿¡Cómo lo combates!?
—¡¿D-de que mierda me hablas?! —exclamó el científico con ademán de desesperación. «Pum», otro puñetazo lo golpeó en la cara, sacándole algo de sangre de la nariz.
—¡No evadas mis preguntas! —advirtió Fran—; la próxima te llevará al hospital...
—¡¿Me estás amenazando?! —inquirió el científico.
—¡¿Me estás probando?! —replico Fran con otra pregunta.
—¡No, no, no, no! —repuso el científico, este miró a sus compañeros, y sus compañeros le devolvieron la mirada con aire preocupado.
—Ahora que lo pienso... se de qué monstruo hablas —replicó otro científico con cabello largo y lacio—; ¿Quieres información sobre los túneles del alma?
Fran observó al científico de cabello largo mientras sostenía del cuello de la camisa al escuálido con gafas, y lo soltó en el suelo, dirigiéndose al primero. El escuálido se entre-sentó con un rostro que le decía al mundo «Esto me sorprendió un montón», pero a su vez de confusión.
—Sí —asintió Fran, frunciendo el ceño.
—Tranquila, yo te explicaré, pero debes estar tranquila...
Esas palabras enfurecieron aún más a Fran, no podía sentirse tranquila, y mucho menos cuando un proyecto que iniciaron esos hombre está apunto de matar a su hermanita.
—¿¡Quieres que me tranquilice, cuando mi hermanita corre peligro por un monstruo que ustedes invitaron por algún motivo!? —inquirió Fran aún con más furia—¡Eso es imposible!
—Nosotros no hicimos eso —replicó el científico—... Nosotros no lo invocamos, intentábamos ayudar.
—¿Cómo es posible que crean que hacer eso es ayudar a alguien? —inquirió Fran—, ¡el monstruo está matando gente, y eso para mí es cruel; no es bueno!
—Señorita —dijo el científico de cabello largo—; nosotros no lo invocamos... Nosotros —hizo una pausa—... tratábamos de cerrar los portales, que están esparcidos por todo el pueblo
Fran desempeño sus manos, con la sangre del primer científico manchando sus nudillos, y relajo los músculos con un aire de sorpresa. ¿Acaso ellos no lo hicieron?, su mente se volvió un nudo en ese momento, algo no concordaba con los conocimientos que ella adquirió.
—La máquina en realidad lo que hace es evitar que los demonios oscuros (Figwoh) puedan salir de los túneles —explicó el científico—... La máquina funciona con un tipo de elemento al que se llama Almacito, que antes se obtenía mediante sacrificios, y actualmente se sintetiza. Esto alimenta al monstruo e impide que salga del portal por un tiempo.
—¿Y como es que salieron? —preguntó Fran.
—Estos salieron durante los apagones —prosiguió el científico—... el gobierno no nos da lo suficiente como para costearlo, así que prácticamente estamos haciéndolo por beneficencia... arriesgamos la vida en ello, pero un apagón puede causar que en varias partes la máquina no surta efecto.
Fran se sorprendió aún más por la revelación, pero siguió preguntando.
—¿Y qué es el Almacito?
—Bien, lo usamos para esparcirlo estando activo por todo el pueblo, y eso se hace mediante las redes eléctricas —explicó—. Cuando está inactivo, este puede tener efectos radiactivos en humanos adultos, matándolos, pero en los niños... los hace inmunes, al menos hasta que se expongan a la radiación negativa de un túnel —agregó—. Hay una manera de eliminar al monstruo, destruyendo el túnel usando un arma especial, pero, hay muchos en el estado, y eso puede significar que aunque destruyamos algunos, los otros serían difíciles de encontrar; aunque se hace un esfuerzo para lograrlo...
Fran recordó a Kate, la mansión y su historia; ¡El túnel del alma se encontraba ahí!, Y tuvo una sensación rara... Una visión
» Ella camino por un lugar totalmente blanco con un cielo oscuro, esos colores, nada más existía en ese mundo. Una luz blanca en la parte oscura, una oscura en la blanca, ¿Quiénes eran?, Dos deidades, quizás. La oscura hacia que sienta angustia, como cuando murieron sus padres, pero la blanca la esperanza que le dio más adelante, sabiendo que ellos le hicieron independiente con el fin de cuidar a su hermanita.
» Eran luz y oscuridad, ambas conviviendo en un universo, y la luz, era una mujer con vestido blanco, mientras que la oscuridad un hombre con traje negro.
Fran se quedó un momento perpleja, pero volvió en si y volteó.
—Muy buen, necesito el arma —dijo la muchacha.
El científico obedeció. El hombre se dirigió a un cajón cercano con una etiqueta que poseía un número, y sacó un arma extraña; parecía un revolver similar a las películas de vaqueros, pero de un color como si fuese de cuarzo. Este se acercó a Fran.
—Toma —dijo—; espero que logres romper el portal...
—Gracias —replicó Fran—; nos veremos luego, entonces.
Fran partió del cuarto, llegó hasta el pasillo nuevamente y vio a una chica, un poco más pequeña que ella, salir de una de las puertas del lugar. Era Sarah, ¿Qué hace aquí?, pensó. Parecía que quería avisar de algo.
—Tu hermana... Está en peligro —dijo Sarah—, intentará dañar el portal sin arma alguna... ve rápido a esta dirección —agregó, y extendió su mano con una nota en ella, la cual contenía una dirección.
Kate había recibido parte de la información, y en ese momento estaba en peligro; no sabía cómo romper realmente el túnel.
—Ve rápido —ordenó Sarah—; antes de que me enfurezca.
La desesperación de Fran fue en subida cuesta arriba, ya que sabía que si no llegaba a tiempo con Kate, ella podría ser asesinada cruelmente como ocurrió con Jade, y también con Melody —aunque ella no sabía de ese hecho, tomando el primer ejemplo—. Tomó con fuerza el arma, a ristre, y corrió escaleras abajo nuevamente, para al final salir del edificio...
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