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 —Señorita deClaire —dijo Melody—; has tardado en regresar el libro unas... dos horas de la fecha esperada, según dice aquí. —añadió después de observar una pequeña libreta que tenía escrito «Retiros y Entregas» en una letra cursiva. Annie hubiese estado cabizbaja si no la hubiese conocido mucho antes. Ella en su universidad era conocida como La francesa por sus pares gracias a su apellido y su forma de hablar, y ese apodo se le había quedado. Para Melody seguiría siendo la amiga de Kate, de aquellos que terminarían igual que ella.

¡Sacre Bleu! —exclamó Annie y se tapó la boca para disimular su sonrisa nerviosa—, al menos se lo dejé entero... ¿No?

—Sí, los niños suelen romperlos a veces y creen que no me doy cuenta, pero yo... vigilo todo —graznó Melody—. Aún así una deuda es una deuda; llegas tarde... Déjame el libro en ese lugar. —espetó.

Annie obedeció, seguida por Chloe, quien estaba tras ella.

¡Oh, no! —exclamó Annie a Chloe — ¡¿Ahora que va a ser de mi?! —bromeó Annie a Chloe— ¡Ustedes, fracasados, no tienen futuro, deben seguirme el ejemplo a mi, una bibliotecaria local con sueldo precario! —imitó. La actitud bromista de Annie, según Kate, pegaba perfecto con la actitud sencilla e inocente que Chloe mostraba al mundo. Ojos de huevo solía decirle a Chloe debido a que eran bastante grandes, tanto así que parecían dibujados; pero a su vez eran lo suficiente reales como para ser solamente una característica que complementaba su personalidad. Annie dejo el libro en la estantería la cual Melody le había señalado, y se sentó en la mesa que había junto a esta. Chloe se encontraba aún de pie, y sus manos se hallaban entrelazadas sobre su regazo.

—¡Siéntate! —invitó Annie.

—Está bien. —convino Chloe, y lo hizo.

Las campanas de la parroquia retumbaron todo el salón unas doce veces, indicando el horario en el que se hallaban. El sonido metálico de esta hizo pensar a Annie si le molestaría a Melody oírlo como a cualquier otro sonido que emitiría algún lector de por ahí, o si lo ignoraría; la respuesta fue lo segundo. Al parecer está demasiado concentrada en buscar los desperfectos de la clientela como para prestar demasiada atención a las campanadas que se oían.

—Chloe, ¿Cómo te ha ido en la semana?

—Por mi parte, bien —dijo Chloe—. He estado yendo a terapia; mejoría notoria, pero tampoco es que me salve.

—Créeme que tener la actitud es lo que ayuda —replicó Annie.

—¿Tu familia es de Francia? —inquirió Chloe con algo de intriga.

—Sí —respondió Annie—, claro que sí. Yo he vivido unos... doce años en ese país; aproximadamente —agregó, hizo una pausa, ladeó su cabeza y siguió—. Recuerdo muy poco de aquellas épocas, la primaria e inicios del colegio secundario.

—¿Dónde vivías?

—La comuna de Eguisheim, al menos durante unos cinco años hasta que mi familia se mudó a París —respondió Annie—. Sin duda alguna, ahí he tenido una vida algo movida; no siempre las cosas son como pintan las películas.

—No conocía esa localidad —replicó Chloe con un ademán de sorpresa—. Y París... una vez fui de vacaciones ahí con mis padres. Fue realmente un buen viaje; las cafeterías ahí eran tranquilas

—Me alegra que pienses eso —repuso—, y es en serio —agregó—... ¿Y qué hay de tu familia?

—Mi madre lucha contra la nicotina —dijo Chloe—; y mi padre parece una mundana parodia de sí mismo. Él toma dos cervezas al despertar, otro par en el trabajo y unas cuantas antes de dormir... No es violento, pero se la pasa diciendo tonterías y cada dos por tres termina con los tendones inflamados en el trabajo. —explicó Chloe mientras iba recordando. Su madre había participado en la clínica Allen Carr para tratar el tabaquismo, sin embargo, solía recaer porque guardaba unos cuantos cigarros en cajones por si su deseo se volvía mayor. Su padre había participado una vez en Alcohólicos anónimos, pero terminó cediendo a seguir participando, y decidió continuar con su vida como tanque de cerveza profesional. El fingir que no tenías algún vicio es una idea bastante novedosa para exponerte a dejarlo, pero «la mejor forma de no tenerlo, es nunca iniciar», decía el diacono de la parroquia de Rawberry en una de sus tantas charlas. Su madre pertenecía a la iglesia católica del pueblo, aunque antes era evangelista. En su pasado solía asistir a los templos dónde se predicaba el evangelio, y Chloe recordaba un poco haber visto una multitud de señoras mayores lanzándose al frío suelo y gritando «¡SÁLVENOS!», o el canto desentonado del coro eclesiástico el cual daba a entender el esfuerzo que sus participantes hacían para llegar a notas más altas superando su Propio rango vocal en una muy triste forma de arruinarse la garganta. O cuando el pastor señala a sus fieles con la mano y se lanzaban al piso y Chloe pensaba que arrojaba poderes al estilo de Dragon Ball.

—¿Ha probado los parches para la nicotina? —inquirió Annie.

—Su terapeuta no se lo recomienda —replicó Chloe—, pero más que nada porque dice que al generarle tranquilidad solamente ayuda a qué el problema se intensifique.

—Y bien... el ser humano siempre ha buscado formas de escapar de su realidad cuando la ve demasiado dura, ¿No crees? —dijo Annie—; aún así, lo mejor es enfrentarla, antes que el problema se vuelva mayor. Hay que tener voluntad y fuerza.

—Me alegra al menos que no se hayan metido en Herbalife —bromeó Chloe—; o peor, en la medicina homeopática. Me han contado que las personas que se meten en esos esquemas de pirámide de Ponzi, mientras más abajo están, más miserable es su vida, y mientras más alto están, más miserable es su carácter.

—Tenía un conocido que entró en uno —explicó Annie—; se sentía millonario, pasó a sus seres por encima, y cayó en la ruina.

—Es lamentable que cosas así ocurran —refunfuñó Chloe—. Los duelos de esos lugares después escapan con lo que ganaron.

Unos pasos en el suelo hizo que ambas volteen hacia atrás, una chica pelinegra caminaba hacia ellas.

—¡Hola, Kati! —saludó Chloe.

—¡Hola Chloe! —exclamó Kate— ¡Hola, Annie!

—¡Hola, querida! —saludó Annie entre risas.

—¿Cómo les va? —inquirió Kate.

—Aquí, platicamos —replicó Annie—, e intentamos que Melody no nos oiga bajo ningún concepto, así que: Shhhhh —chistó.

—Seguramente si me ve se le zafa un tornillo —aseguró Kate—, la tiene conmigo por algún motivo.

Kate tomó asiento en una de las acobijadas sillas del lugar, y sintió como si flotase en el aire; se le había reiniciado todo problema de la vida por unos instantes.

—Kate... No es por chismosa —dijo Annie—, pero creo que le gustas a Finn Hardwood —musitó en voz tenue—, o eso sentía por un instante.

—Créeme... Wow —Se sorprendió Kate—, esa es demasiada información para mí cabeza, estoy cansada de buscar sobre pueblos antiguos, y algo nuevo llega. —agregó.

—¿¡Qué hay, culos!? —saludó Sharon— ¡Ha llegado la loca! ¡Ajua! —exclamó mientras se corría las gafas de sol.

—¿Qué hay? —musitaron al unísono en voz baja.

—¿Dónde está el ánimo? —inquirió Sharon— ¿Nadie me sigue el chiste? —hizo una pausa—... pues bien, están aguafiestas hoy —se sentó en otro sillón acobijado de los que había repartidos en distintos lados. Llevaba una camiseta con el logotipo de los Guns n Roses—. ¿Han entrado a Reddit hoy?

—Yo sí —dijo Kate—, y al menos son más pacíficos que en Twitter.

—Yo diría que demasiado. —convino Annie.

La platica se había encendido mucho más entonces, las chicas hablaban sobre distintas cosas sin hilo estricto, pero esperaban aún así que el barullo no llegue a oídos de Melody, quien era insoportable. La calefacción de la biblioteca era escasa, pero el calor humano podía sentirse, o era quizás el sudor de Melody por los nervios que llevaba encima.

—Colocaría encima del peldaño a Reddit —opinó Kate—, quizás más abajo estarían otros foros web.

—Creo que es un buen Top. —dijo Chloe—; ese sería mi puesto número uno. Por cierto, ¿Cómo te va con la investigación?

—Bueno, me han revelando que en el pasado se hacían sacrificios humanos para evitar la masacre del monstruo —dijo Kate—, pero no es la mejor opción; y ni siquiera es una. Así que queda en la nada misma. He estado hablando con un profesor de historia, y dijo exactamente eso.

—¿Eso fue en el museo? —inquirió Annie

—Sí —dijo Kate—; fui con Briana al museo, y esa fue la respuesta... Nada satisfactorio.

—La verdad que no —replicó Chloe negando con la cabeza—; si el pueblo sigue enfriándose terminaré hecha un cubito de hielo.

—Se supone que pronto tendría que llegar la primavera, pero no está siendo así. —se quejó Sharon.

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